Partida Rol por web

Likos se encontraba algo agotado mentalemente, pero aún así seguía vigoroso y molesto como siempre. Venía pateando una pequeña piedra desde que salieron del templo, pasándola por entre las piernas de sus compañeros. Se planta delante de Smendric.

"Uhhh ¡Esa ha sido buena ehhh!"

Pasa por su costado, barriendo la piedrecilla con su pie hasta llegar a la posición de Ulfgar.

"¡Wuoooo! Pero que torpón eres tapón ¿De verdad no la viste venir?"

Sigue su camino hasta donde se encuentra Khal y lo desafía con la mirada.

"Aquí se decide manitas ¿estás listo?"

Likos emprende su carrera hacia el elfo, quien ni siquiera le presta atención alguna. Evidentemente ya todos están acostumbrados a los arranques hiperactivos del joven bribón. Cuando el pícaro pone su primer pie dentro del radio de acción de Khal, este interpone rápidamente su pie, lo que hace que Likos trastabille y visite el suelo con su cara. Al levantarse nota que la piedra estaba a los pies de Khal.

"¡Muy bien manitas! Se nota que estás aprendiendo del mejor"

Likos se señala así mismo con los pulgares. De pronto, una saeta vuela cerca de Smendric. Luego otra, cerca de Lioquiles.

"¿Pero que joda es esta?"

Exclama Likos al ver como unas figuras les cierran el paso. Al ver los escudos amarillos y la aparición nada amigable de estos desconocidos, el bribón acota.

"Ahhh, pero ustedes son los del circo del pueblo ¿verdad? Si, su espectáculo es muy conocido en todo Freeport. Oye ¿cómo le haces para tener esas luces en las manos? Si tu me enseñas, yo te enseño a hacer malabares ¿Te parece?"

Camino pensativo camino a la posada, aunque la nueva ocurrencia de Likos me hace sonreir. Es igual que un niño pequeño, pero con un afilado estoque con el que es capaz de atravesar a cualquiera. Cuando parece que vamos a disfrutar de un trayecto tranquilo, veo por el rabillo del ojo una sombra sobre un tejado. Instintivamente, me echo hacia un lado y evito una saeta que pasa cerca de mi ojo. Cuando quiero darme cuenta, estamos rodeados por lo que parece un puñado de mercenarios a sueldo. Lo primero que me viene a la cabeza es la tripulación de Scarbelly, pero dudo mucho que contratasen a alguien para hacer el trabajo. Seguro que están deseando cortar nuestras cabezas ellos mismos.

Reacciono rápido y preparo mi ballesta para comenzar a defenderme.

- Dejadme a mi al hechicero, aunque un poco de ayuda con el del tejado no estaría mal.

La visita al templo resultó ser bastante infructífera, realmente no consiguieron adquirir demasiada información del posible paradero de Lucius. Los demás integrantes parecían poco informados y colaboradores en cuanto a la investigación de su hermano, y la imposibilidad de recirvirles del mandatario termino con la consecuencia esperada, no avanzan en absoluto.

"¡Maldita sea! ¿En que anda metido ese tal Lucius? Aquí nadie parece saber nada y ni siquiera intentan saberlo."

Piensa mientras espera, con Lioquiles, en la sala central el regreso de los demás.

Como una peculiar casualidad, todos los demás llegan desde distintos punto al mismo tiempo. Sus caras expresaban lo que mismo que se temía, nada útil obtuvieron de ese lugar. Aunque todos estaban meditando dubitativos en cual sería el camino a seguir, las gracias de Likos conseguían arrancar una sonrisa de donde solo había preocupación.

"Este chico, siempre encuentra la forma de relajar una situación tensa."

La decisión final era descansar por hoy, mañana será otro día. No había tanto que pensar sobre el camino pues la única pista evidente que les quedaba era, el barco de Scarbelly, como atajarlo es otro cantar.

El camino a la posada se torno tranquilo mientras charlan relajadamente y Likos se entretenía a su manera.

"Je, como me recuerda este chico al hijo del contramaestre. Cualquier cosa que encontrase por cubierta se convertía en su nuevo juguete. En alta mar no es como si hubiese muchos otros entretenimientos para un chico tan pequeño."

- Ten cuidado pequeño amigo, parece que te has tropezado con una piedra en tu camino. ¡Jajajaa!- Comenta acompañando de una sonora risa, algo que su garganta deseaba soltar desde hace tiempo. Extiende su mano para ayudar a incorporar a Likos cuando, sin previo aviso, varios virotes vuelan cerca haciendo que vea que están rodeados.

"¿Pero cuando...?"

Con un pequeño tirón, levanta a Likos acompañado con un salto por su parte y si prepara para el inminente combate.

- ¿Quienes sois y que queréis? - Grita a los recién llegados amenazante mientras sus manos se acercan disimuladamente al alcance de sus armas.

Luego de la batalla del bar, parece que Lioquiles se ha transformado en una especie de zombie el cual no encuentra consuelo por la muerte de su amiga, la semiorco. No ha aportado y digitado palabras desde ese suceso, incluso cuando el grupo retorna del templo en busca de información sobre Lucius. Sigue a sus compañeros en ese trance como si fuera un perro, pero parece estar atrapado en un trauma por la muerte de su compañera. Cuando la manada decide regresar del templo por una comida, de repente siente pasar muy cerca de su brazo derecho, lo que parece ser la caricia de una saeta proveniente de algun tejado. Luego como por arte de magia ve que son rodeados por un grupo de hombres en señal de amenaza. En ese instante Lioquiles reacciona de su sueño y cae en la realidad de descubrir que más alla de la misión que deben cumplir por una promesa hecha, también decide hacerlo en honor a su amiga Myrnn.

"No sentiré más lástima por mí mismo, te juro compañera que voy hacer valer tu nombre, aunque sea lo último que haga".

MUY BIEN, QUIENES SON Y QUE QUIEREN, HABLEN AHORA O ASIMILEN LA IDEA DE SALIR LASTIMADOS ESTA NOCHE!!!

Responde Lioquiles en un tono amenazador.

Los mercenarios hacen oidos sordos a las burlas del joven Liko, luego tras el pedido de identificación de Khal y Lioquiles, el jefe responde:

Sólo necesitan saber que se enfrentan a Los escudos amarillos, y lo que queremos es que mueran, todos y cada uno de ustedes, el porque, no es asunto vuestro, si no oponen resistencia les prometo que será una muerte rápida, de lo contrario sufriran.

Mmm por lo que veo, no se rendiran pacíficamente, muchachos ya saben que hacer, que no quede nadie vivo!  

Dicho esto ven como todos sus enemigos se alistan para atacarlos, el combate es inminente, nuevamente deben pelear por sus vidas.

De apoco se van dando cuenta porque dicen que Freeport es una ciudad tan peligrosa, al parecer detrás de cada esquina aguarda un nuevo peligro, esta vez ese son mercenarios que se hacen llamar "Los escudos amarillos", cual es el motivo de este ataque, aún no lo saben, sólo saben que ellos quieren muertos a los cinco miembros del grupo, resta saber si lograrán su cometido.

"Los escudos amarillos, los escudos amarillos" - "¿Vamos a morir a manos de unos niños exploradores que se divierten jugando a captura la bandera y pasan sus tardes pensando nombres ridículos para su grupo...también ridículo?"

Likos hace una mueca, mezcla de ingenio, burla y picardía.

"Pues, pues...No crean que van a salir victoriosos, porque ante ustedes tienen a los...pues...los..."

Se rasca la cabeza con su mano izquierda y sigue pensando.

"¡LOS BRAGUETAS ABIERTAS! Ey, ey, ey, espera. Que vi como tu mirada se desvió hacia allí abajo"

Dedica una sonrisa al hombre que hace unos segundos hizo la introducción de su banda.

"Verás. Nuestra banda se dedica a encontrarse en callejones estrechos con idiotas que no saben hacer otra cosa que quedar en ridículo ante los demás cuando dicen el nombre de su banda ¿Ves a aquel enano? Pues ni te digo en que lugares ha plantado su bandera"

Sabe que si todo sale mal, aquel rufián disfrutaría cortando su garganta. Pero hay algo más fuerte que él que lo incita a actuar como actúa, será el nerviosismo producto de la situación en la que se encuentran, la moral demasiado alta, los deseos de animar a sus compañeros o el simple el hecho de expresar su personalidad tal cual es.

Estaba riendose con las payasadas del joven bribon cuando de repente ve como les embioscan unos enemigos..

Quien os envía, si nos lo dices podras salir con vida de aquí... despues de una respuesta negativa Bueno tu lo has querido...

Empieza a hacer unos pases con las manos mientras reza a su dios con el simbolo en la mano... al final del rezo suelta unas palabras mientras sus manos y su simbolo brillan...

Moradin Domine, mitte aliquem ex tuis dedisti mihi, canis meus patria. VOCABO GROUNDOG

entonces en lo alto del tejado se abre un portal extradimensional y sale un perro brillante, el cual rapidamente se lanza en pos de su enemigo que tiene enfrente.

Con una rapidez no esperada del animal y pillando de improvisto al ballestero de lo alto del tejado, se pone en alcance y lanza un mordisco terrible en el brazo con el que sujeta la ballesta.

JAJAJA, eso te pasa por cobarde estando allí, diviertete con mi amigo, VAMOS GROUNDOG, REVIENTALE LA YUGULAR.

Bueno eso lo entetendra un poco.

Likos prepara su arco con la intención de ensartar a alguno de los matones que se plantaron delante de ellos, cortándoles el paso. Cuando está por soltar la flecha, una extraña luz surge desde el tejado, sobre su hombro derecho. El fulgurante destello hace que Likos entrecierre los ojos, por lo que pierde el enfoque y el disparo vuela lejos de su objetivo.

"¿Qué rayos canas? ¿Ya estás de nuevo con tus lucecitas?"

Luego ve de refilón como aquel brillo toma la forma de un furioso perro. El can sujeta por el brazo al ballestero apostado en el tejado, desgarrando ropas y carne por igual. Cuando escucha las risotadas del enano, Likos se da cuenta que fue una invocación del clérigo de Moradín.

"¡Magnífico tapón, magnífico! Pero ya verás cuando yo le rece a Olidamar...Omalidar...Bueno tu sabes a quien ¡Voy a lanzar lucecitas por las manos!"

Nos han sorprendido pero reaccionamos con rapidez. Parece que por fin empezamos a ser un grupo que actúa en conjunto. Tratamos de dialogar con los mercenarios, pero es evidente que ellos no tienen mucha intención de hacerlo. Sin perder tiempo, lanzo un virote contra el que parece su hechicero, pero se clava contra el suelo a bastante distancia del objetivo.

Ulfgar sorprende al hombre apostado en los techos, invocando un perro por medio de un conjuro, que aparece a pocos metros del mercenario atacándolo inmediatamente sin darle tiempo a reaccionar, el perro cierra sus mandíbulas sobre el brazo del hombre desgarrando la carne y provocándole una grave herida.

El hombre da un grito sorprendido y aterrado, toma su espada y se prepara para defender su vida.

Mientras tanto Likos toma rápidamente su arco, apunta y dispara, pero se distrae apunta mal por lo que su flecha vuela alto, demasiado alto, y pasa muy por encima de la cabeza de su enemigo.

Smendric hace lo mismo que Likos, pero sobre el hombre que parece un hechicero; lamentablemente su virote tiene el mismo destino que el de Likos, errar por mucho el blanco.
 

Otro misterioso enemigo se enfrenta a ellos, solo conocen como se hacen llamar, lo que no significa nada para ellos. Un enemigo más que pretende acabar con su vida, pero no se lo pondrán fácil.

- Si quieres nuestras vidas me parece que tendrás que sangrar intentándolo. - Responde antre las bravuconadas del enemigo.

"Acabamos de llegar y ya hemos hecho amigos."

Se lanza sobre el enemigo pero aunque su primera intención es atacar al jefe, dada la situación, solo conseguiría acabar rodeado.

"Tengo que evitar que me rodeen."

Avanza raudo y con rapidez desenfundando sus armas a medida que se acerca. Su superioridad le intimida ya que parecen fuertemente armados y duda entre cual atacar primero. Con esa duda en mente llega al punto de combate pero al ataque se encuentra con tan solo aire dejando la estocada en un grácil pero inútil ataque.

El comentario de su compañero Likos que causa gracia al guerreo y comienza a sentir ese sentimiento nato de lucha interna, y aunque sabe que sería más conveniente negociar con los extraños, en ese momento se alegra de entablar combate.

Bueno extraños, ustedes no quieren negociar y nosotros tampoco, mi espada hablara por mí entonces.

Dicho esto, Lioquiles carga con su espada bastarda contra uno de enemigos, el que se encuentra al lado del que parece ser un supuesto hechizero.

Lioquiles se mueve ágilmente, da tres grandes zancadas y llega hasta el mercenario que tiene la ballesta en sus manos, que junto con el hechicero les cierra la retaguardia. El guerrero se mueve rápido y su ataque es tremendamente certero y mortal, la espada bastarda vuela en un abanico ascendente que casi corta al mercenario en dos, su carne se abre en dos desde la ingle hasta el cuello provocándole una muerte instantánea.

Al ver esto el resto de los escudo amarrillos, no hacen más que redoblar sus esfuerzos para acabar con su trabajo.

El mercenario del tejado, con sus brazo seriamente lastimado por la mordida del animal, toma su espada y lanza una estocada contra el animal, que ahora lo mira desde unos pasos de distancia con sus ojos inyectados en sangre, sus fauces abiertas chorreando baba y mostrando sus dientes en señal de amenaza.

¿¡Maldito animal de donde has salido?! ¡Pedazo de bestia pagarás por esto!

La espada alanza al animal y le abre un tajo en el lomo del que inmediatamente comienza a manar un chorro de sangre, el perro lanza un aullido de dolor, al tiempo que afianza sus patas traseras en el piso preparándose para dar un salto sobre la garganta del su atacante.

El mercenario que ahora tiene a Khal frente a él no pierde el tiempo y ataca con todo lo que tiene al explorador, Khal por más que lo intenta nada puede hacer para evitar el ataque y la espada atraviesa sus defensas y le hace un feo tajo en el lado izquierdo del abdomen cortando sus delgada armadura de cuero, la sangre comienza a brotar por la herida tiñéndola de rojo.

Mientras tanto otro de los mercenarios corre hacia Likos y levanta su espada contra él, pero el escurridizo pícaro esquiva el ataque fácilmente.

El jefe grita una orden y se suma al ataque:

¡Acaben con ellos!

Acto seguido van sobre el enemigo más cercano, el elfo que lo atacó y que ahora acaba de ser herido por su hombre, va sobre Khal.

El jefe armado con un hacha de batalla, hace un movimiento circular con su arma en dirección a Khal quien ocupado como estaba luchando contra el mercenario que acababa de herirlo no logra evitar tampoco el ataque del jefe. El hacha de Rittoro, el jefe de los escudos amarillos, encuentra un espacio por donde pasar en el costado derecho del elfo y avanza, cortando piel, carne y costillas a su paso, la herida es muy grave y deja fuera de combate al elfo, quien cae al suelo toscamente, inconciente y moribundo.

Luego Rittoro, sin darle a Khal ninguna importancia les dice a sus hombres:

¡Vamos, acaben con ellos de una vez!, ¡¿o es que tengo que hacer todo yo?! ¡Nos pagaron por cinco gusanos muertos y eso es lo que entregaremos!

El hechicero acababa de ver como el guerrero partía en dos a su compañero, pero casi al mismo tiempo su jefe, hechaba por tierra a uno de ellos y los impulsaba a combatir con lo que Belko tomó fuerzas, dió un paso atrás y al tiempo que decía unas palabras juntó sus manos por medio de sus pulgares, con los demás dedos apuntando a Lioquiles. De repente una delgada cortina de llamas abrasadoras salió desde las yemas de sus dedos formando un abanico de fuego que barrió toda la zona donde ahora se encontraba Lioquiles y el mercenario muerto. Alcanzándo sus ropas y encendiéndolas.