Partida Rol por web

La mujer no se altera ante la salida de tono de Champollion, y continúa con su posición inalterable.

- Exactamente señor Champollion. Pero usted puede creer lo que le parezca. Son otros asuntos los que me interesan.

- Muchas preguntas señor Price, y ustedes aún no han respondido ninguna. Siento decir que no puedo dejarles salir hasta mañana. Lo crean o no, la expedición del profesor Bollacher liberó un antiguo mal que dormía bajo Lúxor desde los tiempos de los faraones. Nuestroas investigaciones han demostrado que esa cosa puede ser atada de nuevo, ayúdennos y mañana serán liberados.

Tras una pausa, en la que observa los rostros incrédulos de sus oyentes, la mujer pregunta.
- ¿Qué pueden decirme sobre los hallazgos e investigaciones del profesor Bollacher acerca de aquella cripta en el Templo de Ramsés? - sus ojos se posan directamente en Champollion, de quien deduce es el experto en la materia - Seguro que el profesor y usted charlaron mucho al respecto.

La respuesta de Madam Carlisle me dejó genuinamente perplejo. Sin embargo, seguía sin creer del todo las acusaciones a Abraham y mantenía ciertas dudas respecto de la credibilidad de los sujetos al otro lado de las rejas. Sin embargo, tenía en mi mano la solución al problema si fingía docilidad.
—Sí, Abraham compartió conmigo cierta información, pero no piensen que se lo contaré así como así. No pienso colaborar si no liberan a mis alumnos y al señor Price.— dije, mirando a mi interlocutora y luego al resto.

En mi mirada se reflejaba determinación. Yo podía arreglármelas, pero era responsable de aquellos chicos, y tampoco quería que le pasase nada al periodista. 

—Imagino que, si ustedes prometen que mi vida no correrá peligro, ellos accederán a no revelar nada de lo que han visto.

Con lo que hemos encontrado puedo buscar la forma de escapar de aquí tarde o temprano, pero no quiero arriesgarme a perder a nadie más y menos a dos jóvenes con un futuro tan prometedor que, para más inri, están a mi cargo.

Ervin se irgio mirando fijamente a la mujer y al profesor.

- No voy a irme sin saber que pasa sin saber de que va todo esto. Y yo tambien apreciaba a Abraham. Si Rose esta en peligro, cuenten conmigo para lo que sea.

La tal Carlisle necesitaba ayuda, no acababa de entender si tenía que ver con las extrañas inscripciones de Casa Chicago o se refería a algo más. Sin duda el profesor sabría que hacers, había observado de cerca esa inscripción, si alguien era capaz de descrifrarla era él. Me gustaría poder aportar mi grano de arena, pero estaba realmente agotado, por lo que me mantuve al margen. Por supuesto, estaba a disposición del profesor pero me gustaría poder descansar antes de seguir adelante:

Si no hay más balazos cuenten conmigo - dije con sorna.

- No han entendido. - contesta Madam Carlisle con paciencia.

- Ustedes no van a ir a ninguna parte esta noche. Necesitamos recopilar toda la información posible para nuestros propósitos, pero no parece que vayan a colaborar por las buenas. - no hay intención amenazadora en su conclusión.

- La nuestra es una sociedad teosófica. - dice de repente - El profesor Bollacher fue quien, accidentalmente, liberó a las criaturas, pero otros los que llevan intentándolo desde hace generaciones. El viejo persa, como lo llaman, lidera una numerosa secta que controla con la promesa del fin de los tiempos. Es un hombre peligroso, pero si consigue llevar a cabo su plan esas criaturas exterminarán a toda la raza humana.

Tras una breve pausa continúa.
- Ahora será mejor que nos cuenten todo lo que saben, así tendremos más posibilidades de frustrar su plan.

- No sabemos nada, solo que en esa casa ocurrio una masacre y un loco ataco al muchacho y huyo. Habia objetos de las excavaciones supongo, como ese extraño pisapapeles que vimos. Pero no sabemos nada.

Me parece, señor Price— empecé a decir —, que ya saben perfectamente todo lo que pasó en la casa. Lo que quieren saber es qué datos tenemos acerca de las investigaciones que llevaban a cabo. Si de verdad quieren que les revelemos algo, tendrán que sacarnos de esta celda. Todos estamos cansados del viaje hasta aquí, y creo que hablo en nombre de todos cuando digo que lo último que deseamos es que se nos trate como a criminales. Será mejor que nos traigan nuestras pertenencias, veníamos desarmados, así que no tienen nada que temer. Somos académicos, por dios. Estoy seguro de que entenderá que lo que pido es bastante razonable: nuestras cosas y una habitación más digna que esta celducha.

¿Es que esta señora no acaba de enterarse de que somos unos recién llegados?- Pensé esto al ver que insistía en pedirnos información, no quería convencerse de que ni sabíamos ni entendíamos que era lo que quería de nosotros.

De lo que dijo me llamó la atención a la mención de unas criaturas, parece que el difunto profesor había liberado a unas criaturas ¿a qué se refería realmente?.

-Señora creo que es usted la que nos podría informar, ¿de qué criaturas habla? ¿qué es lo que liberó el profesor?

¿El viejo persa? ¿El fin de los tiempos? ¿Estaría esta mujer hablando por boca del Profeta Daniel? ¿Qué clase de mensaje apocalíptico nos estaba tratando de vender?

Esperé a que el Profesor y el Señor Price tomasen las riendas de la conversación, pero la mujer parecía tenerlo todo atado y bien atado.

Señora... ¿Qué sabe de lenguajes extraños o de símbolos rúnicos?- Pensé en preguntarle directamente. Sin embargo, decidí no meter la pata. Sólo quería salir de allí cuanto antes y volver a mi rutina de libros llenos de polvo...

La mujer vestida de negro tuerce el gesto con actitud impaciente ante vuestras respuestas. Parece decidida a no arriesgarse a dejaros marchar, al menos, hasta el día siguiente por las razones que ha dado y no tiene pinta de que vaya a cambiar de opinión.

Cuando parece que va a responder a vuestros comentarios, Jack Saúl, el nativo egipcio que la acompaña, se acerca a ella y le susurra algo al oído. Ella asiente ligeramente y vuelve a dirigirse a vosotros.

- Creo que ya he hablado demasiado, y esta conversación no parece que nos vaya a llevar a ningún lado. Ahora debo marcharme. Mis fieles esperan nuestra llegada y no podemos esperar más. Es una pena que no hayan querido colaborar con nosotros. Aún así, cuando todo haya acabado, les dejaremos marchar.

Sin más, la mujer de negro y el egipcio que la acompaña salen de la habitación y escucháis correr el cerrojo de la puerta ya cerrada.

Ervin parecia crispado.

- Si queremos ayudar a encontrar a Rose. Si queremos saber que ha pasado y que los culpables de la matanza paguen por ello. Pero tambien queremos saber que ocurre. Y solo sabemos que nos retiene y nos habla de extrañas criaturas. ¿Cuentos sobre momias en Egipto? Creame, soy periodista y no me creo los bulos de los sensacionalistas. Pero si hay un culto depravado y la vida de Rose esta en peligro, queremos estar dentro.

Quedé sin palabras, la señora nos dejó con más dudas de las que teníamos antes de su visita. Dijo que nos dejaría marchar "cuando todo haya acabado", no sabía si ese "todo" tardaría mucho pero no pensaba quedarme a esperar y suponía que mis compañeros tampoco.

-Si queremos ayudar a Rose creo que será mejor buscar una vía de escape cuanto antes, aunque no me venía mal echar una cabezadita pero podré hacer un esfuerzo.

Si, estaba cansado pero no me parecía que quedarme a pasar la noche en esta incomoda celda fuera a ayudarme demasiado.

En cuanto la mujer los despachó y salió por la puerta, me derrumbé sobre mi precario camastro. Estaba mucho más agotado de lo que me gustaba admitir.

Escuché atentamente lo que decían Mardigan y el periodista y asentí mostrando mi acuerdo. 

—No pienso dejar que unos maníacos con túnicas nos toquen un pelo y menos aún que nos encierren en contra de nuestra voluntad— digo, mientras intento levantarme y recoger la escobilla —. Debemos salir cuanto antes, encontrar nuestras pertenencias y llamar a la embajada. Dudo que crean nuestra historia, espero que no nos relacionen con un crimen con el que no tenemos nada que ver.

Vi como mis compañeros se disponían a escuchar e hice lo mismo. Las paredes eran suficientemente finas para oir algo pero suficientemente gruesas para que fuese casi imposible distinguir bien los sonidos.

Tuve que esmerarme y aún así no logré sacar nada en claro.

-Creo que va siendo hora de pensar como engañar a esa señora. ¿Y si nos prestamos a colaborar con verdades a medias? Que confíen en nosotros dando datos irrelevantes pero ciertos. Profesor, usted seguro que sabe algún secreto que no perjudique nuestra investigación y que nos saque de este apuro.

A pesar de tus heridas y malestar físico, consigues escuchar apenas en un murmullo cómo Jack Saúl menciona "El Valle de los Ídolos" antes de que la mujer de negro decidiera marcharse con tanta prisa.

Reaccioné incorporándome y olvidando temporalmente el cansancio.

- ¿Habéis oido eso? Ese Saúl acaba de decir algo sobre "El Valle de Los Ídolos" ¿Alguien conoce ese lugar? ¿Sabe usted algo de ese sitio profesor?

Miré al profesor Champollion y por un momento no le conocí. Un hombre como el encerrado como un criminal en un lugar como este, pero el profesor era duro y mantenía su determinación y su idea de escapar de aquí.

Paré un momento de buscar la escobilla para escuchar a mi alumno. Había estado tan apurado y concentrado en la huída, que no presté atención a los sonidos provenientes de las habitaciones contiguas. 

—¿Has dicho "Valle de los Ídolos"?— pregunté pensativo.

Reconoces el nombre, aunque no de forma oficial. Alguna vez lo habéis comentado el ya tristemente fallecido profesor Bollacher y tú.
Se encuentra a cierta distancia de Lúxor, más de 20 kilómetros en dirección este, y aunque se suponía que era un mito, pudiera ser que el profesor consiguiera finalmente localizar el Valle.
Según el mito, el Valle de los Ídolos fue construido por Ramsés III como orgulloso recuerdo de su victoria contra los temibles y desconocidos "Pueblos del Mar", de los cuales solo se sabe a través de los monumentos honoríficos dejados por el propio Ramsés III para la posteridad. Pero, ¿quiénes eran realmente estos Pueblos del Mar?

—No puede ser... ¿Será que Abraham lo encontró? Creía que no era más que una leyenda— digo, más para mi mismo que para Mardigan. 

Me senté, ensimismado, encerrado en mis propios pensamientos. Todo parecía tener alguna conexión, relacionarse entre sí, pero no conseguía encajar las piezas. Tal vez porque todavía no terminaba de creer todo aquello. Sin embargo, tomé una decisión.

—Tenemos que marcharnos de aquí— zanjé, levantándome del catre y mirando a los demás frunciendo el ceño —. No sé qué pretenden hacer con nosotros, ni si dicen toda la verdad, pero que nos encierren en contra de nuestra voluntad no augura nada bueno. Señor Price, si seguimos las pistas correctas, creo que podremos averiguar qué le pasó a— hice una pausa, cerrando los ojos y trabando saliva —... nuestro amigo, Abraham Bollacher. Pero primero debemos salir de aquí y recuperar nuestras cosas.

Al oir al profesor sentí que había cosas que no nos había contado y me sentí obligado a preguntarle aún a riesgo de parecer indiscreto.

¿Conoce ese lugar profesor? ¿El Valle de los Ídolos? ¿Qué buscaba Bollacher realmente?

¿Marcharnos de aquí? Claro profesor y cuanto antes mejor.

Yo también deseaba irme de aquí necesitaba descansar en una buena cama y una comida completa para reponerme. Quizá abriendo más las grietas del techo, por donde se colaba el agua, podríamos salir.