Era evidente que aquella gente disfrutaría de la comida que aquellos criados ofrecían a modo de refrigerio, pero por desgracia para el Doctor Vino Won, no podía unírseles para comer, por lo que, tratando de pasar desapercibido, este recogió la maleta de su equipaje y subir hasta su cuarto.
Evitando por todos los medios mirar a aquellos, así como estos le miraran el rostro.
-Buenas tardes señora Zuñiga, tiene una casa encantadora. -Comento sonriente quitándose algún que otro copo con su hombros derecho. -Al igual que su hija. Compartió una sonrisa cómplice con Ana, mientras buscaba asiento en aquella reunión de te.
Vio como poco a poco todos los comensales fueron llegando y reuniéndose alrededor de la mesa, todos menos el viejo chiflado, cosa que agradeció en parte, no deseaba escuchar ninguna de sus locuras de senectud, buen momento supuso para conocer con los que compartiría techo.
-Me llamo John Doe y soy oriundo de Inglaterra por lo que ruego me disculpen si me equivoco en algún momento. -Se presento a la vez que esperaba que el mayordomo le sirviera.
Vino no parecía muy cómodo y no sabía si era por la última pregunta que le había hecho.
Parecía muy indignado por uno de los hombres que había venido con nosotros en el tren; no sabía a qué barbudo se refería, aunque su último comentario me sacó una carcajada. No me la esperaba.
Y a pesar de que escuché claramente como le rují el estómado, rechazó mi invitación a continuar nuestra charla con un té.
Estuve a punto de insistirle cuando empezó a entrar más gente a la sala:
Primero entró uno de los chicos que había llegado en nuestro grupo y luego una señora.
Me la quedé mirando durante un par de segundos hasta que la reconocí.
Justo después de ella volviero a aparecer el resto de invitados, los mismos con los que había venido.
-Buenas -saludé de vuelta al caballero.
Incluso uno de ellos se animó a presentarse y todo.
A la que me di cuenta Vino se estaba yendo.
- Oh sí, suscribo lo que ha dicho el señor Doe, la hacienda es verdaderamente magnífica, señora Zúñiga. -comentó Guillermo. Apenas había saludado discretamente al llegar.- Y demuestra un gusto exquisito en la decoración, si se me permite. - dijo antes de tomar un sorbo de té.
- Por cierto, discúlpenme, aunque nos hemos visto en el tren no me he presentado. Me llamo Guillermo. Guillermo Vásquez. - añadió mirando al resto de tertulianos.
La viuda observó a John de arriba abajo como si estuviera tomándole una radiografía. Ese hombre no coincidía para nada con la imagen gallarda que se había forjado de lo que serían los Caballeros ingleses.
A ella le gustaba recibir piropos, Pero cuando la destinataria de los halagos era su hija, entonces se cabreaba un poco.
—Grcias, la casa esta la hicimos en base al diseño de un castillo francés,
Incluso la mayoría de los materiales vienen de Europa, la combinación d de mileños de civilización con la belleza salvaje del paisaje, creo que forman un hermoso cuadro.
Nicolás vio al caballero de oriente marcharse del Hall prácticamente mientras él llegaba, y lo miró ligeramente de reojo. Había gente allí con la que había viajado en el tren, de hecho estaban todos según recordaba. El hombre se sirvió un poco de té, y escuchó la conversación de los presentes ofreciendo una pequeña inclinación de cabeza como saludo a aquellos que se presentaban o saludaban.
- Nicolás Rodríguez, para servirles. - se presentó él mismo cuando algunos de los presentes comenzaron a hacerlo. - Y concuerdo, la decoración del lugar es realmente interesante. Aunque no soy ningún experto en decoración, claro. - reconoció el hombre. - Por ejemplo, el vitral sobre las puertas. Disculpen mi ignorancia, pero no logro visualizar qué representa. - dijo, señalándolo con un gesto desenfadado.
Del lado derecho un vitral cubre la pared desde unos metros sobre las puertas hasta el techo, resulta difícil descifrar qué quiso representar el artista que lo diseñó, quizá sea arte abstracto
Referencia a esto.
—¡Jua!— Clara lanzó una carcajada estridente mirando al vitral. —Papá decía que era una réplica exacta del que había en el castillo francés que usaron de modelo. Yo creo que el artista que lo copió no era muy bueno, pues no se entiende. Je. Además ¿a quién se le ocurre poner un vitral que en vez de dar al exterior da a otra sala? Así se pierde todo el efecto de luces. Yo creo que los diseñadores eran algo voyeur, eso sí es bien francés. Puedes espiar lo que pasa en el hall jugando a las cartas. Ja, ja ja.
Aquel lugar empezaba a coger ambiente.
Otro dos hombres se presentaron, adulando a la anfitriona.
“A un castillo francés dice…” -Rodé los ojos, apoyando la cabeza sobre mi mano y le dí el sorbo final a mi copa. -”Esa señora no sabría reconocer uno de verdad ni aunque lo tuviera delante de sus narices…”
Incluso la niña se añadió a la conversación. Ella debía de ser la persona de la que antes me habló Vino. Pero vaya lengua tenía; su comentario casi me saca una carcajada.
-Vraiment pense que nous sommes touts comme ça, mademoiselle? -pregunté, sonriente, desde la barra. -Pero desde luego el vitral le aporta mucha personalidad a la estancia. Tiene su encanto, como bien a dicho el Sr. Rodríguez.
—Ay, disculpe caballero si me expresé mal. C'est a dire que voyeur est un parole française, pero no quería insinuar ninguna actitud mirona en los franceses. Bueno, quizá en el que inventó ese ventanal para mirar sin ser visto sí, pero no en el resto.
-No se preocupe, la he entendido perfectamente. -le contesté con tono tranquilo a la chica. -Pero desde luego, si la palabra la acuñó un francés… sería por algo! -bromeé. -Y espero de verdad que este ventanal sospechoso lo pusieran aquí por puro diseño de la habitación. Igualmente, disculpa mi mala educación: Soren Bergua, un plaisir.
Al salir del comedor la señora Alzaga de Zúñiga te llamó aparte para conversar.
—Dígame una cosa, necesito su opinión de buen observador, joven.— Estaba algo intoxicada por el alcohol, y llevaba consigo una copa y lo que restaba de la botella del vino rosado que no te había queridos convidar en la cena. —¿Tengo pinta de asesina? ¿Parezco una viuda negra?— Se dejó caer en un sillón —Seguro que alguno de todos esos es un espía de la agencia de seguros. Usted es el único que no tiene aspecto de segundas intenciones. ¿Sabe que ahora reabrieron la investigación de la muerte de mi marido solamente para no pagar el seguro de vida? Y con todos los desórdenes que dejó la muerte necesitamos ese dinero. ¿Qué opina usted? ¿Qué haría en mi lugar?
El dr. Won bajó de las habitaciones. En el hall estaban Guillermo Vásquez y la viuda. Ella estaba bebiendo más vino del recomendable. Vino Won caminó manteniéndose junto a las paredes hasta llegar a la puerta de la oficina y la abrió.
—Disculpe señor— dijo Mercedes pestaneando repetidamente y mirando a Won.—¿Está perdido? ¿Busca algo?
El Doctor Vino Won asintió con la cabeza, era una personalidad bastante afable, si es que se ignoraba el hecho de que se puso las manos en los ojos para achinarlos. Y mantuvo la calma ante aquellas dos entidades cuando le pillaron tratando de entrar a un sitio que no debería.
-No estoy peldido, voy al baño. -Respondió como si nada- Antes entló alguien y aún no salió. El poble sujeto estalá mal del vientle, y le vine a lecomendal unas técnicas sagladas chinas pala podel estilal pol la pata pala abajo con fluidez. Se llama "Postulas de la Lespilación del Agua, Octava Postula: Lago de la cascada"
- Mire, señora Zúñiga, ante todo usted debe mantenerse tranquila. Al fin y al cabo no ha hecho nada malo ¿verdad? Entonces no tiene nada que temer, que investiguen lo que quieran. -comentó Guillermo tratando de tranquilizar a la anfitriona. - ¿Que motivo han aducido para reabrir la investigación? ¿Acaso hay algo que les haga sospechar? -preguntó de manera inocente.
Justo entonces el extraño sujeto que pretendía hacerse pasar por chino intentó colarse en la oficina, poniendo como excusa que quería entrar al baño.
- No, perdone señor pero me temo que ese no es el baño. Es aquella otra puerta. - le indicó Guillermo.
La señora se levantó y caminó hasta donde estaba Won.
—Guillermo tiene razón, el baño es ese de al lado. ¿Pero qué quiere decir con eso de que hay alguien adentro. Nosotros no vimos entrar a nadie.
El Doctor Vino Won negó con la cabeza, y ya de paso con sus brazos, dado que sus manos no se habían despegado lo más mínimo de su rostro mientras hablaba con la Viuda Zúñiga y aquel otro invitado a la hermosa finca en la que se encontraban. Este parecía estar bastante seguro de lo que dijo ver.
-Es lacista decil que he visto mal pol tenel los ojos lasgados, Señol. -Dijo encarándose verbalmente a Guillermo- Yo bien sé lo que vi, y no pienso dejal que nadie sufla mientlas estoy aquí. ¡Soy un doctol!. ¡Es el julamento hipopótamo!.
Y con esto dicho, el hombre avanzó hacia la nueva estancia, esperando encontrarse con un hombre con problemas intestinales al que poder ayudar con su conocimiento místico, milenario y sobretodo, chino.
Entro!
La señora llegó hasta la puerta abierta de la oficina.
—Ve, esta es mi oficina. Y no hay nadie adentro... ¿Pero qué hace esa ventana abierta?
Cuando alguien se aproxime a la ventana podrá ver huellas marcadas en la nieve.
Bajaron la escalera John Doe, Clara Zúñiga y Soren Bergua, y los tres se dirigieron directamente a la oficina. John llevaba un palo de billar en la mano.
Guillermo Vásquez estaba parado cerca de la puerta de la oficina y adentro, parados juntos frente a la ventana abierta, estaban Mercedes y el Doctor Won hablando sobre unad huellas que habían visto en la nieve.
El Doctor Vino Won parecía confuso, excitado, nervioso, acalorado, alegre, deprimido, triste, empático, enfadado, comprensivo, y otra gran gama de emociones, dependiendo de como se le viera a este, a fin de cuentas, el hecho de tener ambas manos en su cara para achinar sus ojos no ayudaba demasiado.
-¿Hablá sido un ladlón?. -Preguntó el hombre a la Viuda- ¿Clees que le hablán lobado algo?.