Partida Rol por web

Un pequeño pueblo convertido en barrio residencial con la expansión de las ciudades limítrofes, Meadowbrook descansa en un amplio valle verde, llevando una historia pacífica como cualquier otro suburbio de los EEUU, lejos del estress y los ruidos de los centros urbanos.

La biblioteca municipal es un pequeño edificio de ladrillo visto con largos ventanales de cristal tintado, una mezcla un poco chocante de modernidad y tradición. La recepción estaba adornada con los habituales paneles indicadores y tablones de anuncios, y de fondo se podía escuchar el silencio religioso de las salas de lectura. Dos hombres de mediana edad, bien vestidos, leían los periódicos del día en la salita a la izquierda. A la derecha, una joven atendía el mostrador entre montones de libros.

Veinte minutos en helicóptero desde McLean hasta Meadowbrook, no estaba mal. Había sido un viaje un poco movido por culpa del viento en las colinas, pero no estaba mal del todo: El día era radiante, la brisa refrescaba el ambiente y cualquier cosa que fuera salir de la rutina de la oficina nunca estaba de más. Al parecer la Célula A había movilizado a OAKLEY, que era el lider de célula con base más cercana al pequeño pueblo. Se hiciceron las llmaadas pertinentes y se movieron los hilos adecuados: En menos de seis horas, el analista Roger Strickland estaba oficialmente a bordo del USS NIMITZ en misión en el Golfo de Bengala, y el Agente OLIVER, aterrizando en un pequeño helipuerto rural a las afueras de Meadowbrooke, Virginia Oriental.

Al llegar, busco el motel. Seré discreto, prefiero no preguntar por el señor Shamrock. Cojo una habitación y espero encontrarlo sin dificultad si merodeo por los alrededores. De lo contrario, confío en que se vuelva a poner en contacto conmigo.

Tras registrarte en el Motel Myflower Garden, a unos minutos del centro, sales a dar una vuelta. Meadowbrook es un pequeño suburbio con sus casa antiguas de madera con banderas en el porche, su centro administrativo con una calle comercial, plaza, ayuntamiento e iglesia católica, y poco más aparte de las nuevas urbanizaciones que han crecido alrededor hasta unificarlo con las pequeñas poblaciones de la zona.

En apenas diez minutos identificas el Lincoln Town Car aparcado frente a la biblioteca. El coche parece estar gritando "VEHICULO FEDERAL, APARTESE DE MI CAMINO" desde cada centímetro cuadrado de su carrocería plateada, en medio de los utilitarios y camionetas del lugar.

La biblioteca municipal es un pequeño edificio de ladrillo visto con largos ventanales de cristal tintado, una mezcla un poco incoherente de modernidad y tradición. La recepción esta adornada con los habituales paneles indicadores y tablones de anuncios, y de fondo se podía escuchar el silencio religioso de las salas de lectura. Dos hombres de mediana edad, bien vestidos, leen los periódicos del día en la salita a la izquierda. A la derecha, una joven atiende el mostrador entre montones de libros. Junto en el centro de la recepción, como una estátua de cemento a la dedicación federal, el Agente OAKLEY, a punto de dar un paso hacia el mostrador.

Stuyvesant se aproxima al mostrador y muestra su identificación a la joven.

-Agente Stuyvesant, FBI -dice, con el tono más rutinario que puede-. Estoy realizando un informe sobre -y baja la voz, aproximándose a la joven, como si fuera a hacerle una confidencia- la muerte de un compañero, el agente Donnelley... es posible que haya oído algo sobre él... Verá, necesitaría acceder a los ejemplares de la prensa local que hubieran cubierto el suceso. Pura rutina, ya sabe. El caso está cerrado, pero cuando se trata de uno de los nuestros nos gusta seguir todos los pasos a rajatabla.

Espero un momento propicio para saludar a Oakley. No me gusta interrumpir a los demás en plena labor de investigación.

Además, resta credibilidad.

La joven ("Jannine" según la plaquita prendida de su camisa) sonrió y se fue poniendo más y más nerviosa a medida que escuchaba las palabras del Agente OAKLEY.

- ¡SI! - Se dio cuenta de que había hablado en voz demasiado alta. Los hombres que leían el periódico miraron un momento al mostrador y volvieron a su lectura. Jannine se agachó y habló en un susurro casi inaudible - Si, claro por supuesto, si... la hemeroteca, claro... es... si la hemeroteca. - Cerró los ojos y respiró profundamente antes de volver a hablar, esta vez en un tono más normal - La hemeroteca está en la segunda sala, a la derecha por ese pasillo. Tenemos supscripción del New York Times, el Washington Post, el USA Today y del Daily Thelegraph inglés. Y el periódico local, claro, en su versión impresa y digital... - Sonrió de nuevo. Entonces se dio cuenta de que le faltó algo por decir, y de nuevo se le escapó un grito nervioso - ¡EL MEADOWBROOK SPARROW! uy... lo siento...
Miró por encima del hombro de OAKLEY a los hombres que por segunda vez habían visto interrumpida su lectura, volvió a mirar al agente, sonrió y cruzó las manos con fuerza para dejar de juguetear con la grapadora.

Oakley suspira y se aleja del mostrador, agradeciendo con un gesto a la muchacha las indicaciones. Al darse la vuelta, casi topa con Oliver, que contra todo pronóstico se encuentra en la puerta de la biblioteca. Alza las cejas, sorprendido, hasta que comprende que quizás ha reconocido su coche, (inequívocamente la clase de vehículo que utiliza un agente federal) aparcado en la puerta.

Luego le tiende su mano, y mientras se la estrecha, susurra:

-Bien. Esto puede esperar. Vayamos a mi coche. Allí te informaré de todo lo que sé hasta ahora, que no es mucho.

Mmmm.

Por mí ábreselas para que pueda verlas, pero yo voy a contárselo además en un post porque a) soy mecanomaníaco y b) también muy didáctico.

La explicación sólo puede ser -una vez más- mi sagacidad de tres al cuarto. Al ver que Oliver estaba en la biblioteca, temí haberle incluido en los destinatarios de mi anterior post. Y la única manera de desfacer el entuerto que se me ocurrió, manteniendo la coherencia de la historia, fue que Oliver, camino del motel, hubiera visto y reconocido mi coche frente a la biblioteca. Como ves, no hay misterio, así que no vas a necesitar ese taladro... de momento...

PD: Para lo del coche me tuve que romper la cabeza un bueeeeeeeeen rato.

Oakley espera a que Oliver esté sentado en el coche, cierra las ventanillas y comienza a hablar.

-Bien. Esto es todo lo que sé hasta ahora. El agente GARRET murió mientras investigaba algo en Meadowbrook; algo relacionado, por lo que parece, con una casa del pueblo. Es probable que el verdadero nombre de GARRET fuera Donnelley, y que trabajara para el FBI. Por lo que he podido averigüar, su muerte fue calificada de suicidio, aunque falta por confirmar si esa es la verdadera causa de su muerte. Lo primero que he hecho, esta mañana, es ir al Meadowbrook Store-It, donde GARRET tenía su Green Box. Encontré esto. -Dice, mientras le pasa una lista de los objetos que se encontraban dentro del depósito; cuando la ha examinado, le enseña también una libreta.

-También cogí el carrete de la cámara de fotos y las llaves pegadas al cartón, así como las fotocopias relativas al alquiler del depósito, que parece que inicialmente no realizó GARRET, sino un tal Greene. Para mí la libreta es un galimatías en el que espero que ayuden tus dotes criptográficas. También dejé sin investigar el cuerpo del niño dentro del ataud y el contenido de las cajas marcadas con los avisos de amenaza biotóxica. Eso creo que se lo podemos dejar a Olaya. Ahora estaba a punto de buscar información sobre el suicidio de GARRET-Donnelley en la prensa local. Bien. ¿Preguntas?

Entiendo que un agente del FBI reconvertido en Delta Green debería ser el colmo de la sangre fría, pero no puedo evitar hacer un gesto de sorpresa.

¿Niño dentro del ataúd? —luego, lo pienso mejor y sacudo la cabeza—. Será mejor esperar a Olaya para una explicación completa. De momento, creo que estarás de acuerdo en que aprovechemos el tiempo. Déjame esa libreta y unas horas. Dependiendo de la naturaleza de las notas, puede que necesite un tiempo extra para recolocar algo aquí dentro —me doy unos golpecitos en la sien. Podría parecer que es un comentario gracioso, pero las sombras en mi rostro despejan cualquier duda—. En cuanto a las fotografías, sugiero revelarlas cuanto antes, y a poder ser, por métodos no convencionales. Ya sabes lo que ocurrió aquella vez...
Aún recuerdo los alaridos del técnico en fotografía, la locura reflejándose en sus ojos en compañía del fuego de su encendedor, mientras amenazaba con quemarlo todo. El hedor a productos químicos retorciéndome el aparato respiratorio... Hay fotografías que nunca se está preparado para ver.

Agradeceré que, como siempre, no se me interrumpa a no ser por algo importante. Intentaré sacar algo en claro cuanto antes —me permito un momento de silencio—. Aunque si esta noche tienes algo de información interesante, quizá eso me ayude a descifrar cualquier pauta en la libreta. Empujarme en la dirección correcta...
Pero, ¿Acaso existe una "dirección correcta" en estos asuntos?

Oakley asiente, meditabundo. No quiere contarle a Oliver que no sería capaz de volver a mirar aquel ataud.

-Estoy de acuerdo con lo de las fotografias. Nadie quiere que eso vuelva a ocurrir; pero por la misma razón no puedo enviarlas al FBI, y yo no tengo ni idea de revelar una fotografía por mi cuenta... -hace una pausa para limpiarse las gafas, antes de proseguir- ¿Entiendo que vas a dedicar toda la tarde a la libreta? Yo volveré ahora a la biblioteca. Estaré por la noche en el motel, pero tienes mi número. Llámame con lo que sea. Y, Oliver -dice, abriendo la puerta del coche-, ten mucho cuidado...

Stuyvesant vuelve a entrar en la biblioteca y sube a la planta de arriba, en busca de la hemeroteca. Revisa los números del Meadowbrook Sparrow de los últimos meses, en busca de alguna noticia sobre el suicidio de Donnelley.

En silencio, en uno de los pequeños cubículos de la hemeroteca, revisas el archivo On-Line del periódico local, apenas una gazeta de tres páginas con las noticias más importantes del ayuntamiento y alguna efeméride local. No te cuesta nada encontrar los titulares sobre la muerte de Donnelley.

Los artículos de la primera semana se centran en la repentina muerte del agente del FBI, que al parecer era conocido de la zona, el 12 de Mayo de 2005. Una vez levantado el secreto de sumario, y establecida la causa de la muerte como suicidio (Sin causa específica), y especifica que Donnelley había sido reportado como "desaparecido" por su ex-mujer 3 días antes de ser encontrado muerto.
El último artículo desarrolla un poco más el asunto, dejando ver que Donnelley llevaba varios años viniendo a Meadowbrook y que se anteriormente había visitado la casa del 1206 de Spooner Av., e incluso había hecho averiguaciones para comprarla. Los artículos asumen que Donnelley estaba interesado en transladarse a residir al pueblo.
El artículo finaliza lamentando el desafortunado suicidio, y continúa con una exposición de datos sobre el alto porcentaje de suicidios entre los miembros de las fuerzas del orden público.

Cuando retiras la silla y apagas el ordenador, descubres que ya son las 14:24, y que comienzas a tener algo de hambre. Cerca de la plaza del ayuntamiento te pareció ver un Diner con buena pinta.

La libreta apenas tiene apenas un puñado de hojas con anotaciones manuscritas. Antes de que te des cuenta, sin haber salido del coche, has sacado tu bolígrafo y tu propia libreta y has llenado tres páginas enteras de algoritmos, agrupaciones y sistemas de conversión, comenzando por lo básico y siguiendo hacia adelante, utilizando cada vez fórmulas de mayor complejidad.

Para cuando el Agente OAKLEY sale de la biblioteca, aún continúas sentado en el coche, sin saber si hay algo oculto o no entre las palabras de Donnelley...

Oakley sale del edificio de la biblioteca ajustándose las gafas con parsimonia. Al llegar a su Lincoln, da dos golpecitos en la ventana para avisar a Oliver, que está enfrascado aún con la libreta. Cuando éste baja la ventanilla dice.

-¿Tienes hambre? Voy a ir a un restaurante, cerca de la plaza del ayuntamiento. ¿Vienes?

Sacudo la cabeza, como si Oakley me hubiera despertado de una hipnosis. Por un lado, si lograse despejar mi mente, seguro que el sentimiento de hambre se abriría paso a codazos. Pero cada vez que me acerco a Delta Green, mi cuerpo parece funcionar sólo como esclavo de mi mente...