Partida Rol por web

Oleisky… Aquel nombre no le decía nada. Y seguía sin saber qué era. Decía haber ido a ayudarla, pero ¿acaso podía confiar en él?

En cualquier caso, el extraño tenía razón en que debían alejarse de allí lo antes posible. Por el momento dejaría que la acompañase, pero no bajaría la guardia.

—Muy bien. Vámonos. Si queremos ir hacia allí tenemos que caminar de espaldas, y parece que si lo hacemos corriendo, mejor —explicó—. Tú eres el que estaba en aquella cueva, ¿no? —Gracias a la explicación de la Reina, ahora tenía una idea sobre cómo se había desde el almacén de los Cabrera hasta allí.

-​​​​No se preocupen, puedo observar un hongo sin ingerirlo o tocarlo-afirmó Jacobo, con un tono que no se sabía si era conciliador o molesto.

Contempló el hongo y sus alrededores, buscando algo llamativo o especial cerca del hongo rojo, una pista que le hiciera comprender la lógica de quien le había contactado. ¿Por qué había querido Shinzo llamar su atención sobre aquel organismo tan venenoso?

-Un momento...¿también son tóxicos al tacto?

-¿Caminar de espaldas? ¿Por qué?- Pregunto Oleisky. La verdad es que no era lo más raro que había oído, así que optó por hacerle caso. Aunque le dolía la herida y prefería no correr, pero si era la forma de salir de aquí...

-¿Cueva? No.- Oleisky no había estado en ninguna cueva últimamente. A no ser que se refiriese a su hogar, pero no era una cueva. Se podía parecer a una madriguera, pero no a una cueva.

Hirotaka vuelve a hacer memoria. 

- Hmmm no es que sean venenosos. Pero recuerdo que mi abuela me contó que te causaban hinchazón si los tocabas o algo así, si no me equivoco - miró a Haru para confirmar. No se quería equivocar, no fuese a ser que estuviese equivocado y el mestizo, que era de pocas palabras, no les hubiese dicho todo.

En el momento que los cuernos coral del hada rompieron la verde celosía, aquellas 4 figuras agazapadas saltaron hacia el tronco.   La subían como monos, de hecho, uno era claramente un mono.  Otra era verdosa, apenas se distinguía mientras sus lianas se amarraban y desamarraban, usando a la propia hada como respaldo para subir más rápido.   Otra a lo lejos se distinguía como un lastimante rayo en los ojos, como una chispa recorriendo un cable en un experimento.   La última, llena de espadas, ¿o hecho de espadas?, las clavaba en los troncos para subir rápido. 

Eran changelings. 

No venían del Seto.  Venían de "otro lado", algo abierto por el hada en el momento.   Por eso Oleisky el observador apenas los había notado.  Y Anna-annA yendo al revés no había notado nada, Adán.  

Aquellos fúngicos apendices coralinos del hada notaron a los que huían, como una anémona a un pez que cruza sus tentáculos.   Emitieron un puffido de esporas, se des-enrollaron hacia ellos.   ¡Los tenía a los 4!     

Oleisky y Anna temblaron, recordando o intuyendo su propia escapatoria de Arcadia. 

Cuando Hirotaka y Jacobo se agacharon para ver más de cerca aquel hongo, algo extraño pasó.   La lluvia caía un poco más fuerte, removiendo la tierra, pero luego la tierra se removió sola.  Como una tuza saliendo.   Como uno de esos hongos creciendo.   

El joven jardinero junto a ustedes se quedó petrificado. 

El crecimiento era mayor y mayor, mostrando tierra removida, ¿piedras abajo?   Un canto, en algo que sonaba japonés pero del cual Hirotaka no reconocía las palabras, emergía de la tierra.

Y en eso, fascinados, vieron surgir, ¡una mujer!, con cuernos de coral que eran los hongos, y algo más.    El cántico los envolvía. 

Si bien habían visto aquella hada menor en la estación de camiones con los junkies, esta era algo más.  Podían sentir su poder.  (¿Les recordaba algo?)   La mirada aún no salía toda de la tierra.  Parecía que algo abajo la distraía o detendría.   Sin embargo, la deseaban, deseaban que sacara la cabeza y los mirara con esos ojos que se adivinaban ya ahí, divinos, entre la tierra removida. 

Haníbal, onírico, platicaba con su yo adolescente.  Ambos tenían máscaras, albeit diferentes.   ¿Cómo cambian las máscaras con el tiempo?  ¿O eres tú el que le pones una a tus memorias? 

Mientras, aquella presencia que había entrado.   Cada rosa cortada, ¿le/te dolía?*   Los papeles, ¡eran tuyos!   ¿Porqué se los quitaban a Haníbal?  

Aunque no estes conciente en un sueño, sigues siendo tú, un poco.  ¿Subconciente? ¿Espíritu? ¿Pneuma?  Tantas palabras para eso que los changelings tienen, además. 

¿Había sido el notario/rey/títere/príncipe entrenado en moverse/actuar en sueños?   ¿Algo recordaba?  ¿Quien le había enseñado?

Hirotaka observaba a Jacob como contemplaba el hongo, pero inmediatamente, se quedó mirando al jardinero, que se quedó como paralizado en el sitio. 

Entonces escucho esa voz ¿Qué era esa lengua? ¿Japonés? Podía ser, pero tenía palabras que no conocía. Debía ser una lengua antigua o algo así. Entonces, vio surgir del suelo una mujer, bellísima, con los hongos a modo de cuernos. Pero en la belleza había peligro, le dijo una vez su abuela. Se froto los ojos, agitó un poco la cabeza y se concentró. Acto seguido, le susurra a Jacob.

- Jacob, acércate. Déjala salir. No te acerques a ella. Puede ser muy bella, pero sigue siendo venenosa - eso último lo acompaña con una señalada a los hongos de la cabeza, esos hongos que son sus cuernos.

Hanibal se sentía ¨extraño¨ dado que estaba observando a su yo actual intercambiar mascaras con su yo adolescente,algo que lo imaginaba impensable,y como ellos conversaban....e intento retomar el control.

Por lo que se dijo:

-Podrás haber ingresado en mi sueño,pero yo lo controlo.

Por lo que intento defenderse que no le permitieran ingresar en su sueño.

Si tenía éxito con su defensa,finalmente vería quien era o que era que intervenía en su sueño,aunque no lo pudo creer.

Esa sombra,era Anna,y lo peor,es que Hanibal la conocía de Arkadia.

Haníbal era sólo un expectador, un vividor de su sueño.  El escript lo dictaba su subconciente, o lo que fuera el proceso neurológico que ocurría en los sueños, pero no él-él.  

Aunque sus defensas oníricas estaban bien.  No para detener el corte de las rosas de su patio, pero si para evitar que le quitara más notas.  

La muchacha onírica se sobresaltó.   No recogió los otros tres papeles.

¿Anna?  No era Anna.  ¿Quién era Anna? 

Haníbal empezó a recordar que había aprendido a moverse en sueños en Arcadia.   Las manos le cosquilleaban.  ¿O era todavía el sueño? 

—Pues no sé. Creo que tiene que ver con que hoy es un día capicúa. Pero yo intenté caminar normal y no podía —respondió Anna ante su pregunta—. Creo que te vi esta mañana. Pero me fui corriendo.

Aún no se habían ido cuando ante ellos se produjo una espantosa escena. ¿Quiénes eran aquellas hadas? ¿Por qué la otra hada las había atrapado? ¿Acaso estaban intentando escapar? ¿Eran como ella?

No podía quedarse mirando. ¡Debía ayudarles! Sin pensarlo dos veces, salió corriendo en dirección a las hadas. Anna no era una hábil combatiente, y menos contra un hada verdadera. Pero en aquel momento no estaba pensando con la cabeza.

-¡Ohh!- dijo Oleisky ante la explicación de la changeling oscura. -¿Esta mañana? ¿saliste corriendo? Vaya. ¡Tú eres la que ha agujereado mi taller!- Tenía sentido.

Oleisky pensó que hacer al ver a los cuatro changelings que venían hacia nosotros, pero su nueva compañera se adelantó y salió corriendo hacia el peligro. Oleisky se quedó parado, la visión era muy fuerte. Le traía recuerdos demasiado desagradables como para controlarlos. Cuando pudo reaccinar lo hizo escondiéndose, agazapándose en algún agujero.

Al empezar  a emerger la cornuda coronada y escuxhar los cánticos que la anunciaban, Iacobus se vio invadido por las ya familiares sensaciones que quienes reinaban al otro lado provocaban: la reverencia...la maravilla...la adoración...

Pero enseguida consiguió sobreponerse a ellas. Ya estaba acostumbrado a esa lucha en su interior. Retrocedió suavemente hacia Hirotaka y contestó en el mismo volumen: 

-Lo sé, estoy acostumbrado. Hasta las que carecen de él siguen siendo peligrosas. Pero me preocupa nuestro guía. ¿O acaso es una conocida de ustedes?

Oleisky agazapado ante el magnificente terror del hada.  Anna, lanzándose lanzándose en su dirección.  Que contradicción. 

No tardó la oscura en cruzar la distancia hasta la base de aquel ser mítico de fúngicos corales. 

Oía un canto que sonaba a japonés.   Provenía del hada misma.  Pero no de su boca.  Como si lo vibrara. 

Del agujero en la verde celosía del Seto, caían algunas gotas como de lluvia.   La nueva raya en la palma de su mano escocía cuando ella volteaba a ver a aquella torre de piernas faéricas.   Era como ver una sequoia desde abajo. 

Un apéndice de esos tentáculos carmesís anemonados tenía sujetado a aquel changeling-planta, cual vaina estranguladora.  El changeling-espada y aquella que parecía chispazo estaban vibrando con la música, ¿detenidos por esa asintonía?   Mientras, hasta arriba, ya tan cerca de ¿la libertad?, estaba turulato el changeling mono, recibiendo una descarga de ¿esporas? puffeadas desde los apéndices coralinos que hacia el se extendían. 

¿Qué hará Anna?

Tanto Jacobo como Hirotaka mantuvieron la calma, la cordura, a pesar de la fascinatura de lo que veían y oían, lo que intuían debajo de la tierra. 

Las palabras del fairest sacaron de su estupor al joven jardinero. 

Sangokinoko no yōsei!  Yosei! -dijo, aterrorizado, como sacándolo de otro manual.   ¡La oigo!  -¿La veía?   Hōn aka!

¡Alejense!  ¡Denle espacio!  ¡Regresad!  -No sabía como tratarlos, pero dio todo ese torrente advertencias mientras se daba vuelta trastabillando para regresar corriendo hacia las oficinas que hacía poco habían dejado ustedes.   Sus pesadas botas de hule rebotaban en los charcos que ya se formaban en aquel camino de grava. 

La tierra se removió aún más, dejando de ver algunas decoraciones colgando de los cuernos coralinos, pero, seguía viendo hacia abajo, hacia abajo de la tierra de donde emergía.   En pulsos.   ¿No podía salir? 

Hirotaka se sobresalta al escuchar a su guía gritar de repente y salir corriendo. 

Espera... ¡¿Puede verla?! Entonces significa que este... Ser está en contacto con el mundo de los humanos más de lo que yo creía. 

- Hagamos lo que dice. Pero más despacio. Si siente con las serpientes, con las vibraciones del suelo, entonces habrá sentido las suyas. Tampoco estoy seguro, es solo una teoría - le dice a su compañero detective, sin mirarlo. Está más atento a la mujer cornada que está saliendo poco a poco del suelo. No se cree la suerte que han tenido que se ha quedado atascada a medio camino. 

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Anna trataba de figurarse como estaba configurado este extraño paraje del Seto, el cual, cómo todos sabemos, puede morfarse con la voluntad y los quehaceres de quienes pasan por ahí, changelings, goblins y otros habitantes o transeuntes.   El Wyrd responde.   ¿Cómo entonces cambia también con las hadas y sus extrañas reglas que sólo ellas siguen?   Pues lo estaban viendo. 

Con el miedo que ahora sentía, a Oleisky la vegetación le respondía y ¿lo cubría?   Pero cuidado con el Seto, pues esa misma cobertura podría encerrarlo en una crisálida o un cascarón.    Así como el miedo te paraliza, figurativamente.  

Lo que Anna podía ver ahora que se acercaba a ayudar era una zona de árboles altos del Seto.  La forma de estos era rara, como todo en el Seto, como si estas especies hubieran evolucionado directamente a partir de vainas y zarzas espinosas crecidas, troncos gruesos, anudados.   El hada había sido alejada de la zona de anidación de las ráfagas, como lo había sido el pobre Oleisky con sus heridas profundas.  Las aves mecánicas la alejaban entonces del paraje que conectaba esta arboleda con los matorrales que colindaban más allá con el mercado goblin y el castillo de PráxedisGuerrera.  La alejaban también del sendero abierto por Anna y los otros senderos establecidos por los goblins. 

¿Por donde se iba?   El hada no iba de regreso, como fuera que entendemos el regreso a Arcadia.   Iba a otro lado.  La forma en que lo hacía era rasgar la celosía verde del dosel del rodal del bosque.  ¿Como un paso interdimensional?   Quien supiera de de ocultismo podría decirnos.  Rasgaba las hojas, subía, estirándose como árbol para salir por ahí.    Pero ahora se había detenido, para atrapar a quienes se fugaban aprovechando su paso.  Los changelings no estaban en el Seto; habían salido de Arcadia por el hueco del hada.   Pero ahora lo pagaban, siendo aplastados, enrolladas, paralizadas, ¿serían devorados?  

Anna debía elegir a quien ayudar.  Cada uno estaba en un lugar distinto.  Abajo del árbol, el de las espadas.  En medio, la changeling-planta.   Ya casi en el dosel, el mono.  La chispa, subiendo por vainas del otro lado del hada, rozando su vestimenta.  ¿Y como ayudarlos?

No durarían mucho, los 4 atrapados.

La tierra se seguía removiendo, el canto continuaba, pero Hirotaka y Jacobo estaban enteros, fascinados pero enteros.    Los corales de la cabeza del hada empezaron a crecer.   Como lo había previsto Hirotaka, se movían como serpientes en el suelo, lanzando radículas como un hongo entre la madera muerta de la que se alimenta. 

Se extendían hacia ellos, como olfateándolos, como moviendo lenguas bífidas invisibles en su búsqueda. 

Haníbal recordaba.   Alguna vez alguien le dio lecciones sobre cómo moverse en los sueños. 

Era un troupe de Oscuras, la cual había llegado al castillo.   En ese entonces la Lotería de la Rayuela, consultada sólo por el hada, había determinado que Haníbal sería notario, no príncipe, ni rey, ni mendigo, ni panadero, como el otro día. 

Y debía tomar notas y actas, del sueño de un "traidor", alguien que había intentado darse a la fuga. 

Para ello, debía entrar a un sueño ajeno. 

Era algo riesgoso, te podrías perder, para siempre.   Incluso, irte de Arcadia. 

Las oscuras demostraron. 

La primera era la forma básica de Defensa Onírica.  En ella tus defensas en el sueño eran reforzadas por tu nivel de wyrd.  Algo útil para changelings de wyrd alto, y Haníbal no cantaba mal las rancheras.   Lo podría necesitar si el soñador acusado, en este caso, atacaba a los visitantes forzados, como tu sistema inmune atacaría virus que han entrado.

La segunda demostración versó sobre como ser una Guerrera Onírica.   En esta, cualquier habilidad de combate o armas especializada que ya tuvieras, te dejaba modificar el paisaje onírico donde estuvieras.  Eso te daba una ventaja en cualqueir combate que ocurriera ahí adentro.  "Soñarte como guerrero."

Ser Tejesueños era un nivel alto de esto.  Para ello realmente tenías que estar transformado por el Wyrd; al menos tener menos de naturaleza humana en tí.   Y con ello podías realizar una proeza excepcional en cualquier sueño.   Grandes cambios, en tu sueño o el de otros; te daba un poder único, usando tu fuerza de voluntad. 

Claro, no todo era defensa o combate.   Una Oscura con un bindi en la frente (o era un lunar), pasó a contar como podías buscar en tus propios sueños respuestas, adivinar el futuro, preguntar cosas profundas con respuestas sencillas.  Ser Divinador era un arte, y aparentemente esa era la técnica que el acusado había usado para escapar de Arcadia.  "Hubiera preguntado si sería atrapado.", dijo burlona riéndose la cortesana que más sangrona te caía en la corte.

"No será fácil.", les adivirtieron las oscuras entrenadoras.  "Este hombre tiene Sueños Guardados.", lo que lo hacía un bastión de fortaleza para entrar en sus sueños.   El equipo de acuse e investigación entraría.  Tu sólo tomarías notas.  

El Bastión, es el espacio donde sueñas.   Tu lugar.  Antes de las Hadas, antes de Arcadia.  El sueño de los animales-humanos, la mente de aquellos primates que comenzaron a soñar.  

El entrenamiento continuaba.

Había Contratos de Sueños, los viste explicar.  

Había otros méritos de onieromante y onieropompeo.  

Los Caminos de Sueño.   La Puerta de Marfil (entrar con tu mente en sueño).   Los Puerta de Cuerno o Queratina (entrar con tu cuerpo en el sueño).  Más y más conceptos que les explicaban.   Fue tanto que te comenzó a dar sueño.   

Eso era lo que esperaban.