Partida Rol por web

Después de la conversación de la noche, y un poco debido al whisky, la mañana llegó dolorosa a la cabeza de Adam en forma de resaca y eso hizo que llegase tarde a la reunión del salón con el resto de gente.

El panorama del salón era dantesco, encontrar un cadáver así, una momia por lo que decían los expertos, de una persona que anoche mismo estaba entre todos los presentes era a la vez una confirmación de lo que gracias a su afición por el ocultismo había aprendido y algo terrorífico solo de pensar que era cierto. Como muchos de los presentes había participado en la Gran Guerra, en el bando perdedor, y había mucho mucho horrores, perder amigos por el efecto del gas mostaza era uno de ellos pero el aspecto de este muerto... su cara...

Al profesor Jones lo conocía de la prensa, no había tenido el placer de conversar con él mi con su padre la noche anterior. Un momento, ¿donde está su padre? pensó Son uña y carne... Esa ropa... se fijó en la momia más detenidamente ¡Es el Dr Jones Padre! La impresión pudo con él durante un momento y se llevó una mano a la frente, frotándosela al tiempo que se tapaba los ojos mientras sostenía sus gafas con la otra mano Esto es demasiado increíble para ser cierto y, sin embargo, no es ninguna pesadilla.

Cuando se recompuso un poco y se volvió acolocar las gafas examinó de nuevo la escena y localizo a sus contertulios de la noche, su paisano, el señor Vogel que abrazaba a una llorosa señorita Sanders. se acercó a ellos pues era con los únicos que tenía un cierto trato.

Parece ser que la gente se estaba presentando. Tal vez sería apropiado hacer lo mismo...

- Mi nombre es Adam A. Glauer - comenzó con un marcado acento alemán en su inglés - y soy historiador y antropólogo aficionado. También tengo algunos conocimientos de ocultismo, tal vez puedan ser de utilidad a la señorita Fellons o al propio Doctor Jones.

Terminada su presentación se acercó a la barra.

- Café, por favor, negro, muy cargado, y un zumo de naraja - jodida resaca en el peor momento.

El viejo y cansado "Joe" miraba a uno y otro lado viendo como la gente aprovechaba la ocasión para echarse flores y encumbrarse. Malditos alemanes... pensó fugazmente. Cogió dos tazas de café una vez que terminó de hacerlo  su compatriota Flynn Con permiso, caballero! dice educadamente. Luego echa un poco de ron al café, había un poco en la barra, lo justo para los cafés y llenar su petate de plata. Una vez terminó le ofreció un café al desgracia o que había perdido a su padre.
Siento lo de su pare, amigo! le dice con una sonrisa mientras le ofrece una taza. Sabe yo también tuve una vez un padre. Empieza diciendo el antiguo vagabundo, algo bastante obvio... Se llama Sam. Sam Fin... Hornett. Sam Fin Hornett, fue un gran hombre, sabe. También le echo de menos. Luego se rasca la cabeza y dice Ah, si. Me llamo Joe Hornett mientras saca su carnet de identidad corroborando lo que dice. En la foto se ve un hombre sin barba y con el pelo corto. Hace tiempo que no renuevo la foto añade. Y me dedico... a...pues a lo que todos hacemos aquí... Ya sabe Juaja! Ir y venir. Un poquito de esto y un poquito de aquello. dice tras esto se bebe el café de un trago. Creo que voy a por otro de estos...

Como buen profesional del momento había conseguido sacar una foto en el mismo momento que el hijo de la victima había golpeado a su colega de oficio.
¡FLASH!

Satisfecho de su trabajo, cambio la bombilla y la dejo preparada de nuevo, sabia que debía mantenerse en silencio, no fuera que el Dr.Jones también intentara darle una nueva forma a su cara.

Pero mientras el callaba los demás hablaban y parece que todos llegaron al consenso de presentarse. Esa no era una mala idea para romper el hielo.
-Bueno yo soy Manou Grafo, el fotógrafo de la expedición al Cairo, creo que algunos ya me conocen de coincidir en ella y mis asuntos para estar aquí son obvios, trabajo. Y espero que no sea el ultimo. Comento al mirar la sabana que ocultaba la momia.

Por el momento no sabia mucho mas que decir, por lo que sonreía, presa del nerviosismo naturalmente.

Acepto a regañadientes la mano que me ofrece el señor Howard. No quiero ser descortés. Bien, el ataque remite y puedo dejar de sujetarme el brazo.

Dado que el Dr. Jones no me ha contestado, atiendo la sugerencia de presentarme

- Mi nombre es Rudolf Vogel, ingeniero en Freiburg y aficionado a la egiptología, motivo por el que participo en este viaje. Siento que la ocasión de presentarme a todos ustedes se produzca en estas circunstancias.

No entiendo la reacción de algunos pasajeros. Unos se dedican a beber y otros toman fotografías, sin mostrar mayor impresión por lo que estamos presenciado. Miro a Vera para asegurarme de que se ha tranquilizado.

- Señorita... Fellons, ¿no es así? Estaba usted explicándonos varias cuestiones relativas a la maldición, pero se ha interrumpido. ¿Podría continuar? Creo que usted y el señor Glauer, por su formación, son los más adecuados para ofrecernos alguna luz sobre este triste y preocupante asunto.

-Por todos los...  - Apenas logró ver lo que ocultaba las sábanas pero supo que había sido una muerte horrible.

- ¿Una maldición...? Las últimas palabras de Anecktón... - Vuelve a sacar de un bolsillo su libreta de trabajo.

- Soy Zaeed Tuku, Criptólogo. Una compañía privada nos cedió restos de la expedición a la tumba del faraón; Dicho material eran textos, pero todo lo que nos cedieron era difuso y muy dañado...Mis colegas del Cairo y yo hemos trabajado muy duro en traducir e interpretar dicho pasaje, pero hubo un texto que se nos escapaba a nuestra compresión... Supongo que sus hombres, Henry, trabajaron con mejor material que yo y pudieron descifrar que las últimas palabras de la momia con la que cargamos no son ni más ni menos que una horrible maldición...

Maldita la hora en la que acepté este trabajo...

Números, nombres, color rojo y color verde en una libreta fueron los únicos acompañantes del señor Neil McCauley aquella noche festiva. Al parecer su estancia en el Cairo había sido fructífera. Nada podía apartar su mirada de la libreta salvo aquel grito. Guardando todo su material a buen recaudo y sin perder excesivo tiempo salió de su habitación rumbo al salón de juegos. Vio a un grupo de personas dirigirse hacia allí así que pensó que lo más útil era buscar personal de seguridad o los hombres del capitán, lo único que encontró eran cuerpos dormidos en la sala de máquinas, cocinas, sala del timón, incluso las zonas restringidas estaban sin vigilancia, tan solo cuerpos dormidos.

Llegó apurado a la sala de juegos, lo suficiente para presenciar un famoso derechazo propio del campeón olímpico británico Ronald Rawson en la cara de aquel pequeño hombre - “Oh” – Intentó prestar atención a todos los que estaban allí, sin perder de vista lo que parecía un cuerpo envuelto en una sábana. “¿Un asesinato, tal vez?”

Al poco de escuchar dos o tres intervenciones, Neil fue enganchando la trama de lo que parecía ser una novela de terror. “Con que maldiciones y fantasmas, bueno, momias.”

El señor Jason Howard tuvo una muy buena iniciativa. Veamos de quien estoy rodeado.

El olor del café recién hecho había atraído a Aileen hacia la barra. Casi todos los pasajeros presentes habían intervenido, pero aún algunos se mantenían en silencio.

—No sean tímidos, caballeros —aportó mientras el café que acababa de tomar calentaba su garganta y despertaba sus sentidos. Independientemente del escepticismo que las hipótesis sobrenaturales del doctor Jones despierten en ustedes, lo cierto es que un asesino camina entre nosotros y no resulta disparatada la posibilidad de que atente contra la vida del resto de pasajeros. Debemos coartar en la medida de nuestras posibilidades la violencia de ese rufián.

Dicho lo cual, Aileen permaneció quieta y a la espera de nuevas introducciones, sorbiendo poco a poco el delicioso brebaje de su taza.

Al ver que el doctor Jones empezaba a sentirse mejor el capitán decidió volver a dirigirse hacia los pasajeros... -Bien, confío en éste hombre... así que tenemos que decidir entre todos quien de nosotros es una cosa de esas...- Dice fríamente mientras saca la pistola de su chaqueta -No quiero mas tonterías, acaben de presentarse y elijan... no me hagan decidir a mi... porque juro que dispararé a todo el mundo con tal de salir de aquí...- Empezó a caminar hacia la puerta del salón y la cerró con llave, llave que guardó en su bolsillo... -Si dentro de 1 hora no estamos de acuerdo a quien ejecutar... os mataré a todos y me aseguraré que la maldición sea borrada de la faz de la tierra... y que mis hombres vuelvan con sus famílias.- Dijo cruzando los brazos pero sin soltar la pistola... No quería parecer un asesino despiadado, pero juró proteger a sus hombres sobre todas las cosas... y eso incluía matar a otras personas si era necesario. -Empiecen a dar motivos... se que es dificil pero deben hacerlo...-

Jason va agradeciendo con un gesto de cabeza las presentaciones, y aún más, las ofertas de ayuda que van presentando los asistentes. Pero no entiende por qué no todos están hablando. Algunos  incluso se muestran ausentes. ¿Es ese acaso un signo de culpabilidad? Probablemente no, pero no entiende por qué muchos miembros de la tripulación no participan, no se ofrecen y no colaboran. Si la momia empieza a matar gente igual de cómplice será quien esté poseído como quien en su silencio no aportara nada

Entonces oye al Capitán. Esto va en serio. Va a empezar a ejecutar gente. Esta es una auténtica corte marcial. 

Su indignación entonces se torna ira

- Ustedes, Mr. Carroll Shelby, y ese árabe, Hasan ¿Por qué no hablan? ¿No entienden lo que está ocurriendo aquí? 

Si no hablaban estaban tan dormidos como el resto de la tripulación o tal vez poseídos, pero en cualquier caso su contribución era nula.

Prefería que mataran a uno de ellos que al inoportuno Cuán Flynn, que pese a su desafortunado comentario, había tratado de aportar algo de luz a la situación. 

Despertándose extremadamente tarde después de un dolor terrible de estomago, una pequeña combinación de alcohol mas el balanceo de aquel barco le hicieron recordar alguno que otro momento de aquella terrible guerra que pasó tiempo atrás, después de haberse levantado aún exhausto de aquella mala noche se reúne con los pasajeros dándose cuenta de todo lo que estaba pasando.

-Perdonen mi tardía señores, la mar me revuelve el estomago por recuerdos pasados y por eso me había ausentado de ustedes, no quería molestarles... pero con todo lo ocurrido aquí...- Dijo mirando con cara de aún de asombro aquel cadáver -¿Una maldición? De que rayos estáis hablando? En mis años de guerra jamás vi algo parecido a una... "maldición"- Dice con tono burlón ante la situación tensa que se había generado por todo lo ocurrido.

-A ver... por lo que he podido observar desde mi lado de la habitación, antes de que el capitán nos dejara claro lo que había que hacer- Carroll mira fijamente al capitán, pues demasiadas veces le han amenazado con un arma como para acobardarse ahora... - Jason lleva el rol de líder en éste caso, los demás le seguís sin rechistar... no busco pelea, disculpen mi brusca forma de hablar, pero no estamos como para milongas...-

Edmund mira uno a uno a los pasajeros. Si el capitán tenía razón uno de aquellos era una momia. "Disfrazada" de persona. Que los mataría uno a uno hasta que no quedara nadie. O si era más escéptico un asesino que disfrutaba convirtiendo a sus víctimas en momias (que era más probable), y que en cualquier caso también habría que encontrarle.

Disparar a alguien sin estar seguros del todo si era el asesino o no parecía desproporcionado, pero en aquella situación no había tiempo para un juicio justo. Estaban a la deriva, y el tiempo pensando era tiempo en el que el asesino podría decidir a su siguiente víctima. Era una decisión difícil, pero bueno, no era tan difícil como la que había tenido que tomar unos días antes.

- En tiempos desesperados, medidas desesperadas... - dice el anciano como si no le gustara lo que estaba diciendo. - A mí, como al igual que a Lord Howard, me preocupan las personas que aun no se han presentado... Quizás las momias no sepan nada de los cuerpos que habitan y por eso hayan evitado decir nada de si mismos... - o quizás al asesino no le haya dado tiempo a buscarse una excusa razonable y no quiera presentarse con su verdadero nombre.

Aliviada al ver que el señor Flynn se encuentra bien, atuso mi vestido y vuelvo con el grupo. A raíz de la sugerencia del señor Somerset, todos empiezan a presentarse. Parecía que aquel hombre se había hecho con el mando de la situación, y ante la ausencia del capitán o del propio Dr. Jones, el hecho de que recayera sobre él el liderazgo me era... aceptable. A fin de cuentas, nadie más se había impuesto. De todas formas, y dadas las circunstancias, no me parece oportuno fiarme tan a la ligera de nadie.

Iba a presentarme cuando vuelve el capitán del Atlanthic, pero creo que no entiendo (o no quiero entender) lo que dice. ¿Cómo que ejecutar? Pero... ¿qué locura es esta? Me negaba a creer en la supuesta maldición del faraón, pero visto que estaban hablando ya de ajusticiamiento, y que estoy rodeada de gente desconocida, no me parece sensato seguir haciendo esperar mi presentación.

- Yo... -me aclaro un poco la garganta- yo soy Vera Sanders, de Norteamérica. Vine a Europa para mejorar mis estudios lingüísticos, y a raíz de ello me surgió el trabajo por el que me encuentro aquí. Trabajé como traductora en las rutas organizadas por El Cairo, las cuales aumentaron a partir del descubrimiento de la tumba del faraón Anecktón II. Yo... pasé ayer la noche en el casino, como muchos de ustedes, y luego me fui a dormir. Cuando me levanté, me dirigí al comedor y ví al... -hago gestos con las manos, como señalando al Dr. Jones, aunque desconozco donde se encuentra- bueno, al padre de... En fin, vosotros también lo habéis visto; no creo que haga falta explicarlo...

Me cojo el índice de una mano y las sostengo a la altura del pecho, mientras miro a los demás. No sé qué más decir, y para colmo mi barriga no deja de avisarme de su lamentable estado.

- Si me disculpan... -digo, mientras me dirijo insegura a la barra a pedir un café cargado. - Sin azúcar, por favor.

Prácticamente ha acabado la ronda de presentaciones. Aunque entiendo el razonamiento del señor Howard, no puedo sino compartir la reacción del nuevo pasajero.

- Verá, señor... Disculpe, no nos han presentado - en referencia al señor Shelby - El señor Howard no es líder de nadie, o por lo menos yo no lo reconozco como tal, pero su idea de que nos presentemos me parece acertada. En cualquier caso, aunque la situación es angustiosa, más después de la amenaza del capitán, me parece precipitado acusar a alguien sin dar un margen más, por escaso que sea, para que se presenten los que faltan. Una vez hecho esto, supongo que tendremos algún elemento de juicio para juzgar.

Sudo por la tensión y vuelve el picor.

- Y señorita Fellons y señor Glauer, les ruego que nos den la información de que dispongan sobre maldiciones egipcias o cualquier idea que se les ocurra.

Empezaban a aparecer las primeras acusaciones y algunas me parecían ciertamente lógicas aunque sin pruebas objetivas. - Señor Edmund, entiendo lo que dice, es más, yo he pensado como usted, supongo que los asesinos trataran de mantenerse al margen y no llamar la atención, ¿y qué mejor manera que no mostrarse en público? Tal vez tengan algo que esconder aquellos que no tratan de colaborar en la investigación - me dirigí al resto de fente de la sala - lo único que queremos es salir vivos de aquí cuanto antes...

- Por Ra, cuanta falta de raciocinio como pretenden tomar la justicia en vuestras manos, basados en que? en que tan callado es alguien? y para colmo el capitán que es quien debe mantener la cordura amenaza con matarnos a todos. No no no, me niego a ser complice de una locura. De momento no veo a nadie especialmente sospechoso, como dije estos espíritus son muy listos tratarán de confundirnos por todos los medios por esta razón aún es muy pronto para elegir a un sospechoso.- decidí responderle a Vogel- Ya he informado lo necesario no es necesario alarmar de más nadie en especial considerando la reacción de algunos.

Testarudamente me crucé de brazos sujetando con cuidado mi libro mirando reprobatoriamente al capitan.

- Más le vale que se calme si cree que con su pequeña pistola va a intimidarme está muy equivocado. Una vez me enfrenté  a una serpiente y ni eso pudo asustarme- era de esas pequeñas como lagartijas y la mató mi padre pero eso él no lo sabía por lo que podía fingir.- me niego a votar.

- Somerset. El apellido es Somerset - dice sin convicción cada vez que alguien se dirige a mí de manera incorrecta. Pero sus ojos siguen fijos en la señorita Fellons. Que era bella e inteligente lo supuso desde el primer momento. Que poseía talentos ocultos que tal vez pudieran salvarles la vida a todos lo acababa de descubrir. ¡Pero que encima tenía el carácter y la valentía necesaria para imponerse al Capitán y su drástica corte marcial! ¿Y le decían a él que era líder? ¿A él qué solo había tratado de moderar la conversación y de hacer algo tan básico como presentarse? No. Un líder era algo más y Jason no estaba a la altura. Esperaba estarlo

- Capitán, creo que la señorita Fellions tiene razón. Ejecutar a alguien al azar, sin nadie que nos guíe en las pesquisas sería tan demoniaco como lo que esa Momia ha hecho. Ruego considere su decisión y no nos convirtamos todos en verdugos. 

No estaba seguro de si eso sería lo mejor para que la tripulación sobreviviera, pero, desde luego, no podía hacer otra cosa ante semejante despliegue de coraje por parte de tan impresionante mujer. Si aún así se les obligaba a matar a alguien, obedecería y seguiría fiel a su idea de proponer a quien menos interés haya mostrado en sobrevivir. 

-No- Un rotundo y claro no salió de los labios del capitán cuando tanto la señorita Fellons, como el señor Somerset le insistieron mas de la cuenta, alzó la mirada lentamente y dijo -Ninguna de vuestras vidas vale mas que las de mis hombres...- y acto seguido mientras cambiaba de postura dijo -treinta minutos... decidan-

No tenía sentido postergar más lo inevitable ni discutir con el capitán: por muy pequeña que fuese su pistola, eso no haría desaparecer al asesino o asesinos que habían tomado la vida del doctor Jones senior. Había que actuar.

—Como señalan mis compatriotas la señorita Fellons y el señor Somerset, nuestra información es sumamente escasa y cualquier juicio será apresurado. No obstante, no navegamos en la más absoluta niebla. Los hechos son claros y a partir de los mismos podemos evaluar diferentes hipótesis.

Aileen se atusa el pelo, del cual es repentinamente consciente con horror, y aclara su voz.

—Siendo que no creo en maldiciones ni en hechos sobrenaturales en general, mis sospechas toman otra vía. La mayoría de los pasajeros narcotizados y el fallecido doctor Jones sometido a un agresivo proceso que ha convertido su cadáver en... bueno, en lo que todos hemos presenciado, hacen tornar mi mirada hacia quien más familiarizado puede estar, por su formación médica, con diferentes drogas y venenos extraños: el doctor Rochester. ¿Qué razones podrían llevar a un hombre reconocido como él a ejecutar un plan maquiavélico como éste? Lo desconozco y vive Dios que no encuentro respuesta razonable a ese interrogante. Pero la misma duda me atenazaría fuese quien fuese el asesino.

Nerviosa por una acusación tan directa, se detiene a observar la reacción de los demás antes de continuar.

—En ausencia de algo más concreto —se dirige al señor Rochester—, usted me parece la opción más probable. Imagino que no compartirá mi punto de vista, al menos si es inocente, pero espero que comprenda la lógica de mis recelos contra usted en esta situación.

- Ziento disculpen mi tardanzza. Las orazziones me han tenido entretenido hasta ahora.  - dijo Hassan mientras entraba a la sala. -  La fe es muy importante para loz arabez, un muerto... zabía yo que no era buena idea molestar al faraón. Eztos inglezez metiendo las narizez en todoz los agujeroz - Definitivamente no le sorprendía la situación, al fin y al cabo no era la primera vez que oía hablar de las maldiciones. Todo egipcio que tubiera un pie metido en las excavaciones, había oido alguna historia.

Cruzando la sala, buscará un rincón apartado para apoyarse en la pared. Alejado del muerto.

-Parece ser que la señorita Aileen ha sido muy rapida en echar la culpa hacia otro lado. Resulta sospechosa... que cada cuál saque sus propias conclusiones...

Joe ya se tambaleaba en la silla, divertido por todo lo que allí acontecía... Un hombre con una pistola le pedía un hombre o lo mataría. La tensión se palpaba y el viejo no podía votar. La mente sólo repetía un nombre "JOE HORNETT" tan divertido le parecía que todos creyesen que se llamaba así. Todo empezaba a dar vueltas. Entre el público vio una cara. Rasgos egipcios, cara de loco, parecía un radical religioso. Alguien que podría destapar una maldición para que los demás sucumbieran. Le parecía un extraño entre tanto foráneo. Todos iban a visitar Egipto, pero el parecía huir de allí con una maldición. La misma maldición que pudo acabar con el DR.JONES. Piensa Joe. En uno de sus delirios se levanta de su silla, beodo se dirige al Capitán e intenta hablar ÉL...ESE HOMBRE!!! dice señalando al árabe S​euro que fue él. Yo le voto a él... él se llevará a más de nosotros. Todos... todos. Maldiciones! Malditos billetes, maldito momento que tuve frío y maldita ciudad!