Partida Rol por web

¡Claro Haníbal! - Le contestó Carol, amable, como siempre.  Aquella afroamericana de ojos azules estaba acostumbrada a que se los mencionaran en piropo, aunque le dolía siempre el recuerdo de que había sido aquel dueño de esclavos irlandés quien se los había pasado a la familia de su bisabuela materna. 

Iré a hablar con ellos en este momento.  Este CPAC es importante. 

Después de alejarse, tocó lo de los gorilas.  Los cuales ignoraron flagrantemente la opción de revisar el vino.   De esas cosas se encargaban otros, y nadie con intenciones de envenenamiento hubiera recibido esta invitación.   El poder siempre se movía atrás tuyo, lo notaras o no.

Silenciosos, lo llevaron hasta la mesa donde la alcaldesa estaba recibiendo las atenciones de un grupo atento de personas, como novia en boda.  Esto era el equivalente de anunciar el compromiso de casarse con el body-politics.

No llegaría a ella en los siguientes minutos, así que Haníbal comenzó la conversa casual con otras personas ahí reunidas a las que -en realidad- no les interesaba lo que él decía.  Sólo estaban atentas a ver cuando se abría su turno para hablar con la alcaldesa.  Esta mujer de gran peinado de salón era un derroche de miradas y gestos que aseguraban a todos todos a su alrededor que era su aliada y mejor apuesta, a todos.

La ráfaga había arrancado el martillo de la mano de Oleisky sin consideración a cuántos pedazos de aquel changeling marchito se llevaba de paso.  Estaba ahora furioso destrozando aquel instrumento de trabajo en el piso del taller, rompiendo su cabeza metal como si de una fruta tropical machacada se tratara.  

Oleisky sintió cómo esta segunda cortada había calado profunda.  Algún músuclo de paja le habrá cortado la navaja del pico de aquel animal mecánico al arrancar el martillo.  No quería ni ver, pero ahora se le dificultaba ahora mucho mover su brazo más diestro.*  ¿Cómo habrá quedado?

Aún así, el chambeador changeling había dado con una fuente de calor muy propia.   ¡La fragua del taller!   Ahí mismo tenía varios pokers y otras herramientas al rojo vivo, las pequeñas le habían servido para doblar el metal de la brújula.   Claro, por otro lado, podría mezclar varios de los químicos en sus galones de plástico y matraces de vidrio, y hacer con ello algo explosivo, pero requeriría darle la espalda a ese bicho durante un minuto al menos para trabajar en la mixtura, y quien sabe si tuviera ese tiempo. 

El animal, ojo de cámara antigua, giró la cabeza con un elegante movimiento de engranes, buscando donde atacar de nuevo...

Hanibal estaba conversando con aquellas personas que estaban esperando su turno para hablar con Alcaldesa por lo que los miraba que cada tanto desviaban la mirada para saber si cual de ellos sería proximamente llamado por lo que hablaba de temas sin importancia como el clima o sobre la familia de tal o cual cliente que le toco defender en una ocasión.

Nada serio en realidad dado que tanto ellos como el querían matar el tiempo.

Luego se alejo con la excusa que debía de ingresar al baño por unos instantes.

Para cuando estuvo en el baño y después de hacer sus necesidades,Hanibal se lavo bien las manos y se desinfecto con alcohol el gel ¨Hombre precavido vale por dos¨ fue por un instante su pensamiento.

Mas tarde,al salir del baño busco una mesa para tomar asiento,dado que el peso de la corona como de la mascara de abogado hacían que le pesara el cuerpo varias toneladas por lo que se dijo mentalmente a si mismo ¨piensalo de esta forma si solo por caminar con todo este peso puedes llegar a acostumbrarte,sumarle ejercicio físico y tendrás un cuerpo envidiable¨.

Se decía esto mentalmente por los animes que había visto donde aquellos que usaban peso realmente pesado en sus cuerpos y los entrenaban cuando se aligeraban de ese peso podrían pelear físicamente con mas fuerza y velocidad de lo que normalmente tendrían.

Pidio algo de beber nuevamente y miro en dirección de la Alcaldesa para saber si tenía su aprobación para acercarse por lo que clavo la mirada en ella.

Esperaba realmente que fuese llamado pronto.

Oleisky estaba malherido. El dolor no le ayudaba a pensar con claridad y aumentaba cada vez que movía un músculo. Tuvo la tentación de salir corriendo, pero ese era su taller y tenía que defenderlo. Al ver la fragua lo tuvo claro ¡Esa era la fuente de calor que podría salvarle!

Corrió hacia ella procurando esconderse entre las herramientas. Necesitaba aumentar el calor de la fragua. Tampoco quería hacer una gran explosión que lo destruyese todo, pero necesitaba una ventaja.

Así que, procurando no quedarse quieto, fue recogiendo cosas inflamables para tirarlas a la fragua... Esperaba que saliese bien la mezcla...

Anna se sentía asqueada, pero al mismo tiempo maravillada por las perfectas bolas de excrementos expuestas en el mercado. Era sorprendente cómo podían crear formas tan perfectas a partir de una sustancia tan asquerosa.

Buscó entre los excrementos y se sorprendió al encontrar una réplica casi perfecta del globo terráqueo. Y es que una podía encontrarse cualquier cosa en el mundo de las hadas. Por otro lado, dio con unos ejemplares como los que la vendedora le había pedido. Le daba mucho asco tener que cogerlos, pero por peores cosas había pasado, así que los tomó y se los llevó a la vendedora.

Fue entonces cuando unas trompetas anunciaron la llegada de la reina, y todos se inclinaron en señal de respeto. Anna consideraba que lo mejor sería tratar de encajar, por el momento, así que trató de imitar los movimientos de los goblins que había a su alrededor.

Al estar en la plática con los que lo rodeaban, la buena presencia de Haníbal se dejaba ver.  Como que todo el mundo algo sentía en su presencia, pues querían estar cerca de él.  Otros se veía que le tenían envidia, o algo más les movía.   Si claro, esa era un poco una sensación que le recordaban a "la gente de su corte" en Arcadia.   Claro, en este caso, estos eran humanos, era gente de verdad, y sus sensaciones, ideas, lo que fuera que emanaban, al propio Haníbal lo hacía sentir como infusionado de energía. 

Al poco rato, casi que lo empezaban a rodear de la misma forma que a la propia alcaldesa la estaban circundando otros.  Como que todos querían contarle a Haníbal algo sobre esas cosas "sin importancia" de las que hablaban.  Entre más la socialización iba bien, más se llenaba Haníbal de esa sensación* que le permitía contar historias, o hacer que historias se volvieran realidad. 

Se decepcionaron cuando se tuvo que ir "al baño", y lo siguieron un poco con la mirada.   Y al regresar, igual lo siguieron y se le acercaron. 

Ya se está desocupando la alcaldesa.   Esta acabando de hablar con el aburrido de Larry.  Párate, vas.  -le dijeron, cediéndole implícitamente su "lugar" en la fila.

Claro, Haníbal estaba un poco distraído, reflexionando aún sobre algo que le había pasado en el baño.  Estaba lavándose las manos, cantando, como se debe, la Cumbia del Coronavirus,  cuando ¿el espejo le habló?   

¿Recuerdas nuestro Contrato?  -¿Le decía?.   ¿Aquel en que podías asumir cualquier cara? ¿Cambiar cualquier máscara?  ¿O aquel que te permitía ver el pasado? 

¿No quieres recordarlo?    - La sensación desapareció al poco del agua llevarse la espuma que quedaba en sus manos quietas.   Y no regresó, ni siquiera cuando regresó al foyer.

¿Era engaño o verdad?

Oleisky avanzó a gatas por el taller.   La ráfaga lo ignoró, yendose en este caso a destrozar el torno que estaba justo junto donde él había estado antes.    El metal de aquel aparato se volvía jirones a cada picotazo dado.  Y quedaba poco ya, como trompo de taquería a la 1 de la mañana, cuando Oleisky llegó a la fragua llevando aquel material que pudo haber visto y recolectado en su camino.  Algunos químicos quizá, para incrementar el calor significativamente, pero ¿eso qué haría?  U otra combinación para crear una explosión, una especie de bomba molotov, ¿qué tan fuerte saldría?  

En esas estaba, mezclando la mezcla, intentando no hacer ruido, cuando el ave mecánica de pico de hacha, volvió a girar los engranes moviendo la cabeza en un movimiento relojario y preciso.

El cual se detuvo justo al enfocarse en Oleisky.   

Con un graznido que le recordaría metal raspando sobre metal, agitó la ráfaga sus alas en su dirección.   Pico brillante enfilado.

La reina goblin llegó, con bombo y platillo hasta donde estaba el puesto del estiércol de escarabajo.   Las genuflexiones y reflexiones ocurrieron como debe de ser, con toda esa atribulada elegancia de los goblins.   Anna lo imitó a la perfección.   Hasta recibió cejas levantadas en burlona admiración de sus vecinos de fila.  

Cómo si viviera aquí toda su vida.  Oyó chismear desde el grupo de cabezas agachadas. 

Era una goblin grande, musculosa de antaña aunque ahora haciendo grasita.   Sus rastas se movían rítmicamente con el mejor movimiento de los palafreneros.  

Bien bien... ¿y qué tenemos aquí?   MadredelSeto, ¡que bellezas!   -Respondió cuando la matrona le extendió las majadas que habían sido recolectadas por Anna y la primera que le había sido enseñada.  

Buen pago de tributo, MârkajMercader.   No en balde tienes una posición central.   -Miró a sus escribas y secreteros.  Y así seguirá siendo.-  Estos anotaron con la velocidad que sus plumas de oca les permitían. 

Sigamos, sigamos. - y les dedicó una sonrisa cuando todos subieron la cabeza, amplia como canal recién abierto en alguna selva de Panamá. 

- Digamos que sí. Ahora no puedo hablar. Vayamos rápido, pero disimuladamente - digo, mientras me esfuerzo en caminar rápido y y sigiloso. Como buen espía de las hadas, era lo que mejor se me daba. Ya alcanzaríamos al ser de hojas de papel en otro momento. Ahora solo teníamos que concentrarnos en no ser encontrados por el hada.

Jacob guió nerviosamente al otro changeling hacia los lavabos del interior de la estación, tratando de no llamar la atención y tan deprisa como le permitía la muchedumbre. Al llegar, cerró la puerta detrás de ellos. Además del miedo, le había invadido una repugnancia visceral que le obligaba a alejarse todo lo posible de aquella supurante criatura y su séquito de desechos humanos.

Cuando Hanibal estaba en el baño lavándose las manos miro al espejo y escucho esa misteriosa vo, por lo que pensó ¨¿ver el pasado?,¿a que te refieres con eso?,¿acaso también tengo ese poder?¨ no sabía si lo tenía o no,pero debería de probarlo,el tema es que en estos momentos no era ni el momento ni el lugar para hacer dicha experimentación.

Esperaría estar de nuevo en su penthouse,solo para comprobar las palabras de esa misteriosa voz;por supuesto ahora que había recobrado sus recuerdos no se olvido de la promesa,pero ¿como la podría cumplir?,sabía que debía de regresar a Arkadia para rescatar a esa persona que podría ser su hijo o hija,solo esperaba que le recordase.

Salio del baño,y se fijo que le estaban observando,por lo que con una amable sonrisa les devolvió sus miradas y con un gesto de saludo.

Se paro donde le indicaron que se parase mientras esperaba su turno.

Al estar aquí ahora de nuevo con la Alcaldesa recordó un viejo dicho argentino que reza de manera popular ¨dos potencias se saludan¨ haciendo referencia a gente poderosa. Ahora bien aquellos que sabían de que trata el poder,saben que no es solo el poder económico del que se habla,también el poder para saber manejar a la masa e influir en ella,de manera positiva o negativa.

El problema con el poder,es que siempre puede cambiar de manos,si no se sabe usar correctamente.

Hanibal recordaba mentalmente otra frase del gran filosofo político Maquiavelo que decía ¨Es mejor que el príncipe sea temido a que sea amado,de esta manera podrá controlar mas fácil a la población¨.

Se encontraba ensimismado en sus pensamientos.

El hada sonrió al ver a los dos changelings correr a escondérsele como niños que se han escapado de su salón y piensan que yendo al baño la librarán.  Con un gesto de su barbilla con rozaduras y pustulencias, le señala a un trio de sus lamedores cortesanos que vayan a por ustedes, y que se los traigan.   Los junkies odian tener que levantarse y separarse del chupamiento de savia, lo odian verdaderamente.   Pero aún así se levantan y caminan, atolondrados hacia el baño donde han huído ustedes.  Al estar a punto de cerrar la puerta Jacobo los ve; ni intentan disimular nada.  La gente les abre camino, por el asco social, ¿el olor?, y el prejuicio.

Sin ser visto por Hirotaka o Jacobo, aquel otro changeling hecho de legajos amarillentos ha llegado a la orilla del parque.  Mete la mano al bolsillo buscando algo...

La ráfaga miró a Oleisky, estaba claro que sería su objetivo, la dura era si preparar la forja o intentar esquivar y continuarla preparando más adelante. Oleisky dudó, pero la ráfaga podía romper algo útil, así que optó por avivar la forja y hacer que su calor aumentase… con un poco de suerte eso la mantendría alejada y, más adelante, podría intentar hacer que retrocediera y se marchase. Con esto en mente cogió lo que pudo para hacer que el fuego de la fragua aumentase hasta calentar la zona.

Las reverencias que los goblins efectuaban al paso de la reina eran elaboradas e intrincadas. Por suerte, Anna estaba acostumbrada a tener que adaptarse rápidamente a su alrededor, después de su larga experiencia trabajando para su amo. Hizo caso omiso a los comentarios que oyó al respeto.

La reina pareció complacida con las majadas que la vendedora le ofreció como tributo, y que en realidad había conseguido Anna. Y por sus palabras, la changeling concluyó que gracias a ello la vendedora podría conservar su puesto.

Sin embargo, la reina pareció ignorar por completo a Anna y parecía dispuesta a marcharse. No queriendo desaprovechar la oportunidad, Anna repitió la reverencia y habló:

—Oh, Majestad. PraxedisGuerrera, reina de este dominio tan singular. En mis viajes, jamás había presenciado tal majestuoso mercado y tan próspero territorio. Soy Anna, y provengo de las lejanas tierras de Miami. Con vuestro permiso, me gustaría dar a conocer este maravilloso lugar a las gentes de mi pueblo para que también puedan tener el placer de conocerlo.

¿Nos ha visto? ¿Cómo nos ha podido ver? ¡Maldita sea!

Hirotaka, mientras camina, observa su entorno, intentando ver una salida secundaria. Tenía que haberla. Sus "años" de espía tenían que haberle servido de algo.

¡Demasiado tarde, nos han visto! ¡Estamos perdidos! pensó Jacob, apoyado contra la puerta, pero se guardó mucho de decirlo por no dar mala impresión a su cliente.

Él también empezó a buscar por aquellos lavabos un ventanuco o puerta de servicio por el que pudieran escabullirse. ¡Tenía que haber algo!

Investigar es juntar evidencia, y poner juntas las claves en patrones que te sirvan para descartar o reafirmar conjeturas.   En este caso, Hirotaka aplicaba estas técnicas a los baños donde se habían encerrado.   Se fijó en el ventilador, que sacaba el aire hacia el exterior, y notó donde estaban los tornillos que lo sostenían.  Notó por las manchas de aceite en la pared, donde había sido que la gente de mantenimiento se sostenía para repararlo, y por lo tanto, por donde podrían salir él y Jacobo.  Notó una herramienta dejada en el quicio del metal, por olvido o practicidad.  

Obvio él podría ahora llamar a alguno de sus espíritus animales y salir de ahí, convertido en topo o en víbora, pero dejaría a Jacobo sólo.   Entonces, ¡para quitar el aparato?   Le llegaron memorias de cuando se escabullía, en Arcadia, de cosas.   Los túneles no eran de lámina doblada ahí, sino de huesos.   Desarmar las cosas era irles quitando las espinas, como se hace con un cáctus que has pisado sin querer.  Escapar se hacía de otras hadas que no gustaban de ser espiadas, o que les robaran artefactos o secretos.   ¿Cuánta de esa habilidad de latrocinio recordaba Hirotaka?* 

Estaba Jacobo llegando a ponerse a hacer lo mismo, a ayudarle, cuando...

¡¡BOO-OOM!! ¡¡FUUASKRSH!!

 ¡Una explosión los sacudió de donde estaban!   Oyeron vidrios romperse, el golpe del aire empujado golpeando las puertas del baño.   Gritos afuera.  Horrible.  Sus oídos estaban parcialmente ensordecidos, y casi pierden el equilibrio, pero el estar resguardados en ese espacio cerrado les había salvado de lo que fuera que hubiera pasado allá afuera. 

PraxedisGuerrera ignoró totalmente a la changeling.  Uno de sus guardianes estuvo a punto de darle una patada, ¿cómo osaba interrumpir el paso así de la reina si no era una comerciante a la que se le había hablado primero?   Pero se contuvo, para no hacer desfiguros en público.  El hacer como que no existiera era suficiente y la comitiva siguió adelante, deteniéndose sólo a recibir su tributo vario, y a hablar cortamente con las mercaderes de los puestos más grandes, o las que daban tributos más lustrosos o valiosos, según un criterio que Anna apenas podía entender. 

Los palafreneros estaban ya llegando al final de ese callejón del mercado y doblaban para ir completando la mitad de su trayecto.   Allá a lo lejos se veía una tienda con banderines ondeando al aire, quizá alguna zona de espectáculos.  Hacia atrás sólo estaba el Seto, donde se adivinaba todavía, como camino de animales, por donde había llegado Anna corriendo.  Aunque juraría que cada segundo que pasaba, el recrecimiento de las enredaderas con espinas iba cerrando de nuevo todo, borrando toda huella.

¡Oleisky lo hizo!   Mientras la ráfaga lo miraba, y volaba hacia él en picada directa, el changeling marchito usó las columnas de su taller para parecer, por un lado que estaba de un lado, y luego moverse al otro.  Cambiaba la ráfaga de dirección, ajustándose al impredecible y engañoso movimiento del changeling, y ¡faf!  pasó de lado golpeando lo suficiente una columna para desviarse y acabar frenando con alas en perpendicular frente a una de las paredes.  Graznó frustrado.  Eso le dió tiempo suficiente a Oleisky para realmente elevar la temperatura de la fragua.  

Los químicos cayeron, echando luces azules y naranjas, altas.  El fuelle empujaba oxígeno con fuerza alimentando a la voraz flama mientras le pedaleaba oleisky con sus patillas.   El metal se podría empezar a suavizar ahí mismo, ¡ya se doblaban algunos de sus utencilios puestos ahí pero hechos para trabajar menores temperaturas! 

Aquel ser ¿mecánico? miró para todos lados.  Ignoró la fragua, su calor y al propio Oleisky, y se vió más interesada en lanzarse sobre el generador portátil que tenía Oleisky/los Herrera a su derecha.    Voló con un pequeño salto de batir de alas, y lo empezó a picotear.   Sin mucho éxito.   Los picotazos resbalaban sobre el costado en un ángulo tal que les quitaba toda la energía kinética antes de que penetraran al metal.  No estaba bien acomodad.

¡Klank! ¡klank!  sonaba, repetidamente, enojado, ignorando al marchito.

Ahora, era a Oleisky al que el alto calor molestaba.  Si no se quitaba de ahí pronto empezaría a hacerle daño.  Ese tipo de fuego debía estar cerrado para trabajar con él.

La explosión pilló a Hirotaka por sorpresa. Le recordaba a las historias que le contaba su padre sobre las bombas de los americanos... Pero ahora estaban en América. Y él era japonés. Justicia poética.

- ¿Te encuentras bien? - le preguntó a su acompañante. Empezó a pensar que podían aprovechar para salir ya. La confusión de la explosión podía ser la tapadera perfecta para su huida. Se acerca a la puerta y, tocándola suavemente para abrirla un poco, para no hacer sospechar a nadie, observa fuera.*