Partida Rol por web

Le apareció entonces un mensaje de texto en su móvil. 

Che, que mira que quiero ser un clásico y llamar a la oficina como todo detective hace.  Pero está liado.  ¿Ya llegaste?   

Luego otro. 

Ando liado, pero avísame de las tareas de hoy, y veré si me uno.   - Venía seguido de unos emojis de araña, y luego unas risas.

-¡Qué conducta más detestable! ¿A dónde vamos a parar si ni a los jardines botánicos los dejan en paz?-exclamó Iacobus- Pero no se preocupe, ¡para ustedes, averiguaremos incluso su talla de sombrero! -se detuvo un momento al recordar que ya no eran de uso corriente- Bueno, en el supuesto de que usen sombrero, usted me entiende. 

Siendo así, en cuanto haya realizado unas gestiones, uno o dos de nosotros nos personaremos en sus oficinas para los detalles y el contrato. ¿Dónde o por quién debo preguntar...?

Una vez hubo apuntado los datos, se despidió y colgó. Otro día, otro extraño caso que resolver. Su compañero tenía razón, los jardines botánicos siempre daban problemas. Agarró de nuevo el móvil para contestarle.

Sí, llevo aquí ya un rato, por una vez fui el primero en llegar. 

Pero me voy a volver a ir pronto, han vuelto a llamar del otro jardín botánico y resulta que alguien les está extorsionando para que se marchen, ¿te lo puedes creer? Cogeré el autobús a Boca Ratón, por si te quieres venir conmigo. 

Mientras esperaba la respuesta, fue a echarles otro vistazo a los huesos. Le intrigaban

Entre los cambiados, funcionaba a toda potencia el boca a oreja, y algunos hasta confeccionaban con medios modestos hojas volanderas y pequeños textos, discretamente transmitidos de mano en mano,  para diseminar información sobre los acontecimientos y prodigios que les rodeaban. Jacob trató de recordar si en alguno de aquellos se mencionaban unas marcas semejantes, en aspecto o en soporte, o algo que se les pareciera.

Ni siquiera Anna sabía de dónde había sacado las fuerzas para galopar de aquella manera. Quizás se trataba de algún poder feérico que poseía y no se había dado cuenta. O quizás era algo relacionado con el extraño lugar en el que se encontraban. O quizás se debía al poder de otra criatura. En cualquier caso, la oscura se movió a una velocidad imposible, sin dar tiempo a nadie a reaccionar.

Anna corrió y corrió sin pensar. Estaba tan concentrada en salir de aquel lugar y huir de aquel ser, que no pensó en que podría llegar a parar a un lugar mucho peor.

El señor sabe de vinos. -comentó obsequioso aquel ser.   Sin duda es el mejor de la casa.   Aquí está la carta de vinos, por si quiere dejar su orden y se la traemos al final, señor Lara.

Haníbal vió la lista, y era, cuanto menos, extraña.  El nombre del vino, el viñedo y año del lado izquierdo.  Unos puntos suspensivos que lo conectaban hasta el precio, all lado derecho.  Toda botella ahí tenía tres dígitos, unas casi 4.   El que prueba es el Château du Lutin, cosecha de1976.  Esa tenía un precio de ...$0.00.

- Ey, no sabía que vinieras aquí tan seguido.  Hasta parece que conoces al sommelier.  -jajaja.  Uno de los socios comentó afable. 

Había algo escrito entre los puntos suspensivos.  ¿Qué era?

Bien bien, pues el de la inmobiliaria es un caso de alto riesgo-alta ganancia, ¿seguro que lo quieres tomar?    Quieren desarrollar un nuevo conjunto de condominios en Boca Ratón.   ¡Sobre un antiguo Jardín Botánico!  jajaj, habrase visto.   Prime real estate, though.  Millones que hacer si lo logran. 

- La clave está aquí.   Le pasó unos documentos la socia de mayor edad.

Jacobo reconoció las runas de uno de los pasquines de un changeling que sólo repetía una y otra vez las mismas cosas.   Le llamaban Moondog.  Lo conoció en las calles de Nueva York hace muchos años.  Músico callejero raro, muy raro.  Vestía como vikingo.   Escribía, o decía que escribía su música con esas runas.  jjaja, y Iacobus pensaba que era sólo su loquera de escribir con runas vikingas sobre cuaderno pautado. 

Bien, ya sabía eso, ahora ¿cómo descifrarlas?

La velocidad de Anna Herrera en su carrera fue tal que - ¿recuerdan cómo se rompe la barrera del sonido?  Se oye un boom, ¿no?. -  bueno, pues aquí pasó lo mismo:  Se rompió la barrera del Wyrd de tal forma que cruzó por el Seto como loca con machete, como marabunta de hormigas que no hay barrera vegetal que las detenga, como cuchillo caliente en mantequilla.  Boooommm .   Era tal el frente y cauda que, ella, Anna, estaba haciendo nuevos trods con su paso.    ¿Recrecería? ¿Regresaría la espina en verde?   No sabemos, lo que sí sabemos es que, cuando atinó a frenar, después de esa velozágil carrera, llegó a ...

Un lugar de piedra y enredadera, alto, pendones colgando de almenas con una arquitectura bizarra.  

Extraños seres iban y venían, montando un mercado.   Es Miércoles de estiércoles.  -le dijeron, como si nada.  ¿Donde pondrás tu puesto, changeling?   Algunos la miraban con tantita curiosidad, pero se les quitaba. 

El mercado se desplegaba abajo de las paredes altas y llenas de runas sus columnas falsas empotradas.

Hanibal estaba a punto de contestar al socio mayor cuando le acercaron la carta,lo que sorprendió sobremanera era el precio de muchos vinos pero en especial ese que tenía los tres puntos y de coste 0.

Por lo que intuía que si bien el Hanibal humano no podría leer o siquiera interpretar que significaban esos puntos decidió hacer un esfuerzo con su contra parte así que se dijo mentalmente ¨Si realmente eres mi otro lado de mi persona pero como Changeling además como rey debes de poder leer esos puntos misteriosos que yo no entiendo,así que traducirlos para poder seguir¨

No sabía Hanibal muy bien como funcionaba ni la sociedad Changeling ni entendía todavía del todo los poderes que poseía así que para no demorar mucho su selección dijo:

-Bien,entonces tráiganos una botella de Château du Lutin, cosecha de 1976 eso beberemos y para almorzar me gustaría algo light dado que debo de continuar con mi trabajo ¿cual es la sugerencia del chef?.

Después de decir esto volvió hacia el socio mayoritario lo miro sonriendo para decir:

-En realidad es un punto intermedio,mi familia en argentina cuando era mas niño me llevaron a unos viñedos en la provincia de Mendoza y me hicieron probar un sorbo del vino tinto que prepararaban allí,tampoco es que sea tan conocedor de vinos ni de cata del mismo pero siguiendo el consejo de mi padre el me dijo una vez ¨hijo,los mejores vinos son los que salen mas caros¨ no se si este consejo sera tan cierto pero le hago caso.

Mas tarde cuando escucho a la socia mayoritaria decir sobre el caso de las inmobiliarias escuche con atención para luego de pensarlo detenidamente decir:

-Capaz que esos arquitectos están viendo un negocio que nosotros no,debe ser que la zona se debe de estar por revalorizar o algún político tiene algun negocio por allí como ser poner un centro comercial y un complejo de casas para gente de dinero o de edificios con penthouse,lo que me gustaría saber si no es mucha molestía ¿quien o quienes sería o serían mis clientes?,¿la gente de la zona? o ¿la o las inmobiliarias?,dependiendo de eso me pondre a trabajar en el caso defendiendo a uno u otro.

Con esto dejaba claro que allí habría un precioso bocado que nuestra firma podría morder en un futuro cercano si lo hacíamos bien,podríamos ganar mas que jugosos cheques en los próximos casos venideros para la firma y sacar renta para cada uno de los socios.

Haníbal había sido un notable notario en la Corte Arcadiana que su Hada había elegido para que dirigiera.  ¿Una marioneta de rey actuando en una obra de marionetas?   No importaba eso, o la realidad, que uno nunca sabe cuál es; lo importante es que Haníbal había aprendido a leer los Contratos y las Promesas como ningún otro que conociera.  Y es que había varias maneras de hacerlo  Una de ellas era con su conocimiento de derecho, tergiversado arcadianamente para que fuera funcional en entender estos "puntos", los cuales, si se podían ver detalladamente cada uno, estaban de hecho compuestos por palabras minúsculas acomodadas en forma circular, tan densamente escritos que parecían ser de un color sólido.  Otra manera de leerlos era con sus conocimientos de ocultismo; finalmente era notario y notaría las claúsulas embebidas en cada punto.

Otra manera, tal vez la más profunda, era entender "el espíritu del legislador o contrato", y esto requería saber de Política.  Como bien lo había intuído.  Entre más supiera, más poderoso sería su entendimiento de lo que estaba ahí amarrado.   Ahora Haníbal intentó una primera vez y sólo alcanzó a leer algunas de las partes escritas, suficiente para saber lo básico*:

Era una lista de Contratos Goblin.  A elegir. 

La que tenía precio cero era diferente, era un Contrato de Corona, de los que le habían sido ya dados como rey de aquel paraje perdido en Arcadia, esa corte rara, de milagros y nimiedades, de edades y conagros.  En esa, siempre que Haníbal quisiera, podría llamar a un leal sirviente hecho de ramas o sustancias efímeras u objetos de descarte.  Si lo elegía.  Ahora se daba cuenta que eso era quien le había traído los vinos y la carta, un sirviente efemereo.     Los contratos goblin, en cambio, si que tenían precio, algunos bastante algo.  De elegir alguno de ellos, para "dejar su orden" en caja, como le había dicho, sería ya uno suyo, de ahora en adelante.

Entendió algunos de los nombres clave en las diferentes cepas, casas, orígenes y variedades.   

Uno blanco chileno le daba la posibilidad de borrar una memoria de un evento a la persona a la que le tocaras la frente, otro rojo australiano le dejaba que te creyeran mentiras más fácilmente, aquel shirraz te daba un ojo para detectar la magia, aquel sauviñon te daba suerte de goblin para cosas varias, y uno rosado italiano te permitía saber si había alguien cazándote en las cercanías.  Ese vino espumoso hacía que la gente de un sitio ni se acordara que estuviste ahí.   El cabernet caro permitía que te inflitraras en otras cortes, pues los changelings sentirían como que eras de ellos, y el más seco te permitía saber si te mentían o no.  Finalmente el tempranillo te daba un eje o ventaja en tu próxima tarea y el  amontillado hacía que pudieras despistar a quien te viniera siguiendo.  Todos ellos tenían un costo, a ser pagado a los goblins cuando llegara el tiempo.  Era caro, pero, al parecer, había veces que valía la pena. 

Si, son las inmobiliarias las que nos quieren contratar.   Es más, uno de los representantes dejó caer tu nombre, diciendo que te veían futuro y estarían contentos de que fueras tú quien tomara el caso.  Que siendo alguien que conocía a la gente de la alcaldesa tan bien, serías un ass-et para ellos.  .. jaja.

En otro lado de la ciudad, Iacoubus veía, sin saber que significaban, unas runas escritas sobre los huesos de una ballena.

La velocidad que Anna había alcanzado era tal que, a pesar de que ya había dejado bien atrás aquella caverna y aquella criatura de la que huía, no era capaz de frenar. Atravesó arbustos, zarzas… de todo. Cuando finalmente reunió las fuerzas para detenerse, no tenía demasiada idea de cuánta distancia había recorrido. Bueno, sí: una bestialidad.

A su alrededor se encontraba un lugar que claramente no pertenecía al mundo de los humanos. Había además unas criaturas que probablemente serían. Había huido de un ser desconocido para acabar en otro lugar extraño lleno de seres extraños. Por lo menos, no parecía que tuvieran ninguna hostilidad, y estaba claro que no eran hadas auténticas.

—H-Hola… ¿Podéis decirme dónde estoy y cómo se va a Miami desde aquí? —preguntó. Se había movido tan rápido que no sabía por dónde había llegado.

Oleisky se le quedaba viendo a los huesos, ahora sólo él y ellos, pues la muchacha oscura había salido como "bat out of hell", dejando un sendero de ramas cortadas y savia que goteaba aún como baba de los tallos cortados.

Los huesos, los huesos... ¿qué hacer con ellos?    La mente de artesano de Oleisky daba saltos y gozaba con las posibilidades.  ¡Eran infinitas!  Y con esta capacidad de magia que tenían, ¿cuantos contratos y acuerdos no se podrían embeber en ellos?  ¿Cuantas promesas a cumplir, intercambios y trueques, ¡en buenos términos además!?   Podrían caber.  Sólo quería saber lo que el material le pedía, lo que sus sueños guardaban, lo que el marchito quería aplicar para *algo*.    ¿Qué era, qué quería él?  ¿y para quien? 

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Mientras tanto, en algún lugar del Seto, la respuesta que le dieron a Anna fue...

¿Podéis decirme dónde estoy y cómo se va a Miami desde aquí?

A mi a mi a mi a Mi.  ¿Y Miami? ¿Y Maimi? 

Rara respuesta.  Le pasaban palos y telas para que ayudara a armar las tiendas, y es que en esta parte sin el dosel del Seto, se sentía una más segura pero también el ¿sol? calaría pronto como tambores de fragua sobre la cabeza. 

Hanibal asiente silenciosamente ante lo que dice uno de sus jefes para luego de meditarlo seriamente decir:

-En ese caso con gusto tomare el caso de las inmobiliarias,solo una pregunta mas ¿les cobrare la tarifa de honorarios normales o es a mi elección personal?.

Con eso Hanibal daba a entender que si le dejaban a su libre albedrío podría conseguir comisiones muy jugosas para todo el bufete.

Luego,de comer liviano se levanto de la mesa para decir:

-Sepan disculparme pero debo de retirarme por el momento,dado que la Alcaldesa me esta esperando para un evento de recaudación de fondos y me pidió expresamente estar presente el día de hoy.

También mis jefes sabían que tenía cierto peso de importancia al ser un nuevo juguete de la alcaldesa que podría desechar como algo descarta ble,el tema era que yo no quería ser descartado por ella ni dejaría que me descartase su ayuda tanto política como financiera,etc era muy valiosa para mi pero mas valiosa para mi firma por los potenciales clientes que ella podría traer en un futuro cercano.

Hanibal se acerca al mozo/goblin mesero para luego de haber leído el contrato de los tres puntos decirle en voz baja:

-Muy bien,firmare el contrato con ustedes pero quiero saber exactamente cuales serán los precios dado que les comprare tres vinos para llevarme mas el que consumí,no quiero ningún precio que sea arriesgar la vida o las almas tanto de los presentes en la mesa en la que me encontraba o de futuras victimas,nada de miembros cercenados,en cambio si piden algo sensato con gusto pagare los precios...ahora bien los vinos que me llevare serán.....

Después de mencionarlos y pagarlos en efectivo para llevarlos consigo en la limusine para ir al evento de la alcaldesa y finalmente cerrar el día con una entrevista con la gente de la o las inmobiliarias y comenzar a trabajar para ellos.

¡Oh M​​​​​​oondog, glorioso lunático! ¡Ojalá te tuviera conmigo ahora!

Llevaba años sin pensar en aquel tipo y de repente se encontraba con sus runas en el lugar y momento más inesperados, sobre los huesos de una ballena-diosa muerta. 

Lo recordaba, sí, como si lo tuviera delante , con su casco cornudo y sus instrumentos improvisados, dando la turra a cualquiera que se detuviera a escuchar sus extrañas melodías. 

Trató de recordar si aún conservaba alguno de aquellos folletos -¡se había mudado tantas veces!-, o de tararear alguna de sus "canciones". 

-Da, da-dí-durrrrump dan...

Si, Oleisky podría hacer... ¡una brújula con esto!   La correspondencia estaba clara:  Ballena-mar-navegación-brújula.   No era nada difícil para un marchito artesano como Oleisky, nada difícil.  

Ahora bien, la brújula funciona con un principio de flotación, y atracción.  Atracción: un imán y el norte, para las brújulas mundanas.   Aquí los huesos podrían ser el imán, atraído hacia.. otros seres sobrenaturales, sí, perfecto.   ¿Flotación?    Mmm..., bueno, podría simplemente colgarlo de un ganchito, y que el caso fuera de otro material.  Sí, imán de brújula.  Sólo les quitaría un pedacito. 

Bueno, y la promesa... Tenía que pensar en un uso para la brújula, un objetivo, uno de sus objetivos; su misión.  ¿Cuál sería?  ¿Para qué quería él, Oleisky, saber dónde había otros seres sobrenaturales?  ¿A que se comprometería, qué prometería? 

-  Del hueco-sendero abierto por la changeling corredora seguía el goteo de savia de las ramas cercenadas, aunque cada vez más lento.  Entraba una corriente de aire, frío.   Alguien diría refrescante, para Miami.   Ese alguien no sabría mucho. - 

Oleisky se quedó parado. Hacer la brújula-ballena le parecía una buena idea… Aunque también le preocupaba el hueco que el intruso había dejado en la pared. ¿Se regeneraría? No lo sabía, pero estaba absorto con los huesos, luego lo cerraría.

Cogió las herramientas de su taller y se puso a trabajar. Cortar por aquí, enganchar por aquí. ¿Donde podría hacer la brújula? Mm… Este pisapapeles podría ser una buena idea, pero habría que deshacerse del perrito… Podría llenarlo de algo que mantenga el trozo de hueso flotando…

Oleisky se puso manos a la obra… faltaría la promesa. Evidentemente quería evitar sorpresas como la que había destruido la pared de su taller, pero tampoco quería dar caza a nadie… quizá podría encontrar a alguien perdido como él, o algo diferente e interesante, y ayudarse mutuamente…

Pasó un rato más, la brújula estaba casi lista.  De alguna manera los microporos oseos permitían guardar el glamour necesario para una promesa.   Y la promesa que podría imbuir si sería esa:  De encontrar a alguien con buenas intenciones, lo ayudaría.    Claro, ¿qué son buenas intenciones? y ¿porqué de ellas está pavimentada el camino al infierno", o "porqué ninguna de ellas no sufre castigo", son tres preguntas que no es fàcil resolver.  Ya se vería en ese momento.   El poder de saber en que dirección se encontraba un ser sobrenatural lo tendría.    Sería un objeto muy valioso para cualquiera en Miami.

El huesito flotaba en el líquido donde otrora estaba el elegante perro rojo británico.  Apuntaba, por el momento, a todos lados, girando con el movimiento de la mano.  Aún no estaba "atuned".  

Tendría que hablar, decir en voz alta su promesa.

El aire frío entrando se hacía más fuerte en pequeñas ráfagas, a ratos.  Luego pasaba, luego volvía a correr lento.

Iacobus supo que podía llamar a un hobgoblin buscador, un rastreador de pasquines, alguien pró.  Y es que era un fairest y a estos el Contrato de Invocaciones Discretas eso le puede traer, no solo objetos mundanos, que en este caso poco le servirían poco por genéricos, sino a misma gente del Seto, buena onda o a regañadientes*, ya lo vería. 

Por su lado, a Haníbal le salía bien la reunión.  Capitalizaba su labia, buenas y corteses maneras, su compostura, decisión y sentido de negocios**.

Sólo que llegó el extraño ser de ramitas y le pidió su atención, susurrando, como aquel mesero que no quiere llamar la atención de los demás al embarazoso hecho de que tu tarjeta de crédito no ha pasado...

Se-señor, mm, creo que -bajó a un susurro- no pasa, mm, no alcanza para tanto.  Se apenaba por tí.    ¿Tal vez si la pasamos por sólo una o dos?   Quizá sea nuestra terminal... 

¿Llevará la cortesía de la casa?   -

Los goblins le dieron una respuesta sin sentido, cosa que no debería sorprenderla. A continuación, le empezaron a pasar diversos materiales para que ayudara a montar los puestos.

—Yo… no tengo puesto. Sólo he llegado aquí por casualidad… —explicó, pero tomó lo que le ofrecían y ayudó a colocar las tiendas. Quizás así luego estarían más dispuestos a ayudarla—. ¿Qué es lo que vais a vender aquí? Y… ¿quiénes compran?

Es miércoles de estiércoles.  -Le explicaron de nuevo, como si fuera lo más obvio del mundo.   Y efectivamente, al poco tiempo comenzaron a llegar los materiales de compra y venta.  

Grandes escarabajos ornamentados, con goblins montados en sillas sobre ellos, venían haciendo rodar con las patas traseras grandes bolas.  Al llegar a los puestos, habilmente las depositaban en grandes pirámides cuadrangulares, bajo las cuales Anna se sentía relativamente pequeña.  Era de la altura de la mitad de una sóla bola, así que ya se imaginarán.   

¿Cómo se sostenían tales estructuras?  

Claro, llegaban también goblins llevando material menos sofisticado.  Majadas de ¿bovinos? en forma de hotcakes eran depositadas en grandes pilas en los puestos que ya estaban listos.   A Anna no le parecía que ninguno de estos oliera mal, de hecho.   Claro, había otros puestos más allá sobre los que sospechaba que opinaría lo contrario. 

Hirotaka llegó al parque junto a la estación de autobuses.   Se veía gente, nadie de altos ingresos, entrando y saliendo de aquella terminal.  Algunos esperaban a su gente en el parque mismo, junto a bancas, comprando en algunos puestos callejeros algo de comer.  

El movimiento era como de hormigas ocupadas, real.  Tenía todo colores brillantes, y demasiado orden para el caos animal de Arcadia.  Sin embargo, sentarse a observar y espiar eran cosas que el changeling estaba acostumbrado a hacer, así que esperó paciente junto al jardinero, vestido de civil, mientras este le traía algo extraño en un cono.  Un brillante hielo de colores el cuál se lo ofreció. 

Un helado Meiji-san.  -Comida cultural de acá. 

De Matcha.  Le recordará algo el sabor. 

Todo parecía tranquilo, sin embargo, Hirotaka no lo estaba.  Había algo fuera de lugar ahí.  Su intuición le decía algo.

Consideró por un momento si habría alguna manera de que aquello le saliera más barato, pero entonces recordó que tenía otras cosas que hacer y se encogió de hombros. Bastante difícil iba a ser averiguar quiénes querían hacer aquella burrada con el jardín como para encima estar corriendo de un lado para otro cumpliendo favores adicionales.

Cerró la puerta de la sala, dio tres vueltas sobre sí mismo y se concentró en cómo debía ser aquel hobgoblin al que convocaba. Exclamó ante una audiencia invisible:

​-Por suerte para mí, viene a prestarme su colaboración, directamente desde el Seto, un experto hobgoblin, rastreador y conseguidor de folletos, pasquines y papeles sueltos de todo tipo y condición. ¡Démosle una cálida bienvenida! 

Y abrió la puerta con entusiasmo, esperando que el susodicho pasara a ayudarle.