Si quieres dar una vuelta ahora antes de la cena con Clara bajo la nieve, dilo y salen.
Espero la respuesta de Rodolfo y salgo con Clara. :)
Claudia estudió en silencio a la viuda. Había que reconocer que la mujer se conservaba espléndidamente.
Me voy a tener que buscar un amante venezolano...- pensó divertida, intentado ocultar la lleve sonrisa que casi se le escapa detrás de su taza de café.
- Por supuesto, señora... Descanse. Nos vemos en la cena
Ricardo levantó una mano como gesto de saludo a la viuda, que se marchó mucho antes de lo que hubiera esperado. Aunque la entendía. Había perdido a su esposo muy recientemente, por lo que lo más probable es que no tuviera energías para aguantar a los invitados mucho más de lo que exigía el protocolo.
-Yo... ta-ta-ta-también voy a ir a descansar -dijo el joven, con nerviosismo-. Nos vemos luego -dijo a todos los presentes, antes de proceder a abandonar el hall con pasos presurosos y la cabeza gacha.
Ricardo se dirige a su habitación
Luego de una corta visita a su habitación Ricardo volvió al hall. No parecía que mucho hubiera pasado en su ausencia más allá de las conversaciones habituales entre personas que recién se conocen.
Buenas tagdes, monsieurs. Cgeo que se va acegcando el momentó de la cená, quizás ese sea un buen momentó paga pgesentagnos. Ne c'est pas?
Dijo en voz alta a los presentes mientras se encaminaba hacia el comedor
Aprovechando las últimas luces del día Clara y María Elena salieron a dar una vuelta, a pesar de los copos e nieve que seguían cayendo.
-Le acompaño el sentimiento.- con una inclinación de cabeza .
La viuda parecía bastante orgullosa, no como su hija. El dolor de la pérdida la tendría abrumada, pero seguramente el montante de la herencia aliviaría ese dolor.
-Encantado de conocerle, caballero. ¿Ese acento es francés? Habrá venido ha conocer estos magníficos viñedos. Creo que las viñas son de origen francés.
Un poco de charla educada con los asistentes ayuda a pasar el rato hasta la cena
Mais oui, se sogpgendeguía de la cantidad de cosas que hemos oguiginado.
Soy somelieg y sí, estos viñedos son los que me han tgaído aquí. Tengo la suegte de teneg un tgabajo que me pegmite estos viajes tan magavillosos.
¿Y usted? ¿Qué le tgae pog aquí, Monsieur....?
Dijo dejando espacio a la presentación del señor Peñarreal
-Rodolfo Peñarreal. Lo mismo que a usted. Los viñedos.
Mi familia se dedicaba a gestionar un viñedo en el pasado y después se pasaron al sector del licor, concretamente al Brandy. Disponer de buenos vinos hace que el licor tenga mejores resultados.
Y miro al resto.
-Y... ¿a ustedes, qué les trae a este paraíso?
Día 2, 6AM
Andrés baja de su habitación procurando no hacer mucho ruido. Ve a la Mucama terminando sus tareas de limpieza y yéndose por uno de los pasillos junto a las escaleras.
Hagamos ahora tu despertar, para no tener esperando a los que se despierten más tarde.
Deambulen por la zona buscando algo que me permita abrir el baúl cerrado.
si hay una chimenea por ahí busco un atizador de las brasas o algo similar.
Luego de un par de vueltas divisas, por el pasillo más cercano al piano, un balde con varias herramientas. Cuando la mucama se va a otro cuarto te atreves a ir a buscar y sí, tienes suerte, hay un atizador allí.
Cojo el atizador y me muevo a la biblioteca.
Ya había amanecido hacía buen rato cuando los huéspedes fueron bajando para el desayuno.
Habían agregado unas mesas y sillas en el hall. Café, leche, té, pan casero, mermeladas, dulce de leche, manteca, media lunas, tartas. Parecía un buen surtido, aunque nada de salchichas, huevos ni nada proteico.
Mientras todos bajaban por las escaleras Andrés Sagastisabal ingresó por la puerta desde el exterior luego de un paseo matinal. La nevada se había detenido, aunque fue intensa durante la noche, y todo el paisaje estaba blanco hasta donde alcanzara la vista.
Unos minutos más tarde bajó la señora Zúñiga. Ojos achinados, pálida, andar lento.
—Steven, llevame un té con limón a mi oficina. Y dos aspirinas, ibuprofeno, hepatalgina y lo que haya. Ah, y decile al señor Peñarreal que lo espero en la oficina, y llevale... lo que él quiera desayunar.
Hizo un gesto con la mano, que no quedó muy claro si era un saludo o taparse el sol que entraba por la ventana.
Eliott alzó una ceja y miró a la señora de la casa con curiosidad, pero guardó silencio.
- Alguien ha tenido una noche movidita...- digo confidencialmente a Eliott
Eso paguece... - Y bajando la voz para dirigirse a la señora Figueroa, añade
Pegdone la pregunta pego, ¿hace mucho que la señoguita se quedó viuda?
La señora Zúñiga entró a su oficina, seguida por Rodolfo Peñarreal y por el mayordomo que llevaba una bandeja para el desayuno y un cóctel de medicamentos para la señora.
—El estrés de superar una situación difícil luego de haberse quedado sola. Cada persona busca desahogos, aunque sea momentáneos. Y siente que hay gente interesada en que les vaya mal.
Hablaba para sí misma, como si estuviera tomando notas profesionales.