Partida Rol por web

Sonríe con una marcada ironía en su rostro mientras deja escapar una risa exhalada por su nariz -¿Acaso no me conoces después de tanto tiempo?- Busca el lugar mas apropiado hasta que divisa el sillón en la sala -Recuerda que el problema fue tuyo desde el principio, ella me escogió y no pudiste superarlo... pero a pesar de tu rencor, yo siempre serviré con firmeza a la hermandad. Y no permitiré que se desmorone justo ahora- 

-Idiota, mira lo que has logrado tu solo... creo que jamás lo entenderás ¿verdad?-

¿Arkin? ¿Quien es Arkin? mira desconcertado tras escuchar ese nombre desconocido y redirige su rostro hacia Maxwell. Obviamente comprende la preocupación de O'Connor y su tono, esto no debía estar pasando ya que habían sido muy descuidados. 

-Todo ha sido una trampa, la manada de Creed ya nos estaba esperando como si ya contara con nuestro arribo...- tras un segundo de silencio sus ojos se iluminan -Es obvio que ya estaba montada desde que secuestraron aquellas mujeres, estaban contando con las visiones de Temperance. Demolieron completamente el lugar y acabaron con muchos de los nuestros, incluso contaban con el apoyo de un berseker- suspira resignado.

-Tarmes decidió volver a pie en lugar de subir al automóvil y no cuestioné su estrategia. Se que es tu pupilo, pero no es un crío y yo no soy su niñera. Obviamente llegará algo mas tarde sano y salvo, oculto bajo el manto de las sombras.- 

Sin duda estaba sorprendido por el último comentario de Alexander, la expresión de sorpresa en su rostro era casi imposible de ocultar, ¿Acaso aún confiaba en Longinus después de todo? ¿O fueron sus últimos actos los que le hicieron cambiar de opinión? -Discúlpame un momento Maxwell, debo ir por Temperance-

-Debo saber si ella se encuentra bien, es lo que mas me importa en este momento-

Exasperado el príncipe soltó la bolsa de sangre vacía,  sus heridas comenzaban a cerrarse,  pero sus ojos estaban clavados en ti, habías recordado la traición de ambos,  de tú con Mathilde, de como se comportaron de que ella te hubiera escogido sobre el amor que él le profesaba. Gruñó y se colocó de pie, era duro de matar, fuerte y arrogante, por algo era el príncipe de esa ciudad.

- fue tu culpa, la culpa de ambos lo que produjo que te alejaras... yo la amaba, me pertenecía, pero verla feliz era lo más importante para mí... por eso permití que se fuera contigo- resopla furioso, sus nudillos estaban apretados - pero insistieron en mantenerlo en secreto, en verme la cara, ¿acaso creíste que no me iba a enterar que se casaron? - abre sus ojos, la ira estaba en ellos - sólo lamento que Endington nos engañara y esos dementes de la orden la asesinaran...- su voz se va apagando - pero sabes algo, ella confiaba más en mí, por algo dejó a Temp a mi cuidado y no en tus manos, así que no te comportes como sor Teresa de Calcuta...-alza la voz, y su cuerpo se tensó, como si deseara atacarte.

- oh ya basta los dos, parecen un par de niños, lloriqueando por una chica, Alexander compórtate,  si es como cuenta Longinus, deberemos redoblar la seguridad, y su los berkeser atacaron seguramente tiene más, tengo reportes de cuatro vampiros secuestrados, además, Temperace dijo que eran vampiros los que secuestraron a las chicas, no licanos... - arrugó el ceño y tomó la bolsa que quedaba de sangre y se la pasó a Alexander, dejándosela en las manos -  Arkin es el hijo del macho Fenrir, Longuinos, él es guarda espaldas del príncipe y es la garantía del pacto. y ahora ve donde quieres ir,  Temperance estaba... muy débil cuando la dejé...

El vampiro mueve las manos y tres vampiros aparecen, el principe levanta la cabeza y les ordena que reunan los vampiros de la orden que estaban en estado de guerra. Era como si se repitiera lo de hacia trece años atrás.

gruño parte del camino por el dolor de mis heridas, el fracaso de las tres vidas que se segaron hoy, y la ironía de la casa. Pero ahora estoy entre humanos, puedo confiar... aunque no demasado.

-Gracias- digo a la joven ¿ayudante? de cazador. -Pero debería tenderlo mejor a el, yo puedo con mis propias heridas.

El viaje no había sido cómodo, la moto no era el mejor vehículo para transportar a un herido, pero finalmente nos habíamos librado.
Cuando llegué a "casa" Leah nos atendió enseguida con un atuendo poco apropiado para visitas. Le tenía bastante cariño a la niña, y por eso intentaba no llevarla a ninguna misión demasiado peligrosa, no me perdonaría que muriera.

-Yo estoy bien, ocúpate de él.- Digo cuando veo que se refieren a mis heridas.

No tenía nada grave, solo algunas magulladuras que se curarían con la mejor medicina, wishkey. Serví tres copas y le acerqué un vaso a Leah y otra al cazador.

-El cazador que dejamos atrás...- Dije refiriéndome al muerto del estadio.- ¿Lo conocías?, Soy Jake Storm por cierto, y esta es mi ayudante: Leah...

Apuré mi copa y enseguida me serví otro.

Leah los mira impacientes, no sabe que ha pasado ni que han pasado ellos, y se arrodilla delante de Gabriel, viendo su herida en el muslo. Sin aceptar protestas, la impetuosa chiquilla tomó las tijeras para rasgar el pantalón del cazador y ver la herida- eso si es grave, sangra mucho - le dice, y comienza a limpiar la herida con desinfectante, otra vez, sin aceptar un no por respuesta.

Jake se acerca y le da un copa, ella la toma y se la bebe de un trago, inclinando la cabeza para limpiar sus rojos labios, y seguir con las curaciones.

- ya digan ¿qué cojones pasó?- exclama rabiosa la chica. 

De un golpe me acabo el wishkey. -Era un idiota, y creo... creo que necesitaremos algo mas fuerte. Chica, empieza cuando quieras, puedo soportarlo.- Dejo caer el vaso sobre la mesa y aprieto los dientes al empezar las curaciones- Gracias por el trago Jake. Yo soy Gabriel "Flecha Negra". -Aprieto un poco mas los dientes y respiro un poco. -Por favor, sirve un poco mas.

Illana llega donde ti, está asustada, pero nada que se note demasiado, y te jala de las ropas, pasando su brazo por debajo de tu brazo derecho - debemos irnos - te murmura, y te lleva cojeando de ahí hacia las sombras, para poder escapar.

-¿Como puede ser posible que confíe mas en ti que en su propio esposo? Tu mente esta demasiado retorcida Alexander, justo tu que te has alimentado de ella. Ella jamás quiso dejarte a Temperance a tu cuidado, fue tu pervertida mente la que así lo quiso-

Se guardo aquellas palabras por respeto al príncipe y los allí presentes, pues no era la mejor situación para discutir estos asuntos. Acepta los siempre bienvenidos consejos Maxwell O'Connor con la boca cerrada y mantiene su compostura, no se iba a poner al mismo nivel que el príncipe. Es entonces cuando entrecierra los ojos intentado olvidar las tonterías y vuelve a enfocarse en los asuntos importantes -Entiendo, pues en ese caso todo queda mas claro, sin duda han unido fuerzas. Solo me pregunto que tanto durara ese pacto, espero que no lo suficiente para ver nuestra caída. -Posa su mano en el hombro del veterano vampiro y asiente con su cabeza -Gracias amigo, iré por ella-

Sin mirar atrás ni pensarlo un instante, acelera su paso para atravesar la habitación y buscar el lugar donde se encuentra Temperace. Normalmente ninguna situación lograba quebrantar su paciencia, pero cuando se trataba de aquella mujer las cosas cambiaban. Sin embargo no podía quitar de su mente lo acontecido hace trece años cuando perdió al amor de su vida, pero esta vez sería distinto, jamás dejará que nada le ocurra a su hija Temperance.

Ella le recuerda demasiado a su dulce Mathilde.

Esperas un instante en la recepción dispuesto a tomar el ascensor, cuando ves a la rubia recepcionista con una bolsa de sangre en las manos, te mira extrañada, y nota tus heridas, así que se acerca a ti y te entrega la bolsa - creo que la necesitas - te dice coqueteando la muy descarada, quizás te acostaste con ella, pero no lo puedes recordar, han sido tantas mujeres.

- el príncipe está en su despacho, está furioso...¿que pasó? en las noticias solo hablan del atentado, si que se armó - para ella parecía ser un chiste, realmente la vampiresa tendía a tomarse con humor varias cosas, pero era una experta en investigación cibernética y otras cosas que comienzas a recordar..

Dejas el despacho, y subes al cuarto piso, ella dormía en la misma habitación de tu amada Mathilde, puedes recordarla, es tan parecida a su hija, ahora que ella ha crecido, aunque la conociste ya mayor, con una Temperance pequeña, recuerdas a esa niña de aspecto vulnerable pero sonrisa agradable, ahora, se ve tan triste, tan delicada, como si pudiera morir en cualquier momento, como si fuera a elevarse ante cualquier brisa.

Subes y te vas a cercando, atrás quedó la discusión con el príncipe, esa disputa de amor sería eterna entre los dos, incluso ahora se mantenía con la existencia de esa pequeña que de niña ya poco tenía, era una mujer preciosa, y cuando llegas a esas puertas, sientes su perfume, es tenue pero sabes que está del otro lado de la puerta. Tocas, pero nadie responde, empujas un poco y la puerta se abre y la ves ahí..

Temperance dormía sobre la cama, recargada sobre su costado, con su cabello largo extendido en la cama, y  sus manos abrazando la almohada, parecía tranquila, el sueño no era perturbador, es más, estaba sonriendo, aquella perturbada alma encontraba descansado en esos sueños. Te vas acercando y a media distancia con la cama iluminada solo por la luz de la noche, ella se mueve y abre sus ojos mirándote fijamente...

En esos ojos verdes pudiste ver algo que hasta para un vampiro era perturbador, no sabes como explicarlo, simplemente es algo aterrador, pero sabes que es ella...

- ahora lo recuerdo...-murmuró la joven y se sentó en la cama - ud., era el esposo de mi madre ¿no es cierto? lo recuerdo, es vago...- mira hacia un costado, perdiéndose un instante - ¿o no?...- murmuró la joven volviéndolo a mirar a los ojos. Y lo reconociste, era la mirada de Mathilde, pero no sólo esa semejanza de una hija con su madre, era algo más, mucho más poderoso que no puedes explicarlo.

Le volví a llenar el vaso, había escuchado en alguna ocasión sobre "Flecha Negra", por lo que suponía que podía confiar en que fuera un cazador realmente.
Leah también estaba visiblemente alterada, y se preocupó por lo ocurrido con su acostumbrado mal vocabulario.

-Eso mismo voy a averiguar.- Le contesté enfadado, no con ella, sino con la situación.

Me habían mandado a rescatar a unas chicas de unos vampiros, pero allí había otras muchas cosas que ni si quiera comenzaba a comprender. Cosas de las que no me habían informado. Así que llame a quien me mandó la misión, Alexander Hartfield.

Dejó a los hombres hablar, y terminó de limpiar la herida, para comenzar a coser - tome - le pasa un cinturón que tenía cerca - muerde - le ordena metiendo el cinturón en la boca, y comenzó a coser la herida, uniendo la piel de un lado con el otro, haría lo mismo con el resto de las heridas.

- tu jefe si que es un sádico de mierda,mira el cojonudo enviarte a una trampa, puto chupa sangre, deberíamos quemarlos - exclama con bríos, pero sin dejar de hacer su labor de enfermera.

El celular sono, Leah estaba hablando y puteando como siempre lo hacía cuando algo tenía que ver con vampiros, pero tu tienes el celular pegado a la oreja, intentando comunicarte con  príncipe.

- Storm - era el príncipe, no sonaba tranquilo,  - pensé que estarías muerto, ¿llegaste al estadio?, que cojones pasó? - te pregunta, no te pregunta si estas bien o no, si lo llamas, es porque aún estás vivo.

Con cada paso sobre la escalera, Alexander se perdía mas y mas el la dulce fragancia que intoxicaba su completa existencia, un aroma que había permanecido impregnado en cada uno de sus sentidos, como una cruel huella del destino negada a borrarse por el resto de la eternidad. El dulce perfume de Mathilde, su Mathilde, la única persona que había alcanzado a tocar su corazón ya sin vida. 

Un revelador halo de luz penetra a través de la oscuridad, a medida que desplaza lentamente la puerta con su mano, rasgando sutilmente la sombra que cubre el cuerpo de su hermosa Mathilde. Tan plena y vulnerable como la última vez que había sentido su cuerpo desnudo apretado contra el suyo. Aquellos labios rojos como la sangre lo atraían perturbadoramente, ahogándose en un profundo sueño del que no quería escapar y condenando completamente su alma a la inocencia de aquella criatura.

Tan hermosa... tan frágil...

Sin hacer demasiado ruido intenta cerrar la puerta para caminar hacia ella en la oscuridad. Deja caer suavemente el peso de su cuerpo sobre la cama, encontrando un hueco donde sentarse al lado de su amada. Ella lo percibe, siente su frío cuerpo a su lado, y sutilmente comienza a abrir sus ojos. Como dos esmeraldas que brillan en medio de la adversidad, aquellos ojos verdes se fijan radiantes en su mirada, clavándose como dos estacas filosas. Hacía mucho que no sentía una angustia tan perturbadora como la que siente ahora, incluso podría remontar aquel sentimiento oscuro a una era distante en el pasado, mucho antes de condenar su alma.

-Mathilde... mi dulce Mathilde- suspira resignado cuando su mente encuentra la razón -Pero tu no eres ella...-

Temperance, no sabes cuanto me alegra verte a salvo... un silencio dramático se apodera del momento, ella no era su Mathilde, pero se parecía demasiado... tal vez, en realidad... solo tal vez...

De pronto, todo se vuelve demasiado confuso y algo se despierta en su interior, como un grito que reclama libertad. Es su alma perdida, sofocada y sumergida en la profundidad del mismo ser luego de trece largos años de espera. Un grito que reclama por su amada. Como si toda la furia de su sangre intentara reanimar aquel viejo y atrofiado corazón, para que vuelva a latir con la misma fuerza que lo hacía cuando estaba vivo.

Las palabras de Temperace resuenan como un eco distante -Shhhhhh...- Alexander posa suavemente su mano sobre el rostro de la mujer. Apoya tiernamente la palma sobre su rostro mientras acaricia su largo y tibio cuello con el dedo pulgar. -Eso ya no importa mi hermosa Temperace, ahora ya estoy aquí para protegerte. Y jamás me apartaré de ti-

Un profundo deseo se libera en su interior, descartando cada rastro de cordura. Todo lo que alguna vez fué, o pudiera haber sido, deja de existir, desnudando su esencia entera. El universo deja de moverse por un instante y solo un pensamiento perdura, aquellos hermosos ojos verdes no podían ser de otra persona mas que de su amada.

Sus labios fríos y húmedos se posan dulcemente sobre la carnosa boca de Temperance, para dejar fluir todas sus angustias en un solo beso, tan fugas que ni el tiempo mismo podría retenerlo y a su vez tan eterno que su alma inmortal jamás podrá olvidarlo. Ella no era Mathilde, ni tampoco Temperace, ella era tan única y especial que no merecía ser catalogada con tan efímeras etiquetas. 

Al separar su boca, no puede evitar retener el labio inferior de su amada, saboreando cada gota de su humedad. En ese momento la mira fijamente a los ojos.

-nooo... ¿Qué he hecho?-

Salí de la habitación intentando escuchar mejor. En ocasiones Leah no sabía cuando callarse, claro que ¿quien era yo para recriminar eso a nadie?
Cuando obtuve algo de calma pude hablar con Alexander.

-No estoy muerto, aunque no gracias a ti...- Dije algo enfadado.- Las chicas murieron, aquello era de todo menos un secuestro normal de vampiros... Había lobos, incluso tuve que cargarme a un horrible bicho, lo más feo que he visto en mi vida. ¡Joder! ¿se puede saber de que iba todo aquello?

Escuchas un bufido, estuvo apunto de replicarte de mala forma, pero se aguantó las ganas - también estuve, casi me mata un licano loco y vi a la criatura que hablas, se llaman  berkeser, son vampiros infectados de licantropia... Jake, necesito que vengas a mi edificio inmediatamente, lo que se viene es peligroso, más allá de lo que crees - guarda silencio - ni pude entrar,  nos emboscaron... esperaban destruirnos o quizás solo mostrarnos su poder, pero si dices que habían vampiros... tenemos dos poderosos enemigos unidos...

Jake habla por teléfono y cuando le contestan, sale de la habitación, dejándote a solas con la hermosa Leah, quién cura de tus heridas vestidas con esa delgada ropa.

No alcanzo a comprender el berenjenal en el que me estoy metiendo, pero parece necesario, así que no me queda más opción que ir para allá.

-Está bien, saldré para allá enseguida...- Entonces recuerdo algo.- Necesito hablar con O'Connor sobre algo personal, pero no logro localizarlo. ¿Sabes como contactar con él?

- ¿qué quieres hablar con él?- hay sorpresa en su voz - pues está a mi lado, acá, así que si vienes, lo encontrarás - responde sencillamente - entonces te espero Storm, adiós - te cuelga sin esperar tu respuesta.