Partida Rol por web

La noche llegó perezosa y nublada. Una ligera llovizna impregnaba el ambiente de humedad. Saliste de la tubería cuando no percibiste ningún mortal cerca. Con todo, en Londres anochecía demasiado temprano como para que los humanos estuvieran en sus casas y te cruzaste con más de un transeunte en tu caminar por la ciudad, con la capucha puesta.

La lluvia del día no ayudó a que las aves persistieran en la búsqueda. Algún que otro pájaro te dio una dirección demasiado ambigua como para que se mereciera una gota de tu sangre, pero reducía el amplísimo rango de búsqueda.

Por fin, el cuervo se dignó a aparecer. Había seguido al Toreador la noche anterior y el inicio de ésta. Se encontraba en un Pub. Justo cuando giraste una esquina viste un vehículo yendo en dirección contraria al pub. El instinto se despertó en ti. Escudriñaste el interior y viste a Gaia en compañía de un desconocido que iba conduciendo.

Llegáis a una zona residencial de casas casi iguales. Vuelve a llover y el ruido rítmico de los parabrisas junto con el repiqueteo de las gotas contra los cristales y el ronroneo del vehículo os sumerge en una atmósfera extraña, casi en un ensoñamiento. Habíais dado demasiados giros, demasiadas indicaciones. Haber fallado en una de ellas...

-Esta zona no me suena- comenta Lorian mirando -Creo que nunca he pasado por aquí- sonríe. Parece que el vampiro está de buen humor.

Las caras nuevas nunca eran del agrado de Ania pues podía ser otra traición cercana pero la chiquilla de su hermana debía crecer por sí misma y ella sabría con quién se juntaba, era hora de juntarse con el toreador y preguntar sobre la misión. Era obvio que el viejo ya sabía de su presencia por culpa del infame Brujah, dicho lo cual la información era un bien preciado.

Acarició el lomo de su cuervo felicitándolo por su trabajo - ¿Puedes seguir a Gaia? Si crees que corre peligro infórmame - besó la frente de su preciado Ghoul y elevó la mano para que volara, a la vez que ella se dirigía al Pub.

La lluvia se sentía agradable, era una lástima desperdiciarla , pero aún no despertaban sus dones del todo, seguramente por el pésimo despertar saturado de sangre desagradablemente adulterada, quizás en aquel local pudiera beber algo decente.

Gaia se subió al coche con Lorian y ambos se dirigieron a la zona del accidente. La mirada de la gangrel se fijaron en los restos que recordaban la colisión sufrida la noche anterior y tuvo una corazonada que compartió con su nuevo compañero de aventuras, el vampiro que más recursos invertía en vengar a su chiquillo, inevitable respetarle.

- Cathrain saltó y así escapó del accidente - Para Gaia aquello era algo tan obvio que no merecía la pena ni ser explicado - Ve hacia allí - Indicó ella, descubriendo un camino oculto que se encontraba bajo un puente - Gira a la izquierda, continúa recto... - Tenía clara la ubicación, como si hubiera visto a su enemigo moviéndose en la oscuridad hasta llegar a un edificio de gran tamaño.

Gaia se fijó en la zona residencial, donde habían casas prácticamente iguales, cortadas por el mismo patrón - Esto es raro. Sé hacia dónde tengo que ir, pero no he estado aquí antes. Hemos dado muchos giros, completado el recorrido de varias calles y yo tampoco he estado aquí antes... - Miró de reojo a Lorian, estaba de buen humor - ¿Has hecho algo para que lleguemos hasta aquí? ¿O acaso nuestros enemigos nos tienden una trampa? Esto va más allá del instinto, es como si mi odio hacia Cathrain me dijera dónde se encuentra mi enemigo... ¿Es algo normal?.... - Dudaba, hasta a ella misma le preocupaba su exceso de seguridad.

-Es una especia de sexto sentido. Algo propio de los que no han perdido su bestia interior. No me refiero al ansia sino al animal.- Comenta Lorian mirándote con una sonrisa -Los Gangrels que se dejan llevar sin imponer la razón suelen llegar donde a otros ya les gustaría- Volvió a mirar hacia adelante sin perder la sonrisa. El vehículo avanzaba lento.

Un poco más adelante su rostro cambió. Su ceño se frunció mostrando una arruga entre las cejas y sus labios dibujaron la duda. Avanzaban y, a la derecha de esa misma calle, había una funeraria. Ambos intercambiaron una mirada. El cartel negro estaba sobre un muro gris de ladrillo viejo. El edificio, sobrio aunque no lúgubre, estaba alejado de la carretera. El terreno era grande y espacioso, rodeado de césped verde.

Lorian detuvo el vehículo a un lado de la calle y en silencio observó. Entrecerró los ojos al ver a una mujer de cierto atractivo, delgada, morena y de piel clara (¿pálida quizá?). Iba bien vestida y portaba una mochila. Salió con algo de prisa.

Lorian baja tu ventanilla. Sientes el frío de la noche pero no varía la temperatura del interior, tan fría como la del exterior. -Perfume aunque agradable, no muy caro. Huele a cera, cerillas, formol, tela. Tu instinto te dice que esa mujer esconde algo importante-

Segundos después apareció un tipo muy delgado, fibroso, con los pómulos marcados y de aspecto desagradable. Su mirada (de un solo ojo) fría y decidida siguió a la mujer mientras caminaba con pasos cortos pero rápidos por el camino empedrado, él cruzó el césped dando un pequeño rodeo para no ser visto. Saltó el muro justo a la altura de vuestro vehículo y sin perder de vista a la mujer, ni su coche, retrocedió calle abajo.

-¿Has visto?- comenta Lorian. Hizo referencia al rostro de aquel tipo. Cuando el hombre desagradable giró el rostro dejó ver la mitad de su cara destrozada. Incluso le faltaba un ojo. Era como si le hubieran clavado una barra de hierro en la mitad de la cara y la hubieran retorcido para abrir el agujero. -Eso es una herida de gran calibre, una bala. Posiblemente de un rifle de largo alcance. Es hombre no es humano- comenta Lorian.

-Pelo encrespado, pólvora, armas, sangre, dolor. Ese hombre desagradable apesta a vampiro, huele a salvaje, huele a Gangrel. Huele a ¡CATHRAIN! Un olor superficial, ha estado con él hace poco, una hora. Puede que menos-

La joven morena cruzó la calle por delante de vosotros y entró en un mini que se puso en marcha alejándose con un ronroneo. Segundos después, el tipo fue detrás montado en un destartalado coche gris.

Sigues tu camino, alejándote de Gaia y el desconocido pero confiada en que tu fiel córvido llegará a tiempo hasta donde estés para avisarte si la vampira corriese algún peligro.

Te alejas de aquel barrio. Caminas mucho, pero llegas a tu destino: la entrada trasera del The Thirsty Black Cat. Uno de esos locales que aún conservaban el encanto de antaño. Salvando algunos detalles era como si el tiempo se hubiera detenido en una taberna de principios de siglo XX. En su parte trasera había un par de mesas pequeñas y una tercera improvisada con un barril, redondas, con sillas negras de respaldar con filigrana de hierro que simulaba el forjado.

El olor a sudor, cerveza y tabaco impregna la atmósfera cercana pero, pese a que hace poco aquella terraza estaba llena de gente (lo deduces por los vasos acumulados y las colillas en el suelo), ahora no hay nadie. La puerta está entreabierta y hay luz en el interior pero poco movimiento.

Olor a cantina, siglos desde laquellas en las que trabajó pese a que ahora tenían más productos químicos para limpiarlas que entonces, olores menos naturales para alguien de sensible olfato. Comenzó a caminar hacia la luz con su rostro en alto, abriéndose paso sin preguntar pero con calma y elegancia.

Su leve musculatura calmada y sin marcar demostraba que no estaba molesta o furiosa, quizás si un poco cansada de que aquel Brujah se le escapara cada vez que iba a por él.

- ¿Se puede? - mencionó cuando de hecho ya estaba cruzando el umbral esperando ver al informante dado a la fuga.

Lorian le explicó que lo que sentía la gangrel era una especie de sexto sentido, una intuición interior porque se dejaba llevar por sus instintos. La hembra le miró y le gustó que se lo explicara, sintiéndose aún más cómoda a su lado, sonreía, eso implicaba que de alguna manera, conectaba con ella, se comprendían y supo Gaia que de saber aprovecharlo, podría ser un gran aliado.

Reciprocidad. Él me da, yo le doy. Nos entendemos y así podrá seguir siendo.

El cambio en el rostro del vampiro hizo notar a la gangrel de que algo extraño sucedía. Miró en dirección a la funeraria - Vaya, un clásico, meter un vampiro dentro de un ataúd - El coche se detuvo y su acompañante se fijó en una mujer que estaba a cierta distancia, bajó la ventanilla del coche y Gaia dijo lo que sentía, el ambiente hablaba por sí solo - Perfume no muy caro, cera, cerillas, formol y tela. Huele a todo eso y algo esconde. Ten cuidado Lorian, no deben vernos - ¿Desde cuándo ella era quién cuidaba de él? Podía asumir ese rol, la gangrel se puso en tensión, a la espera de acontecimientos.

Observaron. Había un tipo fibroso y feo con ganas que seguía a la mujer con la mirada, escondiéndose en las sombras. Su rostro estaba destrozado y le faltaba un ojo - Le han disparado y sigue vive, está claro que humano no es. ¿Ghoul quizás? ¿O Nosferatu? - Hizo la pregunta pero un olor instintivo le vino de repente y describió su sentir - Es un gangrel no un nosferatu. Ha estado con Cathrain hace una hora al menos... 

Gaia se fijó en que el gangrel se subía al coche gris, con toda la intención de ir por la joven morena que olía a enigmas - Es raro que el gangrel no nos haya olido, en cualquier caso ha estado con Cathrain y es posible que tenga el encargo de perseguir o hacerle algo a esa mujer. Debe tener algo muy valioso como para que sea de su interés. Deberíamos hablar con ella y saber qué buscan los anarquistas de su persona, así como intentar localizar a Cathrain por medio de ese gangrel... ¿Te parece bien la posibilidad o se te ocurre algo mejor?

La mirada felina de Gaia se posicionó en el rostro de Lorian, le agradaba escucharle, estaba claro que a falta de Krampus, bueno era dejarse guiar por él, pues sabía cosas que ella de base, desconocía.

Lorian asintió y rápidamente os pusisteis en marcha cambiando el gesto, más serio, más concentrado. Evaluaba la ruta más óptima a seguir sin que delataran su posición. Afortunadamente, el gangrel estaba demasiado ocupado siguiendo a la joven.

Tiempo después, los vehículos se detenían. Ella entraba en una tienda de empeños. Él daba la vuelta a la calle y ascendía por una escalera de incendios con una mochila larga. Fue entonces cuando Lorian te hizo un gesto para salir del coche e ir tras el gangrel.

Cuando llegasteis a la escalera metálica Lorian se llevó un dedo a los labios indicando silencio. Tú notaste algo raro. Tu instinto quería decirte algo pero no acertaba a coger las palabras.

Cuando llegasteis a la azotea, el aire pareció estremecerse con el ruido lejano de dos disparos contundentes -una escopeta-. Se produjeron en el interior de la tienda. La escalera de incendios ascendía por un lateral desde el que no había buena visibilidad de la entrada de la tienda. El gangrel no estaba allí, claro. Había cruzado por lo alto del edificio, saltado unos tubos gruesos y cruzado una pasarela. Estaba junto a la cornisa, tenía un rifle de gran tamaño y la mochila alargada abierta en el suelo, a un lado. Sin embargo, no se movía. Parecía concentrado en... 

Un ruidito lejano y agudo atrajo tu atención. Bajaste la mirada al callejón y viste cómo un par de ratas gordas cruzaban hacia la tienda. Seguidas de tres, cuatro... un buen número de roedores de diverso tamaño se estaban acumulando en la zona.

Alguien salió de la tienda. Lorian y tú os asomasteis a la cornisa usando una gruesa chimenea como cobertura para que el gangrel no os viera. Teníais la brisa en contra por lo que también estabais a salvo de que os oliera.

El gangrel cambió de actitud. Abandonó la concentración y apuntó con el rifle a la mujer que se montó en el coche. Iba andando cuando el vehículo se encendió con una potente luz blanca y cegadora. La joven salió trastabillando aferrada a su mochila con importantes quemaduras en su rostro. Los asientos traseros del coche de la mujer ardían.

Casi al mismo tiempo que ella intentaba cruzar la calle pidiendo ayuda a voz en grito. Un millar de ratas emergieron de los rincones para atosigarla. La joven morena corrió hasta la ventana más cercana. Pudiste ver cómo el Gangrel la seguía con su mirilla. Los gritos de la joven se alzaban mezclados con el del grupo de ratas. -No, grupo no. Grupos- Había al menos dos grupos de roedores atacándose unos a los otros.

La joven se agarró a la reja de forja de la ventana más baja y se aupó al alféizar. Miraste al Gangrel, cómo su índice bajaba de estar apoyado en el lateral del rifle a acariciar el gatillo. Fue entonces cuando lo viste. Una sombra conocida corrió hacia la mujer, saltó y se hizo con la mochila ante la aterrada mirada de ésta. -Krampus-

Supiste entonces que el Gangrel iba a disparar. Era el momento de actuar. Impedir que disparase a tu compañero de cuadrilla o a aquella joven vampira horrorizada.

Solo tres mortales había en el interior. Un joven moreno, delgado y con gafas estaba poniendo las sillas sobre las mesas. Otro  rubio con pelo y barba largos recogía vasos, copas y botellines con una caja de madera. El tercero, el más corpulento, te observa desde detrás de la barra. Tiene una camisa ceñida de color negro con el símbolo anarquista en blanco y un trapo al hombro.

-Está cerrado- dice el tipo corpulento de la barra. -¿Quién es?- escuchas una voz de mujer que viene de una puerta junto a la barra que da a un almacén. La mujer se asoma.

-Joder, ¿qué pasaba ahora?- Me asomé y vi a una joven en la puerta de atrás. Me resultaba familiar. -¿Te conozco?¡Te conozco! Eres Annia. Joder, te busca medio Londres- comento alzando las manos. Avanzo hacia ella con prisa, la rodeo, llego a la puerta. Echo una ojeada al exterior y cierro. -¡¿Qué cojones haces aquí?!- pregunto visiblemente sorprendida. Hacía sólo unas horas que había visto su rostro en las noticias, asociada a una banda criminal procedente de Berlín y al accidente en la autopista sur.

-Cierra la puerta delantera- digo a uno de los muchachos.

El joven rubio y barbudo de pelo largo era el más cercano. Se apresuró a obedecer dejando la puerta cerrada con una vuelta de llave.

Durante el escaso tiempo que has estado en el interior te ha dado tiempo a oler por encima del licores, tabaco y madera que los tres jóvenes eran mortales pero que aquella rubia era vampira. Olían a rebeldía e inconformismo. A minoría como lo es el clan Gangrel pero no huele a salvajismo. No. Aquella era una vampira de otro clan.

Ania ahora era famosa; no es que le importara demasiado pero le fastidiaba que la información fuera falsa.

- ante todo, bonito lugar... - era alentador ver que no todos renunciaban a lo clásico por más metal tecnológico - ¿Una organización de Berlín? Ya no saben que inventar... Y; obviamente yo no hice chocar ese vehículo, fue el cobarde al que seguía. Antaño la información viajaba más lenta pero era más fiable. Lamento irrumpir muchachos pero mi pequeño chiquillo me dijo que aquí estaba un tal Víctor con quién quería hablar.

Midió sus palabras al no saber el nivel de implicación de aquellos humanos, no apreciaba en especial la mascarada pero tampoco estaba en contra de ella, caminar entre Sabbath y mascarada era más emocionante.

- si me facilitas una chaqueta de esas con capucha se agradecerá, la fama no es muy agradable... En cuanto al otro asunto ¿Sabes dónde puede estar?

Le estaba gustando aquella caza con Lorian. Ambos parecían adaptarse bien el uno a la otra, buscando rutas por donde avanzar tras aquel gangrel y su perseguida, mientras que a la par, no delataban su posición.

La mujer entró en una tienda de empeños y el vástago ascendía por una escalera de incendios, buscando una posición ideal para seguir acechándola, o al menos así entendía Gaia los gestos del cuerpo masculino.

- Sí, vamos tras él - Estuvo conforme la hembra mientras presentía algo, aunque no podía estar segura sobre qué era.

Llegaron a una azotea y se escuchó el disparo de una escopeta desde la tienda. Eso le hizo gracia a Gaia, la cazadora iba a ser cazado por el gangrel, el cual tenía un rifle de grandes dimensiones e iba a ser cazado por Lorian y por ella misma.

Esto es una maldita jungla. Cómo me encanta...

El ruido de las ratas entrando a la tienda le pareció una imagen muy cercana. Ella misma solía llamar a los animales, aunque no tenía el poder de hacerlo tan bien como Krampus. Recordar su nombre le produjo intranquilidad. ¿Cómo estaría su alfa? Le echaba de menos, pero él siempre prefería trabajar solo.

Desde la cornisa podía verse aquel espectáculo con facilidad. El gangrel apuntando a la mujer, y ésta subiendo al coche, pero de repente una luz cegadora se encendió en el vehículo, haciendo que la fémina saliese de allí, presentando quemaduras y agarrando una mochila que debía llevar cosas muy importantes.

Las ratas le atosigaron y Gaia lo tuvo claro - Hay más vástagos aquí, Lorien. Debemos tener cuidado - Ea hermoso ver aquella pelea de ratas, casi podía hipnotizar a la gangrel, pues en el fondo las adoraba como tentempié. 

Y entonces lo vio. El gangrel con el dedo en el gatillo a punto de disparar, y a Krampus intentando hacerse con aquella mochila que, sin duda, debía contener cosas realmente importantes y necesarias, supo Gaia en ese instante que sobre su propia misión. No podía permitir que aquel tipo hiriese a su "Cosita", pues si le dañaba, no habría vampiro que le impidiese destriparle.

Gaia no dijo nada, tan solo corrió, cual alma que lleva el diablo, hacia el gangrel, con el firme propósito de impedir aquel disparo. Aunque no era una necia. Tenía claro que tras eso habría pelea. Bien por ella, hacía tiempo que no peleaba contra un buen macho, ya era hora de estirar los músculos y comenzar a pelear.

Salvaste la distancia que os separaban con rapidez. Aferraste el rifle con tu mano izquierda y golpeaste la cara del tipo con la derecha desviando el arma mientras se producía el disparo. La bala impactó en la pared entre Krampus y la joven. Esquirlas de cemento y ladrillo salieron proyectadas en todas direcciones.

El tipo ni siquiera te vio venir (no tenía ojo a ese lado de la cara) y preferías que así fuera. Así, usaste la inercia del impulso para girar y tirarlo desde la azotea. No gritó, pero te contagió la tensión y el miedo por la caída. El golpe contra el pavimento se extendió por la calle. Desde ahí abajo ya no tenía línea de visión contigo por lo que te tomaste unos segundos para mirar hacia la calle. Tu "cosita" ya no estaba a la vista.

Te giraste hacia Lorian y éste sonreía al mirarte.

Asentí lentamente a las palabras de Annia. Hice un gesto a uno de los muchachos que fue a por una sudadera negra con el logo del local a la espalda y una amplia capucha. Mientras la traía respondí a su otra cuestión -No me cabe duda de que dices la verdad. Típico de la Camarilla. ¿Víctor dices?- fruncí el ceño. Conocía al menos a tres Victor aunque realmente sólo uno de ellos había estado aquí esta noche. -Víctor Vargas- asiento confirmando su información -Tuve una reunión con él. Como habrás supuesto, no somos muy partidarios del régimen actual. Esos carcamales no le hacen ningún bien a la ciudad.- Sentencié con desprecio. -Se marchó hace media hora- hice un gesto hacia la puerta.

El joven trajo la sudadera. -¡Linn!- se escuchó una voz desde la trastienda -¡Ven!¡¡CORRE!!- La alarma en el tono era evidente pero no me sobresalté, estaba acostumbrada a que la banda encontrara problemas en simples molestias. -Discúlpame un momento- le dije a la recién llegada y caminé hasta el lugar del alboroto. La sala de las cámaras. No me gustó lo que vi.

Linn desapareció de tu vista por la puerta trasera. Te pusiste la sudadera y echaste la capucha. Podías ir tras la Brujah sin impedimento y comprobar de qué se trataba la alarma pero no te hizo falta. Había movimiento en la calle. Pasos, agresividad, armas, sangre, vampiros... Tanto en la puerta delantera como en la puerta trasera.

Luego silencio. Pasos en la puerta delantera. Había alguien al otro lado que llamó -Toc. Toc. Toc.- Dio tres golpes suaves en la puerta y miró a la cámara. -Annia. Mi querida Annia. Sé que estás ahí dentro. Te hemos estado siguiendo y he venido en persona a saludar a una vieja amiga- la voz atrayente, el tono suave que alzaba el corazón, la modulación en cada palabra que se metía en tu mente. Deseabas complacer aquella voz bella, llena de sabiduría, de poder, de autoridad.

Aloisius acababa de llamar a la puerta de aquel garito. Y no ha venido solo.
La tensión en la sala de cámaras se hizo patente pese a que no te hayas movido del sitio.

Su musculación se tensó y una sonrisa tensa se dibujó en su rostro. Agradecía la sangre de su mentor que le hacía inmune a dominación, en esta ocasión no se iba a dejar doblegar, ya no era necesario.

Quizás debería dejar que su bestia interior saliera y que uno de los dos acabara muerto al fin. Notaba ligeramente el ansia, alzó el rostro mostrando sus colmillos al techo - ¡Donde ha quedado tú poca caballerosidad! Si llegas y atacas a mochuelos apoyado por la patética camarilla no contuvo un tonomque amenazaba con ofertar un flashback de cuando estuvo a punto de morir en manos de Diálisis, aunque ella no tenía intención de fallar.

- reduces tus filas y hablamos, ¿O comprobamos quien de los dos muere hoy? - sabía que ellos eran muchos más, por lo que quiso aclarar un detalle - no me preocupa morir si te llevo conmigo.

Sentía cierto respeto por la sangre de aquel anciano, si quería hablar lo haría, mientras hiciera retroceder a sus peones. De otro modo, se verían allí por última vez.

Annia, Tras tus palabras hubo un silencio que aunque sólo se prologó por unos segundo te pareció eterno. -¿Hablas de caballerosidad?- se escuchó al fin desde el otro lado de la puerta principal con cierto tono de divertimento. La siguiente frase sonó justo en tu nuca en un susurro al tiempo que sentías una mano posarse en tu hombro -Hablemos- 

Al girarte no hay nadie a tu espalda y, cuando vuelves a mirar al frente Aloisius está a unos metros de ti, delante de una de las mesas redondas de madera del bar.