Partida Rol por web

Cuando os dirigís a la puerta, el portero os abre y os deja salir, saludando con un leve gesto de la cabeza. Estáis de nuevo en las frías calles de Munich, en una noche igual a otras tantas, pero a la vez tan diferente.

Las sombras de los edificios se perfilan en una extraña combinación por culpa de las distintas luces de la ciudad. Todavía escucháis de fondo la música, pero parece un vago recuerdo. Ahora tenéis una "misión", algo que altera por completo el ritmo de vida que llevabais hasta hace poco, algunos menos que otros.

La noche os espera, y sois los amos... o más bien, ¿los criados?

Asiento con interés ante la respuesta de los varones. Alzo una ceja al escuchar a Mathias y siento algo de compasión por Hackett, pero Krauser... no sé qué debería pensar de él... aún.

_Muy bien, seguiremos la conversación en la calle, bajo el frescor de la oscura noche y el sonido arrullador de las criaturas que la pueblan_ sonrío y me dirijo a la salida.

De nuevo en la calle, alzo la vista al cielo nocturno y llenos mis pulmones vacíos de vida con el gélido aire de Munich, disfrutando de la ilusoria libertad del firmamento sobre mi cabeza.

Miro a los hombres que hay junto a mí y tomo la palabra con lentitud, pues es lo justo tras haber indagado en sus personas: _Yo era cazadora en las frías tierras del Báltico_ comienzo a decir _ hasta que los vástagos entraron en mi vida y me arrastraron a las tinieblas...

Un grupo de lo más variopinto: un funerario, una cazadora, un taxista y un abogado. Wilhem suponía que todos tenían habilidades que habían llamado la atención de los auténticos dueños de la ciudad lo suficiente como para hacerlos parte de su "manada". Aunque ahora solo fueran carne de cañón.

Salieron al exterior: Múnich nocturna, claro que ahora la veían de mnaera diferente. Desde una nueva perspectiva.

Krauser se encendió otro pitillo, no era lo mismo que antes, pero era una vieja manía de fumador empedernido, además, le recordaba a su perdida humanidad.

- Interesante- dijo Wilhem. - Quizá tu experiencia como cazadora nos sea útil, no en vano tenemos que controlar a un sujeto que quizá sea peligroso. Tendremos que estar alerta, toda precaución es poca.-

comentó.

- Vayamos al centro comercial, allí encontraremos al tipo en cuestión-

les propuso. El Olympia, un lugar en el que ya había estado alguna vez, repleto de gente haciendo compras y disfrutando de su tiempo de ocio. Aunque hubiera una multitud, el objetivo era tan llamativo que lo reconocerían con facilidad.

Mathias pretendía no dejar su profesión ¿le dejarían? Para mi eso no tenía mucho sentido, no podía volver con mi familia que era por quienes trabajaba. La opción de darles dinero a escondidas incitaría sospechas y podía ponerlas en peligro. No, no había ningún motivo por el que seguir siendo taxista. Aunque estaba desvariando como si tuviera alguna opción de escoger mi futuro, pero un peón solo puede ir hacia delante.

- ¿Y qué cazabas? - pregunte con curiosidad. Me sorprendió que aquella mujer fuera cazadora, aunque de momento solo eran palabras. Temía que pudiéramos comprobar la veracidad dentro de poco...

Miro el reloj.-Entonces vayamos-  a ver si el tipo este sabe tanto como él cree o dice....

-¿donde me han ido a meter y porque?-No paro de preguntárme una y otra vez, sabía que allí no pegaba nada, escucho a la mujer nombrar el Báltico y algo suscita mi atención.

-Emm, vaya he leído mucho sobre tu región, ¿allí serás considerada un "strigoi" no?.-Sonrio algo tímido.

Os acercáis a una de las calles principales. Varias personas pasan por vuestro lado mientras esperáis a que un taxi pase. El centro comercial está lejos así que se presenta como la mejor opción. Además, entre todos no saldrá a mucho.

Solo algunos se fijan de vez en cuando en la extraña apariencia de la mujer, pero en general nadie os presta más caso que a cualquier otro viandante. Y es algo que os hace sentir extraños. Al fin y al cabo, ya no sois como ellos. No sois humanos. Sois diferentes. ¿Peores? ¿Mejores? Solo el tiempo lo dirá.

Desciendo la vista del cielo nocturno y le dedico una mirada de sutil sadismo a Wilhem: _Podría ser... hace mucho que no voy de cacería, una sensación excitante y gratificante en todas sus formas. Si, como dices, esperamos peligro, más interesante pudiera resultar.

Luego me dirijo a Hackett. Su forma de actuar y la expresión de su rostro me causan cierta... ¿compasión? No sabría decirlo, pero no parece disfrutar de su nueva vida.

_Básicamente, animales: alces, osos..._ digo respondiendo a la pregunta de Hackett _. Mi padre me enseñó a darles una muerte rápida para mitigar su sufrimiento. Ahora, podría decirse que las presas son diferentes...

Sonrío y comienzo a seguir a Wilhem, quien parece mucho mejor informado que nosotros de esta extraña empresa que emprendemos en Munich. Al instante, escucho cómo Mathias hace referencia a los "strigoi" o "striguo". Me detengo y lo miro fijamente.

_A algunos, sí. Pero a los míos suelen confundirlos con los "varulv"_ digo con una sonrisa lobuna dibujada en el rostro y un extraño brillo depredador en los ojos.

Mientras nos dirigimos al Centro Comercial, observo las miradas de los transeúntes. Soy consciente de que mi aspecto, aunque desaliñado por el presto viaje que me ha llevado hasta Munich, y mi voz, no resultan del todo escalofriantes para los mortales. Al contrario. Suele resultarme fácil hablar con ellos.

_Cuéntame más de ti, Hackett_ digo a uno de los varones _. Tu actitud me inspira cierta curiosidad. ¿Acaso algo te apena?

Intento mostrar la más tierna de las sonrisas, en contraposición con esa vena sádica que me sale cuando fantaseo con una nueva cacería.

Me pongo nervioso cuando pedimos un taxi, porque igual conocía al conductor. Era posible que aun no se hubiera enterado de mi desaparición en casa, pero en algún momento puede que alguien le diga a mi familia que me ha visto y ¿qué pensaran? ¿qué les he abandonado y qué aun sigo en Munich, viviendo otra vida?... Me dolía pero ¿acaso pensar que me habían perdido para siempre era mejor opción?... Al menos no intentarían buscarme y no correrían el riesgo de ponerse en peligro. No soportaría que les pasara algo por mi culpa. Tenía que asegurarme de que pensaran que había muerto...  

- He perdido a mi familia. - respondo a la mujer directamente, olvidándome por completo de la paranoia y el cuidado que había tenido con mi asesino, pues no era propio de mi. Era un hombre hablador, ingenuo y honesto que confiaba en los demás. Además ellos estaban en mi misma situación. - Tengo a una hermosa mujer y dos preciosas niñas en casa y quien me ha hecho esto no me permite volver con ellas. No quiero pensar que podría hacerles si... desobedezco... pero... ¿y lo que estarán sufriendo por mi culpa?... no se que puedo hacer...- las lagrimas hubieran empezado a asomar en mis ojos de poder llorar. - ¿Es que acaso vosotros no habéis perdido a nadie?... Han roto nuestra vida por sus intereses, para que luchemos su guerra...- noto la furia dentro de mi creciendo de manera descontrolada. Entonces me silencio y empiezo a respirar profundamente, incluso sin necesitar el oxigeno aquel método me parece efectivo. Me habían avisado...

Sonrio ante la aclaración de la cazadora.-Interesánte-digo casi para mi.

Al escuchar el relato de Hackett le miro con tristeza.-¿Sabes?Cuándo yo perdí a mis padres sentí la misma sensación de vacio que sientes tú ahora....- Sé lo que es la soledad, la vivo en Munich y la viví con la pérdida de mis padres.

EStoy atento a toda la conversación que vá fluyéndo por parte de mis "compañeros"

Mire a Mathias, al parecer alguien entendía mi situación.

- ¿También por nuestra... conversión? - iba a decir muerte. Para mi al menos si lo era. 

Wilhem escuchó a sus compañeros. No dijo nada. Se sabía carne de cañón -que un tipo con traje lo hubiera convertido no significaba que el abogado se chupara el dedo, sólo era un número más- en un conflicto que le superaba. Tenía todo por aprender y procuraría mantenerse vivo cometiendo la menor cantidad posible de errores. Ya había visto que tenían por encima a gente muy superior a ellos y no iba a defraudarles.

Por otra parte, se había abierto un nuevo mundo de posibilidades a las cuales estaban ajenos la inmensa mayoría de los ciudadanos normales. Si jugaban bien sus cartas podrían sacar tajada. Al menos, Krauser intentaría ver el lado positivo de su nueva naturaleza.

_Por mi parte, desconozco el paradero de mi progenitor, aunque la noche ha abierto nuevas posibilidades para mí. En vida estaba condenada. Para mí, ahora sé lo que es la libertad y puedo jactarme al menos de tener una nueva... familia.

No me refería a aquellos caballeros que me acompañaban. Mi Sire me había explicado la diferencia entre los clanes de vástagos. El nuestro, al contrario que la mayoría, era una familia.

_Lamento vuestra situación_ digo apoyando una mano en el hombro de Hackett _. No puedo decir que la comparta, pues nunca seré bendecida con un hijo y desconozco lo que se siente. Pero si sirve de algo, comprendo que alejarse de "casa" puede resultar duro en nuestra... situación, aunque a algunos más que a otros.

Frunciendo el ceño, miro a Krauser, pues parece atento a nuestras conversaciones pero no se inmiscuye. Da la sensación de que nos mira por encima del hombro y eso me escama.

"Para ellos no somos más que perros de caza" me había dicho mi Sire en una ocasión. Ahora, al verlo ahí plantado, más preocupado por lo que nos depara la noche que por conocer a su equipo, comprendo la verdad de las palabras que emanaban de mi creador.

Justo pasa un taxi libre y lo llamáis. Tiene que dar la vuelta, pero no tardará más que un minuto o dos. En ese momento escucháis que alguien os llama. - Vosotros, disculpad. - Al principio todos vuestros sentidos se ponen en alerta. Vuestras miradas buscan con alarma el origen de la llamada, pero luego se abren de sorpresa ante la escena.

Con paso apresurado, como sabiendo que llega tarde a algo, se acerca a vuestra altura. Agarra de su mano a una niña que no debe pasar de los 7 años, pequeña, morena y con marcados rasgos del este. Ésta va con cara algo seria, como si caminara a desgana. De su brazo cuelga una muñeca.
 

Un hombre jóven, con el pelo algo revuelto por la carrera, se detiene a vuestro lado, resollando. Toma aire un par de veces y os habla con voz severa, pero apresurada.

- ¿Sois los... - Mira a un lado y a otro, asegurándose de que nadie pasa en ese momento. - nuevos, verdad? - Termina en un susurro. Con una mano adelanta un poco a la niña. - Esta es Darla. Me han dicho que va con vosotros. Siento haber llegado tarde. - Respira profundamente, recuperando ya el aliento.

Krauser miró al tipo que los había interpelado y luego a la cría. Estaba asimilando las palabras del joven, al parecer la niña debía acompañarles en esa misión.

El letrado no se lo creía.

Dios mío de mi vida, ¿en manos de qué irresponsables hemos caído? ¡Nos mandan con una niña que no tendrá ni diez años!. No puede salir nada bueno de todo esto... Claro que tampoco podemos negarnos a llevarla, no después de haber visto de lo que son capaces.

pensó Wilhem. Luego sacó otro cigarrillo -iba a perder la cuenta aquella noche- y se lo encendió. Lo necesitaba. El asunto que tenían entre manos iba degenerando hacia una chapuza importante, con poca o ninguna información y una infantil presencia en el grupo.

Krauser esperó a que el taxi diera la vuelta y los recogiera mientras apuraba el cigarrillo.

Desgana se quedaba corta para describir la actitud de la chica, que lejos de estar pegando saltos, se hace la remolona mientras sujeta la muñeca de un brazo, exactamente igual que Jonas hace con ella.

- Mizty dize que no quiere ir - le va susurrando al muchacho, mientras mira para arriba tratando de poner la carita mas dulce que puede, a ver si eso le reporta poder quedarse en casa, buscar algun amiguito con el que jugar y.... bueno, mejor no pensar en piruletas, todos saben como termina la cosa cuando hay una por medio.

La niña no aparenta diez años ni de coñas. Como mucho nueve y bien crecida. Y ahora que os fijais, le falta un diente... joder, fijo que no llega ni a ocho. Pero es taaaaaaaaaaaan linda. Lleva un par de trenzas, expresion de no haber roto un plato en toda su puñetera vida, pero por la cara del hombre que le acompaña queda bien claro que de eso nanai de la china.

Os mira con el labio inferior haciendo el amago de salirse (fase previa a un puchero en condiciones) y luego, sorprendentemente, sin que nadie la vea, le saca la lengua al que parece mas estirado y lleva un traje.

- Hazle cazo a Mizty, ella ziempre lleva razon - asintiendo como si sentara una catedra bien importante

Eran estos sus nuevos amigos? No les gustaba nadita de nadita y se lo hacia saber a Jonas mientras tiraba impacientemente de su mano en direccion contraria

- Vamoz a buzcar a mamita - convencida mientras haciendo malabares con la otra manita (la que tiene la muñeca) os hace un gracioso gesto de "adiosito"

Miro a la niña con gesto paternalista y tierno, se parecía tanto a esas niñas que me había tocado maquillar mas de una vez.

-Ho hola bonita, Mitzy seguro que lo pasará bien ya lo verás, haznos caso ¿vale?.-

Sonrio mostrándo mi lado más amable,me había tocado consolar a más de un niño cuándo papá y mamá tenían la funeraria y en parte sé como se siente ya que a veces yo me siento igual.

Otros podrían sentir por simpatía por una criatura tan pequeña, incluso pensaría que, al ser una mujer, sentiría una vena maternal... pero yo no. ¡Una niña convertida! Nadie me preparó para esto.

_RRrrrr_ emito un leve gruñido involuntario mientras me alejo con paso lento hacia detrás, sin dejar de mirar fijamente a la cría. Sea como sea, aquello es una obra que va contra toda naturaleza. Los vástagos son depredadores, cazadores de la noche eterna, por lo que en cierto modo siguen el ciclo natural de las cosas, de una forma fría y muy particular. Pero aquello... aquello era una aberración. No lograba asimilarlo, menos aún cuando la niña hablaba con un deje infantil tan marcado.

Por su actitud, diría que Wilhem tampoco está satisfecho con la aparición de la criatura. Disimuladamente, me acerco hasta él y le susurro: _Desconozco el alcance de nuestra empresa, pero... ¿en serio hemos de ir con ella? No quiero dudar de las decisiones de aquellos que gobiernan la noche, pero me parece algo... anormal. 

Luego clavo los ojos en el hombre que acompaña a Darla, examinándolo como quién está decidiendo si la carne es fresca en un supermercado. Y la niña... ver cómo abraza a la muñeca me da escalofríos. Si fuera un gato, ya me habría erizado antes de bufar y echar a correr.

Aquella interrupción borró de mi mente la conversación que estábamos manteniendo y me dejó petrificado. Una niña. Se lo han hecho a una niña. Me habían parecido despiadados, fríos y calculadores, pero mi ingenuidad me hacía esperar encontrar algún limite en sus acciones. Ahora sabía que no. O que si lo había estaba demasiado lejos de mi comprensión.

- Hola Darla, yo soy Hack. - me acerque un par de pasos y me acuclille delante de ella. Con mi gran tamaño parecía un oso cerniendome con ternura sobre su pequeño osezno. Esperaba no intimidarla y por suerte siempre me habían dicho que mi cara de bonachón no asustaría ni a una ardilla. - Cuidare de ti, no tienes nada que temer. Y Mizty también estará a salvo. - Extendí una mano hacia ella y la mantuve a cierta distancia, para que fuera ella quien se acercara sin forzarla. - ¿Vamos? 

Una sensación extraña me invadía. Sentía, o creía, que la pequeña necesitaba protección. Me recordaba la fragilidad y vulnerabilidad de mis hijas cuando eran más pequeñas. Aun sentía esa necesidad de protegerlas, aunque ellas pensaran ser suficiente maduras y fuertes para defenderse del mundo. Pero las había perdido y por eso mi mente pretendía, de manera desesperada, rellenar ese vacío inesperado con la oportunidad que se le antojaba tan semejante y conveniente. Mis ojos brillaban alegres, como si hubiera descubierto a una tercera hija que aun pudiera conservar en mi actual estado tras la muerte. Espere a que se acercara con una sonrisa amable y gesto paternal. 

Darla mira a los hombres y la mujer con un gesto expectante, vuelve a insistir con un gesto serio de la mano de Jonas, mientras se da cuenta que por mucho adiosito que diga, le va a tocar ir con esos nuevos.

Parece que el hacerse a la idea de eso le esta costando y le gusta menos y menos conforme lo piensa, asi que de mala manera se suelta de la mano de Jonas y empieza a acariciarle el flequillo trasquilado a la muneca

Todos parecen extranos a su manera. El estirado, la mujer, el que va de Jonas pero seguro que luego la castiga y por fin el pervertido. Si, tenia cara de pervertido.

Se vuelve a Jonas cuando Mathias le habla y le pregunta.

- Le dejo hacerme cozaz como loz otroz? - a saber de que forma se alimenta la cria - Erez un pervertido? - te pregunta directa e indiscreta.

Luego ve a la mujer y sonrie, por su cabeza pasa la pregunta "Se pueden tener dos mamitas?" y finalmente el que le dice que suba... eso no le gusta nada. Ese seguro que quiere hacerle cosas. Aunque parece simpatico. Pone un morrito y luego se hace la digna.

- Prometizte que iriamos por mama - dice a Jonas con los ojos entrecerrados