Partida Rol por web

El entusiasmo se refleja en mi rostro porque al fin de cuentas podré obtener una muestra, aunque esto signifique un riesgo mayor porque desconozco la reacción de la planta al movimiento y su capacidad de adherirse a lo que tenga a su alcance. Si bien ha sido bastante controlada con la ayuda de las chicas, no me fío demasiado. 

Las pruebas del traje al parecer refleja que todo está en condiciones y por esa razón, doy los primeros pasos ya al salir de la nave mientras intento no hacer de momento una primera toma de contacto. Prefiero comprobar la reacción de la planta a un agente externo y cuando vea que no hay mayor movimiento o actividad, sería capaz de acercarme para coger todo lo necesario así puedo investigarla. 

—No se acerquen demasiado, es vital detectar cualquier reacción rara. 

-Entiendo, entiendo. La Doctora Leclerc dice cosas muy interesantes. No me controlo al sonreír de forma picara. Volteo a observar cómo les va a la Comandante y a Van Damme.

-¿Cómo se sienten?. Esto es como nadar, pero en el fondo siento que me hundiré y me separare del resto, es una adrenalina encantadora, y aterradora a la vez. Mi felicidad es insoportable e ilógica, pero siempre he sido así, con una sonrisa alegre en el rostro. Ya quiero ver terminales, que cuando no toco nada, me dan espasmos en las manos.

—¿Por quién me tomas, comandante? —pregunta de manera retórica—. El armamento de proyectil ya se consideró bastante inútil desde las revueltas de las colonias de Marte. No obstante, he traído algunas… Pero para vosotras tengo tres bláster láser de intensidad media. Destruyen cualquier cosa biológica y dañan bastantes armaduras, pero no destruyen la propiedad privada. Es el arma capitalista perfecta.

-¡Esa es mi Jessie! -sonríe Sam. 

***

-Vamos bien, Aoi. Os cubriremos desde aquí -indica Samantha empuñando el bláster. Se siente algo incómodo con el traje de vacío, pero los composites y nanitos de polímero inteligente se adaptan fácilmente al arma, reduciendo ligeramente el grosor estándar de los guantes sin llegar a comprometer su protección.

-Jessie, a cualquier reacción de esa cosa, la freímos -un comentario retórico ya que la soldado se deja flotar un poco para apoyarse algo más arriba de la salida de la Tears. Desde esa posición más alta, domina completamente el camino hasta la compuerta de acceso a la Zelonia.

Samantha hace un barrido amplio buscando cualquier respuesta de la planta o señal desde la compuerta (*).

-Doctora, tómese su tiempo.

La soldado sólo debe estar pendiente de la seguridad de sus compañeras, por lo que prepara su fusil de plasma para abrasar la extraña y maravillosa planta que cubre la Zelonia y que, en su opinión, no es más que “lechuga espacial”. Mira la superficie donde apoya los pies, cuidando mucho de estar siquiera cerca de lo verde. Descendiendo por una escalerilla que forma parte del fuselaje de la nave, llegarán perfectamente a compuerta de apertura manual.

En el espacio suele haber problemas para orientarse debido a que no existe un “arriba” y un “abajo”, son meras convenciones según las necesidades del momento. Jessie decide por pura lógica que ahora “abajo” es la Zelonia y “arriba” la Eretria. Es cuanto necesita saber.

—Bien —dice a través del comunicador multimedia—. ¿Una vez recogida la muestra la doctora se viene con nosotras o vuelve a subir a la Eretria para hacerse una ensalada en el laboratorio? Seguro que necesitamos su cerebrito ahí dentro —sugiere apuntando con el arma en la dirección de la compuerta.

Vaya, apenas puedo contener mi emoción. Aoi intentaba acomodarse, perdida en su propio mundo se quedo flotando cerca de Van Damme, pero girando 98° grados. Tan cerca, pero tan lejos. Dejando los juegos, se aferro a las escaleras, para acomodarse y comenzó a bajar a donde estaba la Soldado. Ya en una base para caminar, habla con total honestidad.- Hum, jamás he disparado, así que ¿alguien me enseña?.

—Entendido Comandante. Confío en que en la primera de cambio, reaccionamos rápido. 

Y no digo más, intento acercarme todo lo necesario de forma muy prudente a la misteriosa planta y sonrío ante los comentarios de las chicas. Son muy divertidas y la verdad logran que este momento sea menos tenso. 

—Al regresar, luego de estudiar la planta festejamos por esto. Quizás algo rico para beber debemos tener—propongo. 

Ya con la instrumentación acorde, intento coger una muestra. 

Tras acercarse al límite al área purgada por el láser disparado por Jessie, la doctora Leclerc puede realizar observaciones de primera mano. El límite donde la planta se encuentra burbujea como si se tratase de una bebida carbonatada. Una miríada de diminutas pompas de aire, que la holopantalla detecta como oxígeno, se liberan al espacio.

No contienen nada en su interior a simple vista, pero los mecanismos de detección han hallado esporas dentro de las pequeñas esferas. Así es como la planta se extiende por todas partes: usa el oxígeno liberado al espacio para extender sus esporas colonizadoras por cualquier superficie que encuentre. Eso podría incluir los trajes espaciales que las cuatro astronautas llevan, si bien no hay que temer nada porque están sellados y, con anterioridad a entrar en la Eretria de vuelta, se puede realizar una desinfección y desparasitación completa.

Los pequeños agujeros en el casco de la nave han sido tapados por una sustancia de origen vegetal identificable como resina, aunque de mayor dureza y resistencia, que debe estar funcionando como aislante del exterior. Dicha secreción está totalmente separada de la vegetación, por lo que es lógico pensar que la planta la produce y después se desentiende de ella dejando que cumpla su función de impedir la descompresión de los agujeros causados.

En resumen, la planta no parece perjudicial tras el estudio. Quizá las esporas supongan algún problema por su incomodidad, pero los trajes proporcionan el aislamiento suficiente. Especialmente aquellos hechos de polímero inteligente, que pueden considerarse impenetrables.

No existe más movimiento en la planta que una pequeña variación en los bordes del área quemada por el láser de Jessie disparado desde la H1-Tears. No obstante, el avance de la planta no es apreciable de manera significativa para el ojo humano.

Por otro lado, la compuesta de la Zelonia, con una apertura en forma de rueda para la puerta estanca, cuyo diseño se basó en las aperturas de las puertas de los submarinos de la antigua Tierra al suponer un cierre hermético por varios puntos.

La soldado se gira hacia la ingeniera Mei que, según se imagina, habrá pasado media vida entre holotabletas estudiando como loca para sacar su título universitario.

—¿Disparar? —pregunta Jessie con una mueca imperceptible dentro del casco—. ¿Ves el botón donde pone “Seguro” y que brilla en verde? Tienes que darle dos veces para ponerlo en rojo. Después apuntas a cualquier idiota que se te ponga en medio o a la lechuga esa de la nave y aprietas el gatillo. Como en las holopelículas de fuerzas públicas de seguridad.

Jessie se lo pensó dos veces, pero se siente obligada a decirlo.

—Ah… si nos alcanzas a una de nosotras con el disparo… ¡hasta luego cocodrilo! Ni una armadura de polímeros con malla inestable podría absorber el impacto de un láser. Y antes de que digas nada, doo itashimashite, Mei.

-Wakatta, wakatta. Asiento en señal de que comprendía que ocurriría si fallaba un disparo. Esperaba, que emplearan polímeros más resistentes, como el Polipropileno con algunos Elastómeros. Me llevo la mano a la barbilla. Pero supongo, que con estás no se puede pedir mucho. -Honto ni Gomenasai, gracias por echarme una mano. Empleo la mano derecha para sostener el blaster. Ok, en teoría si aplico todo lo que dijo no hay problema. Siempre el paso más grande de un ingeniero es llevar la parte teórica  a la práctica, y viceversa. Doy un paso al frente y me mantengo detrás de Van Damme. Estaré más segura junto a ella.

—Chicas no se acerquen y tengan cuidado a las pequeñas burbujas, contienen esporas que les permite adherirse a cualquier superficie y esto incluye los trajes—digo mirando atentamente la planta—. Tomaré una muestra, así que atentas a cualquier posible reacción, pese a que doy fe no es peligrosa. 

Tras decir aquello cojo algunas burbujas para guardarlas en un pequeño tubo, luego con una pequeña herramienta cojo la resina que se encuentra en el casco y un poco más de lo que está calcinado. Quiero analizarla en todos los sentidos que se puedan imaginar, así que me tomo el tiempo para realizarlo. 

Samantha se fija en las burbujas mencionadas por la doctora para asegurarse de que no están en el camino que tienen que seguir para alcanzar la Zelonia.

-Doctora, tenga cuidado. No tengo su fe en la inocuidad de esa planta. Ha colonizado la nave y perforado un caso de aleación de duranium y ultraacero. Imagine lo qué podría hacer en nuestros trajes.

Al ver cómo recoge las muestras y las almacena cuidadosamente se le ocurre una idea.

-Leclerc, vamos a necesitarla ahí dentro como dice Jessie, al fin y al cabo todavía es una misión científica -podría haber rencor en la frase pero el tono serio y profesional de Samantha lo desmiente: en medio de la acción parece haber dejado de lado cualquier enfrentamiento o ego herido.

-Pero no sabemos cómo de inertes son esas esporas o las muestras que ha recogido. Preferiría no dejarlas en la Tears hasta que estemos seguras de que están contenidas. Propongo llevarlas con nosotras a la Zelonia, si cree que puede analizarlas con más detalle, o dejarlas aquí, bien amarradas, hasta que terminemos la exploración.

—Esta bien Comandante, las llevaremos a Zelonia. 

Es la respuesta que le ofrezco a Samantha mientras sigo concentrada con la muestra. Lamento no poder decir mucho más, es que si bien hablar no requiere de mucho, el evitar un error es lo que me mantiene muy alerta. 

-Doctora, en cuanto diga, proseguimos a la Zelonia. Creo que es mejor ir todas juntas.

En cuanto Leclerc diga que ha finalizado, Samantha encabezará el avance hacia la escotilla sin dejar de observar lo que ocurre a su alrededor. Pedirá a Jessie que permanezca en su posición cubriéndolas, por si la planta se animara. Luego Aoi, que será la más apta para abrir la escotilla. Leclerc y finalmente Jessie. Si nadie tiene objeciones (*).

-Por sentido común, es lógico estar y/o sentirse mejor en grupo. Decisión sabia, y la presencia grupal está presente desde los tiempos de los hombres de las cavernas. Supongo que algunos hábitos del Paleolítico no cambian. Me despego un poco de Van Damme para posicionarme más cerca de todas, en el punto más céntrico posible. Escotilla entonces. -Lista. Levanto el pulgar en señal de estar preparada.

«Doctora Leclerc» dice la dulce voz de la IA de la Eretria a través de los cascos y que podéis oír todas a la perfección, «lamento tener que indicarle que un análisis como el que usted precisa para las muestras que acaba de recoger sólo puede llevarse a cabo en el entorno controlado del laboratorio de la nave Eretria. También la nave Zelonia dispone de laboratorio, aunque por razones obvias no soy capaz de decir si está a pleno funcionamiento o, por el contrario, se encuentra inutilizado».

La soldado se aproxima a la puerta de entrada exterior de la Zelonia y mira con detenimiento sus puntos de anclaje y el estado general de la escotilla. Dentro de su traje, sin que sea casi perceptible, asiente ligeramente.

—Pues ya habéis oído a la “tuercas” esa —dice, claramente refiriéndose a la IA Eretria—. Mejor nos llevamos las muestras con nosotras y luego ya dejamos a “la cerebrito” a solas con ellas cuando sea todo seguro. De acuerdo, Mei, trata de abrir la compuerta. Si no funciona, me la cargo con la cortadora de plasma, aunque preferiría no hacerlo.

Se lleva una mano a la espalda, que es donde están situadas las herramientas como si no confiase demasiado en que la ingeniera pudiera hacerlo. No obstante, y recordando la orden de la comandante, coge de nuevo el rifle de plasma con las dos manos.

—De acuerdo, vayamos a nuestra nave. Gracias Etreria. 

Y no digo más, se nota que estoy un poco más seria de lo habitual y agilizar la misión ahora es importante para mí. Así que tras recoger todo y al escuchar a Jessie, la miro a los ojos un largo rato. Pensativa en parte. 

—Puedo llevarlas, no es problema. Movamos. 

Sin más que decir, comienzo a caminar hacia la nave y ya después cuento los minutos para que todas estemos y así, regresar.