Partida Rol por web

Una vez se apaga el fuego me acerco a mis compañeros
-Hay que estar atentos,no sabemos si ya saben que estamos aqui-

- Creo que es evidente que ya lo saben, pero no por ello daremos un paso hacia atrás - Habla con decisión, mientras sacude el polvo y limpia sus botas de la sangre del trasgo - La desaparición de los hijos del herrero ya tiene una explicación lógica. Les encontraremos y haremos que quien les ha separado de su padre pague por ello...

Enana, no te quites el aceite de la armadura. Te valdrá como desodorante, ya que huele mejor que tú.

Y ahora, después de preguntar estupideces como si sabrán que estamos aquí después de armar este pifostio, pongamonos en marcha. Aquí ya no se nos ha perdido nada

Antes de que deis un solo paso hacia la salida de esta especie de tumba inferior, la forma sombría que encontrasteis arriba se separa de la oscuridad frente a vosotros. Gesticula con una negra garra hacia los huesos diseminados por el suelo y dice en su fría y ronca voz: Honradles.

Cuando veo lo que señala el espiritu asiento de forma respetuosa y digo
-Perdon,le daremos una digna sepultura- e intento levantar los sarcofagos que estan tirados(espero que alguien me ayude,porque si no me sera imposible) y volver a meter los esqueletos dentro para intentar recomponer este destrozo

Si si, ahora el santurrón y su amigo "Ryadon" se pondrán a "honrar" a los cadaveres, esté tranquilo señor fantasma...

Cuando Riardon consigue devolver los huesos esparcidos por el suelo a los dos ataudes que han sido vaciados de aceite, la sombra asiente con su insustancial cabeza y dirigiéndose a las escaleras por las que bajásteis se queda señalando un alijo oculto bajo el último escalón que había pasado desapercibido para vosotros a vuestra llegada.

Cuando ya estoy seguro de haber colocado los cuerpos bien(Junto con Corrin supongo).Me acerco hacia el sitio que nos ha señalado el espiritu o miro a ver lo que nos encontramos

En el hueco escondido encuentras una poción llena de polvo, parece que llevaba bastante tiempo ahí sin que nadie la encontrase.

En cuanto la coges, el espíritu desaparece fundiendose con la pared.

El pasillo que sale de la tumba inferior se vuelve agreste y retorcido, conduciendo finalmente a una gran caverna natural con un área adyacente de piedra trabajada.

El agua gotea como una lluvia ligera de las estalactitas, hongos brillantes iluminan la cálida y húmeda sala. La fantasmagórica luz se refleja en muchos pequeños charcos de agua que salpican el resbaladizo e irregular suelo.

Enfrente de vosotros, un gran hueco está cortado en el lateral de la viva caverna. Antigua mampostería desmoronandose adorna el hueco, luciendo viles pictogramas y extrañas, delgadas y oscuras escrituras. Un siniestro portal de hierro se eleva en el fondo del hueco. Una inmensa cabeza diabólica está esculpida sobre la puerta y sus ojos brillan con una débil luz verde.

Me acerco sigilosamente a la puerta y miro a ver si entiendo o veo algo extraño

Cuando os adentrais en la caverna y antes de que Riardon se acerque a la puerta escuchais unos ruidos muy débiles a través del sonido del agua cayendo, como gritos en la dirección de la entrada con la cabeza de diablo.

Cuando os adentrais en la caverna ves que esta ha sido debilitada lentamente por las corrientes de agua. No haría falta más que un movimiento de tierra relativamente menor para que se derrumbaran grandes partes de la caverna natural.

Al adentraros en la caverna y ver un poco más de cerca la entrada reconoceis que la arquitectura y escrituras del hueco son reminiscencias de los últimos días de Bael Turath, el antiguo imperio corrupto que dio lugar a los tiflins. Sin embargo la escritura es totalmente irreconocible después del paso del tiempo.

Cuando te acercas a la puerta los gritos del interior se hacen más evidentes, desde esa distancia ves que los huecos de los ojos de la cabeza diabólica sirven como ventanas hacia un espacio más allá. El origen de su brillo verdoso debe estar en el otro lado de la puerta.

Se aproxima con cautela hasta el eladrin y examina la puerta con detenimiento.

- Ten cuidado Riardon, esos malnacidos han podido llenar todo de trampas.

Me alejo un poco de la puerta y digo
-Creo que deberiamos ir primero por el otro camino-