Partida Rol por web

Sonrío ante el comentario de Gabriel, mientras bajo las piernas de mi escritorio, a medida que mis compañeros van entrando en mi oficina. El libro reposaba en mi pecho, mientras mi mirada se alejaba al océano del infinito, dónde todas las posibilidades podían nacer.

Pero en cuando vuelvo en sí, les explico tan bien como puedo lo que he averiguado.

-Sinceramente, la Cainita acabará cediendo, cuando vea que de ninguna otra manera va a salir...en cuanto al Lucero del Alba, veréis... he estado analizando el libro, el futuro que hay en torno a él, y me he visto sufriendo con más pesar y tormentos que desde que salí del Pozo. No es baladí, el precio que supone leerlo. Y sin embargo, me presupone una gran curiosidad, saber que clase de biblioteca debe ser la que albergó éste tomo tan especial. El cómo llegó ahí en primer lugar.

Les señalo, lo que imagino debieron poner los de la subasta, la etiqueta de la última biblioteca a donde estuvo: Talkteena Museum, Alaska, Estados Unidos.

-Sin embargo, seamos sinceros, nos rebelamos ante el Todopoderoso porqué creíamos en nuestra causa, en nuestro amor hacia la humanidad, y en el sacrificio de uno mismo para cumplir esos objetivos.Y mi fe en Lucifer, en su visión, en nosotros, no ha cambiado pese a todo el tormento que hemos padecido. Estoy dispuesto a sacrificar parte de mi cordura si eso nos acerca al Lucero del Alba. Si lo logramos, estoy seguro de que todo volverá a ser como antes, incluido yo. Pienso, que es mejor que sólo uno de nosotros lo lea, pues si el tormento es tan grande como mis visiones sugieren, necesitaremos que el resto tenga la capacidad de razonar para mantenernos aún en bajo perfil y no hacer peligrar la búsqueda de Lucifer. Además, también debería ser yo, sólo porque ya que vamos a sacrificarnos uno de nosotros, sólo yo que contemplo el hilo de las posibilidades, podré sacar mayor beneficio para nuestra causa, al poder extender mi percepción de aquello que leo. No os quiero engañar, será duro, pero espero que me cuidéis y me ayudéis a encontrar el buen camino cada vez que me sienta inclinado a descontrolarme. ¿Puedo contar con vuestro apoyo, hermanos?

Rara vez me pongo en actitud sería, pero ésta situación lo merece. Hablamos de algo importante, y más nos vale estar unidos o nunca encontraremos al Lucero. Estoy dispuesto a sacrificar mi cordura con el Tormento de los eones, si puedo ayudarles a encontrar a Lucifer.

Les miro con expectación.

Danna ignora educadamente la comida, pero si pide algo de agua. La tensión de la masacre en la subasta ya se le ha pasado, y ahora está preocupada por varias cosas. Por lo que deben hacer a continuación, por su hijo, por las consecuencias que pueden tener estos acontecimientos... aunque quisiera, ahora no podría comer nada.

-Jazmín, la noche ha sido larga y creo que deberías descansar. No es necesario que sigas aquí, duerme, así al menos una de las dos estará descansada mañana. Márchate a casa. Eso sí, hazme el favor de averiguar cómo está Damian, y llámame si ocurre algún cambio.

Tras la salida de Jazmín ya no quedan humanos "normales" en la sala. Más tranquila sabiendo que pueden discutir temas más serios sin incomodar a nadie, y con la confianza de que su hijo está en buenas manos, responde a Javi.

-No sé, hermano -habla en tono respetuoso pero dulce, casi maternal-. ¿Y si las visiones que has tenido no son más que la profecía autocumplida? Si el ver el futuro fuese tan seguro, ya habríamos solucionado todo hace siglos. A decir verdad me preocupa que sabemos poco del libro, y de lo que realmente nos puede aportar. Si es cierto que leerlo o usarlo en cualquier manera puede provocar daños en quien lo hace, no creo que debamos sacrificar a un miembro importante de nuestra familia. O a ninguno, teniendo en cuenta las pocas garantías que tenemos de que funcione. Quizás deberíamos hacer más averiguaciones, y en el caso de que alguien tenga que usar el libro, siempre se pueden hacer pruebas con sujetos... prescindibles. No quiero resultar fría o insensible, pero en una partida de ajedrez no se sacrifica a una pieza importante sólo para ver qué pasa. Bastante inestable se ha vuelto ya la ciudad como para que perdamos más poder sin tener seguridad de que va a merecer la pena el sacrificio.

-Además, me gustas tal y como estás ahora. Dice en un tono más suave mientras le sonríe.

Mis dedos índice y medio de la mano derecha golpean repetidas veces el pulgar mientras los pequeños pedazos de masa van desapareciendo y finalmente sólo queda el brillo de la grasa en las respectivas yemas. Saco un pañuelo con la otra mano y, sacudiéndolo inicialmente para desdoblarlo, comienzo a limpiarme concienzudamente los dedos hasta que considero que es suficiente.

A mi lado pasa Jazmín y le sonrío un momento en vistas que va a salir de la oficina.

- Llámame si necesitas algo- le digo en susurros, guiñándole un ojo, mientras paso cerca de ella.

Camino un momento en la oficina, sin rumbo fijo, sopesando lo que mis compañeros dicen. Me quedo mirando un momento el libro como si esperara alguna respuesta, pero nada viene a mí, nada salvo mayores dudas debidas a nuestra constante ignorancia sobre éste.

- Alana Vondik- digo repentinamente sin quitar todavía los ojos del libro-. Ese es el nombre de la gerente del Wells Fargo Bank de Alaska, la mujer que donó sorpresivamente un extraño y valioso volumen, capaz de hacer perder la cordura a un caído, capaz de empujar a un grupo de cainitas a mostrarse abiertamente y asesinar de forma descuidada. Y a eso hemos de sumar la herida hecha por el cuchillo de carne, cuchillo que, intuyo, es sujetado por el niño que apuñala... son muchas cosas compañeros, demasiadas- comento, lanzando un suspiro.

Observo nuevamente mi reloj, más como un reflejo que por necesidad de saber la hora, y me acerco al escritorio para luego apoyarme, dibujándose en mi rostro una melancólica sonrisa.

- ¿Recuerdan a Rafael, recuerdan el hercúleo esfuerzo que todos hicimos para regalarles algo de música a los humanos?- expreso dejándome llevar por mi memoria-. La tierra y las hojas debida y delicadamente colocadas para que el sonido del viento generara una hermosa melodía que debían acompañar las aves con su canto... hicimos tanto, dejamos tantas huellas para que pudieran darse cuenta de nosotros y sin embargo su ignorancia, su inocencia, les impidió ver nada- agrego al momento que carraspeo un poco, como si volviese en mí-. Estoy divagando un poco. Lo que quiero decir es que siento que en este momento nosotros nos encontramos en la misma situación que la humanidad en un principio... hay rastros por doquier, marcas que nos hablan de una extraña forma en que se nos ha presentado este libro y de la sospechosa importancia que reviste para otros seres, pero estamos por intentar lanzarnos a algo muy arriesgado como si decidiésemos omitir esas cosas- digo parándome y mirando a Javi.

[- Kushiel, estoy de acuerdo con Rahatiel. Necesitamos al Lucero pero él también nos necesita, somos el remanente de la hueste que decidió seguirle fielmente, los últimos entre sus soldados que permanecen anclados a este mundo y de nada sirve que perdamos el juicio y el camino cuando es probable que la búsqueda requiera más de nosotros, más de una... aguda y perversa mente para poder completarse- comento dejando escapar una sonrisa al decir lo último y volviendo luego a mostrarme serio-. Pero a pesar de todo lo dicho, te conozco viejo amigo y hermano, y si ya te has decidido sabes que puedes contar con mi apoyo. Sin embargo, te pido encarecidamente que estés atento a lo que mencioné antes, a las migajas que parecen haberse cruzado en nuestro camino... me molesta pensar que quizás haya una mano detrás, una que ni siquiera tu suerte pueda sortear- concluyo.]

Escucho todas las opiniones y consejos, incluso aprecio que Rahatiel no tire de rango para imponer su visión, es una auténtica hermana, una de las leales a la causa, como todos los que me rodean y de los que me enorgullezco de tener a mi lado.

Las palabras de Gabriel, sobre el pasado, me hacen recordar perfectamente todos nuestros intentos, todo nuestro amor vertido... algunos dirían que de forma inútil, pues nunca percibieron nada de cuanto hacíamos. Aunque siempre me he preguntado, si fue del todo inútil... pues aunque los mortales no lo supieran, nosotros sí lo sabiamos. Supe amar tanto a los mortales como a mis hermanos. Y ese no fue un amor que uno esperara encontrar.

Supongo que nuestra naturaleza es compleja, y al igual que Zehazel, yo también divago. Creo que es la maldición de la añoranza... a veces saber y recordar demasiado nos abstrae demasiado. Aunque no lo cambiaría por nada del mundo. Es una carga que con gusto cargaré.

En esos momentos, cuando terminan las palabras, y toca mi turno, me levanto, dejando el libro en la mesa con cuidado, me acerco a ellos y los abrazo a medida que me los encuentro, en un acto de amor sincero.

-Os doy las gracias, de corazón. Por todo, por preocuparos por mi, por ellos -en referencia a los humanos- , por no perder la fe pese a todo... Debo confesaros, que una parte de mí se siente irremediablemente atraída a atajar el camino, a encontrar a Lucifer a cualquier coste, a vencer a la Creación y traer la esperanza en este universo macilento, en el que incluso nosotros no somos inmunes al paso del tiempo y su decadencia...

Me giro, camino de nuevo al escritorio, mientras mi mano se posa en el libro...

-... sin embargo, si creéis que podría ser una profecía autocumplida, yo también consideraré vuestras palabras con el mismo respeto que considerasteis las mías. ¿Sabeis? Yo aún creo que Ahrimal no se equivocó, que pese a todo, nunca se equivocó. Si, hemos sufrido, hemos caido, hemos padecido... pero el tuvo que ver un futuro más distante, pues era el mejor de mi Casa, estoy seguro que vio el desenlace, y sabía que quizás, éste era el único camino para lograr nuestro Camino. Había que tropezar para crecer. Estoy dispuesto a tropezar para seguir creciendo. No, ésta vez no lo leeré, lo guardaremos con nosotros, pues el mejor sitio dónde estará a salvo es en nuestras manos. E indagaremos más sobre el libro. Habéis mencionado a Alana Vondik, y tenemos la dirección de la biblioteca. Creo que cuando tengamos la respuesta de la Cainita, o sin ella, deberiamos centrar nuestros siguientes pasos en esas dos áreas de investigación; y si nos encontramos en un callejón sin salida, siempre podremos recurrir a leer el libro. Al fin de cuentas, si algo nos enseñó el Infierno, es que la paciencia es una virtud. ¿Verdad hermanos?

Les muestro una sonrisa humilde, que sólo me permito ante ellos, y luego tras colocarme las gafas, espero sus reacciones para añadir:

-¿Visitamos a la niña de hábitos nocturnos antes de irnos o, qué? -digo más animado, sabiendo que mis hermanos estarán conmigo tome la decisión que tome.

Alejo se habia quedado callado, cruzado de brazos, contrariado ante la negativa de los Caidos de terminar con la cainita. Miraba con particular repulsa a Danna con aquellos ojos frios y muertos. "Tratos con cainitas". Que tan bajo habian caido?

Escucho a Javi con un asombro que no mostro. Al menos este aun tenia salvacion. Era cierto lo que decia, buscar al Lucero del Alba era la prioridad, y si ese libro podia ayudar, debian usarlo. Aunque quizas...

-Tu sacrificio te honra, pero creo que hay otra forma dijo, refiriendose al libro y al precio que podria pagar Javi por leerlo El Tirano me ha enviado por el, y me implico fuertemente que el tiene una forma de descifrarlo. Debemos llevarselo, seguir la jerarquia. De todos nuestros hermanos en esta condenada ciudad, es el quien mas cerca ha estado de Lucifer cuando camino entre nosotros.

Por una vez, la voz del muchacho no era fria y carente de emocion. Casi hasta parecia afectado realmente ante la posibilidad de que uno de sus hermanos, desviados como fueran, cayera presa de la locura. Ya habian vivido eso demasiado tiempo en el Abismo. Aunque ningun sacrificio era tan alto, si podian evitarlos, mejor que mejor.

-Comprar, vender, mirar, saber quien tiene que... ya sabes lo típico para lo que se va a una subasta.

Estefania supone que no se tragarán aquella milonga, pero aqui tiene que haber un quid pro quo y por el momento solo hay promesas, y supone que vacias.

Ryuji hace una llamada, al parecer era un empleado y tras varios minutos, un vehículo llega hasta el punto acordado con su empleador.

El criado llama y avisa que ya estaba listo a subirlos, por lo que los vástagos debían subir por las escaleras hasta alcanzar a salir del todo.

Una vez adentro del rodado, encuentran cuatro mudas de ropas limpias dispuestas para ser utilizados por los pasajeros.

Debían ingeniarse para vestirse dentro por el poco espacio que contaban y porque algunos ropajes podrían parecer más ajustados para algunos medianamente fornidos, como M´basa.

El chofer era un hombre de mediana edad, delgado, con una prominente entrada y con aspecto de trabajar en alguna empresa con un cargo de trivial importancia, es decir, era un hombre promedio en todo su esplendor.

Una vez acatada la orden de ir hasta la comisaria, este se encamina hacia aquel destino, llegan al edificio, el cual constaba con dos plantas, una sala pequeña que servía de recepción de denuncias, con un escritorio y con una radio de la cual salían constantemente voces distorsionadas.

Atrás de la encargada de recepción había un tablón con anuncios y circulares, enfrente, un sillón de hierro que servía para que las personas lleguen y se sienten a modo de esperar su turno para realizar sus respectivas denuncias.

Al costado del escritorio, se podía acceder a un pequeño pasillo que llevaba a la zona trasera de la comisaria, donde se encontraban las celdas para aquellos que debían esperar a ser trasladados en la fiscalía de la zona o ser liberados ante la orden del comisario.

El pasillo a su vez era un divisorio entre la recepción y una escalera que llevaba al segundo piso.

Había varios oficiales esparcidos por el lugar, aparentemente por el problema que se había generado en la universidad.

La apática secretaria, quien vestía con un uniforme también policial, mira al grupo que acababa de entrar por un rato y luego baja la mirada escribiendo algo en su computadora.

-Una vez llegó el criado de Ryuji subí junto a los demás y al ver la ropa que trajo aquel hombre no era mucho de su gusto, Augustín acostumbraba vestir elegante, con algún traje o al menos vestir de manera formal, no un pantalón de mezclilla y una simple camiseta blanca, pero tampoco se iba a poner tan fino como para decir algo en las circunstancias en la que estaban.-

-Una vez se vistió y llegaron finalmente a la comisaría este bajó del transporte junto con sus compañeros, arreglando un poco su cabello mientras esperaba que el mal olor no se le haya quedado en la piel por una y otra razón. Al entrar a la comisaría y ver aquellos policías esto lo llegaban hacer desconfiar, ¿Que pasaría si lo de la universidad era un asunto muy serio? tal vez de ser así Estefania no estaría en la comisaría, pero a saber que se habrán inventado los humanos para hacer todo lo que hicieron.-

-Con confianza fue hasta la secretaria sin decir ni una palabra a sus compañeros de cual sería el plan para actuar, simplemente esperaba que con su carisma o belleza pudiera ganarse el corazón de la secretaria con algo de facilidad. Al llegar apoyó sus antebrazos en la mesa, así juntando sus dedos para tratar de buscar la mirada de la secretaria mientras sonreía con encanto.- ¿Disculpe señorita? Vine aquí por mi amiga, se llama Estefania Romualdo y quería saber cuanto era su fianza para así poder pagarla. -Augustín hablaba con completa seguridad en si mismo, una que denotaba hasta por los poros mientras se dirigía a la señora.-

El empleado de Ryuji llega y nos montamos en el auto, donde tenemos ropa para cambiarnos. Cuando la veo, frunzo un poco el ceño: no me hace falta ponérmela para saber que me irá pequeña.

Y así es. Consigo metérmela, pero una ropa que debería quedar holgada me queda bastante justa.

Suspiro, es lo que hay. Bajamos en frente de la comisaría y entramos. Miro alrededor, una comisaría como tantas que he visto, nada nuevo. Mejor será que no me acerque yo.

Entonces veo que es Augustín quien se acerca. Sonrío, mejor que hable él, sí. Me mantengo en segundo plano, esperando noticias.

Espero pacientemente mi turno de hablar. Aprovechando que otro ha abierto la boca nada más entrar puedo dejar que otros sean los que hablen y cuando llegue el momento de la verdad aprovechar mis habilidades para dar el golpe de gracia.

Como un francotirador aprovechando el asalto de sus compañeros para buscar la cabeza del general enemigo.

Mientras me siento en una esquina y tomo un papel en el que se explica el protocolo contra la violencia en los estadios de fútbol.

Menuda noche, ¿no agente? - comento a uno que está sentado en una mesa - Dígame, ¿ha habido muchos heridos en lo del museo?

Escucho las palabras de Alejo y me siento complacido al ver que existe otra posibilidad, una en la que Javi no deba sacrificar su ser en una búsqueda que lejos está de terminar, pero que se encamina favorablemente para todos nosotros.

[- Korohalaiel nos ha brindado una salida. Si Landervert tiene una forma de descifrarlo, bueno sería que llevemos cuanto antes ese libro... sin embargo, lo último que supe de él es que desapareció sin más. ¿Eso significa que sabes en dónde se encuentra?- pregunto a Alejo con cierta intriga-. En cualquier caso, esto nos da la posibilidad de liberar de la carga a Kushiel y continuar con nuestras pesquisas...- agrego antes de guardar silencio y mirar hacia la puerta de la oficina.]

Una sensación extraña me aborda y trato de concentrarme unos instantes para discernir de qué se trata, mientras doy unos pasos hacia la entrada.

[- Cainitas, son dos. Lejos está de toda coincidencia si sabemos que hay una más en una de las celdas- expreso inicialmente-. Es eso o quizás ya hayan traído detenidos a los otros que se encontraban en la Universidad. Supongo que es momento de hacer esa visita, Kushiel... cuando menos para constatar que todo está en orden- concluyo encaminándome finalmente hacia la puerta de la habitación.]

Augustin habla con la secretaria, esta apenas le hace caso ya que le habla sin mirarlo.

- Visitas a partir de las 7am y solo puede entrar una persona junto a la apresada – dice en un tono apático –

Cuando Máximo le habla, se le nota un poco más interesada en charlar.

- Si, bastante gente, al parecer fueron esos terroristas islámicos que tanto abundan por estos lugares últimamente, son por los putos paraguas* que hicieron ese pacto boludo con los iraníes, se sabía que los musulmanes iban a venir a cagar esta zona, pero no entiendo porque no se van a cagar ese país igual de muertos de hambre que ellos – replica con una voz tajante y recargada de xenofobia –

-Ante la respuesta de la agente el vástago se sintió algo ofendido, después de preguntarle de esa forma cordial y respetuosa, ella haya actuado así. Aunque estaba apunto de insistir nuevamente o incluso confrontar a la agente por esa actitud irrespetuosa decidió callarse, después de todo aunque fuera un vampiro no iba a decirlo a gritos exigiendo respeto.-

-Al escuchar de ese trato se despertó la curiosidad en Augustín, por lo cual se inclinó hacia la agente un poco sin invadir su espacio, para así con interés preguntar.- ¿Un pacto de los paraguayos? ¿Cual es ese pacto agente? -Preguntó con notorio interés mientras esperaba que esta vez la mujer no fuera a mandarlo de rebote nuevamente.- 

Asiento ante el comentario de la secretaria y me dispongo a continuar cuando se me adelanta Montenegro. Espero de nuevo mi turno, pues este es un juego en el que los tiempos cuentan y, al igual que en una orquesta, también la sincronización. De todos modos le hago un ligero gesto a mi compañero para que, en cuanto pueda, me permita continuar con lo que estaba haciendo.

Deberíamos poner en marcha en cuanto pudieramos el tema de sacar a nuestra amiga de la celda o tal vez acabemos teniendo vampiro tostado para desayunar.

Si ha sido un acto terrorista entiendo que consideran a la señorita Romualdo como una de las posibles testigos - comento - Tenerla encerrada sería una temeridad, especialmente si necesitan que haga una declaración lo más precisa posible de los hechos. Por favor, llame al inspector jefe de la comisaria o a la persona que esté a cargo de ella durante el turno de noche. Quiero hablar inmediatamente con ella.

Me levanto, dando por supuesto que hará la llamada.

Después pueden seguir hablando de paraguas y sombrillas.