Partida Rol por web

 Milos pidió que les trajesen comida y bebida al grupo, lo cual mostraba una amabilidad por parte del clero que Frenni agradecía profundamente. Pues necesitaba llenar su pequeño cuerpo con algo de comida apetitosa y no simplemente la comida de hace una semana que había en la casa de Lucius. El gnomo se sirvió un poco de vino (lo cual era extraño para un sujeto que se quejaba de tener una resaca importante) y se dispuso a comer unas manzana y algo de queso.

 Notaba, sin embargo, que la amabilidad del monje se disputaba con un deseo de que aquel grupo se fuese y dejase al clero en paz. El gnomo no sabía si ese deseo surgía de que, en efecto, los monjes tenían mucho trabajo... o porque no les gustaba tener a aquel grupo haciendo preguntas en su hogar.

- Se agradece la comida, Milos...

Milos le indicó a uno de los monjes que trajese un poco de comida para ellos. A Felsom no le agradaba el queso, ni la fruta y solo comía pan para acompañar una buena piza de carne, por lo que el nigromante dijo:

-Tomaré solo un vaso de vino -aclaró, con voz aceitosa, mientras tomaba asiento en torno a la gran mesa de madera. Una vez que Leopoldo le sirviera, Felsom daría un largo trago para refrescar el gaznate antes de volver a hablar, aunque no agarró alimento alguno-. Ha dicho usted que Lucius era un buen bibliotecario -Felsom se mojó los labios, pensando en la más que posible teoría de que Lucius hubiera dado con un libro de magia o tal vez de demonología que pudiese dar una explicación a su repentina ausencia durante varios años-. ¿Sabe si Lucius mostró interés en algún libro en especial antes de su repentina desaparición?

Antes de salir del lugar, Milos se volvió hacia el grupo para responder aquellas preguntas que nuevamente el grupo hacía en cuestión de Lucius, -ciertamente se le veía cada vez más pálido, ojeroso y taciturno, luego empezó a hacernos a todos preguntas muy extrañas; el propio sumo sacerdote se vio obligado a mantener una entrevista bastante seria con él, pero no consiguió hacerle cambiar de actitud-. El hombre cruza sus brazos en la parte posterior de su cuerpo.

-Me temo que no va a ser posible, la mayoría como lo indique anteriormente, están trabajando en los preparativos, y cualquier tipo de información sobre uno de nuestros monjes se trata directamente conmigo o el sumo sacerdote, si es el caso- lleva una de sus manos a la unión de la montura de sus gafas organizándola y añade, -y en su lugar de trabajo hay algunos temas y libros que no son accesibles al público, nuestros hermanos bibliotecarios los están examinando para evaluar su contenido, supongo que estarán disponibles el próximo año-.

Milos vuelve a cruzar sus manos detrás de su cuerpo y asiente ante las palabras de Frenni, y lleva la mirada hacia Felsom, -no que yo esté enterado, de cierta manera no he visto si quiera los textos y tomos que los bibliotecarios están examinando- el hombre se gira en dirección a la salida y añade, -espero queden satisfechos, y como mencioné anteriormente espero puedan permitirnos continuar con nuestro trabajo, retirándose del templo-.

Ante la respuesta de aquel monje, surge una más. 

—Más allá de que imagino, tienen una conducta intachable por su disciplina... Debo preguntar esto—digo y miro a los ojos a Milos—. ¿Consumía algo? No sé, alguna hierba o alguna bebida extraña. Algo que sea llamativo... 

Si no es el caso, entonces estamos ante un efecto mágico aunque no tengo idea de cómo es aquello. Quizás mis compañeros sepan un poco más del tema, pero la cuestión es que estamos dando vuelta en círculos con este asunto y ya sabemos que Lucius estaba raro, pero no han llegado a sacarle nada del motivo por el cual sus cambios, esas desapariciones. 

—¿Le ha llegado correspondencia últimamente?

Tal y como se fue, Hektor volvió. Silenciosamente, y recitando en voz alta, quizá demasiada para el silencio reinante en el templo, los diferentes tipos de narcóticos que conocía.

-¿Podría consumir palma de Nácar? ¿Quizá polvo naranja de Mishalar? No, espera, este clima es más bien apropiado para la hiedra trepadora de Sylos, un potente alucinógeno, aunque bien es verdad que en la parte sur, en la umbría, uno podría plantar hongos de Fungus con una facilidad pasmosa. -parecía encantado con el tema de conversación. ¡ahh, qué maravilla los Fungus! Toda una experiencia mística, un verdadero viaje por el cosmos. Se podría quedar uno flotando durante días y no querer volver nunca... -el hechicero se rascó la barbilla-. Quizá fuera eso lo que le ocurrió al bueno de Lucius. Quizá esté flotando ahí abajo. Al fin y al cabo, todos flotan.

Después de escuchar las respuestas de Milos, que resultaban sorprendentemente vagas teniendo en cuenta que venían de un sirviente de un dios del conocimiento, Brennan se dedicó a pensar qué más podía preguntar antes de que el hombre se fuera. Estaba a punto de hablar, cuando de pronto tanto Elentirell como Hektor se pusieron a hablar repentinamente acerca de drogas. Algunas que él conocía, y otras de las que nunca había escuchado.

-Sacerdote… antes de que nos vayamos de su templo, y además de las dudas de mis compañeros, creo que hay algo que ha dejado aún sin revelar. –Intervino Brennan, con el ceño ligeramente fruncido. –Dice que estuvo haciendo preguntas extrañas. Creo que estará de acuerdo en que saber qué tipo de preguntas hacía nos ayudará en nuestra búsqueda. Tanto como para irnos de aquí, si es su deseo, después de escucharlas.

Felsom se mordisqueaba las uñas, pensativo, mientras valoraba las posibles opciones que podían haber provocado ambas desapariciones de Lucius. Y tal y como lo veía, las únicas opciones que se le ocurrían eran el consumo de drogas o haber sido poseído por algún tipo de entidad.

-¿Qué tipo de preguntas extraña hacía? -inquirió, recordando que Scarbelly les había dicho algo muy similar-. Si usted no puede respondernos a eso... -El tono del nigromante adquirió entonces un tono más sombrío, y el hombre se llevó una mano al cinto, tomando su daga. Lejos de amenazar a Milos, comenzó a juguetar con ella entre los dedos, tomándola por la punta-. Me temo que nos tocará buscar por el templo al sumo sacerdote y no creo que usted quiera eso. Dijo que estaba muy ocupado, ¿no? Que unos aventureros le incordien con preguntas mientras realiza los preparativos le molestará y seguramente lo pagará con usted por no hacer su trabajo. Pero por suerte nada de eso es necesario mientras usted nos responda, claro...

 Sus compañeros seguían con el interrogatorio a ese hombre que hacía todo lo posible para que le dejasen libre. Quería irse por la puerta y las preguntas de los demás le retenían en aquel portal. Obligado por su propia hospitalidad a atender sus demandas (que, dado el contenido de las respuestas, no eran satisfechas del todo). Frenni, un muchacho cauto, eligió el silencio como una opción válida mientras los demás preguntaban. Un silencio que era acompañado con un poco de queso en la boca.

 Lo que le obligó a hablar, sin embargo, fueron las últimas palabras del nigromante. Felsom, a diferencia de los demás, avisaba a Milos que no contentar al grupo con buenas respuestas les llevaría a buscar al sumo sacerdote. Esperando que ese aviso pudiese provocar algún tipo de enojo del parte del sacerdote, el gnomo se apresuró a aclarar sus intenciones.

- Por supuesto, tampoco nos gustaría meternos donde no nos incumbe. Si la inauguración del Faro de Drac tiene muy ocupado a vuestro sumo sacerdote, es algo que tendríamos que respetar, ¿no, camaradas?

 El gnomo mira disimuládamente a Felsom, dejando entrevisto que el mensaje era para él. Sin embargo, a Frenni le puede la curiosidad y, sin seguir su propio consejo, se lanza a ofrecer sus servicios como bardo. Sacando su flautín de su mochila y mostrándolo como quien desvaina una espada nueva para alardear.

- Hablando de eso... ¿cómo será esa inauguración? ¿No les gustaría tener algo de música clerical para amenizar la ceremonia? Tengo algunas cantatas que serían una bendición para este faro. Soy un músico de renombre en mis tierras... y en todas las tierras que visitó.

El hombre se disponía a abrir la boca para responder a una de las preguntas formuladas, pero fue entonces cuando Felsom uso un ligero tono amenazante, que se contuvo, giro su cabeza levemente hacia el grupo y con su mano derecha organizo su montura, -siento un leve tono de amenaza en sus palabras, lamentablemente no puedo tolerar una actitud como esa en nuestro templo, me temo que deben retirarse en este mismo instante-, Milos levanta su mano y tira de una pequeña cuerda de cáñamo que se encuentra cerca del umbral, la cual hace sonar una campanilla. De los cuartos contiguos al salón en el que se encuentran, salen aproximadamente veinte monjes quienes los miran con cara de pocos amigos.

-He oído suficiente de ustedes- hace una señal a los monjes con sus manos, -acompáñenlos a la salida y asegúrense de que no vuelvan a entrar a este sagrado lugar-.

Felsom se había pasado de amenazante. Hektor entrecerró los ojos. Qué cerca había estado. Si tan solo hubiera estado un pizca menos agresivo y como tres pellizcos más amable, el hechicero estaba seguro de que el monje hubiera pasado por el aro. En fin, el mago había fallado, así que era su turno. 

-¡Ey! Espera, espera, espera - Hektor saltó hacia adelante con una sonrisa de oreja a oreja.- Coincido con usted, el mago es un loco, un tarado, un...¡un caníbal! Y preferiría tener que dormir un lechón a besos a quedarme a solas con él. Y... -dio un giro de ciento ochenta grados sobre sí mismo, con el brazo recto y el dedo índice apuntando hasta que se posó sobre Brennan. -Y ese de ahí, el fulano de la loba, ese es un estirado y no tiene el menor sentido del humor. Siguió girando sobre sí mismo, dejando que la ruleta que él mismo estaba representando cayese sobre algún otro compañero. -Y la elfa, ¡cuidado con ella! A menos que consigas que beba unas copas de más, te será imposible que te dé los buenos días siquiera. 

Finalmente se volvió hacia Milos. Pero el pequeñín y yo... ¡somos gente de los más normal! Y estamos deseosos de ayudar es esta festividad del Falo de Drrrag. Él amenizará con su música y yo... bueno yo, podría hacer algo como esto. 

Sacó de su bolsillo una sucia moneda de estaño que lanzó al aire. Cuando el metal volvió a posarse en su mano, lucía resplandeciente y bailaba con vida propia sobre los nudillos de Héktor*. 

Se quedó un momento ensimismado con su propio truco hasta que la moneda cayó al suelo y retomó su apariencia habitual. Aprovechó el hechicero a realizar una solemne reverencia y recuperar con disimulo aquello que era suyo. Volvió a mirar al novicio, de una forma completamente magnética**. 

Para nosotros sería un verdadero honor poder participar en una festividad así, y gustosamente trabajaremos para vosotros ofreciendo un espectáculo que jamás olvidaréis. Además, ¡os haremos precio amigo!

El Monje es bastante analítico y las preguntas eran demasiado directas, esto refleja su poca predisposición para hablar respondiendo a los interrogantes ofrecidos. Así que mi ceño se frunce cuando acusa a Frelsom de ser un poco agresivo, lo cual siento y mi instinto me lo dice a gritos, que hay gato encerrado. Pero bueno entre las sugerencias musicales de Frenni y Hektor que no sé en verdad lo que hace, solo me incorporo mientras lo dejo hacer. 

Seguramente terminemos fuera y espero que este pueda sacarle información porque sino ni idea. 

—Disculpe, no era la intención molestarlo. Gracias por la comida. 

Y no digo nada más, solo espero a que lo de Hektor surta efecto. 

Felsom sabía que ya no obtendrían nada de parte de Milos. Había resultado demasiado amenazante para el religioso y con razón. Aunque creía que de todos modos no iban a obtener más información, desde luego Milos ya no se mostraría colaborador en lo más mínimo.

-¿Un leve tono de amenaza? -El nigromante abrió los ojos, desorbitados, mirando a Milos-. ¿Lo dice por la daga? ¡Oh, no, señor! ¡No pretendo amenazarle! Me gusta jugar con ella, ¿no lo ve? -Guardó la daga de nuevo en su funda. La llegada de los monjes hizo que Felsom intentase su último ardid. De haber estado solo o con unos compañeros tan caóticos como él, lo más probable es que hubiera lanzado un hechizo contra alguno de los monjes. Pero imaginaba que sus compañeros no lo aprobarían, por lo que siguió optando por la vía diplomática pasiva-agresiva-. ¡Sepan todos que, si el hermano Lucius regresa, serán todos igual de responsables de haber dificultado esta investigación por traerle de vuelta! ¡Milos oculta información sobre vuestro compañero al no dejarnos conversar con el sumo sacerdote!

Con una risita, Felsom levantó ambas manos como señal de rendición. No opondría resistencia a que le sacaran del templo. Ya había dicho todo lo que quería decir a los monjes, aunque sentía que no haber podido llegar hasta el sumo sacerdote había sido un fracaso por su parte.

 El intento de Frenni de relajar las tensiones luego de la cuasi-amenaza de Felsom cayeron en oídos sordos. Milos les pedía que se retirasen inmediatamente ante tal ofensa e incluso llamó a unos veinte monjes para dejar en claro que la hospitalidad de los feligreses había quedado atrás. El joven gnomo se estaba a punto de dar por vencido, ofuscado por no poder tocar en semejante ceremonia, hasta que Hektor tomó la batuta y quizó jugar una última carta antes de retirarse de la mesa. Intentando asegurarles a los monjes que no gozar de sus servicios sería una gran error.

 A Frenni se le posó una sonrisa amplia en la cara, aferrándose a su flautín y posicionándolo en su cara. Solo que esta vez, a diferencia de el soplido usual que el gnomo depositaba en su instrumento, una ráfaga colorida salió de su boca e inundó al flautín. Provocando un extraño aura de color celeste alrededor del instrumento que deba indicios de que algo diferente iba a pasar en esta serenata del gnomo*.

Caballeros... permítanme mostrarle de lo que se están perdiendo...

 Sin más, mientras Hektor hacia sus trucos de magia, Frenni se puso a tocar una rápida y frenética badinage; una danza rápida, breve y viva. Pero lo más extraño era que no parecía ser solamente el sonido de un flautin solitario. Había algo más en el aire, que inundaba el sonido de los presentes.

 Aquella agitada melodía de flautín era acompañada por unos lejanos violines que volaban por los techos de la habitación y un bajo violento y potente que hacía temblar el suelo. Era toda una ilusión creada por un pequeño ser que tenía más aire en los pulmones del que le parecía físicamente posible. Tocaba con vehemencia y vigor, y aquellos instrumentos fantasmagóricos que se escuchaban pero no estaban seguían al flautín con diligencia. Creando una música viva, hermosa y espectral.

 Un espectáculo ilusorio propio de un bardo habilidoso.

Brennan, que estaba ya a punto de irse después de ver cómo las amenazas de algunos de sus compañeros hacían que el sacerdote cambiara radicalmente de humor para con ellos, e hiciera que no pocos monjes con aspecto no tan… estudioso los rodearan.

Lo cierto es que no esperaba otra salida que ser expulsados a empujones después de aquella exhibición que parecía completamente fuera de lugar en el solemne interior del templo. Sin embargo, no era la primera vez que alguno de los demás miembros del particular grupo lo sorprendía.

-¿Tú crees que esto es normal? –Susurró a Elentirell, mirando de reojo el espectáculo al que acababa de sumarse el músico. Tal vez en otro momento Gealach hubiera intervenido, pero en ese momento la loba parecía tan sorprendida como su compañero.

Milos cerró los ojos y suspiró cansado, -¡SUFICIENTE!- sus palabras retumbaron en todo el templo, los hacedores de magia presentes sabían que se trataba de uno de los hechizos mas sencillos pero esas palabras lograron detener la música de Frenni y disipar cualquier indicio de magia que el grupo estaba intentando crear para sonsacar aún más información de aquel hombre.

-Caballeros, y señorita, les ruego el favor por última vez, que se retiren del templo, la siguiente no será una petición y creo que tienen familias los cuales les echaran de menos…- se detuvo antes de salir de la habitación y añade a sus palabras, -y sí, tómenlo como una amenaza, ya me hartaron con su presencia-, Milos desaparece atravesando el umbral de la puerta, mientras que los monjes los miran con seriedad señalando la salida.

Felsom sabía que no podían hacer mucho más. Forzar más la situación solo degeneraría en que terminarían enfrentándose a los monjes y correría la sangre. Teniendo en cuenta que había sido un religioso quien les había contratado para dar con el paradero de Lucius, no era ni mucho menos la mejor opción. Debían hacer caso a Milos y abandonar aquel templo cuanto antes. No obtendrían nada útil allí.

-¡Vamos! -se aproximó a Frenni, agarrándolo de un brazo y tironeando de él como si fuera un padre con su hijo pequeño-. Se acabaron las canciones por hoy -aseguró, marchándose rápidamente hacia la salida.

—Esconden demasiado, pero la verdad les dará una bonita bofetada—asevero y sonrío—. A nosotros no nos influye en nada, eso sí... Llegan estar metidos más de la cuenta, no quiero lloriqueos. 

Luego de la advertencia simplemente comienzo a alejarme del monje mientras hago una grácil reverencia, dejando en claro que esto no quedará así. No obstante desvío la mirada hacia Felsom que se está llevando al pequeño, con su música intentó hacer algo pero esta gente lo que menos tiene es alma. 

—Si te sirve de consuelo, Frenni. A mi me gustó. 

Brennan se había agachado ya junto a Gealach para evitar que el animal reaccionara hostilmente al grito del sacerdote. En su lugar, sujetó al animal de la piel de detrás del cuello, mientras se acercaba a su morro para susurrarle.

-Tranquila, pequeña, ahora nos iremos. –Dijo, haciendo un gesto con la cabeza hacia Milos.-Pero quiero que recuerdes el olor de ese hombre. Recuérdalo, Gealach.

Levantándose, vio cómo el clérigo abandonaba la sala, y con un ligero encogimiento de hombros, comenzó a caminar hacia la salida tras los demás. Confiaba en que ninguno sería tan inconsciente como para tensar más una cuerda que ya estaba rota. Salvo, quizás, Hektor. Pero incluso si lo hacía, los monjes probablemente se limitaran a darle una paliza. Puede que incluso fuese didáctica para el mendigo.

-La próxima vez que haya que hablar con alguien… intentad que las amenazas sean sólo si estamos en posición de ganar una pelea. –Comentó el hombre, rascándose el mentón, mientras salían del templo. No había en su voz demasiado reproche, más allá de un cierto fastidio, ni ironía. Simplemente hablaba claro.

–A menos que nos colemos, va a ser complicado saber más de esas preguntas que hacía ese tipo, y no sé si es buena idea armar más alboroto en el templo. –Continuó, una vez estuvieron ya fuera de los muros. -Pero tal vez esa celebración en la que están trabajando… creo que deberíamos asistir. Discretamente.

Hektor levantó las manos en señal de no querer meterse en problemas. 

-Está bien, está bien -decía mientras los monjes les dirigían hacia la salida, -nos iremos con la música a otra parte. Le guiñó un ojo a Freni. -Con viento fresco, a hacer puñetas nos iremos. A freír monas, espárragos, nos pondremos de patitas en la calle. Todavía seguía dándole vueltas, incluso fuera ya del templo. Al cuerno, al carajo, a tomar por el mismísimo culo, al garete. Se calló cuando se dio cuenta de que llevaba un tiempo hablando solo. A hacer gárgaras, a...

Se rascó la perilla, pensativo. Creo que ya no hay más formas de decirlo. En fin, han sido bastante claros.

Negó enérgicamente con la cabeza cuando Brennan terminó de hablar. Ummm... puede que me equivoque, pero me ha dado la sensación de que no querrían vernos más por aquí. Asistir a la apertura del falo cósmico puede ser el paso correcto, sí señor, pero hacerlos ataviados de esta manera... Héktor se miró a la punta de los pies y recorrió con sus cristalinos ojos su atuendo de abajo a arriba. Llamaríamos demasiado la atención. ¡Lo mejor será disfrazarse, vestirse como ellos! ¿Los habéis visto? ¡Son todos idénticos! ¡Seguro que si logramos pergeñarnos unas túnicas como las suyas pasaremos completamente desapercibidos!

 La presentación fue de todo menos conmovedora. A los monjes, cuyo alto conocimiento en magia y hechicería les hacían tener un gusto muy elevado, no les cautivó en absoluto la música encantadora de la que Frenni hacia gala, como si no fueran más que trucos baratos de un bardo de segunda categoría. Milos desbarató con una simple palabra todo su espectáculo y mandó al grupo a retirarse del templo, visiblemente ofendidos por las amenazas y los consecuentes intentos de engatusar al clero. Fue todo en vano. Un espectáculo echado a perder.

 Mientras el gnomo era retirado a las arrastradas por el caníbal, su expresión de angustia interna se hacia cada vez más visible. Casi en todo momento, sus alegres cánticos y su poderosa prosa habían sido apreciadas y aplaudidas en donde fuera que el bardo pusiera su pie. Pero había esas extrañas ocasiones en las que no lograba encantar a sus pares con su vasto repertorio musical y poético. Donde, en vez de provocar goce y alegría, irritaba y ofuscaba a los presentes.

 Y Frenni nunca fue muy bueno lidiando con aquellas situaciones. Era el producto de tener un ego tan inflado para una criatura tan pequeña. Una vez fuera del templo, el artista herido no pudo evitar derramar algunas lágrimas, con la mirada en el suelo y las orejas bajas.

_*sniff* ^*sniff*... ¿p-por qué no les gustó?