Jon entra y mira alrededor. Le gusta lo que ve, este es el tipo de sitio que necesitaba. Así pues, se dirige a la barra.
La camarera, quiza propietaria, parece agradable, y el sitio respira tranquilidad. Pide una cerveza y algo de comida, antes de sentarse en la mesa que queda libre. Mira a los humanos que juegan a las cartas, pero sólo brevemente. En los Szish, no llega más que a posar una fugaz mirada. Pero lo que llama poderosamente su atención es el celeste. Jon, en su aldea, no está acostumbrado a la música, al menos no de ese tipo. Esta se nota agradable, y le va relajando, mientras espera la comida. Una ligera sonrisa se asoma a su cara curtida por las inclemencias del tiempo.
Nada más poner los pies en la biblioteca, el torbellino de pensamientos que cruzaban ininterrumpidamente la mente de la joven varu, se detuvo por completo. Parada en la puerta, inmóvil, observó la vastedad de la biblioteca con una intensa emoción que por un momento ahogo el resto de sus sentimientos. En ese lugar, a la fuerza, tenía que estar recogido el conocimiento del mundo. Un lugar tan inmenso tenía que contener algo que le sirviera para... para cualquier cosa. Para conocer lo que no debía ser conocido, lo que tenía que permanecer oculto. Y junto con los secretos prohibidos, también tenía que encontrarse el poder.
Se tuvo que poner en movimiento, cuando la gente comenzó a chocarse contra ella. -Todos moviéndose de un lado a otro, sin tener ni idea de lo que el mundo puede ofrecerles... que simples son todos.- Y sin embargo, no pudo evitar que sus ojos comenzaran a buscar entre la multitud una mirada acuosa que todavía no había podido olvidar. Aunque se detuvo apenas se dio cuenta de lo que estaba haciendo y entró en el edificio.
Empezó a recorrer los largos pasillos, mientras observaba los nombres de los libros y se empapaba de la solemnidad y belleza del ambiente. Incluso había libros en las zonas más altas, donde solo las celestes llegaban a alcanzarlos. Así que tratando de aparentar toda la serenidad y tratando de llenarse de los mejores sentimientos posibles, se acercó a una de las mujeres para que la orientara. No dudaba del carácter amable de la raza de Yohavir, así que esperaba recibir ayuda sin ningún inconveniente. A fin de cuentas, no podía encontrar sola lo que buscaba en aquella biblioteca. Al menos, necesitaba saber como estaban ordenados los tomos para saber donde se encontraban las secciones que le interesaban.
Geblu se quedó paralizado ¿hacer daño? pensó para si Es agua, simplemente agua. Mi elemento.
Hola hijo del bosque se comunicó telepáticamente con el silfo, imitando su presentación, así sentía más seguro. Es agua, solamente agua. ¿Por qué va a ser peligrosa?
Toco la tierra con la mano, ahora convertida en barro y lo frotó entre sus dedos hasta convertir su mano en una mancha marrón.
-Yo en principio me dirijo a Celestia - digo mientras saco mi unicornio de madera de mi bolsa. -Busco respuestas para esto. Un viejo mago despertó en mi la curiosidad y me indicó que debía ir a Celestia, y puesto que no tengo ningún otro destino mejor, pues decidí ir allí, seguro que es un lugar fantástico, lleno de gentes y de vida. - Me quedé mirandola con atención y con una sonrisa bien marcada en mi cara - ¿porqué no vienes conmigo? Seguro que allí podemos descubrir gentes interesantes, lugares que ni soñamos y puede llegar a ser muy divertido tener una buena compañia como la tuya para el viaje.
Y así fue, con esas palabras, como Shela me abandonó a mi suerte en esa gran ciudad. Como último recurso siempre me quedaría el desierto a la espalda, pero habíamos hecho un largo camino como para volverme con las manos vacías, al menos buscaría una historia interesante con la que regresar.
Pero ahora mismo, tras el abandono de mi compañera, no me apetecía perderme para explorar la ciudad. Prefería algo más tranquilo, recuperar un poco el ánimo y ya me adentraría en la ciudad un poco más tarde. Buscaría refugio entre los míos, antes que intentar que algún miembro de otra raza me sirviera de guía.
Me acerco a una taberna cercana que, a juzgar por el jolgorio, tendría que estar animada. Quizás haya algún yan entre ellos.
El varu se da cuenta de las miradas fijan en él. Al principio finge que no se da cuenta, y continua remojando sus brazos y piernas. Pero finalmente empieza a echar miradas nerviosas al resto de varus, intentando entender el por qué de su hostilidad.
Al final se decidió a entrar en aquel lugar, que parecía uno de los que más se ajustaban a lo que buscaba y estaba regentado por uno de aquellos seres de color azul, que le habían dicho que se llamaban celeste y que le habían dicho que podía confiar en ellos.
No había ninguna mesa libre pero la barra ofrecía un buen lugar en el que estar, apartada del resto y quizás preguntarle a aquella celeste un par de cosas. Pidió algo para comer y beber a aquella celeste y sólo entonces se permitió estudiar discretamente, desde el cobijo que le daba su vestimenta, al resto de los seres que allí había. Se ajusto la capa para ocultar su rostro lo mejor que podía mientras miraba, no le gustaba estar rodeada de seres a los que no conocía ... Pero no le quedaba otra opción.
Sonrio al ver la ciudad natal de mi raza, nunca habia estado alli pero el lugar era sin duda sobervio, asi que me apunté mentalmente de volver alguna vez cuando el ambiente fuera menos festivo y acalorado, cuando desciendo despido a mu pajaro para que descanse mientras voy a preguntar por la posada mas cercana y me dirijo hacia alli
Tras un largo paseo de la ciudad, la necesidad de un cómodo asiento con una bebida en una taberna tranquila se hace imprescindible. Tras entrar en diferentes tabernas, atestadas de gente, hay una en la que parece reinar esa tranquildad que anhelas.
La mayor parte de la fachada de este edificio de mármol está cubierta con pintura plateada. Toda la estructura está adornada con embellecedores de plata, muchos con forma de haai, y una exquisita estatua de plata de un haai se apoya en una barra del mismo material sobre la entrada principal. Este ostentoso establecimiento es el "Haai de Plata".
Su comida y bebida son de calidad excelente, aunque un poco más cara de lo habitual. Este fabuloso establecimiento es propiedad de Shivei, una agradable celeste.
La más tranquila de todas las tabernas tenía tan solo una mesa para sentarse, aunque ya había un humano y una mujer de aspecto yan. El resto estaba ocupado por tímidos yan que apenas levantaban la voz sentados junto a la calidez de la chimenea, algún que otro humano que jugaba a las cartas y un celeste que amenizaba el lugar con su música. Como nota discordante, se encontraban una pareja de szishs sentados en una mesa alejada del resto en el rincón más oscuro, sin prestar atención a nadie.
Tras un largo paseo de la ciudad, la necesidad de un cómodo asiento con una bebida en una taberna tranquila se hace imprescindible. Tras entrar en diferentes tabernas, atestadas de gente, hay una en la que parece reinar esa tranquildad que anhelas.
La mayor parte de la fachada de este edificio de mármol está cubierta con pintura plateada. Toda la estructura está adornada con embellecedores de plata, muchos con forma de haai, y una exquisita estatua de plata de un haai se apoya en una barra del mismo material sobre la entrada principal. Este ostentoso establecimiento es el "Haai de Plata".
Su comida y bebida son de calidad excelente, aunque un poco más cara de lo habitual. Este fabuloso establecimiento es propiedad de Shivei, una agradable celeste.
La más tranquila de todas las tabernas tenía tan solo una mesa para sentarse. El resto estaba ocupado por tímidos yan que apenas levantaban la voz sentados junto a la calidez de la chimenea, algún que otro humano que jugaba a las cartas y un celeste que amenizaba el lugar con su música. Como nota discordante, se encontraban una pareja de szishs sentados en una mesa alejada del resto en el rincón más oscuro, sin prestar atención a nadie.
Te sientas en la única mesa libre de la taberna. Allí te sirven una suculenta cena y una cerveza bien fría, tal y como habías pedido.
Tras de ti, una mujer con aspecto yan entró en la taberna y se quedó buscando un lugar dónde ubicarse, hasta sentarse en una silla junto a la barra.
A los pocos minutos, entró un celeste con hábitos de sacerdote y un yan, buscando algún sitio para cenar.
Te sientas en una silla junto a la barra, apartada de los demças parroquianos. Allí te sirven una suculenta cena y una bebida, tal y como habías pedido.
En la mesa que quedaba libre se había sentado un humano, al que la joven celeste también le sirve la cena.
A los pocos minutos, entró un celeste con hábitos de sacerdote y un yan, buscando algún sitio para cenar.
Avanzad... Ceya, June está esperando tu contestación
Pasas el tiempo preocupado, intentando saber el por qué de sus miradas hostiles. Los tres soles comienzan a caer cuando algo te golpea la cara. Te incorporas agitado, cogiendo lo que te habían lanzado. Ves que es un puñado de algas, hechas un ovillo. Lo deshaces y ves que es la misma carta que entregaste a la joven varu de la que estabas enamorado. Al levantar la mirada, puedes ver la cara de una persona muy conocida y muy especial para ti: Iora.
Las facciones de tu amada eran duras. Su mirada desprendía odio y dolor.
Una carta es lo que utilizas para dejarme. ¡Una carta! ¿Tan poco he significado para ti que no fuiste capaz de decirmelo a la cara?
El resto de varus se quedan en silencio y mirándoos.
El silfo se agachó y rozó el agua convertida en barro.
Es lo que parece comentó tras tocarlo pero estalló y cayó de tu cuerpo como si te recubriera. ¿De dónde vino, pues, si sólo es agua?
Una joven celeste estaba por los pasillos, sonriendo a los presentes, indicándoles el camino correcto en su búsqueda. Movía la mirada de un lado a otro y se movía sin tregua, y a pesar de todo, no perdía la sonrisa.
Fuiste hacia ella cuando la joven notó tu mirada y se giró hacia ti. Una rápida mirada cruzó su rostro, sus ojos se dilataron al mirarte directamente. Pero rápidamente recobró su postura tras un leve cabeceo y, con la misma sonrisa, dio unos pasos suaves con sus pies descalzos hasta llegar a tu altura.
Sacerdotisa de Neliam, espero que su viaje desde el Oráculo de Gantadd no haya sido muy cansado saludó inclinando levemente la cabeza. Obviamente había reconocido tu rango por tus ropas.
¿En qué puedo ayudarla? ¿Busca algo en particular para amenizar su estancia en la capital de Celestia?
Uhh fallo gordisimo mio! Mis disculpas, estaba con la idea de que tenia que esperar post de june... mañana posteo sin falta!!! >.<
yo sí ando por aquí. En cuanto podamos damos un saltito hacia la ciudad...
Geblu reflexionó unos momentos.
El agua es el elemento de la pureza. Es el elemento que da vida. Viene de todas las partes. Está en todos lados. Yo puedo sentirla. Puedo sentirla en la tierra, puedo sentirla en el aire. Puedo sentirla hasta dentro de ti, amigo. le comunicó Geblu.
Estaba demasiado cansado como para hacer algo más con el don del agua, así que no intentó demostrar nada, simplemente se tumbó sobre el barro.