Partida Rol por web

Cuando al fin conseguimos ponernos todos a salvo, el estallido resuena a nuestros pies. El alivio se convierte en alarma una vez más y empiezo a otear junto al señor Price cual será la mejor vía de escape. 

Aguzo la vista todo lo que puedo, pero del esfuerzo y el terror he empezado a sudar. La vista se me nubla ligeramente y apenas consigo ver nada con los ojos entrecerrados.

—¡Aagh!— me quejo, procurando no levantar mucho la voz, mientras intento secarme la frente como puedo —No consigo ver nada.

Mierda, ¿que demonios es eso? - Totalmente confuso comienzo a buscar una manera de bajar del tejado. 

Profesor, tiene que haber alguna manera, si no tirémonos el barro amortiguará el golpe. - No era capaz de pensar ni de ver una manera de bajar. Lo peor era que el miedo y las prisas estaban a punto de obligarme a hacer una temeridad.

Apartandose la lluvia de los ojos, Ervin señalo un lado de la pared trasera en la que unas cajas apiladas podian hacer más sencilla la bajada.

- ¡Rápido! ¡Por aquí!

-Vaya señor Price, ¡no las había visto.- Me moví en dirección al lugar señalado por el señor Price con la intención de bajar por allí.

-Venga, profesor, Kramer, ¡vamos!, les echaré una mano.

—Gracias al cielo, Mardigan— susurré agradecido.

Les seguí por donde me indicaban. A pesar de la urgencia del momento, me alegré de que Mardigan se encontrase mejor. 

Price divisa una tubería por la que descender con cierta seguridad hasta el suelo bajo la intensa lluvia. El desierto que rodea Lúxor se ha convertido en un aguacero embarrado y apenas iluminado brevemente por los continuos rayos del cielo. Aquí y allá divisáis unas extrañas y oscuras siluetas humanoides que parecen arrastrar los pies en un caminar lento y errático. Sus cabezas parecen desproporcionadamente grandes comparadas con el resto de su cuerpo desnudo y emiten gruñidos salvajes...

Abajo veis un coche con capota de piel.

Tras asegurarme de que, delante mía, el señor Price y mis alumnos bajan con cuidado y sin peligro, asegurándome de que no tienen problemas para bajar, empiezo a descender por la tubería hasta el coche. Intento que la urgencia y la prisa me hagan perder la calma, pero la situación parece volverse cada vez más surrealista.

Debo estar soñando, ¿qué diablos son esas cosas que hay ahí abajo? Sea lo que sea, creo que no es mejor quedarnos a averiguarlo. 

Estupendo. El profesor se desliza por la húmeda y oxidada tubería hasta el suelo sin problemas, llegando hasta el coche sin ser divisado, aparentemente, por nadie.

Por cierto, distingues que las criaturas proceden de un desbordado Nilo.

Ervin se desliza hacia el coche observando a esas extrañas criaturas.

Nos acechaban unas misteriosas criaturas, vi como el profesor las miraba con asombro. Nunca había visto nada parecido aunque no se distinguían de todo, quizá fueran hombres con extraños disfraces, era lo único razonable.

Dejé de observar las criaturas y sacudí la cabeza. Rápidamente seguí al profesor y a Ervin hacia el coche, con suerte seríamos capaces de arrancarlo dejando atrás este extraño lugar. 

Demonios, como es posible que siga lloviendo de esta manera en medio del desierto.

Apremié a mi compañero:

¡Vamos Kramer! No hay tiempo que perder.

Kramer sigue los pasos del profesor y sus compañeros bajando por la tubería oxidada de forma poco ortodoxa, pero práctica, y llega al coche empapado hasta la médula.

- Sí... vamos!!! - contesta a Mardigan.

Parecen venir del... ¡Diablos! Esto no puede estar pasando, ¿en qué clase de pesadilla nos hemos metido?

—¿Estáis todos bien?— pregunté una vez estábamos en el coche, resollando y sudando —¡Vayámonos de aquí, se están acercando!

- ¡Vamos, hay que irse!

Ervin Price encuentra las llaves del auto y lo arranca con premura mientras unos gruesos y malolientes tentáculos se escurren desde el tejado hacia vosotros con intenciones poco alentadoras.

La suerte no acaba ahí y el profesor Champollion, seguido por sus estudiantes hacia el interior del vehículo, se topa con un fusil en buenas condiciones y bien cargado en los asientos traseros. También hay algunas balas sueltas esparcidas por el suelo del vehículo (en total tienes 12 balas).

Price avanza con el auto por el embarrado suelo que dificulta seriamente la conducción, y pronto veis a más de esas criaturas humanoides con rasgos anfibios dirigirse a Lúxor con pasos torpes pero decididos. Algunos de ellos se agolpan en el camino al detectar el auto.

Entre el barro y las figuras grotescas que invaden el camino, Price debe superar una tirada de Conducción (dificultad extra +10%) para no acabar con el coche en la cuneta.

Ervin acaba con el coche en la cuneta tras un brusco giro.

Puedes tirar por Suerte para que el coche no acabe en la cuneta y tratar de volver a la carretera (o la especie de camino, no solo embarrado sino prácticamente inundado).

Por cierto, que las criaturas, siluetas oscuras y horripilantes, se dirigen ahora hacia vosotros y tardarán justo tu tirada para alcanzaros.

Efectivamente son las mismas criaturas de tu pesadilla.

Haz una tirada de Cordura 1/1d6

El coche consiguió arrancar sin problemas, a lo que todos dimos gracias. Le pedí a Kramer que fuese delante con el señor Price para poder ayudar a Mardigan a acomodarse en el asiento de atrás y comprobar que su herida iba bien.

Di gracias a Dios cuando, al poco de sentarme toqué con el pié algo alargado: un fusil en perfecto estado. Comprobé el cargador y suspiré de alivio al comprobar que no solo estaba completamente cargado sino que había munición también en el suelo. Parece que cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana, pensé.

Sin embargo, el periodista estaba empezando a perder el control del vehículo, probablemente debido a los nervios.

—¡Por Dios, señor Price! Serénese o terminaremos con el coche en la cuneta.

Descubro con profundo terror que esas criaturas ya las había visto antes, en mis pesadillas. Por un momento me siento aturdido, y me da la sensación de que todavía estamos en esa celda, yo tumbado en el catre bañado en sudores fríos provocados por un sueño desagradable. Pero no, estoy despierto. Y el hecho de descubrir que esas criaturas imposibles que no debían de haber salido nunca del mundo de los sueños son reales me llena de un profundo pavor.

Ervin está también nervioso y asustado. Se ha puesto valientemente a los mandos del automóvil pero parece que pierde control. Y lo unico que consigo hacer es gritarle, lo que sin duda no le ayudará en absoluto.

-Venga Señor Price, los tenemos encimaaaa..