Espoleado por las palabras de su señor, Bernardo dio descanso al crucifijo que blandía, permitiéndole colgar de nuevo de su cuello. Se agachó, en cambio, tomando la pértiga del suelo y con ánimo decidido, procuró empujar con ella al falso religioso que hacía presa en el de Mur.
-Frater -masculló al novicio sin perder su inspiración religiosa-, tempus amplexandi et tempus longe fieri ab amplexibus, tempus quaerendi et tempus perdendi habent*.
No sé exactamente qué será esto, director, si ataque con pértiga de navegación o empujar o qué.
*Libremente citado del Eclesiastés 3, 5-6: Hay "un tiempo para abrazar y un tiempo para separarse, un tiempo para buscar y un tiempo para perder".
Me aferré como pude a los brazos de don Bertrán, al tiempo que intentaba patalear para deshacerme de aquella garrapata que se había empecinado en arrastrarme al fondo, consciente de que no sabía nadar. Grité de desesperación, todo empapado y con la vista medio nublada por el agua que recorría mi rostro, y entregué toda mi suerte a aquel en cuyo escudero confiaba en convertirme algún día.
¡Rápido, a la vez, antes de que estos herejes lleguen al pozo! ¡A mi voz! Trato de coordinar nuestros impulsos, un monje empapado no será capaz de superar a tres hombres decididos ¡Tirad! grito mientras doy un fuerte impulso, y tttras una pequeña pausa de nuevo ¡Tirad!
Para golpearle con el remo, tira por Palos (AGI).
También es posible, simplemente, darle una patada con Pelea (AGI)
Si hacési alguna de éstas dos cosaas, por Atacar desde una posición superior (sobre un caballo, en la parte superior de unas escaleras…), tendréis un + 25% al ataque.
Motivo: Golpe de pértiga
Tirada: 1d100
Dificultad: 35-
Resultado: 98 (Fracaso)
Emm... Perdón por el retraso.
Y perdón por el fracaso.
Al ver que el monje no es capaz de acertarle al hereje, yo mismo sin decir nada más le suelto una patada con todas mis fuerzas tratando de no caer al agua de nuevo.
¡Vamos Gonzalbo, arriba!
Motivo: patadón
Tirada: 1d100
Dificultad: 42-
Resultado: 15 (Exito)
Mientras Bertrán, una vez arriba, veía a su compañero Gonzalbo, el de Mur, intentar zafarse de su bota atrapada por una mano de monje, el hermano Bernardo, más hecho a la plegaria que a la disputa, cogió el remo de la barca y lanzó una palazo al aire, pues no llegó a impactar, mas no quedóse ahí; en que el impulso el remo fue a parar a Gabriel por la inercia, que encontrábase a su lado*... Entonces Bertrán no hizo sino propiniar una tremenda patada al tipo en todo el rostro, y un leve goteo de sangre comenzó a emanarle de la nariz, mientras aún se apuraba por flotar, soltando de esta manera la bota...
Parecía que ya, al fin, estábais todos arriba...
*Tira por Esquivar (AGI), Gabriel.
Antes de que pueda hacer nada, recibo un impacto del remo...
Motivo: Agilidad
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 29 (Fracaso)
Caray, podías estarte quieto...
El remo fue directo hacia el estómago de Gabriel, que atento a que Gonzalbo subiera, no lo vió venir. Menos mal que no iba con mucha fuerza...:
Daño: 2 (-1 por Ropas Gruesas): 1 punto de daño*.
Motivo: Localización
Tirada: 1d10
Resultado: 7
Motivo: Daño
Tirada: 1d6
Resultado: 2
*Réstatelo, Gabriel.
Y en estando allí todos, en aquel descansillo, veíais como hundirse a uno de los novicios del agua debido a la patada de Bertrán, mientras que el otro se apoyaba en la barca. Sin dilación alguna tomásteis la escalera del pozo, escalera ascendente que partía desde allí abajo hasta la superficie. De uno en uno alzábais los vuestros pies, mierando a las alturas, y no tardásteis mucho en alcanzar el cilindro pétreo tan bien formado del pozo de la entrada del monasterio, el que estaba junto a las huertas donde los monjes cultivaban...
Cuando salísteis de allí, mirásteis en derredor, y nadie había. Sin embargo, un rugido (tal y como el anterior cuando hablábase de un gentío como llegando hasta la posición de uno de la peor de las formas y manerasa) volviose a escuchar; ahora parecía proceder de la entrada del propio edificio, cuyas puertas estaban cerradas. En cuestión de segundos, con toda probabilidad, saldrían de allí enfurecidos los monjes, que al parecer habían tomado la entrada por la escalinata de las catacumbas para alzarse al piso superior... Y pareciera que vuestra huida no entraba dentro de sus planes...
Mas en saliendo por la misma, veíais la nieve cubrir el gran patio exterior que presentaba al propio monasterio, y pese a que fuera difícil, correr bajo algunos copos de nieve que andaban cayendo en pisando en la resbaladiza y húmeda capa del material propio de las ventiscas, no era cosa baladí. Mas no quedaba otra cosa, y pronto tomásteis la única vereda que bajaba hacia el pueblecito de Montserrat, dejando atrás la masa tan enfurecida que en breves parecía que iba a salir de aquellas malditas puertas hacia fuera, tal y como el peor de los dragones traídos al mundo por el despiadado Satanás...
Mas, sorteando ya las afiladas piedras y con cautela de no caer por los barrancos que dabánse a zarzales apostados en el profundo vacío de la montaña (o tal vez mucho más abajo) y a las copas de los árboles que crecían más abajo, girásteis una esquina rocosa, y delante de las vuestra narices relincharon un par de caballos (uno de ellos saltaron), e íban acompañados como de túnicas blancas, más blancas que el color de la misma nieve...
Diez al menos, y en fila de a dos, subían por el estrechísimo sendero al Monasterio del que vosotros huíais una partida de hombres, una hueste de soldados y caballeros bien engalanados con sobrevestas, cintos, botas, monturas, armaduras y... espadas. Habíalos con lanzas, y en los pendones que llevaban en sus puntas también se distinguía una pequeñísima cruz negra, igual que la que llevaban bordada en sus pechos o pintadas en sus escudos... Pareciera aquello una órden de las de caballería... ¡La Vírgen! ¡Y tal que lo eran!
Los de los caballos los sosegaron, y entonces... entonces se os quedaron mirando vuestras pálidos y cansados. Incluso les sorprendió las prendas de dos de ellos (Gonzalbo y Bertrán) que mostrábanse mojadas... empapadas más bien.
Haced un último post, lo vamos a dejar aqui.
¡Gracias al cielo! Exclamo al ver a los caballeros, y a grandes zancadas me aproximo a ellos, olvidándo el frío que calaba los huesos y endurecía la ropa mojada. ¡En el nombre del Altísimo, auxilio, el monasterio ha caido en desgracia mis señores! ¡Los monjes han abandonado a Dios!
Si hay que tirar algo para reconocer la orden me placería hacerlo
Miré a los caballeros, sin decir nada, por si hacían algo sospechoso. Los monjes habían resultado no ser lo que parecían, así que tenía motivos para desconfiar de los hombres que tenía ante mí, aunque bien podrían ser nuestros salvadores...
Puedes tirar, si. Conocimiento de Área (CUL). Bonus de +20%. Son muy reconocibles.
Motivo: cul
Tirada: 1d100
Dificultad: 33-
Resultado: 37 (Fracaso)
Pues ná, parrita
Superado el mal trago, respiré al fin al ver a aquellos caballeros de Cristo, mas justo después, con la mala experiencia aún tan fresca (nunca mejor dicho, pues empapado estaba) con aquellos monjes demoníacos, enseguida mostreme cauto y quedeme cerca de don Bertrán por si fuera menester gresca de nuevo.
Mas si algo saqué en claro de aquella aventura era que mi camino no era el del comercio ni la lengua mi mejor arma. En mi hacha goteaba aún la sangre de varios monjes, y esa sangre de los enemigos de Dios era la tinta con la que el Altísimo habría de firmar mi ingreso entre los hombres de armas, y ya solo quedaba que don Bertrán tuviera a bien aceptarme como su escudero.
Callé empero, pues sabía que en el escudero era buena la prudencia y no la palabrería que no había hecho más que causarme problemas.
Motivo: Cultura
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 3 (Exito)
Yupi, probé suerte, a ver si con el bono por ser conocidos me ayudaba y por una vez, sin que sirva de precedentes, tengo una tirada buena... ;P
Enseguida comprendiste que eran Caballeros de la Órden de Montesa:
Orden creada en 1316 por Jaime II de Aragón, que tiene como sede el monasterio de Montesa y utiliza el patrimonio (tanto material como humano) de la extinta orden del Temple. Los viejos templarios siguieron defendiendo la frontera de Valencia como antes habían hecho bajo otros hábitos y otras normas de conducta, pues siguen después la regla del Císter y están bajo la tutela de la todopoderosa orden de Calatrava, que se encarga de que no caigan en sus viejas y supuestamente heréticas costumbres. Su sobrevesta es blanca con una cruz negra.
Miré los blasones y pregunté a los caballeros:
- ¿Sois, por ventura, Caballeros de la Órden de Montesa?.
Cierto es, ¡como que hay sol! -dijo uno de los de a caballo-, ¿E vuecencias? ¿Qué hacen así, empapados y tan pálidos?