Partida Rol por web

Elentirell había decidido seguir explorando, tranquila al sentir que no hay peligro cerca, al menos sus orejas de Elfa no le habían alertado de sonidos o algo que pudiera indicar que alguien más fuera en su búsqueda, ahora la Pícara tenía dos opciones abrir la puerta que tiene al Este o continuar por el pasadizo que los llevó hasta este cuarto.

Decidida a explorar un poco más, aunque sorprendida porque Felsom al final no la acompaña y sin importarle demasiado el asunto, continuo caminando por aquel sendero bastante oscuro con tal de seguir la línea recta de ese pasadizo. 

¿Que habrá más adelante? De momento está todo tranquilo, aunque me encanta el riesgo. 

 La idea del grupo era la de sacar los cofres de aquel túnel para poder quedarse con los tesoros. Y abandonar aquel lugar lo antes posibles también estaba en la mente de la mayoría de los miembros; salvo algunos que todavía tenían los ánimos altos para seguir explorando. Frenni, por su parte, estaba preocupado por el estado de la camarera, que no parecía parar de sangrar o estabilizarse. Y encima las palabras del harapiento brujo no ayudaban a tranquilizar al bardo.

- ¡¿Morir?! Oh por todos los dioses...

 Haciendo el mayor esfuerzo posible, el gnomo ayudó lo más que pudo a su compañero para cargar con la camarera.

Felsom trató de levantar el cofre con ayuda de Brennan, pero este era mucho más pesado de lo que hubiera imaginado en un primer momento y, desde luego, costoso de cargar. El nigromante nunca había sido muy fuerte, dotado con unos bracillos de lo más escuálidos y unas piernas que podrían rivalizar con las de un ave, por lo que fue prácticamente imposible que moviera el cofre.

-¡Uff! ¡En situaciones como estas es cuando echas de menos un bárbaro en el grupo! -exclamó el caníbal, dando un ligero suspiro y pasándose una mano por la frente, perlada de sudor.

Mientras la elfa se dirigía a explorar las cercanías para asegurar la situación, Brennan se inclinó hasta el cofre que parecía más lleno, y lo agarró con fuerza para levantarlo, provocando un fuerte crujido de sus brazos cuando el peso de la madera reforzada venció en el pulso a sus articulaciones. Ni siquiera la ayuda de Felsom hizo que pudieran levantarlo.

-Maldita sea… -Gruñó, mientras soltaba el cofre y se masajeaba el codo. Lo último que esperaba era que un baúl lleno de monedas le hiciera más daño que los hombres lagarto. -Esto pesa más de lo que esperaba.

Desvió hacia un lateral, a tiempo de ver cómo Frenni también parecía incapaz de mover a la inconsciente Helena. Y estaba seguro de que el mediano preferiría sacar a la camarera que al dinero sin discusión posible. De modo que, suspirando, se acercó a ellos y puso la mano sobre el pecho de la mujer, murmurando extrañas palabras que sonaban como el viento entre las hojas y que hicieron que un fugaz resplandor verdoso surgiera entre sus dedos para desaparecer dentro de la mujer.

-El sangrado debería haber parado ya. -Dijo al bardo. -Despiértala y que nos ayude con esto.

Después, se acercó de nuevo al nigromante, mientras miraba el cofre con atención.

-Si no podemos levantarlo… podremos empujarlo, ¿no? -Propuso, mientras se inclinaba para apoyar sus dos manos sobre un lateral. -¿O alguien tiene un saco para meter estas monedas?

Decides volver al pasaje por el cual habían llegado hasta el cuarto de los cofres, este camino seguía serpenteante hacia el norte, poco a poco avanzas sin problema gracias a tu visión en las sombras; luego de unos segundos te encuentras frente a una enorme e irregular caverna que se abre ante ti; es muy diferente a las demás salas que has visto hasta ahora en este complejo, ya que parece mucho más vieja y primitiva. A pesar de su contorno, calculas que debe medir unos cuarenta por cincuenta pies y está llena de huesos, desperdicios e inmundicias tiradas por todas partes; puedes oír un constante chapoteo en la esquina noroeste, donde se puede notar una oscura extensión de agua.

Parece ser un estanque de aguas negruzcas, a parte de esto no ves ni escuchas nada que pueda llamar la atención.

Gracias a la oportuna ayuda del Druida, la camarera ya no se desangraría, aunque no es lo suficiente como para que la mujer se ponga en pie, esta abre los ojos poco a poco y los mira asustada, se hace hacia atrás con dificultad, llevándose ambas manos al vientre; tarda un momento en reconocerlos y se calma un poco.

El camino me conduce hacia un lugar oscuro, bastante antiguo y lleno de huesos. Lo cual me lleva a pensar que han sido varios los aventureros que tuvieron la osadía de meterse aquí y sin la misma suerte con la que contamos nosotros. Con la mirada comienzo a revisar cada detalle de aquel sector por si encuentro algo importante o que llame mi atención. 

No obstante si no veo más que aquella extensión de agua voy regresando con mis pasos hacia el punto de inicio para escoger el extremo opuesto de aquel lugar. 

Felsom observó cómo Brennan había curado a la guerrera. Al menos ahora Helena no se desangraría, aunque el trío de aventureros aún tenía que arrastrar los cofres si querían sacarlos de allí. Y para colmo, Elentirell no había regresado por el momento, lo que podía significar que se había metido en problemas o que había descubierto algo importante.

-¡Eh, Helena! ¿Nos echas unas manos con los cofres, muchacha? -le preguntó el nigromante, con cierto cansancio-. Estoy seguro de que tienes más fuerza que yo...

Tus agudos sentidos te encaminan a una de las paredes de roca de la caverna hacia el este, pones tus manos sobre la fría piedra y como si estuvieras acariciándola, la recorres hasta llegar a un trozo de madera, el cual empujas presionándolo, este se mete entre la pared de roca y un crujido abre un pasadizo, el cual deja pasar una corriente de aire hacia el lugar en el que te encuentras; tras pasar por el túnel te encuentras con el brillante fulgor de unas antorchas, cuando tus ojos se acostumbran a la luz, puedes ver que has llegado a lo que sería el corazón mismo del templo.

Ahora te encuentras en un enorme salón de unos cuarenta pies de longitud, por otros treinta y cinco pies de anchura, flanqueado por seis grandes columnas; cada columna parece tener una serpiente gigante enroscada en esta, y ese mismo motivo puede verse también representado en los frescos de las paredes; al final del salón se alza un enorme altar, en el que hay inscrito un extraño símbolo amarillo; sobre el altar reposa la estatua sentada de un ser monstruoso, mitad hombre, mitad reptil, probablemente sea una imagen del propio innombrable.

Te quedas quieta por unos segundos y sientes la presencia de algo, giras levemente tu rostro y te percatas de dos figuras vestidas con túnicas oscuras, que acechan junto a las columnas más lejanas, con ballestas cargadas y apuntando hacia ti; tras el altar se dibuja una silueta de un hombre de pequeña estatura, con una túnica negra y una capucha que le cubre el rostro, este adelanta un par de pasos, se quita la capucha y ves las características gafas de montura de cuerno, no era otra persona que Milos, el hombre sonríe al verte.

-Son los primeros extranjeros que jamás hayan entrado en el templo del innombrable, su hazaña merece una felicitación, pero también será su perdición- da una mirada alrededor acomodando sus lentes para luego cruzarse de brazos, -y dime, ¿dónde está el resto de tus compañeros?, no puedo empezar la fiesta solo contigo-.

Está claro que mi curiosidad me impulsa a recorrer cada rincón de esta mazmorra porque al fin de cuentas sé que debe estar llena de escondites y como buena ladrona, me los conozco los suficientes como para saber que tocar, o que paso dar. Aunque claro, el hecho de ir sola siempre puede ser un problema. 

Por ello una vez ese click me dió el acceso y el recibimiento fue bastante inesperado, considerando que no habría imaginado que estos monjes estén allí ocultos detrás de una horda de esqueletos. Esto significa que entre ellos hay un nigromante. 

—Caballeros—digo con una sonrisa y una reverencia—. Una tiene sus habilidades, como imagino que uno de ustedes le gusta jugar con la vida y la muerte. ¿Verdad? 

La pregunta tiene su retórica y mientras me mantengo quieta, a sabiendas de que me apuntan con ballestas, mantengo la actitud rebosante de firmeza. 

—Puedes ir a buscarlos. ¿Preparas algún sacrificio? ¿Dónde está Lucio? 

Por más que Helena intentara ayudar, sus fuerzas no estaban del todo recuperadas, a duras penas lograba mantenerse en pie, apoyando su mano contra una de las paredes, pensando en un menor esfuerzo, deciden intentar empujar los cofres; por otra parte, no hay señales de su compañera, quizá haya encontrado un camino extenso o más problemas. Hektor ni por más que lo intentaba lograba mover si quiera un milímetro uno de los cofres, el peso del metal lo hacía casi imposible, al menos para él, pasando el antebrazo por su frente para secar el sudor, niega con la cabeza mirando con desamino al resto del grupo.

 Frenni, desanimado de ver a Helena en aquel estado, intenta distraerse un poco intentando ayudar en cambio con la tarea de llevar los cofres. Quizá en eso podría ayudar, incluso si su tamaño hacía pensar lo contrario.

El hombre enarca una ceja y te mira fijamente, observando aquellos ademanes tan modestos y de fina etiqueta, -son muchas preguntas para una persona que no ha sido invitada a nuestro recinto, como también es demasiada etiqueta para una rufiana como tu- el cultista pone sus manos sobre un libro que reposa en el altar, pasa algunas páginas mientras sonríe a la vez que niega con la cabeza, -nunca entenderé por qué están tan interesados en ese bibliotecario- levanta la mirada, observándote por encima de sus lentes, -es un ser insignificante en el orden global de las cosas; sin embargo- dice levantando un dedo y moviéndose a un costado del altar, -he de confesar que me divierte que vayan a morir por él-.

-Ah, por cierto, no soy tan ruin como para asesinarte en desventaja, les daré la oportunidad de que peleen por su vida, tus amigos no demoran en ser traídos aquí-.

Cuando Felsom y Frenni se disponían con gran actitud a empujar los cofres, suenan las puertas del lado este de la habitación, abriéndose abruptamente y tras de estas aparecen dos hombres serpiente apuntando con ballestas, segundos después aparecen otros dos igualmente armados con ballestas a través del pasillo por el cual el grupo había ingresado, por último, pasando a través de los hombres serpiente que ingresaron por la puerta, ingresa un hombre serpiente vestido con túnica el cual porta una lanza muy llamativa, este señala hacia la puerta y en un lenguaje serpentino se dirige a ustedes.

-Ez mejor que mantengan zuz armaz en zu lugar, loz invito a zeguir al templo donde zu compañera loz espera… realmente no tienen otra opzion-.

—Soy una mujer curiosa—dijo con cierto tono irónico—. No sea grosero, que después me acordaré de esto cuando esté agonizando en el suelo. 

Si, no me falta coraje para decir aquellas cosas y confío en el grupo que conformamos. Más allá de la sorpresa inicial, el viejo se niega a revelar algunas cuestiones, así que pincho un poquito más. 

—Cuéntame sobre Lucio, anda. Tenemos tiempo hasta que aparezcan... Además me gustaría saber si está vivo, es uno de tus proyectos de muertos caminando o lo tienes encerrado por ahí. Dime, si total voy a morir. ¿No?

A ver que dice, me interesa y es una forma de hacer tiempo. 

Milos sonríe mientras vuelve hacia el altar, -en eso último tienes mucha razón, así que…- se inclina un poco y ves como arrastra algo, al momento de estar en tu visual, puedes ver que se trata de una persona, la que parece estar inconsciente, -aquí está Lucius, sería un mal anfitrión si no diera una buena impresión a los, no invitados en este caso-. Con una pierna lo empuja haciéndolo a un lado, -es una lástima que no haya podido obtener mucho más de esta pila de carne-.