Partida Rol por web

Evidentemente no me pierdo detalle de la decoración. "No sólo parece un hombre de ingenio... también es un hombre de gustos peculiares y muy rico".

-Sí, lo mejor será unos momentos de refresco antes de reencontrarnos, messieurs. Yo, sin duda alguna -añado, sonriendo-, estoy seguro de que no habrán sabido tratar mi guardarropa...

Les dirijo a mis compañeros una leve inclinación de cabeza y me retiro por unos minutos a la habitación que me ha sido asignada.

-Espero verles en breve, mes amis -me despido.

Viendo que el resto se van a sus habitaciones, decides ir a la tuya, trás examinar la llave y ver un 16, abres la susodicha habitación con esa numeración. En el interior reconoces el buen gusto del diseñador, aunque tan extrafalario como su exterior, tu habitación tiene cierto aire a los grandes hoteles de Londres, casi esperas ver el bullicio por alguna ventana, pero los ojos de buey solo te permiten ver las olas danzando suavemente, tus cosas están situadas al lado de la cama sin haber sido rebuscadas. Y una pequeña invitación para la comida tan sobrecargada como el restoy algo extraño en uno de los lados "La muerte roja llegara a las 12 campanadas"

Viendo que el resto se van a sus habitaciones, decides ir a la tuya, trás examinar la llave y ver un 14, abres la susodicha habitación con esa numeración. En el interior reconoces el buen gusto del diseñador, aunque tan extrafalario como su exterior, tu habitación tiene cierto aire a los grandes hoteles de Londres, aunque hubieses preferido algo más "normal" para no sentir tentado a ir de puntillas, que tú dormirias igual en el suelo de una sentina. La luz que proporcionan los ojos de buey es suficiente y al encender la luz lamparitas electricas te permiten ver con bastante facilidad. Parece que te ha tocado el premio gordo con este viaje.  Tus cosas están situadas al lado de la cama sin haber sido rebuscadas.  Una pequeña invitación para la comida tan sobrecargada como el resto y algo extraño en uno de los lados "La muerte roja llegara a las 12 campanadas"

Viendo que el resto se van a sus habitaciones, decides ir a la tuya, trás examinar la llave y ver un 13, abres la susodicha habitación con esa numeración. En el interior reconoces el buen gusto del diseñador, aunque tan extrafalario como su exterior, tu habitación tiene cierto aire a los grandes hoteles de Londres, casi esperas ver el bullicio por alguna ventana, pero los ojos de buey solo te permiten ver las olas danzando suavemente, tus cosas están situadas al lado de la cama sin haber sido rebuscadas. Y una pequeña invitación para la comida tan sobrecargada como el resto y algo extraño en uno de los lados "La muerte roja llegara a las 12 campanadas"

Viendo que el resto se van a sus habitaciones, decides ir a la tuya, trás examinar la llave y ver un 15, abres la susodicha habitación con esa numeración. En el interior reconoces el buen gusto del diseñador, aunque tan extrafalario como su exterior, tu habitación tiene cierto aire a los grandes hoteles de Londres, casi esperas ver el bullicio por alguna ventana, pero los ojos de buey solo te permiten ver las olas danzando suavemente, tus cosas están situadas al lado de la cama sin haber sido rebuscadas. Y una pequeña invitación para la comida tan sobrecargada como el resto algo extraño en uno de los lados "La muerte roja llegara a las 12 campanadas"

Tras entrar y colocar mi ropa y demás enseres personales en su debido sitio me tiro en la cama a leer la invitación de la cena.

La muerte roja llegará a las 12 campanadas. 

Hay que reconocer que eso logra llamar poderosamente mi atención. Seguramente sea algo normal viendo el humor del "organizador" de todo esto, pero nunca viene de más estar preparado. Así que a la cena llevaré una de mis armas por si acaso. Con una pistola encima siempre me siento más seguro.

Coloco una debajo de la almohada y me dispongo a dormir un par de horas, luego me ducharé y me vestiré adecuadamente para ir a la cena.

Lo primero que hace tras cerrar la puerta es cerrar los ojos y exhalar un profundo suspiro. Aquella puesta en escena, tanto por una parte como por otra, había sido agotadora hasta un límite insospechado. Se acerca a la cama para sentarse sobre ella y descansar. Echa una mirada a su equipaje, aunque no echará en falta gran cosa, salvo su cuaderno de todas que guarda celosamente en su chaqueta y la Lefaucheux. Una vez recuerda, se lanza a por la maleta para comprobar si sigue allí. Algo extraño sería que registraran con tanto descaro los equipajes de los viajeros

Vuelve a suspirar

No olvides mantener la compostura, vives de ello y así debe seguir siendo

Se quita la chaqueta y desabrocha algo su camisa para refrescarse con algo de agua, tras lo que reflexiona sobre aquel extraño mensaje en la invitación

La muerte roja...

Aquel nombre le sonaba vagamente, aunque no se terminaba de concretar. Tal vez fueran únicamente las ganas de saber que era. Se dispone más tarde a prepararse para reunirse con sus compañeros, que se convertirán en compañeros de copas

Hmmm. "¿La muerte roja llegará a las 12 campanadas? Parece la típica nota de una de las novelas de Sir Arthur Conan Doyle... ce n'est pas?".

No puedo evitar fijarme en la macabra aseveración. "¿Está escrita a mano sobre la invitación o forma parte de ella?", me pregunto a mí mismo. Es probable que no saque nada en claro hasta que hable con monsieur Cromwell.

Me dedico a guardar mis cosas en los armarios. "Sin duda alguna los criados deberían haber guardado la ropa, no haberla dejado tirada por ahí...". Una nota negativa en cuanto al servicio del Herculania. Por lo pronto observo que los armarios están limpios y que la ropa de cama es la adecuada.

Me meto en el cuarto de baño para refrescarme un poco la cara, tras lo cual me cambio de ropa. La que llevaba hasta ahora está demasiado sucia y arrugada por el viaje como para presentarme a la comida con mis compañeros. Todos sabemos que tal acto es una reunión social tan importante como cualquier otra, y es importante dar la mejor impresión de uno mismo.

Me guardo la invitación con su macabra frase en uno de los bolillos de la elegante chaqueta que me acabo de poner y cojo mi bastón. El sombrero lo dejaré en la habitación, por supuesto, ya que es de mala educación llevarlo bajo techo. Salgo de mi habitación y observo el pasillo. Sé que mis compañeros están alojados aquí. Esperaré unos minutos a ver si sale alguno de ellos.

Al fijarte en la tarjeta te das cuenta de que aunque la caligrafía del mensaje a pesar de parecerse mucho a las lineas de la invitación general, quizás para no levantar sospechas a simple vista, pero obviamente esta escrita a mano. Trás asearte y demás, todavia con la frase amenazante en la cabeza y con la nota en tu bolsillo, sales de la habitación.

Trás prepararte y pone en tus memorias los hechos acaecidos en el barco, te dispones a salir al exterior con las palabras amenazantes de la nota en tu cabeza. Trás cercionarte de que todo está en su sitio sales de tu habitación para reencontrarte con tus compañeros, que seguramente tengán las mismas ganas que tú de descubrir que está pasando en este barco.

Al mirar la nota, aprecias que no está escrito en la misma letra que la impresión, aunque si resulta muy parecida, seguramente el señor Horizon esta mas loco de lo que aparenta, y el mensaje tiene toda la apariencia de una amenaza de muerte, por lo que trás preparar todas tus cosas, descansas un poco para quitarte los últimos restos de resaca, no sea que necesites tus rapidos reflejos para enfrentarte a algo. Te echas en la comoda cama e intentas conciliar el sueño mientrás tu cabeza zumba un poco por las bebidas espirituosas de más, de repente notas un quejido en algún lugar de tu habitación, a tus sentidos agudos te dicen que no es algo que te haya hecho tu mente...

Al salir de vuestras habitaciones os encontrais cara a cara, al parecer tanto la médica como el aventurero han decidido quedarse en sus habitaciones, o quizás es que tarden un poco más en asearse. A vuestro alrededor se escuchan conversaciones en los pasillos, pues más gente ha salido de sus habitaciones, en tanto os fijais en la maqueta del barco que esta abierto en secciones para que podais saber hacia donde vais, estando vosotros en la sección de bajo cubierta.

Saludo a al yankee con educación y una sonrisa en los labios. Al ahcerlo me toco el ala de un imaginario sombrero con el pomo de mi bastón. Porque, por supuesto, no llevo el sombrero bajo techo: es de mala educación. No obstante me he cambiado de ropa y ahora llevo otro traje sin duda tan elegante como el anterior.

-Buen reencuentro, sin duda, monsieur Cromwell -le comento, yendo hacia él-. Tengo entendido que encontraremos la cafetería tomando ese corredor... si es que le apetece charlar frente a una copa de buen coñac...

- Genial...llevo en el barco menos de una hora y ya me han amenazado de muerte...soy único haciendo amistades...

Compruebo la recámara del revolver y veo que esta bien cargado. Observo el resto de armas y pienso que debería llevar más de una a la cena, puede que necesite algo de artillería.

Cuando por fin estoy conciliando el sueño y los bongos de mi cabeza han dejado de sonar...escucho un gemido, un lamento en la habitación. Agarro la culata del revólver y abro un ojo para observar la habitación esperando ver algo. Luego abro el siguiente y me incorporo lentamente. Intento echarme hacia el centro del colchón y acercarme a la zona central del camarote. Desde allí podré tener una mejor perspectiva de la habitación.

- ¿Hay alguien por aquí? - pregunto a media voz esperando escuchar una respuesta.

- Precisamente iba a proponerlo - comenta con una nueva sonrisa

Se arregla el gabán y también el chaleco, para disponerse a llegar a la zona de bar, y degustar allí las delicias del alcohol y la buena compañía. Si podía ampliarse y dejar por unos momentos los espectáculos, mejor

- Quizás alguien más nos acompañe después, por ahora la dama y el señor MacGuffin están desaparecidos

-Entonces dirijámonos al salón, a catar algunas de esas exquisiteces líquidas y relajarnos durante un rato. Tal vez usted y yo solos, monsieur -añado, sonriente-, aunque para mí será todo un honor contar con su compañía y conversación...

Le hago a monsieur Cromwell un gesto para iniciar la marcha hacia el bar, sin dudar en ningún momento que será un rato agradable, y echamos a andar de modo despreocupado.

-Espero que nuestros compañeros se reúnan con nosotros en breve... aunque hay que decir, aquí entre usted y yo, monsieur, que no son precisamente un fenómeno social... incluso la encantadora mademoiselle Chrystalle se muestra bastante... -busco la palabra adecuada-... retraída.

Solamente teneis que mirar el plano del barco principal para saber que en la misma planta al otro extremo del barco os encontrareis un magnifico comedor y que en él podreis degustar la comida, aunque a estas horas tan recientes quizás no haya demasiada gente. Pero no es algo que os preocupe a vosotros, que sois animales sociales y pronto encontrareis a alguien con quien conversar.

Los pasillos se empiezan a llenar de alguno de los invitados que tambien como vosotros han salido a explorar, algunos de ellos ya los reconoceis de antes y un saludo amable se intercambia entre vosotros, excepto algunos personajillos como la señora de negro que lleva a la muchacha en silla de ruedas que os dedica una mirada desaprobatoria cuanto menos.

Atravesais un pasillo auxiliar que une las habitaciones con el comedor, un olor a comida os llama, aunque prefeririais unos buenos vinos... Pero algo más hay en el pequeño pasillo, notais la sensación de estar en medio de una selva, cuando os dais unos pasos, casi tropezais con unas raices que han aparecido en medio del pasillo como si fuera unos manglares, el chirriar de los pajaros os llega como si tuvieseis una bandada cosa que corrobora algo que aletea en medio del pasillo para desaparecer por un conducto de ventilación, al dar unos pestañeos pronto la irrealidad se mete en vuestros corazones al notar que estais en una selva en medio de nínguna parte, excepto un pasillo lleno de arboles tan grandes que no podeis ver la copa a pesar de lo mucho que alceis la vista...

El primer vistazo no te dice nada y menos con tus ojos algo asoñagados, tu mano acaricia la pistola que has escondido debajo de la almohada(Que dira la señora de la limpieza cuando le toque hacer tu habitación....) Con tranquilidad te levantas como si no fuera contigo el asunto, con la calma de alguien que tiene unos verdaderos reflejos felinos, te levantas poco a poco de la cama y empiezas a caminar de una forma silenciosa que daria envidia a un tigre en caza. En apariencia no hay nadie al menos en la sala que estás quizás en el servicio... Tu pregunta tiene solo el silencio, un silencio intranquilo para tí, que aprietas el arma en tus manos.

Tu olfato nota el olor de paja mojada, que jamás pondrias en una habitación de barco, al dar un paso hacía el servicio notas como tu boca se mete unos centimetros en un suelo embarrado, la habitación cambia a ojos vista, la comoda empieza a convertirse en un idolo de alguna cultura pagana y el interior de la habitación se convierte en algo parecido a una choza tribal... Otro gemido te confirma que hay alguien en el interior de lo que si parece que es tu servicio, si es algo normal que este en medio de una sala llena de barro llena de objetos entre tribales y occidentales...

Me froto los ojos para despertar un poco y maldigo al buen güisqui escocés por ser tan rico. Si no fuera por esa bebida espirituosa ahora mismo estaría en plena capacidad de reacción. Me muevo sigilosamente y noto ese olor, ese aroma tan lejano...

Me pellizco el brazo para notar el dolor y saber si estoy dormido o en brazos de Morfeo. Aprieto los dientes y noto el sabor del aire. Si es alguna clase de magia es demasiado poderosa y ha engañado completamente a mis sentidos. Veo como la habitación se transformar poco a poco y en un momento que parece eterno me encuentro en un paraje totalmente desconocido para mí y sobre todo acompañado. Eso me intranquiliza un poco más. El gemido suena tétrico y doy gracias de no ser un hombre que se asusta fácilmente. 

Me golpeo la cara para ver si con un par de bofetones me despierto pero parece ser que no...sigo en el mismo sueño o pesadilla pero ya que estoy aquí a mi pesar llegaré al final del asunto. Eso hago siempre.

Repito de nuevo mi pregunta:

- ¿Hay alguien por aquí? 

Pongo un dedo cerca del gatillo, notar el peso del arma en la mano me reconforta. Es algo seguro y eso me ayuda a centrarme. Con un poco de más confianza repito de nuevo la pregunta con un tono más firme

- ¿Quién está aquí? Responda rápido...

-Sacré Bleu! ¿Cómo es esto posible? -exclamo, más que pregunto, sin dirigirme a nadie en concreto. Intento atravesar el lugar sin mancharme mi caro traje.