Partida Rol por web

—¿Tú comerme de otras formas? ¿Estás seguro de que te da el cuero?—pregunto con sorna y un tinte de burla, luego desvío la atención hacia Brennan—. Ya, eso imagino. Hay que tener cuidado, aunque siempre es divertido caminar por lugares donde puedes terminar muy ensartado vaya a saber con qué. 

Aquello tiene su cuota de acidez y picardía, pero bueno tengo mi carácter y creo que ya el grupo lo conoce en demasía. Una vez continúo descendiendo por esas escaleras muy peligrosas, aquella escultura llama mi atención porque claro como buena ladrona todo tiene valor para mi. Y por ello, curiosa como soy comienzo a examinarlo y tras hacer click al comprobar que tiene una función al uso, sonrío divertida. 

—Una cosa menos, el camino es hacia allí—indico y avanzo—. Muevan esos cuerpos y hablen menos... Salvo el viejo, que está diciendo cosas interesantes. Dinos más. 

 Elentirell no fue engatusada por las dos opciones presentadas en las dos puertas, si no que vio a través de aquella dicotomía y eligió la tercera opción. Oculta detrás de un mecanismo en las estatuas. Hektor ve en aquel suceso algo "divertido", mostrando una faceta infantilizada de su esquelética persona.

- Oh, toda buena aventura tiene un viaje por un calaboz- ¡Oye!

 En la mitad de su próxima perorata el gnomo se percata de que había sido insultado por aquel hombre rastroso y escualido, siendo este la última persona de la que se hubiese esperado un ataque contra su persona. Conforme pasaba el tiempo, parecía que la única persona en la que podía poner un poco de confianza en que no iba a denostar u ofender era Felsom, que prefería mirarle las deliciosas orejas antes que quejarse de sus canciones.

- Como sea... nuestra compañera ha encontrado un pasadizo. Si estaba oculto, es porque es importante, ¿no? ¡Tiene que ser el camino a seguir!

-¿Hombres serpientes? -El nigromante dejó escapar un silbido que fácilmente podía haber sido una pobre imitación de una culebra-. Espero que no haya muchos de ellos que sigan con vida. Siempre le he tenido mucho respeto a los animales y seres que pueden envenenar con sus mordiscos -Aunque a juzgar por el tono en que lo dijo, ese respeto significaba miedo.

La acción de Elen había revelado la existencia de un pasadizo, mostrando al grupo de aventureros por donde podrían avanzar. Era un sendero oscuro, por lo que Hektor indicó a Felsom y Kenzil que se encargaran de realizar magia para iluminar el pasillo.

-Hora de hacer los honores -aseguró Felsom y se dispuso a efectuar su conjuro de Luces Danzantes con intención de dar luz a aquel pasadizo. Una vez iluminado, dirigió una mirada a Elentirell antes de comenzar a avanzar, aunque permaneciendo tras la elfa por su propia seguridad-. ¡Eh, un respeto a mi cuerpo! ¡Aún soy un humano joven en la flor de la vida! ¡Y con una alimentación sana! -Miró hacia Frenni, instándole a que le siguiera para que no quedara atrás-. Con cuidado, pequeño. No sabemos si este pasillo está lleno de trampas.

En silencio, Brennan escuchaba.

Inicialmente, trataba de escuchar sonidos que pudieran delatar una amenaza. Pasos de guardias, susurros de encantamientos, lo que fuese. Pero pasados unos segundos, dejó de hacerlo. En parte, porque nada había sucedido, pero sobre todo porque era casi imposible concentrarse con la charla del resto del grupo, a la que se sumó el áspero sonido de la piedra rechinando cuando la pared se abrió para dejar a la vista un oscuro pasadizo.

Estaba a punto de sugerir que sería más práctico ver a dónde conducían las puertas, o al menos bloquearlas para que nadie les cortara la retirada, cuando el resto optó por seguir directamente por el pasadizo que Elentirell había abierto.

-¿Vais a meteros ahí sin saber lo que hay en estas puertas? –Preguntó Brennan al resto, que ya habían echado a andar hacia la caverna, ligeramente sorprendido por la naturalidad con la que se había asumido el rumbo a seguir.

-Bueno… Adelantaos y echad un vistazo. –Añadió, después de reflexionarlo un momento. Tampoco sería malo que fuesen averiguando qué había más allá del pasadizo secreto, pero por otro lado seguía sin sentirse cómodo avanzando sin saber lo que estaban dejando a sus espaldas. Aunque nadie se había presentado para averiguar quiénes habían hecho caer la trampa, eso no quería decir en absoluto que estuviesen solos en aquel lugar. Con una media sonrisa, añadió en voz lo bastante alta para que lo escuchara la elfa. –Intenta no acabar demasiado ensartada, Elen.

-Y tú, Helena, espera. –Dijo a la camarera antes de que ésta siguiera a los demás, y le hizo un gesto hacia una de las puertas. –Vamos a asegurarnos de que no nos emboscan por la espalda. Cúbreme.

Después, pegando el extremo de la lanza en la parte inferior del marco de la puerta, presionó para que ésta se abriera unos centímetros, y dejó que fuese Gealach la que le diese la primera pista de lo que allí encontrarían. Confiaba más en el olfato de su compañera que en su propia vista.

-Los hombres-serpiente no son animales. –Añadió con un gruñido al escuchar a los dos hechiceros. -No más de lo que nosotros somos animales por parecernos a los monos. Pero sí que merecerá la pena tener cuidado con el veneno.

Hektor propone agregar luz a su avance por el camino descubierto, se trata de un rustico túnel apenas elaborado, por su parte Felsom crea unas cuantas luces que danzan a su alrededor, este con una mirada y como si les enviara un mensaje telepático se organizan en fila a lo largo del camino, cambiando de lugar a medida que avanzan, Kenzil observa al druida y a la guerrera que se quedan atrás, -continúen ustedes cuatro, yo me quedaré para apoyar al resto, es mejor que haya un equilibrio de fuerzas, si es necesario, claro-, comenta el anciano retrocediendo hacia la posición de los rezagados.

Luego de unos segundos de caminata, Elen nota que hay una irregularidad en la pared a su derecha, al observar por un momento con dedicación puede notar que hay un mecanismo parecido al de la puerta anterior, parece que hay otra puerta secreta en el camino, solo que esta vez saben que está allí, encontrándose del otro lado, lo que desconocen es hacia donde los llevará esa puerta o qué puede haber del otro lado; el camino se extiende treinta pies hacia el norte, ahora deben decidir si abren la puerta o continúan el camino.

Helena asiente a tus palabras y se posa a un costado del umbral, levantando su escudo por si a alguien se le ocurría hacer algun tipo de ataque luego de que abrieran aquella puerta. Kenzil observa al druida y a la guerrera que se quedan atrás, -continúen ustedes cuatro, yo me quedaré para apoyar al resto, es mejor que haya un equilibrio de fuerzas, si es necesario, claro-, comenta el anciano retrocediendo hacia la posición de los rezagados.

Gealach camina lentamente con su cabeza en punta de forma amenazante a la vez que olfatea el ambiente, luego de unos segundos, esta toma una postura más relajada y le indica al druida que no encuentra peligro alguno con el movimiento de su cola, la guerrera ingresa de primera al lugar, seguido del druida y por último Kenzil. Al ingresar puedes observar que el sitio es una cámara octagonal de treinta por treinta pies, toda la habitación esta pintada de negro y el techo brilla con estrellas, como si fuera el mismo cielo nocturno; hay una depresión circular en el centro de la sala, la cual tiene unos diez pies de profundidad; en el extremo opuesto ves una robusta mesa cubierta con objetos de parafernalia propia de algun tipo de ritual, un gong, varios quemadores de incienso, dos candelabros y otros utensilios que no logras identificar.

No hay nadie a la vista, pero la propia sala parece irradiar un aura amenazante, realmente escabrosa.

Lentamente, Brennan vio cómo el resto de sus compañeros desaparecían a través del pasadizo escondido que había encontrado, y llegó a sentir una punzada de inquietud cuando la esbelta silueta de Elentirell desapareció entre las sombras, seguida del nigromante, el mendigo y el gnomo. Esperaba que fuesen capaces de lidiar con lo que fuera que les esperara, pero él tenía sus propios problemas.

Lentamente, la oscuridad fue devorando la sala a medida que las luces invocadas por Felsom se desvanecían en la lejanía, y fue el momento en el que se decidió a utilizar su propia magia. Unas sílabas en una lengua tan áspera y fuerte como la propia tierra surgieron de sus labios, y formaron palabras tan viejas como las piedras o el cielo. Palabras que llevaban poder, un poder que se acumuló en la punta de su lanza y obró su efecto.

En unos momentos, la afilada punta de madera se iluminó como si fuese una antorcha, y desterró de nuevo las sombras. A su lado, Gealach se acercó, curiosa, y olisqueó la brillante madera. Siempre le habían gustado los objetos imbuidos en la magia de su compañero, y además no parecía estar captando ningún olor.

Lentamente, abrió la puerta e introdujo la lanza para iluminar bien el interior. Una oscura sala, que apestaba a magia oscura y rituales, le esperaba. Lentamente, se introdujo en su interior y mantuvo la puerta abierta para que los otros dos lo siguieran.

-Helena, atenta a cualquier cosa extraña. -Murmuró, adelantando la brillante lanza para alejar las sombras de la habitación. -Hay algo que no está bien en esta sala.

-En cuanto a ti, hechicero… -Añadió hacia Kenzil sin girarse a mirarlo. -Es el momento de demostrar que hice bien impidiendo que te convirtieras en la cena de Gealach. ¿Qué es lo que puedes decirme de este lugar? Siento un aura… desagradable.

Mientras hablaba, la mirada de Brennan saltaba de un punto a otro de la sala, y lentamente se acercó a los extraños objetos del fondo. No parecía haber nadie, pero no era capaz de relajarse. Su instinto le gritaba que algo no estaba bien allí.

Felsom se detuvo al notar que Elentirell había percibido la presencia de otra puerta secreta con un mecanismo muy similar al de la anterior. Le hizo un gesto a Frenni para que se detuviera, sin saber exactamente si aquel sería un camino seguro.

-Activa el mecanismo, pero con cuidado -le advirtió a la pícara, empezando a plantearse que aquella supuesta puerta secreta podía estar vinculada con una trampa que se activase cuando Elentirell activase el mecanismo-. Esto... Está siendo demasiado fácil. Llegamos aquí y lo encontramos todo vacío, sin nadie. Algo me dice que este lugar está lleno de trampa y que esos hombres-serpiente o sus seguidores están a buen recaudo al final de todo, esperando que las trampas sean las que nos maten y no ellos...

No me fío un pelo del lugar y pese a ser muy estimulante esto de jugar a las escondidas, el punto problemático es lo mismo que he pensado y está diciendo Frelsom. Es el asunto de lo fácil que está siendo esto y claro, no puedo evitar el sospechar en demasía a la hora de realizar una acción. Por ello ya estando delante de la puerta y antes de siquiera activar el mecanismo, apoyo mi oído sobre ella mientras le hablo a mi compañero. 

—Esto se pone peligroso... ¿Sabes algún hechizo para sorprender en caso de que algo salga de ahí?

Antes de nada, quiero asegurarme muy bien. 

Helena busca con la mirada a su alrededor sin bajar la guardia, lista para cualquier acción sospechosa en el entorno, Kenzil avanzó unos pasos centrándose en la hendidura del suelo, reparó la habitación y se acarició la prominente barba, -esto parece una cámara de iniciación del culto, tal vez ocurran sacrificios, no quisiera apresurarme a decirlo pero…- el hombre caminó hacia la mesa y sin tocar nada de lo que estaba sobre esta observó con detenimiento, -estos candelabros me indican que podemos estar en un lugar muy peligroso; si no estoy mal y se trata de un culto de los hombres serpiente, es posible que esta cámara sea en la que inician a los nuevos miembros ante el innombrable-, arrugó el ceño y llevó la mirada hacia el druida.

Helena termina su recorrido y relaja el cuerpo, baja su arma y escudo mientras se queda observando el gong, puedes notar que la mirada de la muchacha se ha quedado fija en ese artefacto por más tiempo de lo necesario, notas como la guerrera en un acto sencillo golpea con sus nudillos el gong, sonriente vuelve hacia su posición acercándose a ti y Kenzil.

La reverberación del gong estremece la habitación a pesar de que tan solo fue un ligero toque, puedes ver que las estrellas pintadas en el cielo de la habitación parecen brillar mucho más que antes, repentinamente sientes una presencia ominosa y de la depresión circular del centro de la cámara empieza a surgir una súbita erupción de tentáculos gigantescos de color negro; no se necesita ser un paladín para sentir todo el mal en el lugar.

Puedes ver como uno de los tentáculos rodea al mago y lo levanta, Helena intenta golpear el tentáculo que va a su posición pero la espada tan solo golpea en este y es rodeada para ser elevada al igual que el anciano; por tu parte esquivaste el primer tentáculo haciendo un salto hacia un costado pero no viste venir el otro tentáculo a tus espaldas el cual te golpea hacia adelante empujándote hasta el tentáculo que se había abalanzado antes, este te levanta y puedes sentir como la presión en tu abdomen es muy fuerte.

Voces inhumanas salidas de todos lados y de ninguno a la vez suenan en tu cabeza, pronunciando terribles palabras y evocando imágenes de horror en tu mente; aunque esto sucede tan solo por unos segundos, para los allí presentes parecía que había durado una eternidad; sus cuerpos yacen en el suelo de la habitación, lentamente comienzan a tener movilidad, los tentáculos han desaparecido, como si solo se hubiera tratado de una ilusión, pero todos allí saben lo que sucedió, sus mentes aún se sienten consternadas y sus cuerpos fatigados, como si hubieran corrido por un par de horas en medio del bosque.

-¿Iniciar a los nuevos miembros ante su dios, o algo así? –Preguntó con el ceño fruncido. Los sacerdotes sólo le resultaban ligeramente menos molestos que los magos, siempre envueltos en sus fanatismos y su adoración a seres que probablemente no la merecieran. -¿Y exactamente en qué consiste esa…?

No llegó a acabar la frase. Con espanto, vio cómo Helena se acercaba al gong ceremonial, y lo hacía sonar con una sonrisa en los labios.

-¡Pero qué haces, pedazo de idiota! –Le dijo en un grito que, evidentemente, llegaba demasiado tarde. Las estrellas del techo brillaron de pronto como si estuviesen bajo un cielo abierto, un cielo que Brennan no supo reconocer a pesar de las noches pasadas a la intemperie. Había algo extraño, algo antinatural, en ese cielo cuajado de estrellas.

Algo que terminó de hacerse evidente cuando una explosión de oscuridad y tentáculos brotó del centro de la sala y se lanzó hacia ellos. A duras penas, logró esquivar su primer envite, pero el segundo lo golpeó y cayó presa de la locura. Una locura de chillidos inhumanos, horror, presión y dolor que intentó arrastrarlo a las profundidades.

Pero Brennan no llegó a caer del todo. Apoyado en su lanza, tratando de concentrarse en la luz que brotaba de ella como un ancla en mitad de la tormenta, logró que su conciencia se mantuviera a flote en aquel mar de horrible agonía. Y poco a poco, terminó, dejando tras de ella un horrible vacío lleno de ecos de dolor.

Respirando entrecortadamente, se levantó y pudo ver que los demás también parecían estar vivos. Así que apoyándose aún en su lanza como si se tratara de un bastón, se acercó al cuerpo tendido de Helena.

-¿Eres sorda, tonta, o intentabas matarnos? –Espetó, enfadado, a la camarera. El cansancio invadía su cuerpo, pero la rabia le daba fuerzas para gritar.-¿No has escuchado al mago cuando ha hablado de sacrificios? ¿Qué es lo que esperabas que pasara?

-Tú, hechicero, ¿estás bien? –Preguntó girándose hacia Kenzil mientras sacaba de su zurrón dos bellotas y se las llevaba a la boca. -¿Puedes levantarte? Quería echar un vistazo a la otra sala antes de volver con los demás.

 El grupo se había dividido en dos buscando cubrir más terreno, y Frenni había decidido avanzar por aquel pasillo oscuro junto a Elen, Felsom y Hektor. Quizá la distribución de las personas en los grupos no fue la óptima, habiendo quedado aquel grupo conformado por una arquera, un bardo y dos usuarios de la magia. Si se encontraran con aquellos hombres-iguana y hubiera una lucha cuerpo a cuerpo, la tendrían complicada.

 Pero por el momento la presencia de aquellos seres parecía inexistente. Salvo algunas trampas, aquel calabozo parecía abandonado.

- ¿Creen que debamos dividirnos nuevamente? ¿Qué dos de nosotros entren a esta nueva puerta secreta y los otros dos sigan por el camino?

Elen pone su rostro muy cerca de la puerta, intentando escuchar algo proveniente del otro lado, aunque concentra toda su atención en esto, lo único que puede escuchar es los movimientos de sus compañeros y el sonido de una gota golpeando contra la piedra un poco más adelante; repentinamente el mecanismo de la puerta cruje y comienza a deslizarse dejando espacio para entrar.

En cuanto llevan la mirada al interior, fijan instintivamente su atención en las cortinas de color purpura que cuelgan de las paredes; tras unos segundos, su atención vuelve rápidamente hasta el centro de la habitación en donde unas figuras esqueléticas están cobrando vida y empiezan a dirigirse hacia ustedes con paso vacilante y sus largas zarpas extendidas; a los costados de la habitación pueden ver cuatro cofres de dimensiones medianas.

Helena se levanta lentamente quedando arrodillada tomándose la cabeza, aturdida por lo sucedido, arruga la nariz al llevar la mirada hacia Brennan, -¿de qué diablos estas hablando que fue lo que sucedió?- la guerrera sacude su cabeza y se apoya en la espada para levantarse del suelo, -solo recuerdo haber entrado a este lugar y me despierto tumbada sobre el suelo…- pareciera que la muchacha no tenía idea de lo que había sucedido, tal vez su mente fue controlada por alguna entidad e hizo que tocara el gong o quizá lo hizo a voluntad para que esto sucediera, realmente no tenías claro eso en aquel momento; lo que sí tendrías claro ahora, es que el anciano no respondía a tus palabras, ni siquiera parecía que estuviera respirando, seguía tumbado boca abajo luego de que pasara aquel terrible suceso.

Felsom podía ser un nigromante, un caníbal, un trastornado, un depravado y posiblemente muchas cosas más. Pero había algo que no era, y eso era ser un héroe. Por ello, cuando vio a aquellos esqueletos vivientes que comenzaban a avanzar hacia ellos, supo que había llegado el momento de poner pies en polvorosa. Dudaba mucho Hektor y Frenni pudieran suponer una gran ayuda contra un grupo de esqueletos, por lo que dejar ocho esqueletos a merced de Elen no sería demasiado inteligente.

-¡Que vienen! -exclamó el nigromante, con temor-. ¡Que vienen...!

-Pero tú… -Comenzó a contestar con suspicacia a la camarera, sin saber si realmente había caído bajo algún tipo de influjo, o si estaba mintiéndole. Sin embargo, su frase no se acabó, y Brennan se calló tan pronto como se dio cuenta de que no llegaba respuesta alguna del hechicero.

-Oh, mierda… -Interrumpiendo su conversación con Helena, lanzó un corto silbido para que Gealach lo cubriera, y se colocó, arrodillado, al lado del mago. Sin pensarlo, por inercia, se preparó para lanzar un sencillo encantamiento que recuperaría algunas fuerzas de Kenzil… si es que el mago había sobrevivido.

-A tu pregunta, Helena, lo que ha sucedido es que has hecho sonar el gong y llamado a un dios-monstruo. –Añadió, sin mirarla, apretando los dientes. Lo peor que podía haber en ese tipo de aventuras eran los novatos. Confiados, estúpidos… habitualmente, morían, o aun peor, hacían que otros murieran. –Casi nos matas… y puede que a él ya lo hayas matado. Ahora prepárate por si has hecho algo peor que matarlo.

Mientras desgranaba en sus labios las sílabas del hechizo, agarró el hombro del anciano y lo hizo girar, sin saber qué era lo que iba a encontrar en su rostro.dd

Está claro que algo detrás de esa puerta hay, y no me sorprende que al abrirla la sorpresa este delante de mis narices al ver una buena cantidad de esqueletos acercándose a nosotros. Pero claro, nos supera en número, aunque esos cofres llaman mi atención de sobremanera.

—¡Frenni! Ve por Brennan. Esos cofres pueden tener algo interesante, no seas cobarde Frelsom. 

De momento los deja acercarse y de última les cierra la puerta para ganar tiempo. Ahora lo que necesita es que el gnomo vaya por Brennan y su loba. Esos cofres tienen que ser nuestros. 

-Ummm, no recuerdo haber hecho eso- dice la mujer poniendo un dedo sobre su mentón llevando la mirada hacia arriba, luego te observa y junta sus manos bajando después la mirada, -espero que me disculpe, no tuve control de mis actos al parecer-.

Mientras tanto tu intentabas reanimar al anciano, y aunque usaste algo de magia para revitalizar su cuerpo, no hubo respuestas de aquel hombre, instintivamente posaste tu mano sobre su pecho en busca de signos vitales, los cuales no pudiste sentir, su corazón se había detenido, tal vez por su edad no pudo resistir el contacto con el terror y la oscuridad, quizá para el anciano mago, este poder iba más allá de lo que podía soportar; por lo visto algo les mantenía con vida, ya sea la voluntad de aquella deidad oscura o alguna otra razón fuera de su comprensión.