Partida Rol por web

Anna salió corriendo como una flecha y se perdió entre los puestos de venta. Aquellos goblins se lo pusieron difícil para escapar, pero ella no se dejaría atrapar tan fácilmente. Por fin, tras mucho dar correr y dar vueltas, logró despistarlos.

Decidió regresar al lugar donde había dejado las majadas, que seguían allí. Entonces cayó en la cuenta de que alguno de los escarabajos podría habérselas llevado, pero por suerte nadie las había visto.

Ahora que habían visto su disfraz, no tenía sentido seguir manteniéndolo. Así que decidió recuperar su forma anterior. ¡Vaya desperdicio de glamour!

Después de aquello, se dio cuenta de que las majadas eran más un estorbo que otra cosa. La vendedora y ella no habían establecido ningún tiempo límite para cumplir la promesa. Pero, por otro lado, había prometido llevar aquellos artículos en concreto, por lo que si éstos eran destruidos… Podría considerarse que había faltado a su promesa.

Por lo tanto, decidió encaminarse hacia el castillo de la reina, para cumplir su promesa lo antes posible.

Anna avanzó entre los grupos que entraban al castillo.  Los recolectores de aquella joya del Seto se habían adentrado ya y los pudo ver subiendo la escalinata hacia donde estaba la tesorería de PraxedisGuerrera.   Al lado derecho de esta subía una espiral extraña hasta lo que Anna podía suponer era la sala de peticiones. 

Para su desmayo, la espiral ¡estaba hasta abajo con una larga fila de goblins y hobgoblins, y otros seres que no reconocía!

Los trajes de los guardias que cuidaban esa escalera en espiral eran de cuero opaco y eso los hacía parecer más aburridos de lo que ya estaban, viendo con desidia a los que ahí estaban, mirando de reojo a un reloj de arena colgado en el frontispicio de aquella torrezuela.

- Seguro Haníbal, que descanses, fue un día largo para tí.  Aunque sin duda, productivo.  -Sonreía, muy satisfecha de lo logrado.  Yo todavía debo amarrar lo del voto del presupuesto, pero sólo me faltan un par de congresistas reacios.  Nada complicado. 

Se despidió amable y se fue para el fondo del salón, con sus ojos azules enfocados en un par de hombres de edad y copa avanzada.  

El resto del camino entre el foyer y donde lo esperaba su chofer fue sólo un dar de apretones de manos a gente importante que conocía y responder un par de preguntas a los staffers jóvenes que ahí deambulaban y por casualidad lo conocían, en fin, un movimiento de un pez de regreso a su guarida en un arrecife que conocía.

¿Todo listo señor? - le preguntó su chofer.  ¿A donde nos dirigimos ahora? 

Hirotaka no dice nada, pero lo quiere decir:

Deberías aceptar. Le vas a ofender si no aceptas.

El hombre bestia empieza a pensar que deberían visitar a Shinzo en el hospital. Aunque estuviera horrible por las secuelas de la explosión. De todos modos, ellos no estaban de mucho mejor ver que una persona tras un horrible accidente.

-Beltrán, Jacob Beltrán. Sí, con mucho gusto lo aceptaré si usted es tan amable. 

No se equivoca, señor, tiene usted muy buen ojo, pero no se preocupe: Este adorno no se agrieta con facilidad y sabe cómo eclipsarse.

Los dueños y encargados del jardín que había visto eran humanos en su mayoría,  pero desde luego parecían habituados a tratar con cambiados. 

Un lugar mucho más agradable para "emerger" que un salón lleno de changelings temerosos y armados, sin duda, pensó, recordando las circunstancias de su propio retorno al mundo humano.

Cuando llegó al castillo, Anna se encontró con una cola interminable. ¿De verdad iba a tener que esperar tanto?

Impaciente, Anna salió por donde había venido y examinó el exterior de la torre. ¿Podría entrar de otra manera? Había una forma en que podía escalar aquella pared. Aunque debía tener cuidado de que ningún guardia la viera.

El contrato que quería usar tenía una forma en que podía ahorrarse el utilizar su Glamour. Debía encontrar una araña viva. ¿Habría alguna por allí? Quizás con suerte encontraría una. Buscó cuidadosamente por los alrededores.

Después, Anna se dirigió a un lugar de la torre en el que diera la sombra, y se desplazó cuidadosamente, buscando los puntos en los que los guardias no la verían, y aprovechando la oscuridad de los lugares en los que no daba el sol.

Se movío como sólo una oscura podía hacerlo. Se volvió una con las sombras. Ni siquiera alguien que hubiese estado mirándola fijamente hubiese sido capaz de ver siquiera un borrón.

Anna se volvió una con las sombras.   Había visto en la base de la torre varias arañas, bonitas, negras, brillantes, con un acertijo rojo en su abdomen.  Este decía, en español:

Saña rasa: las arañas

De alguna manera, al igual que su loca carrera hasta el lugar, el resultado explotó.  Anna se podía mover de sombra en sombra en el edificio, podía subir paredes, pisar como tempanos de hielo las sombras hechas por las y los goblins que esperaban, paciente o impacientemente.  Tocaba, como saltando piedras para cruzar un arroyo, el arroyo de sombras de los guardias pasando.  De esta manera, podía subir sin dar cuenta ni a propios ni a extraños, hasta cualquier lugar que quisiera del castillo. 

¿A donde iría? 

El té llegó, como prometido. 

Era una maravilla de aroma y color, casi textura.  Probablmente el té más rico que hubiera probado Jacobo jamás. 

No se equivoca, señor, tiene usted muy buen ojo, pero no se preocupe: Este adorno no se agrieta con facilidad y sabe cómo eclipsarse.

El viejo jardinero asintió.  Era de occidente eso de equiparar adornos con cosas frágiles, no así en Japón, donde las katanas eran adorno y letales, y eran llevadas a los hospitales. 

Bien, ahora dígame, ¿qué sabe de nuestro caso?  ¿Por donde quiere comenzar?  - Una transacción normal, al parecer.   ¿Cómo mantenía el hombre la calma, con todo lo que había pasado? 

Únase, Meiji-san, llamó con un gesto respetuoso al changeling toponímico.  Esta conversación le es relevante, al menos para los siguientes 1.1.1.1 años/meses/semanas/días que tendrá que tener esta como su casa, según las instrucciones antiguas y las de su hermana. 

Hanibal asintió a lo que le dijo el chofer de la limusine para luego decir:

-Vamos a mi Penthouse,por el día de hoy termine con toda mi agenda,así que podemos decir que el día termino.

Dicho esto se subió a la limusine y espero a que le cerraran la puerta.

Si Hanibal tuviera que hacer un recuento de todo lo que había pasado,sería demasiado largo,pero tenía que hacerlo.

Y para poderlo hacer,necesitaba tranquilidad.

Por lo que luego de un buen baño caliente y una cena comenzaría a detallar todo lo que sucedió el día de hoy,para tomar notas.

Después se iría a dormir y esperar la llegada del nuevo día.

Mientras buscaba, Anna encontró varias arañas en la base de la torre. Cogió una, y se sorprendió al ver el mensaje en su abdomen. ¡Hasta las arañas tenían mensajes capicúas!

Tragarse una araña viva era asqueroso, sí. Pero por peores cosas había pasado. Y era necesario que lo hiciera, pues sus reservas de poder estaban agotándose. Sin pensarlo, se la llevó a la boca y la tragó inmediatamente. «Gulp».

«Vamos allá». Sabía que con su identidad de oscura le sería muy fácil aprovechar las sombras para moverse por la pared sin ser vista. Pero aún así ni ella se esperaba que fuese a salirle tan bien. Se movió de sombra en sombra con una fluidez exquisita. Ni siquiera alguien que estuviese mirando fijamente la torre sería capaz de verla.

¿Adónde iría ahora? Su objetivo era saltarse la cola pero… ¿acaso sabía adónde tenía que ir? Fue saltando hasta lo más alto de la torre, y se metió por una de las ventanas. Lo que no sospechaba era que esa ventana daba directamente a… ¡los aposentos de la reina!

Oleisky estaba herido, pero siempre se le había dado mejor arreglar objetos que personas, así que, tras improvisar una venda, se puso manos a la obra con el taller. Primero ordenó las cosas, para ver donde estaba el mayor daño y separar las cosas rotas de las que simplemente estaban caídas o descolocadas. Separó las herramientas que estuvieran rotas para hacer una “lista de la compra” con las cosas que necesitaba reponer.

Después paró un momento para retomar aliento y se puso manos a la obra para reparar el taller. Con el martillo se dedicó a poner tablas de madera en el agujero. Buscó los tornillos que estuvieran sueltos para atornillarlos. Si algo metálico estaba roto, cogió el soldador para arreglarlo.

Una vez el taller estaba medio arreglado miró la brújula. Casi estaba acabada, solo faltaba ajustarlo un poco y ya estaría. En este caso era un trabajo de precisión, así que cogió la lupa y las pinzas. Solo un pequeño ajuste y estará lista. Pensó mientras acababa de ajustar la brújula.

Haníbal llegó a su muy elegante departamento.  Las luces de Miami bailaban, ¿literalmente?, junto a aquel horizonte que conforma el cielo y la negrura del oceáno mezcladas, marcada sólo con los puntos luminosos de los aviones y yates y barcos de carga y pesca. 

Baño y cena, casi un ritual; pensando y sintiendo los acontecimientos del día.  Un rey es un rey hasta cuando se baña.  ¿La máscara se deja colgada mientras en un ganchito para que no se moje?  Un notario nota y anota aunque no tenga bloc o registro, escrito, electrónico o mágico. 

Llegó el momento prometido por él a aquel espejo, a todos los espejos.  Se miró, bata puesta aún, en aquel carísimo espejo Boca do Lobo, apropiadamente llamado. 

¿Qué decirse/le sobre las varias ofertas hechas?

La araña se lo había advertido, con su letrero:  Saña rasa, las arañas.  Pero aún así se la comió.  Claro, quizá eso tuvo que ver con que hiciera esas maravillas de shadowdancer, pero aún así, las ponzoñas del veneno empaquetado e ingerido harían lo suyo en el cuerpo de Anna.  ¿Tejerle telarañas de acylpolyaminas y nucleosidos sulfatados en su interior? 

Pero ahora parecía haber valido la pena.  Estaba en la sombra del quicio de la ventana de los aposentos de la reina PraxedisGuerrera!   Era un lugar lleno de espejos de ornamentaciones cuando menos amaravilladas, una cama como para sostener dos o tres amores o entretenimientos, un armario lleno de armas, un glosario lleno de glosas, estaba todo ahí y no había más guardias que afuera, y un grupo de ojos orgánicos pegados a las paredes, que se movían algunos a disritmios cada cuando, escaneando el lugar.  

Oleisky se puso, todo herido, a reparar su taller.  "Las prioridades de los Marchitos, sólo ellos las entienden", reza el dicho, y aquí no había sido sino cierto. 

Y bueno, quieran los espíritus de los brownies que dejara todo listo y bien.  Todo excepto la pared, que es de hoja y vaina amaderada, tronco y tocón, y esta se reparaba sola, dejando abierto el lugar por donde Oleisky tenía su trod estable, el cual usaba para moverse entre la iglesia, la calle y su taller, y que sólo él podía abrir con antojo y voluntad, y que de todo lugar podría adentrarse a la otra espesura del Seto, ¿pero quién lo haría?   Claro, ahora esa extraña ser hecha de obscura había abierto un sendero de animal más, temporal si no se usaba seguido y macheteaba en mantenimiento.   Pero sí, había una bifurcación con un sendero de Oleisky para un lado y uno temporal para el otro, que este último si se cerraba con lo inexorable e inexplorable de la naturaleza, que lo era aún así con la tergiversación de la interfase wyrdosa entre lo mundano y lo arcadiano. 

¡Listo!  -dejó taller ordenado y reparado, como una maravilla que los meros humanos no entenderían de lo bien que quedaba a pesar de su apariencia zarrapastosa.   Y con eso, pues a acabar la brújula, la cual en pocos minutos languideciendo de la tarde quedó per-fec-ta, y ahora apuntaba a una dirección muy clara, por el sendero abierto nuevo, como era de esperarse, por donde pensaba en aquella cambiada que había huído, ¿a sus tierras originales?  ¿En escape todo loco? 

Lo sacó de su ensimismamiento artesanal un par de gotas suyas de sangre que caían ordenadamente al piso del taller.  

Si no se curaba pronto esto se agravaría, a pesar de lo quirúrgicamente limpio que estaba el pico de la ráfaga que por ahí había pasado. 

A Anna no le había importado si las arañas eran venenosas o no. No podía permitirse utilizar más Glamour, de modo que se la tragó sin pensarlo. Al poco, le dolió un poco el estómago y empezó a sentirse mareada. Pero no era nada que no pudiese soportar.

La changeling subió y subió, hasta llegar a una habitación ostentosa. ¿No sería el cuarto de la reina? No era el lugar que estaba buscando. Pero entrar allí y llevarse algo era tentador para cualquiera. Dentro debía de haber todo tipo de cosas valiosas.

Entonces cayó en la cuenta de algo importante. La promesa que había hecho incluía no causar ningún perjuicio a la reina mientras llevase a cabo la tarea de entregarle las majadas. «Maldita sea». Si se llevaba algo, se arriesgaba a que el Wyrd considerase que estaba incumpliendo su promesa.

Sí que había algo que podía hacer, que no podría considerarse un perjuicio: Podía tocar alguno de los espejos, y más tarde usarlo para ver a través de él. Pero si lo hacía debía tener cuidado de no ser vista por aquellos ojos vigilantes. De todas formas, no debía de ser muy difícil. Así que esperó a que los ojos mirasen hacia otro lado y tocó rápidamente el espejo más cercano.

Tras aquello, salió y se dirigió en busca de la sala de audiencias. Utilizaría su astucia para colarse rápidamente y ser la siguiente en ser atendida por la reina, sin dejar que el primero de la fila tuviese tiempo suficiente para reaccionar siquiera.

Paladeó un instante aquel magnífico té antes de empezar a hablar. 

-Bueno, cuando hablé con él esta mañana, mencionó que...

La naturaleza de nuestro problema es si acaso, el ocaso.  -Eso dice el kanji.-   夕焼け  

Pareció querer hablar menos crípticamente.   Lo que tenemos es una amenaza de evacuar el jardín, de abandonar nuestras instalaciones, de cederlas a una compañía.  Es una extorsión.   Que si no lo hacemos, nos harán daño. 

Necesitamos saber quienes son, para neutralizarlos.

Dio otro minúsculo sorbo antes de seguir. 

-Mi primera impresión, obviamente, fue que era una cuestión puramente, vamos a llamarla, "mundana". Algún "magnate inmobiliario" de tres al cuarto buscando ganar mucho dinero con unas cuantas amenazas, destrozando este lugar y cambiándolo en otra cosa que se lo produzca a gran escala. Y que ustedes, a lo mejor, no querían involucrar a las fuerzas del orden por la especial condición de este espacio.

Un poco más. Aquella bebida no se podría comprar con dinero, o al menos, no con la clase de dinero que Jacob podría permitirse gastar sin descalabrar su presupuesto.

-Pero después de lo de hace un rato, es evidente que la realidad, como de costumbre, es más compleja. 

Si su problema es el ocaso, ¿qué le parece empezar por...digamos después del mediodía? Por el principio de estas lamentables hostilidades, si lo tiene a bien.

Posó suavemente la taza donde pudo e inclinó suavemente el rostro hacia un lado, ojos como cristales fijos en su interlocutor.

Me siento junto a mis anfitriones y nuestro "invitado" repentino y sorpresa, a tomar el té. Me sirvo una taza de delicioso occha, mientras escucho al detective. No comprendo casi nada de lo que habla, la verdad. Pero no quiero ser maleducado e irme antes que los demás. Pero el anciano dijo que esta conversación me era relevante ¿En qué sentido? ¡No entendía nada de lo que estaban hablando! Me quedo en silencio, esperando a que terminen de hablar.

Si su problema es el ocaso, ¿qué le parece empezar por...digamos después del mediodía? Por el principio de estas lamentables hostilidades, si lo tiene a bien.

Se rio.  El problema es el ocaso, Sr. Beltrán, pero no ese precisamente.  Aunque cierto es que Shinzo tiene un sentido de la poesía para expresar más de un significado a la vez.   -Se quedó unos segundos meditando en esto. 

Hay un ¿grupo? ¿organización? -lo dijo, inseguro de entender bien a bien los cambiantes y esotéricos arreglos de las comunidades changelings.- que se hace llamar la Corte del Ocaso.   

Nos dicen que han declarado lugar "non sancto" al Jardín Botánico, y que debemos abandonarlo.  Que quitarán las plantas y vegetaciones, y que lo cubrirán de cemento y hormigón, metal y vidrio, para "deshechizar" sus pasos y pasajes a lo que llaman El Seto. 

Nosotros no lo haremos.  Llevamos desde el inicio aquí.  Pero la presión crece.  Por varios lados.  

Por eso Shinzo pensó, como es su derecho, fuera de lo establecido.  Y buscó alianzas fuera de nosotros. 

Fue cuando le dibujó esos kanjis que ven ustedes en la pared. 

Al tocar el espejo, apareció una palabra ante Anna:

Bypass. 

Y se le dibujaron un tercio de líneas más entre las líneas de la mano con la que lo había tocado, de esas líneas que pueden leer las gitanas.  Conectaba las líneas que Anna ya tenía de nacimiento.

A la vez le apareció un pequeño lunar, ¡en forma de castillo! en la base de la palma, justo en esa parte que se recarga en la mesa cuando te vas a levantar. 

Salió la oscura, con amplio tiempo, mientras un par de ojos bizcos se movían en su dirección, barriendo la habitación.  Cuando se posaron sobre el espejo, Anna ya no estaba ahí, ni en reflejo.

Estaba ella la primera en la fila, usando las sombras de las columnas.  Estaba llegando justo cuando el jefe de los goblins con casco de minero le dejaba sobre un cojín de terciopelo negro aquellas joyas recolectadas a la reina: cerca de una docena de cagarrutas de brillantes colores metálicos, doblones doblados, a las cuales todos aquellos pajes y asesores que podían miraban con admiración, y de lado para no romper el protocolo.   La reina sonreía con una boca tan ancha como su cara y dientes tan afilados como las puntas de las obsidianas que recubrían las armas de su guardia. 

¡Honor a PraexedisGuerrera!   -El gremio de CosechadoresJoyeras agradece como siempre su protección y remanso.   Que la prosperidad de uno, es la prosperidad de todxs!. -Esto último fue dicho a coro por los dos o tres que habían venido hasta acá con éste goblin, y así mismo por los que estaban en la fila y corte con diferentes grados de entusiasmo; unos más, y otros, pues menos. 

Recibieron las gracias muy agraciadas de la reina, y un grupo de hobgoblins comenzó a tocar una canción en lo que daban espacio a que pasara ¿Anna?; si, los de atrás de ella en la fila suponían que no la habían visto, porque no estaría ahí enfrente si no lo hubiera estado desde antes, ¿verdad?

Hanibal luego de bañarse con la mascara de abogado y la corona puesta si bien le seguían pesado toneladas ahora por lo menos ya estaba mucho mas acostumbrado que antes.

Vio por su balcón las luces de la ciudad y pensaba ¨Y nadie sabrá jamas lo que sucede tras bambalinas en Miami,soy uno de los pocos privilegiados que sabe de los horrores que se esconden en esta ciudad¨.

Tomo un sorbo de vino de su copa de cristal y como si quisiera comprobar la lealtad del goblin mayordomo dijo:

-Goblin,¿estas ahi?,si estas,muestrate delante mio en estos instantes.

No sabía si así era como funcionara el contrato con el Goblin pero quería averiguarlo,sabía que habían firmado un contrato pero la forma de invocación no fue aclarado en el mismo....se lamentaba que por sus mismas prisas no presto especial atención a tan importante detalle.

Tomo otro sorbo de su exquisito vino,puso la alarma del despertador de su celular y abrió la agenda del mismo,pero al hacerlo se dio cuenta que esta no podría ser usada dado que la que actualmente tenía en uso,era para el trabajo.

Por lo que descargo una nueva app de Agenda y lo que primero anoto en su nueva agenda fue con grandes letras ¨Novus Ordum Miami¨ lo que conllevaba de hacerse del poder secreto que hay en Miami.

Luego de esto garabateo unas ideas de como lo conseguiría pero mas que ser algo concreto lo tomo como borrador,algo que debería ir perfeccionando con el tiempo hasta concretar sus metas en este nuevo orden de miami.

Al finalizar esto,se fue a la cama para irse a dormir,le espera un largo y duro nuevo día a Hanibal.