Partida Rol por web

-¡Oh! ¡Parece que la magia de circo sí que le distrae! -exclamó Felsom, dando un repentino aplauso mientras reía con la emoción propia de un niño pequeño. Quien lo observara tan animado fácilmente podría pensar que padecía de algún tipo de problema mental-. ¡Veamos qué tal le sienta otro truquito!

El nigromante volvió a apuntar a Scarbelly con sus manos y efectuó un nuevo hechizo. Él no tenía remilgo alguno en emplear hechizos ofensivos contra el orco, pero sabía que podía darse el caso de que uno de sus conjuros acabase con la vida de Scarbelly y lo necesitaban vivo, por lo que el hechizo que efectuó en ese momento era un simple truco que no heriría de gravedad al capitán orco.

A pesar de que el capitán Scarbelly aparenta ser muy temido por los mercaderes y navegantes, para ustedes fue pan comido tenerlo arrinconado, el Orco tira su espada a un lado en son de rendimiento, levanta la mirada hacia Brennan quien tiene su lanza apuntalando en el cuello del capitán; -está bien, me tienen en sus manos… ciertamente esto no pasaría si tuviera a mi tripulación, pero por ahora ustedes han ganado-.

Se genero un silencio al momento en que todos los presentes escucharon aquellas palabras, un pirata Orco no se rendiría así de fácil, pero era lo que estaban escuchando en ese momento; poco a poco el ruido comenzó a incrementarse, las risas y voces se escuchan nuevamente, el golpeteo de las jarras contra las mesas y demás. -Ciertamente no estoy esperando al hermano Lucius, señor Elfo, no puedo mentir si digo que no lo he visto, ya que estuvo a bordo del Venganza Sangrienta hace aproximadamente cuatro años, recuerdo que una vez me invito una copa y me hizo un montón de preguntas sobre aquella época- el Orco se levanta sacudiendo sus ropas y reparando en el destrozo que tenia en su camisa, negando con la cabeza vuelve la mirada al grupo que se acercaba para seguir escuchando las palabras de aquel marino.

-Me pareció muy raro, el que me preguntara sobre su estancia en la embarcación, pareciera que no recordaba nada, ni siquiera la ridícula suma de dinero que me pago para poder viajar con nosotros, solo sentado, observándonos y tomando notas- ondeaba sus manos mientras volvía a poner en su sitio la mesa que había tirado antes, para luego tomar un asiento y descargar su cuerpo sobre este, -mis hombres lo encontraron extraño, pero el dinero era bueno, después de unos meses Lucius desembarco y esa fue la ultima vez que lo vi… hasta hace unos días-.

-Mi primer oficial me entregó esto hace poco-, el hombre busca en su bolsa de monedas y toma un trozo de papel, el cual despliega en la mesa y se los enseña:

“Capitán, mi nombre es Lucius y creo que usted me conoce. Me gustaría hablar con usted sobre el tiempo que pasé en su barco, ruego le diga a su primer oficial que me deje subir a bordo la próxima vez”

El Orco los observa por unos segundos y tuerce la boca, -si en realidad quieren saber de ese hombre, deberían preguntar en su templo, ellos deberían saber los movimientos de su gente-.

Felsom había estado desatado. Primero los dardos de luz, ahora otra maravilla de truco. Hektor estaba maravillado, como un niño que ve por primera vez un espectáculo de fuegos de artificio. 

Eso... ¡ha sido alucinante! -le quiso dar al mago unas palmadas en la espalda, aunque se contuvo en el último instante y en vez de eso hizo una pequeña reverencia. -Nunca había visto nada igual. Era tan... -el hechicero no podía encontrar palabras para expresar su estupor. -Tan... -finalmente se le fue el santo al cielo. 

Se encogió de hombros y se limitó a sonreír. Al fondo de la taberna, en medio del tumulto, la situación pareció volver a la normalidad. El orco entró en razón y comenzó a hablar. Y como Hektor adoraba las historias, se apresuró a sentarse en la recién recompuesta mesa y le hizo una seña al camarero para que les trajese otra ronda. ¿A cuenta de quien? De él no, desde luego. 

-Venganza Sangrienta... buen nombre para un animal de compañía. Durante un tiempo, creía haber visto a otra Gaellach ahí junto a ellos. No tenía claro si había sido fruto de su imaginación, pero le hacía ilusión que Saladino tuviera una compañera. Pensó que Venganza Sangrienta podría ser un buen nombre. -Soy Hektor, por cierto. -le tendió la mano al orco. Encantado de conocerle por fin, tiene usted estilo. Tanto al vestir como al perder.

Felsom sonríe maliciosamente al observar que el capitán Scarbelly se había rendido y que la situación había vuelto a normalizarse. Aun así, el nigromante decidió no quitarle el ojo de encima al orco, pues al fin y al cabo había demostrado ser un oponente aguerrido.

-El Venganza Sangrienta, ¿eh? Hay que reconocer que al menos tiene buen gusto para los nombres, ¡jijiji! -Felsom se rió mientras se rascaba la cabeza, como si hubiera sufrido un impulso para ello. Al escuchar el testimonio de Scarbelly sobre Lucius, el lanzador de conjuros se serenó un poco y se mesó su pequeña barba, pensativo. Era poco probable que Scarbelly pudiera serles de mucha ayuda, pero aún podían obtener de él cierta información valiosa-. ¿Qué tipo de preguntas le hizo el hermano Lucius hace cuatro años?

Y casi tan rápido como todo había empezado, terminó. Derribado por la magia de Felsam, y con su lanza apuntando a su pecho, el capitán se rindió con un sorprendente buen perder. Por un momento, Brennan y Gealach se mantuvieron tensos, esperando algún tipo de jugarreta, pero cuando Scarbelly recolocó la mesa y comenzó a hablarles de Lucius, hombre y loba se relajaron y se sentaron de nuevo en la mesa. Al fin y al cabo, ya tenían lo que habían ido a buscar.

-Gracias por la ayuda. –Dijo a los demás cuando se acercaron. Lo cierto era que no había contado con que intervinieran en un primer momento, pero probablemente le hubieran ahorrado a él o a Gealach algún corte. Especialmente Felsom, que con su ilusión y sus rayos había ayudado notablemente.

-Nunca había luchado con música que no fueran aullidos. –Añadió, mirando a Frenni con genuina sorpresa. –Pero tus acordes resultan agradables.

Mientras hablaba, el mago y el mendigo comenzaron a interrogar al pirata.

-Y aún más interesante que todo eso… -Intervino después de que sus compañeros iniciaran una ronda de preguntas al pirata orco. Aún veía algunas lagunas en esa historia-¿Cuánto tiempo viajó con vosotros… y a qué lugares viajasteis mientras os acompañaba? ¿Desembarcó de nuevo aquí, en Freeport, o en algún otro puerto?

 La pelea había sido un éxito para el grupo. Pero le debían parte de la victoria a la propia humildad de Scarbelly, que comprendía que no tenía sentido pelear contra aquel quinteto de viajeros. Como toda buena criatura que sabe poner su orgullo de lado, admitió la derrota y se dispuso a compartir información. El pequeño bardo aprecia esa clase de comportamiento; las personas cabeza-dura que cavan sus propias tumbas con sus acciones no emanan sabiduría.

 Frenni se sienta en la mesa de Scarbelly junto a sus compañeros, necesitando poner un tronco de madera sobre la silla para estar a la altura de los demás. Sonríe alagado ante las palabras de Brennan, que encontraba la música que hacia el bardo de lo más agradable.

- Gracias, mi buen amigo... pero un flautín no puede tocar acordes, heh heh... para eso me tendría que conseguir una mandolina.

 El gnomo deja que sus compañeros sean los que hagan las preguntas; mientras tanto él tomaba una cerveza más de las que había pedido Hektor. Necesitaba recuperar la voz luego de aquella sesión de canto.

Finalmente bajo mi arco cuando se logra mantener controlado a Scarbelly, así que ahora toca el escuchar lo que revela mientras analizo la situación. Siento que hay un nexo entre lo que recuerda Lucius y lo que vive, como si de alguna manera viviera a destiempo. Yo no conozco de magia, lo justo y necesario, así que podría ser el efecto de una... ¿Maldición? 

Quizás lo sea, pero no digo nada. Prefiero aguardar silencio mientras las preguntas de mis compañeros son respondidas. Hay puntos interesantes, demasiado como para dejarlos pasar. Y el hecho de ese patrón, como un amnesia, pero no creo que el asunto vaya por ahí. ¡Qué raro todo! 

El Orco tuerce la boca en señal de agrado hacia Hektor, no muchas personas reparaban en su vestimenta, o bueno, al menos nadie se lo mencionaba; el capitán vuelve la mirada hacia Felsom, -todo tipo de preguntas, como si el hombre no recordara nada de lo que hizo, que dónde habíamos ido, qué había hecho durante el viaje y cosas por el estilo, pero como lo dije antes, nunca bajó del barco y siempre estuvo escribiendo en su cuadernillo-.

El capitán levanta sus manos y mueve la cabeza, -realmente no puedo mencionar los lugares que frecuentamos señor elfo- dice observando a Brennan, -somos piratas y no revelamos nuestros movimientos, si puede entenderme… lo que puedo decir es que el viaje termino aquí nuevamente, desembarcó y solo supe de él hasta el momento en que llevó este mensaje-, dice señalando el trozo de papel.

-Lamento no ser de mucha ayuda, no siendo más, tengo que volver a mi embarcación- el Orco se retira mientras deja una bolsa con monedas en la barra, frente a Joline, -pagaré por los daños causados y por la siguiente ronda para las personas de allí- dice señalando al grupo de aventureros.

El testimonio del capitán Scarbelly no había sido tan útil como Felsom hubiera esperado, aunque al menos les había confirmado lo que ya sospechaban en un primer momento: el hermano Lucius no recordaba ni lo más mínimo sobre lo que había hecho durante los años en los que estuvo desaparecido.

-Bueeeeeno, pues supongo que ahora deberíamos dirigirnos al templo -sugirió el nigromante, respirando hondo-. Tal vez allí encontremos más información sobre lo que le sucedió a nuestro hombre, ¿no?

 El gnomito se tomó toda la cerveza: una jarra que bien igualaba el tamaño de su propia cabeza. Lo cual, obviamente daba como consecuencia que Frenni estuviese un tanto embriagado por semejante cantidad de alcohol. El hombre se paró, separándose de la mesa y dirigiéndose hacia la salida, tambaleándose cual borracho orgulloso y seguro de que la sugerencia de Felsom iba a ser aceptada por el resto del grupo.

- ¡N-nos vamos ^*hic* para el templo, entonces! Voy a _*hic* voy a ir a avisarle a Helena ^*hic*, que la hemos dejado plantada _*hic* a afuera a la pobrecita...

 A paso zigzageante pero seguro, Frenni se dirige a la puerta para encontrarse con la compañera faltante del grupo, la cual había elegido no entrar al bar para evitarse problemas.

-Nos es suficiente con esto, Scarbelly. –Se despidió Brennan del pirata orco, asintiendo a sus últimas palabras. Aún le desconcertaba un poco el carácter del capitán, pero no tenía sentido alargar aquello. –Suerte en alta mar.

-Y por última vez, tengo menos de elfo que tú de humano. –Masculló con fastidio al ver que insistía en referirse a él por la particular forma de sus orejas.

Después de que el pirata hubo dejado la posada, sus compañeros comenzaron a exhibir prisas por dirigirse al templo.

-No hay necesidad de apresurarse. –Contestó entonces Brennan a las palabras del mago. Girándose para encarar al gnomo, que ya parecía querer abandonar el lugar, además de revelar que una persona más parecía haberse unido al grupo mientras algunos estaban fuera. Poco le importaba, en realidad. Si Helena decidía arriesgar su vida, tampoco sería él quien se lo impidiera. Sin embargo, tenía algunas dudas acerca de cómo aceptaría la elfa esa incorporación contra su voto.

-Si Helena está fuera, dile que entre y se siente. –Añadió, no sin que una sonrisa lobuna aflorara en su rostro. -Que se tome mi parte de la ronda, ya he bebido suficiente. Así podremos hablar. Ir al templo después de que haya caído la noche sólo va a despertar sospechas innecesarias. Mejor ir por la mañana.

-Y decidme… No es que no lo agradezca, pero… ¿cómo habéis acabado todos aquí? –Preguntó, mientras esperaba a que Frenni regresara. Su mirada se fijó especialmente en Hektor y la elfa, a los que sonrió con cierta socarronería. –Creía que después de salir corriendo de su barco habríais ido a casa.

Mi rostro refleja cierta duda, es todo un misterio aquel hombre y la ironía de aquella situación es que estamos delante de algo que quizás se nos escapa al conocimiento. No obstante como no tengo demasiado que aportar, asiento a las palabras de mis compañeros y me acerco a ellos ya con el escudo en la espalda y la flecha en su carcaj. 

- Coincido con Brennan, mejor nos quedamos aquí y nos organizamos también. - digo y obvio lo de Helena. 

Ante la pregunta del elfo, una sonrisa llena de travesura se dibuja en mi rostro y desvío la mirada hacia Hektor. La habíamos jodido un poquito pero salió todo bien, al menos estamos enteros y eso es de destacar. 

- Nada, estábamos en el puerto. Explorando, viendo los movimientos y tratando de dar con el Señor aquí presente. - respondo y continúo. - ¿Cómo terminaste aquí? ¿Qué has estado descubriendo? - pregunto a Brennan. 

Hektor asintió ante las palabras de Brennan y llamó a gritos a Helena para que entrase con ellos. Respecto a la oferta de una ronda gratuita, no esperó a que el Druida le diera permiso y vació sin inmutarse la jarra de cerveza de Brennan en su gaznate. Oooff. Aquel brebaje se le había subido pero bien, y es que el hechicero no había cenado nada. No tenía la costumbre, ya que normalmente tenía que elegir entre comer y beber, y siempre, siempre, elegía lo último. 

- Yo creo... yo creo que el señor Orco nos ha dado bastantes cosas en las que pensar. -Estiró su espalda, cuello arriba y frente hacia el techo, levantó los brazos y los arqueó de la misma manera en la que los gatos se desperezan, y con sumo relajo se dejó caer sobre la pared que servía de apoyo para su banco. Los ojos se le cerraban y no podía hacer nada por remediarlo. Había sido un día muy largo. Además -no reprimió el bostezo que le cortó la frase. - los monjes deben de estar soñando con jóvenes y hermosas... jóvenes y hermosas dammmiiss.... 

Hektor nunca terminó aquello que quería decir, el sueño le venció primero. Estaba claro que alguien tendría que arrastrarlo a casa o intentar despertarlo para que fuera por su propio pie. A juzgar por sus sonoros ronquidos, solo quedaba una opción.

Brennan sonrió a las palabras de la elfa, y miró con sorpresa la forma en la que Hektor vaciaba su jarra como si fuese la última bebida en la tierra.

-Salí por el puerto para intentar descubrir dónde estaría el barco de Scarbelly. Os descubrí de lejos cuando llegasteis al barco, así que estuve observando… y luego, seguí al capitán hasta esta posada. -Contestó con tranquilidad a Elentirell, pero una sonrisa retadora se formó en su rostro cuando añadió. – Creía que era yo el que iba a llamar la atención, pero parece que… ¡Ay!

La mirada del hombre, con el ceño fruncido, se movió hasta el lado, allí donde Gealach le había mordido el brazo. La loba, satisfecha de sí misma, lo miraba con sus ojos ambarinos entrecerrados.

-Pero de todos modos… -Añadió Brennan, a regañadientes, y señaló al cuerpo tendido de Hektor. -Creo que será mejor terminar de hablar en casa. A este paso, vamos a tener que llevarlos a todos a rastras.

Al ver que Hektor cae dormido pongo los ojos en blanco, si es un poco especial pero se le puede querer con facilidad. Lo bueno es que Brennan responde a mis preguntas, aunque con la mordida de la loba incluida y una sonrisa bastante traviesa se dibuja en mi rostro, considerando que no sonrío ni por asomo ya es raro. Pero se lo había ganado la compañera de aquel elfo. 

- Parece que te tienen corto. - bromeo y continúo. - Ya sabes, cuando andas con él todo puede pasar. Pero al menos es divertido. 

Tras decir aquello, asiento a sus palabras y me incorporo de la mesa con la intención de salir. Lamento que la muchacha no se haya personado, así al menos podíamos establecer bases y condiciones de supervivencia. 

El tiempo transcurrió con el grupo en la taberna, Hektor desplomado sobre la mesa y los demás un poco más sobrios pero cansados por el ajetreo del día; por su parte Frenni quién fue en búsqueda de Helena, no la encontró por ninguna parte, a pesar de que dijo que estaría esperando en la plaza, el joven Gnomo volvió sin la nueva compañera y junto al resto del grupo volvieron a casa.

Tarde o temprano el grupo debería investigar el Templo del Dios del Conocimiento, aquel al que, por alguna razón, Scarbelly les indicaba que debían investigar, si el capitán Orco sabía algo, simplemente no lo había comentado en su historia. El edificio es bastante grande y muy visible desde muchos sitios de la ciudad, lo suficiente como para que se divise desde la casa de Lucius.

El sol hace aparición en el horizonte, los primeros rayos cálidos comienzan a entrar a través de los huecos en la madera del techo y algunos entre las ventanas, el grupo va despertando poco a poco y aun no hay señas de la guerrera.

Los primeros rayos de sol se colaron por los huecos de la madera para encontrarse con que Brennan ya estaba despierto. Más acostumbrado a la tranquilidad de la naturaleza que a la miríada de pequeños sonidos de la ciudad, el hombre había renunciado a volver a conciliar el sueño desde algo antes del alba. Sin embargo, en lugar de levantarse, permaneció donde estaba, acurrucado junto al cálido cuerpo de Gealach, hasta que finalmente las primeras voces en el exterior anuncian que también Freeport estaba despertando.

-Hey, hemos sobrevivido a la primera noche. –Bromeó, a modo de saludo de buenos días. –Eso suele ser un buen presagio.

Tras decir eso, se levantó, acompañado por un gruñido adormilado de la loba, y se dirigió hacia la cocina de Lucius, comenzando a abrir todo lo que encontró en busca de cualquier cosa que pudiera considerarse desayuno.

-Propongo comer algo antes de ir al templo. –Dijo, aun sacando cosas y colocándolas encima de la mesa. –Los monjes no madrugarán tanto. Por cierto, Frenni, la camarera parece que no da señales de vida. Yo ya intenté decirle que era una mala idea meterse en problemas…

Dudó un segundo mientras miraba de reojo al gnomo. Parecía que había cogido cariño a esa mujer, así que tal vez debería ser más suave.

-O puede que sólo le entrara el sueño. –Dijo con su mejor sonrisa, y luego empezó a masticar un trozo de pan seco.

 Frenni se despierta un poco más tarde que el resto de sus pares. Era un ser acostumbrado a parrandar durante la noche y despertarse tarde al oler el almuerzo. Se despereza mientras se incorpora en la cama de Lucius, la cual había proclamado suya el día anterior. Al acercarse a la cocina, agarra cualquier cosa que sea medianamente comestible y se la zampa sin muchos miramientos, víctima del hambre y de haber bebido más de lo que había comido (nunca buena idea irse a la cama con más líquido que comida en la panza).

- Comamos entonces... ¡Oh, Helena! Si, si, supongo que algo de razón tienes, compañero... pero también hay que pensar que nuestra compañera no quería ser vista por la gente del bar. Ella es una cara conocida por esas zonas, y ser encontrada solo lograría que su madre le reprendiese y no pudiese acompañarnos en nuestras próximas aventuras...

 El gnomo narraba con optimismo las excusas para que Helena se hubiese ausentado durante el enfrentamiento con Scarbelly; realmente no le gustaba pensar que aquella muchacha pasaba de la oportunidad de unirse a su grupo. Una pena que un fuego aventurero se apagase tan rápido.

- Ya van a ver, va a aparecer en cualquier momento...

Una silla junto a la ventana de la cocina había pasado desapercibida. Y no era de extrañar, ya que apenas se podía distinguir el mueble debajo de un montón de trapos sucios. Cuando Frenni se acercó a por un mendrugo de pan duro, aquel montón de harapos resopló violentamente, tanto, que la silla se volcó hacia atrás, tirando una cazuela por el suelo y armando un gran estruendo que rompió la calma mañanera. 

Aquel montón de trapos era, naturalmente, Hektor, que ahora rodaba por el suelo totalmente desorientado. En la caída, se golpeó el cogote con la esquina de la maltrecha puerta de la cocina. El hechicero soltó un aullido. Y levantando un dedo en el aire masculló. 

¡Y deje que le diga, muy señor mío, que esta hacienda es libre, que no brindaremos tributo y estamos bien dispuestos a ir a la guerra! Forajidos, bandidos, hombres de campo... todos...

Hektor se incorporó, confuso, frotándose la coronilla con dedicación. Todavía preguntándose dónde se encontraba y qué es lo que había pasado con aquel recaudador de impuestos que había venido a importunarlo montado en un unicornio de color violeta. 

Ese bribón me ha golpeado cuando estaba desprevenido, el muy farnaquete... Un pequeño chichón empezaba a asomar entre sus alborotadas greñas. En cuanto descubra el modo de anular su invisibilidad...

Felsom había dormido a pierna suelta, bastante cómodo y roncando tan fuerte que cualquiera hubiera pensado que se trataba de un señor mayor. Se despertó con un ligero bostezo escuchando la voz de Brennan.

-Sí, creo que deberíamos comer algo antes de acudir al templo -comentó el mago, dirigiendo una mirada de deseo hacias las prominentes orejas de Frenni-. Hablando de comer... ¿Dónde está la camarera?

Felsom no veía muchas posibilidades de dónde pudiera estar Helena. Una cosa era que no quisiera ser vista por la gente del bar y otra muy distinta que desapareciera sin dejar ni rastro. ¿Habría intentado acceder al templo por su cuenta y riesgo? ¿Tal vez alguien la había atacado o raptado? Desde luego era extraño que no se hubiera reunido con ellos en la casa.