Partida Rol por web

Harper se sienta a cenar con sus compañeros sin perder de vista a los capataces. Y murmura a sus compañeros. ¿Todo bien? Parece que no todos están contentos. 

Mientras como lo que me traen, me encojo de hombros Bueno, me ha tocado mover el mocho como si fuera un mono de feria, pero nadie me ha molestado la verdad. digo mientras me meto otra cucharada del estofado que nos ha traído Reginar.

¿Alguno ha tenido algún problema? digo lanzando una mirada furtiva al resto de piratas buscando con la mirada a los camorristas de la mañana.

El gnomo menea la cabeza en señal de negación y se estira los bigotes entre los dedos.

No, pero a juzgar por la bienvenida de ayer alguien nos tiene manía... Creo que luego inetentaré enterarme de que se cuece aquí.

Usando el dedo gordo para rebañar su escudilla dice.

Esto está realmente bueno, amigo Reginar.

Bueno, parece que el nuevo pinche todavía da raciones como en tierra. Y eso está muy pero que muy bien, exclama riendo Feijud.

La verdad es que no ha habido mucha novedad. Estuve todo el día en la cofia.

Nicholas/Reginar saluda con la cabeza y sonrie un poco ante la pequeña ovación. Aunque luego se da cuenta de que tampoco es tan bueno ser muy notorio. Cuando acaba de servir vuelve con sus compañeros de fatigas para poder hablar con ellos.

A mi tampoco me ha pasado nada raro. He tenido tiempo de hacer la comida y pasear un rato por ahí. Pero no he visto nada interesante.
Supongo que al cocinero no lo quieren soliviantar.

Pero dudo mucho que sea esta la última vez que nos "molestan". Habrá que estar atento.

Al igual que en el día de ayer, termináis de cenar, se os hace entrega de una nueva ración de ron y quedáis libres hasta el toque de campana de la mañana siguiente. Enseguida aprovecháis para charlar tranquilamente entre vosotros durante unos minutos.

Concluida la exquisita cena y la interesante charla con el resto de novatos, Nicholas regresa a la cocina antes de irse a descansar. De camino, el joven escriba vuelve a encontrarse con el humano que hay encadenado en la bodega principal. Está claro que el pobre tipo es alguna clase de retrasado mental al que los piratas emplean como músculo cuando es necesario.

Concluida la exquisita cena y la interesante charla con el resto de novatos, Malickud observa a Sandara apoyada en la baranda contemplando la inmensidad del océano bajo una noche estrellada. Ambos espectáculos, el de la noche y el de la muchacha, son dignos de mención. Edward se percata de las intenciones del gnomo y le suelta un ligero codazo antes de guiñarle un ojo sonriendo. Enseguida os acercáis los dos hacia ella.

-¡Hola! ¿Qué tal lo lleváis?--os saluda con calidez la bella joven que porta el símbolo de Besmara al cuello.

Nicholas se dirigía a la concina a recoger un poco las cosas, más que nad apara que las cabras no se lo coman todo, y para guardar de nuevo su parte de ron. Había encontrado un odre vacio y se lo había quedado para tal fin. Suponía que en algún momento le podría servir. Puede que para sobornar a alguien o algo por el estilo.
Al pasar por delante de osobúho no pudo evitar quedarse mirandolo con tristeza. No sabía qué había hecho apra estar encadenado. Pero si lo tenían los piratas así lo mismo era por algo. No obstante,le parecia un poco inhumano.

Con cuidado, se acercó a él.

Hola. Me llamo Ni... Reginald ¿y tú?
Mira, me han sobrado un poco de ron ¿A tí te han dado? Yo no quiero el mio, tal vez tú sí.

Concluida la exquisita cena y la interesante charla con el resto de novatos, Feijud se aproxima a disfrutar de los pasatiempos y juegos de la tripulación en su tiempo de asueto. Se trata mayormente de pulsos, juegos de dados, lanzamiento de una especie de lingote de plomo, competición de borrachos, etc. Lamentablemente, el joven de Puerto Riesgo pronto descubre que la apuesta mínima para participar en cualquiera de las pruebas asciende a una pieza de oro.

Tras admirar las espectaculares curvas de Sandara, me acerco a la barandilla para admirar el maravillos paisaje.

Lo mejor que se puede llevar habiendo sido raptado y metido en un barco pirata sin demasiadas elecciones, la verdad. Si no fuera porque algunos de los marineros parece que les molesta que estemos aquí, hasta podríamos decir que no estamos mal del todo.

Tras unos segundos callado, me giro hacia la muchacha No he podido evitar ver que de tu pecho cuelga un medallón de Besmara. He oído hablar de piratas que adoran a la diosa pirata, pero no había conocido a ninguno.