Partida Rol por web

El mayordomo dio instrucciones al mozo para que le lleve un té al señor Won a la biblioteca y al jardinero para que baje al pueblo a pedirle al comisario que venga lo más rápido posible.

La mucama se fue a las dependencias de servicio.

Luego Doe, la viuda, el mayordomo y algunos más salieron a seguir las huellas dejadas por el intruso. Siguieron las huellas hacia la parte trasera de la casa, hasta una ventana. Luego de un rato de contar pasos desde la ventana a una esquina y hacer lo mismo por un pasillo desde una entrada lateral, el mayordomo llegó a una conclusión: las huellas acababan junto a la ventana del dormitorio del cocinero.

El grupo que había salido a explorar volvió al hall e informó al resto de su descubrimiento. El mayordomo fue a buscar al cocinero que estaba en la cocina y lo trajo con la expectativa de que diera alguna explicación.

Tras las palabras de la mucama, salgo de la biblioteca y me dirijo junto al resto de invitados.
Al parecer las huellas del "sospechoso" llegan a la habitación del cocinero, lo cual me hace pensar en lo que me acababa de decir aquella mujer.
Quizá seria conveniente hablar con el cocinero, no estaría de más conocer su versión

Luego de escuchar lo que se decía de la ventana y las huellas, el cocinero miró sus zapatos embarrados con un gesto preocupado.

—Está bien. Sí estuve afuera. Pero no hay nada de malo en ello. Y no entré por ninguna ventana ni robé nada. Estaba con... con alguien más.—Mientras terminaba esta frase paseó su mirada entre los presentes buscando desesperadamente a alguien que apoyara su versión.

John Estaba cruzado de brazos escuchando la paupérrima explicación del cocinero. Aquellas huellas dejaban claros sus movimientos y los zapatos manchados lo corroboraban y aun así ¿Seguía diciendo que él no había sido?

-No nos tome por estúpidos señor. Las huellas que hemos seguido desde el despacho hasta su dormitorio le acusan claramente, nos debe una explicación, se lo debe a su señora. Si por mi fuera... -Se detuvo en seco y busco otras palabras para dirigirse al cocinero. -Si dice tener coartada sera mejor que alguien lo corrobore o no sera a los únicos que tendrá que responder cuando llegue la policía. -Miró al mayordomo para confirmar que sus palabras eran ciertas, después de todo era él quien había llamado antes de llegar hasta el sospechoso.

Desde la Biblioteca, con una mano en un libro (cogido al revés y abierto por la mitad) y en la otra la taza de té que le sirvieron, el claramente chino Doctor Vino Won decidió colaborar un poco a toda esa conversación, a fin de cuentas era lo más interesante que pasaba en la Finca desde que llegaron.

-Que lo jule pol Dios y yo me cleelé que dice la veldad. -Pidió el hombre- Eso sí, pol el Dios Chino, Buda. Nada de ese Dios de mentila que tienen los occidentales con sus balbas glises, sus hijos de calpintelos y las vilgenes zoofílicas... que al final son todos el mismo... ¿Eso significa que se acostó con su madle en folma de paloma poniéndose los cuelnos consigo mismo?. Muy peltulbado todo eso... ¡Pol eso no me vale que lo jules pol ese pelveltido!.

Quizá fue por la situación tensa que estaba viviendo. Quizá fue la botella de vino que había empezado durante la cena y que ahora estaba a punto de acabar. Lo cierto es que cuando la viuda empezó a increpar al cocinero ("Yo confié en vos pero al final Carlos tenía razón" había empezado a decir), no pudo concluir su frase porque se arqueó y proyectó un chorro de vómito que salpicó a todos los que estaban cerca. Se apoyó en el respaldo de un sillón con sus manos temblorosas y miró alrededor asustada, como si no comprendiera lo que acababa de suceder.

Desde la Biblioteca se pudo escuchar una sonora carcajada que podía provenir de cualquier persona, pero claramente no del Doctor Vino Won, pues este antes de reírse se aseguró de tapar su boca con el libro para que así nadie supiera que el había sido el causante de esta.

- ¡Por el amor de...! - comenzó Nicolás, aunque no llegó a terminar la frase. Se acercó a la viuda después de que ésta se sentara tras vomitar. - Señora, ¿se encuentra usted bien? Es probable que sean los nervios... - le dijo a la mujer, pero también miró al mozo, o al mayordomo o quien estuviera allí, para que ayudara a su señora.

-Dios mio... -Aquel interrogatorio se detuvo en seco cuando la señora Zuñiga decidió ser el centro de atencion.

-Clara, ¿Esto le ha pasado antes? -Pregunto a la hija, después de escuchar las posibles causas que mencionara el Señor Rodríguez.

-¡A que esperan! tráiganle un vaso de agua y un trapo para limpiar a la señora. -Ya que Nicolas se estaba encargando de ella el tuvo a bien poner orden en el resto del servicio para que actuaran.

Cada vez llegaba más gente movidos por la curiosidad, vino hasta el mayordomo.
Vino, que parecía ajeno a todo aquel follón, no tardó en pedirle un té en cuanto el mayordomo preguntó.
Sin embargo, el Sr. Doe no parecía con tantas ganas de bromear como él, y ya estaba tomando las riendas de la situación.
Me apoyé en la pared más cercana, cruzándome de brazos. Nadie sabía exactamente cómo ni qué había pasado.

Al final, seguimos el rastro de las huellas para ver hacia dónde conducían y, sin esperarlo, acabaron en la ventana de la habitación del cocinero y en que volvimos al hall, no se perdió ni un momento para ir a buscar al susodicho y se explicara.

El cocinero se excusó y el Sr. Doe tardó poco en inquirirle y acusarle, Vino también se metió y hasta la viuda parecía no necesitar más pruebas, como si sólo unas huellas fuera suficiente.

Pero antes de poder añadir nada más, la mujer se puso a vomitar, con los ojos abiertos como platos.
“Momento perfecto para ponerse a potar.” -Pensé, mientras daba un par de pasos hacia atrás para intentar que no me salpicara. Aunque Nicolás y John fueron corriendo a socorrerla.

Mientras se llevaban a la viuda me acerqué al cocinero.
-Explíquese, por favor. ¿Las huellas son de ese alguien con quien estuvo? -le pregunté, curioso por conocer la excusa que daba.
Si que era verdad que las evidencias que teníamos conducían a él, pero si el ladrón era un poco listo, podría haberlo hecho expresamente para conducirnos a un culpable falso. Era lo típico que se hacía en las series policiacas, que investigaban al sospechoso que no era y resulta que todo era parte del plan perfecto del malo para que no le pillaran.

Lo que le paso a la Sra Zúñiga llamó mi atención. Pudiera ser que el cocinero le hubiera puesto algo en la comida o en el vino?
Al fin y al cabo las huellas le señalaban como sospechoso, asi que me dirijí al mayordomo
-"Disculpe, pero me gustaria que cogiera alguna muestra de lo que comió y bebió la señora y que las guarde para cuando la policía llegue. Pudieran ser pruebas de que alguien intentó envenenarla"

Ante la sugerencia de Montoro el mayordomo, un poco dubitativo, recogió la botella y la copa que había dejado la señora, quedaba apenas un poco del vino rosado en el fondo de la botella 

—¿Qué debería hacer con esto? Los platos y cubiertos ya han sido lavados. ¿Usted cree que sea veneno?—Preguntó esto en murmullos—¿No deberíamos intentar algo, como hacerla vomitar?—Pero se calló inmediatamente al darse cuenta de la tontería que había preguntado.

El Doctor Vino Won hubiera ido a cepillarse los dientes, pero tampoco es que hubiera comido nada, por lo que la idea de cepillarse los dientes se le pasó por encima, tan alto, como un águila a punto de caer sobre su presa... lo cual no es demasiado alto, pero aún así es alto.

-Este tipo de letlas son tan feas... y de delecha a izquielda aún pol encima... -Dice desde la Biblioteca lo suficientemente alto como para que cualquiera pudiera fijarse que estaba leyendo un libro al revés- No es nada elegante como los calacteles chinos... Pol cielto... ¿Al final qué hacemos con el Cocinelo?. Plopongo que le demos media hola de ventaja pala que huya y luego lo vamos a cazal con pelos y caballos... como si no fuela más que un conejillo. -Dijo, probablemente de broma.

 - Vamos señora Zúñiga, necesita descansar. -sugirió Guillermo acercándose a la mujer. -Permítame señorita -le dijo a Clara, reemplazándola en la labor de tomarla del brazo; al otro lado la continuaba sujetando Nicolás -Yo ayudaré al caballero a acompañarla a su dormitorio. 

 - No sé si alguno de ustedes tendrá conocimientos de medicina. Si así fuera que nos diga cómo podríamos ayudarla. Y si no, lo mejor será que descanse hasta que llegue alguien desde el pueblo. -comentó mientras empezaban a caminar hacia el cuarto de la señora. Guillermo reparó en que el excéntrico Vino Won se hacía llamar doctor. Aún así tenía sospechas de que tampoco aquello fuera cierto. 

- Sólo por si acaso, yo de usted apartaría los platos y los cubiertos. Sólo por si de verdad es cosa de un veneno. - dijo Nicolás a la pregunta del mayordomo, aunque todavía no estaba convencido de que aquello fuera así. En un primer momento pensó que podrían haber sido los nervios... ¿pero tal vez había sido algo más? - Pero esperemos que no sea así en realidad.

Asintió ante la llegada de Guillermo, quien lo ayudó a cargar con la señora Zúñiga. Juntos, la llevarían a su dormitorio para que descansara.

Escondido detrás del libro, el hombre decidió responder lo que había estudiado durante años en una universidad China que claramente era real y no un simple nombre inventado que podía cambiar cada vez que alguien le preguntara acerca del mismo.

-Esa mujel no está envenenada. -Comentó sin miramientos- Si estuviela envenenada estalía de colol velde con lunales molados. Las mujeles pueden vomital pol muchos motivos, mi madle, una despampanante mujel aflicana, vomitaba pala mantenel la figula... y las mujeles suelen tenel nauseas cuando tienen un bebe polque les golpea la tlipita... Así que supongo que esta tan solo está nelviosa pol todo lo que oculió.

La señora Zúñiga fue llevada a su habitación para que pueda dormir. Tiritaba y tenía la cara roja. Fiebre, y bastante alta al parecer.

Clara le pidió al ama de llaves que le alcance una batea con agua fresca y unos paños, y le informó a John que pasaría la noche cuidando de su madre.

Asintió a las palabras de Clara y pidió que tuviera cuidado esta noche antes de volver a mirar a los sirvientes y quedar pensativo.

Todo sucedió tan rápido que John no sabia que hacer a continuación pero parece que el resto de los presentes tenia las prioridades mas claras que él.

-Les recomiendo que esta noche, cierren bien la ventana y el despacho de la señora, si han intentado entrar hoy, no sera la única oportunidad que intentarlo, si como dice el cocinero tiene un cómplice. Y también harían bien en mantenerle vigilado hasta que llegara la autoridad.-La noche perfecta se había acabado hacia mucho tiempo.

Por las recomendaciones recibidas, el cocinero había sido encerrado en su habitación. Hasta tomaron la precaución de echarle un candado a la ventana.

A la mañana siguiente fueron bajando a hall para e desayuno, para descubrir que sin el cocinero no había quien lo preparara. El mayordomo con el ama de llaves improvisaron un café, algo de leche tibia y unas rodajas de pan con dulce de leche.

Esperando sentado en uno de los sillones esperaba un señor de alrededor de cincuenta años, vestido con traje y corbata, con un mate preparado e la mano.

—¿Alguien me podría alcanzar una pava con agua caliente? ¿Y se puede saber qué es eso de robo por lo que me hicieron venir tan de madrugada?—Preguntó dirigiéndose a todos y a ninguno en particular.