Partida Rol por web

Tardíamente me he despertado ya que las voces de mis compañeros y el escandaloso de Hektor, logran que abra los ojos de repente en un sobresalto bastante alevoso. Aunque resultó ser sin caída, eso es lo bueno porque sino ya imagino las risas de mis compañeros por ello. No obstante mientras intento ubicarme en tiempo y lugar, escucho la sugerencia de Brennan que me parece muy buena y más que nada oportuna. 

- Pues, coincido con él. Comer, luego lo que quieran. - respondo. 

Y pongo los ojos en blanco cuando preguntan por el proyecto de aventurera que era la mesera, aunque no digo mucho más ya que sería entrar en conflicto y al parecer sola se ha ido por su cuenta o la pilló la madre de los cabellos para devolverla a su lugar. Eso sí, la situación del barbudo me da mucha risa, así que me acerco hasta quedar inclinada a su altura. 

- ¿No estás mayor para andar así? - pregunto en broma. 

Luego de buscar en la cocina de Lucius y no encontrar más que pan seco y duro y un concho de vino en una botella, el grupo decide salir de la vivienda en dirección al templo, tal vez allí les puedan brindar algo decente para desayunar.

Este templo es una estructura impresionante, con un armazón abovedado que mide más de un centenar de pies de altura, las grandes puertas de bronce están abiertas, dejando ver en su interior un atrio revestido de azulejos, las estatuas del Dios indican que esta sala es el centro de culto y adoración, pero las galerías superiores, revestidas de libros, llegan hasta el techo, cubierto con frescos; este lugar parece tanto una biblioteca como un templo, y las filas de silenciosos estudiantes trabajando en las galerías así lo atestiguan.

Mientras se encuentran observando esto, un hombre joven se les acerca, se presenta como Norton, un novicio del templo, -buenos días jóvenes viajeros, ¿en qué podemos ayudarles?-

Felsom observaba el templo en silencio, preguntándose cuánto saber acumularía aquel lugar. A él no le interesaban los libros de salmos, ni las crónicas escritas por los monjes, pero, ¿contendría también la biblioteca libros de magia, quizá grimorios de nigromancia que le permitieran mejorar en sus experimentos o hacerle más poderoso? Su intuición le decía que el hermano Lucius había encontrado en la biblioteca del templo algo que le había cambiado por completo.

El nigromante no veía con miedo la perspectiva de hallar lo mismo, sino lleno de una profunda curiosidad.

Cuando aquel hombre se les acercó, Felsom dio un par de pasos atrás, evitando en la medida de lo posible cualquier tipo de contacto con el novicio, como si le diera un enorme repelús. No dijo nada, esperando que fueran Brennan o Elentirell quienes respondieran al joven.

El despertar de aquella forma y con nada para degustar, de alguna manera me pone de malhumor. Pero así es la vida de los viajeros, no siempre se puede disfrutar de la buena vida. Por esa razón cuando nos encaminamos hacia el templo, tengo la esperanza de que podamos desayunar algo mientras intentamos averiguar un poco más sobre este monje y el misterio que circunda en torno al edificio. Es demasiado extraño, no me cierra nada de lo escuchado ayer tras la versión de Scarbelly. 

Ya cuando estamos frente a la puerta, es aquel novicio que nos recibe y Frelsom se aleja un poco. Por ello decido tomar la palabra mientras desvío la mirada hacia Brennan que se le da muy bien las conversaciones. 

—Buenos días, hemos venido a conversar un poco sobre Lucio —inicio el diálogo — ¿Sería tan amable de dejarnos pasar?

Intento ser educada, pero no es lo mío. 

Al llegar al templo, Brennan se entretuvo admirando el tamaño de sus salas, altas como árboles centenarios. Era sorprendente la necesidad de los seres mortales de construir cosas más grandes que ellos sin otro objetivo que dejar su impronta. Hubiera esperando más humildad del hogar del dios del conocimiento.

Se encontraba mirando a su alrededor cuando se dio cuenta de que un hombre se había acercado al grupo, y había comenzado una conversación. Sus ojos se encontraron con los de Elentirell, que parecían llamarlo con una muda súplica. Al parecer, a la elfa no le apetecía demasiado discutir con los monjes. Lentamente, asintió, y se acercó al resto.

-Como dice mi compañera, hemos venido a Freeport buscando a un hombre llamado Lucius. –Intervino, apoyando las palabras de la elfa, y se adelantó un momento hacia el novicio, permitiendo con un gesto que Gealach lo siguiera, curiosa. El hocico de la loba se movió mientras olfateaba el aire alrededor de Norton. –Según lo que sabemos, él era un integrante del templo. Nos gustaría hablar con él, si es que sabes dónde está.

Por su parte, iba a seguir el papel de una partida de búsqueda que habían hablado el día anterior. Pero era muy consciente de que, con los compañeros que tenía, cualquier plan podría evaporarse como la niebla bajo el sol de mediodía.

 Frenni sigue por detrás al grupo de viajeros. No quería arriesgarse a ser él el que tuviese que entablar la conversación inicial con los monjes del templo. Era importante para el grupo dar una buena primera impresión si querían que les dejasen merodear un poco por los alrededores. Había mucho libro que ver y mucho persona a la que preguntar, después de todo. Brennan y Elentirell tomaron la iniciativa de hablar, lo cual le sacó un peso de encima al gnomo.

 Después de todo, todavía le olía el aliento a cerveza. Y su actitud festiva y bonachona podría caer mal si esos monjes resultaban ser estrictos o tradicionalistas. Se quedó expectante de la respuesta del monje, asomándose un poco por detrás de la pieran de Elentirell.

Hektor entró el último al templo, boquiabierto ante la grandiosidad de su arquitectura y aquel ambiente de erudición. Aquel silencio. Jamás había estado en un sitio así, aquello era realmente impresionante. 

El hechicero se entretuvo acariciando con sus dedos el mármol blanco de las columnas, repasando con las yemas cada detalle esculpido en ellas. Se preguntó a qué sabría aquel mineral pero por fortuna se contuvo de lamerlo. 

Cuando llegó junto a Norton frunció el ceño, confuso. 

¿Lucius? - preguntó, extrañado. -¿No buscábamos a un tal Scarbelly?

Norton asiente con la cabeza y sin más indica con su mano que le sigan, este los conduce hasta el despacho del sumo sacerdote, que está en un nivel por debajo de la planta principal del templo; allí los conduce a ver a Milos, el ayudante de Thuron, un hombre delgado, con gafas de montura de cuerno; este a su vez interrumpe su camino levantando una mano.

-Me temo que esto va a resultar imposible- comenta negando con la cabeza, -el sumo sacerdote se encuentra tremendamente ocupado haciendo los preparativos para la inauguración del Faro de Drac, y no puede ser molestado de ninguna manera- Milos hace una seña a Norton para que se retire, este asiente con la cabeza, da media vuelta y vuelve por donde llegaron, a su vez, el hombre con lentes los conduce en una nueva dirección, -Sin embargo, no deben preocuparse; yo soy los ojos y los oídos de Thuron, aquí en el templo, así que pueden hacerme directamente a mí, todas las preguntas que tengan-.

 Frenni sigue con curiosidad a ese nuevo sujeto, que prometía saber todo lo que Thuron les pudiese decir. Era un muy buen asistente, si aquello era verdad. El gnomo, por su parte, intentaba limitarse a si mismo de hablar pues estaba seguro de que entre la resaca y su falta de escrúpulos iba a dejar mal parado al grupo. Pero se sentía un poco más confiado de que aquellos monjes no eran gente muy prejuiciosa u obsecuente si es que dejaban que un grupo de extraños merodease por su templo, por lo que hablar no sería una sentencia.

- Pues, caballero... venimos con la intención de investigar un poco sobre Lucius. Supongo que usted está al tanto de que era un miembro de su templo, y que actualmente su paradero es desconocido.

La apariencia del hombre llama muchísimo mi atención, pero no digo nada al respecto y cuando se dirige hacia nosotros suspiro por lo bajo. No me agrada cuando hay tanto misterio, cuando se le da tan vuelta para obtener información. Por suerte nuestro bardo querido es quien toma la palabra, cuestión que agradezco enormemente debido a falta de empatía y el poco relacionarme con la gente. 

Así que mientras observo el lugar, el apetito surge y no lo puedo evitar. 

—Podría contarnos sobre Lucius y ofrecernos un poco de té. ¿No?—pregunto, sin muchos modales. 

Luego desvío la mirada hacia mis compañeros y me encojo de hombros, la idea era comer algo en medio también. Soy una mujer que ahora necesita alimentarse y quizás satisfecha, pueda tener mejor humor. Es una posibilidad. 

Felsom no estaba nada acostumbrado a tratar con eruditos y religiosos, y sus dotes para socializar no eran precisamente las mejores, por lo que se limitó a seguir a Norton en silencio hasta que les llevó a ver a Milos, el ayudante del sumo sacerdote. El nigromante le observó de pies a cabeza, considerando cuáles podrían ser las partes más apetitosas del hombre, aunque este era demasiado delgado para su gusto.

-Los ojos... Siempre los ojos... -declaró, más alto de lo que hubiera querido, fijando su mirada en las extrañas gafas que tenía Milos. El hombre les indicó que iba a resultar imposible que hablaran con el sumo sacerdote, ya que este se hallaba ocupado realizando los preparativos de la inauguración del Faro de Drac, por lo que tendrían que conformarse con hablar con Milos. Se rascó la cabeza, asombrado de que fuera Frenni el que tomase la palabra y, sin saber si el gnomo habría convencido a Milos de comenzar a hablar, añadió-: Sabemos que el hermano Lucius sufrió un incidente hace algunos años, desapareció y que regresó hace tiempo para volver a desaparecer de nuevo. ¿Qué puede decirnos al respecto?

Durante un rato el grupo charló con aquel tal Milos que había salido al paso para impedir que el sumo sacerdote fuera molestado. Al parecer había algún tipo de inauguración que requería toda la atención de su eminencia, y responder las preguntas de un variopinto grupo de curiosos no estaba, desde luego, en la lista de prioridades del templo. 

Quizá Brennan, o Elentirell se sorprendiesen de que Hektor fuera capaz de mantenerse en silencio durante tanto rato. La sorpresa fue aún mayor cuando descubrieron que el hechicero, que iba a la zaga del grupo, había desaparecido. ¿Dónde se abría metido aquel insensato? 

En fin, sólo esperaban que no armase mucho alboroto. El templo era la pieza central de su investigación ahora mismo, no querían que un exabrupto de Hektor les cerrara aquellas puertas. 

En cuanto vio la oportunidad, Hektor se escabulló del resto del grupo. No es que no desease pasar más tiempo con ellos, simplemente podría decirse que se "distrajo" en medio de aquella fascinante arquitectura y rodeado de todos aquellos valiosos tomos, llenos sin duda de la sabiduría allí acumulada durante siglos. 

Cuando el novicio que se presentó como Milos comenzó a dar sus explicaciones, en el papel de guía y a la vez guardián del templo, Hektor aprovechó para quedarse rezagado y husmear por allí. 

¡Qué paz, qué armonía! Aquella espiritualidad, aquel ambiente solemne. Todo aquello fascinaba al joven hechicero, que se movía de aquí para allá instintivamente, sin hacer ruido e intentando no ser visto. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que si alguien le encontraba pajareando por allá, le echarían del templo con una patada en el trasero. 

-Mis compañeros dicen bien. -Intervino después de las palabras del resto, aún preguntándose qué habría tratado de decirles el hechicero con esa pista acerca de los ojos. Miró de nuevo a los ojos de Milos, sin encontrar en ellos nada excepcional. -Venimos de más allá de las islas buscando a un hombre llamado Lucius, y el camino ha sido largo. Lo cierto es que dejó algunas deudas hace un tiempo en otras costas, y nuestro patrón nos contrató para encontrarlo y saldarlas.

-Necesitaríamos saber todo lo que pueda contarnos sobre él. -Dijo, continuando con su coartada. -En la ciudad dicen que no lo han visto en días, por eso hemos venido. Decidnos, entonces, si está aquí, si cree que ha podido pasarle algo, si tenía problemas con alguien… tal vez no seamos los primeros en llegar hasta él queriendo cobrar, quién sabe.

Iba a terminar ahí sus palabras, cuando se percató de algo. Si realmente eran una partida contratada para buscar al hombre y recuperar el dinero que debía, lo lógico sería que cualquier opción de pago fuese buena. Y tal vez, con algo de suerte, el templo estuviera lo bastante apoderado como para soltar algo de oro para proteger su reputación.

-Además, apelo a su conciencia de gremio. Si un monje deja una deuda, todo su templo la deja, ¿no es verdad? Confío en que lo encontraremos, pero en cualquier caso, esperamos que el Dios del Conocimiento no evada las deudas de sus fieles. Sería una mala publicidad para esa inauguración.

Resultaba extraño que, a esas alturas de la conversación, el vagabundo no hubiera intervenido ya en la conversación para volverla aún más enrevesada. Tan extraño era que Brennan no pudo evitar girarse hacia él para encontrar… nada un templo vacío a sus espaldas.

-Hey, pequeña. -Susurró a la loba, mientras le acariciaba su pelaje. -Encuentra al hombre del hurón, el que huele a bodega y a hurón. Si hay problemas, llámame.

Probablemente el templo simplemente fuera un lugar pacífico donde trabajaba Lucius. Pero también cabía pensar que era precisamente algo que allí acechaba lo que lo había trastornado, por lo que prefería no correr riesgos. Y ese hombre había demostrado que era tan capaz solventando problemas como creándolos.

Milos escucha con atención a cada uno de los aventureros, mientras asiente con la cabeza a cada pregunta que le formulan, posa sus manos tras de su cuerpo, entrelazando sus dedos mientras les indica con la mano para que ingresen a una habitación; con un gesto llama a uno de los monjes, -Leopold, por favor trae algo de pan, queso, fruta y vino para nuestros invitados, por favor-. Ahora les indica que tomen asiento frente a una gran mesa de madera, la cual esta pulida en su totalidad, muy parecida a la madera de las estanterías que había en el sótano de Lucius.

-Lucius es un buen hermano y un excelente bibliotecario, no creo que tuviera problemas con laguna persona, aunque si cometió errores de juicio en el pasado, se mantuvo alejado del templo durante cuatro años y el año pasado regresó finalmente-, Milos camina poniéndose a la cabeza de la mesa, -ahora hace ya bastantes días que ha vuelto a desaparecer, no tengo la menor idea de dónde pueda estar- añade negando con la cabeza.

Levanta una mano con su dedo índice estirado, mientras lo menea como indicando sobre aquel comentario acerca de la deuda con el gremio, sin ser hostil en ningún momento, -me apena decirle, caballero, las deudas que pueda haber adquirido Lucius por fuera del templo son suyas completamente, teniendo en cuenta que para ese tiempo no hacía parte de este- Milos los observa cautelosamente mientras organiza sus lentes, -si puedo ayudarles en algo más pueden preguntar, si el caso es que no, los invito a que terminen sus alimentos y se retiren del templo, tenemos mucho trabajo por hacer- esboza una sonrisa y se retira, mientras que cuatro monjes quedan a su custodio, a la espera de su partida.

Realmente no encuentras nada de valor, o al menos algo que pueda ser interesante y que pueda servirte como rastro para buscar a Lucius, tampoco detectas nada mágico entre las estanterías, lo que si sientes es un ligero escalofrío que recorre tu espalda, algo en ese templo manejaba una vibra bastante pesada, aunque no sabías exactamente porqué.

Tu loba encuentra a Gaelach, por suerte se estaba reincorporando al grupo, tan solo se había quedado atrás reparando en algunas estanterías con libros y demás.

Caigo en la cuenta de la desaparición de Hektor porque cada tanto le echo un ojo encima, a veces ni sé porqué lo hago y la cuestión es que acierto en una sola cosa. No se encuentra allí y mis ojos se entrecierran brevemente con la intención de pensar en una posible ubicación. 

Y justo cuando estoy por seguir sus pasos, el Monje nos ofrece el pan junto al vino. La verdad es que me puede la necesidad de comer antes de perseguir al escurridizo barbudo. Sólo espero que halle alguna que otra respuesta porque aquí parecen no estar para la labor y es como hablar con una pared. 

—¿En qué estado se encontraba Lucius a su regreso? ¿Notó algo llamativo en él al regresar y antes de irse?—le pregunto. 

Aunque claramente decido tomar asiento en el lugar indicado y comienzo a degustar un poco el pan. 

Brennan escuchó la respuesta del monje, demasiado neutra para su gusto. Era como si no le importara en absoluto la desaparición de uno de sus seguidores. Algo que, en realidad, podría ser bastante probable. Los humanos no solían valorar el concepto de la manada. Y con ese pensamiento, se percató de que tanto Hektor como Gealach regresaban, tal vez atraídos por el olor de la comida.

-Gracias por la comida, es un detalle a agradecer. –Dijo Brennan, comenzando a dar cuenta de los alimentos que habían dejado frente a ellos. Pero, tras el primer mordisco al queso, se giró de nuevo hacia el monje que se disponía a irse.-Pero, antes de que se vaya... nos gustaría poder hablar con algunos otros miembros, los que trabajaran día a día con él para ver si podemos sacar algo de ello.

Mientras aguardaba a la respuesta, mordió de nuevo el queso, y luego tendió el trozo sin terminar hacia abajo para que Gealach pudiera alcanzarlo antes de hablar de nuevo.

-Ah y, además, visitar la parte del templo que él utilizara. Supongo que no habrá problema. Al fin y al cabo, también tendréis interés en que demos con él, ¿no es así?