Partida Rol por web

Entre el viento arremolinado y la nube de polvo causada, Stark baja del helicóptero sin dificultad, sus años de prácticas sirvieron de algo. Le hace un gesto con la mano al piloto y señala un dos con sus dedos, dando a comprender el tiempo que tenía por delante.

Martin se acerca tranquilamente con la bolsa colgando del hombro. Mira alrededor mientras la arena se aposenta y te pregunta:

- ¿Bueno, por dónde empezamos?

Deacuerdo Martin, vayamos hacia allí.

Stark señala el montículo del tamaño de una furgoneta de reparto con su dedo firme. El calor es intenso, me saco mi pañuelo de seda color marfil y me la paso por la frente, sudorosa.

La roca es un peñasco en medio de la nada, pero es el mejor sitio para montar una defensa y esperar evacuación: Posición elevada, gran campo de visión, totalmente fuera de la ruta de cualquier ofensiva, sólo la casualidad podría haber llevado a los Irakíes hasta alli.

Dais la vuelta a la roca, lentamente, mientras los soldados se mantienen a distancia vigilando el perímetro... algo extraño, ya que estáis varios cientos de kilómetros detás de vuestra propia retaguardia. Aún así, notas que los hombres están tensos, como si aguardasen un ataque.

Hay restos del combate esparcidos en la trinchera, un agujero de medio metro de profundidad y seis de radio: Casquillos de bala, restos de sangre reseca formando bolas en la arena, envoltorios de vendajes atrapados entre las grietas. También hay sangre, seca y negra, salpicando la roca. Mucha sangre.

El viento y la arena han borrado casi todas las huellas. Los equipos de rescate que se llevaron los cuerpos también añadieron su granito de arena a que ahora sea imposible establecer una escena del crimen adecuada. Demasiados rastros.

Lo que sí es extraño es la ausencia de túneles o entradas. No hay ninguna depresión del terreno, ninguna señal de trincheras cubiertas o de trampas similares. Tampoco hay rastros de explosión.

El sol se eleva poco a poco. Al norte, el horizonte es una línea negra de humo. El soldado Martin se sube trabajosamente a la roca y otea con los prismáticos.

Stark observa la zona y a Martin mirando con los prismáticos.

Ves algo, Martin ?

- Pueees... - Martin ajusta los prismáticos un momento, se apoya en la roca y te contesta sin dejar de otear - Aquí parece que no hay nada que ver, pero si vinieron de alguna parte, el túnel tiene que tener una salida, ¿no?

Dejando los prismáticos, Martin salta de la roca, cae mal y acaba de bruces sobre la arena. Se levanta tosiendo y sacudiéndose el polvo, con esa media sonrisa idiota que no le abandona nunca.

- Jeje... ay... bueno, quiero decir, ¿no dijo el soldado Ramírez que el sargento del pelotón había usado una granada? - Señala a la piedra con el pulgar - Pues me parece que en ese agujero no fue, y lo cierto es que el cuerpo del sargento no apareció nunca, así que me preguntaba... - Saca de nuevo los prismáticos y te los alarga, señalando hacia un punto indeterminado del desierto - ...¿qué podría ser aquello de allí? La mancha osura en la arena.

El paisje del desierto es monótono. Los pesados prismáticos militares están sudados por las manos del soldado Martin, y al cabo de poco te molestan las muñecas y te tiembla el pulso.

Pero ciertamente, hay algo en el desierto. Quizás sea una mísera mancha, pro quizás no. Calculas que pueden ser seis o siete kilómetros, y si bien la idea de la caminata no te agrada lo más mínimo, es cierto que el cuerpo de Sargento Patterson nunca apareció, aunque el equipo de rescate no tuvo tiempo para una misión de reconocimiento más amplia.

Sería un detalle devolvérselo a su familia.

Observa la mancha aunque no logra divisarla del todo bien.
Recoged muchachos, nos vamos hacia allí., dice, señalando hacia donde instantes antes, Martin le había indicado.

Martin vuelve a cargar su bolsa y avanza junto a ti, sin dejar de sonreir. Ves como se le está quemando poco a poco la piel de la cara por culpa del sol, mientras te planteas si prestarle tu gorra de repuesto o no. Quien quiera que tuvo el acierto de asignarte un Chinook de regalo, se lució eligiendo a Martin: un Ranger de los Marines que o bien no ha pisado Irak hasta hoy o bien no ha comenzado ni siquiera el entrenamiento de Marines. En fin.

A medida que os váis acercando ves las señales claras de una explosión. La llanura por la que avanzáis es de tierra compacta azotada por la arena, pero no hay obstáculos que permitan la formación de dunas, por lo que aparte de que los rastros parecen girar hacia la dirección del viento, todo debe estár ahí.

La zona de la deflagración es una mancha oscura con forma de estrella, formada principalmente por salpicaduras de sangre y restos resecos. hay algunos trozos más o menos reconocibles: Un pié seccionado por debajo de la rodilla, dentro de su bota, un brazo derecho con parte de la clavícula, un montón de vísceras... el resultado de una granada de mano a muy corta distancia, seguro.

Pero también hay algo más: Lo que parece ser una pierna aún unida a media cadera, bastante larga y sin ropa, incrustada de arena. Está tirada a pocos metros del centro de la explosión, una pequeña depreseión de tierra pulverizada de cuatro metros de diámetro.

Mientras te agachas a comprobar la pierna extraña, el soldado Martin da vueltas alrededor, inquieto. Parece que evita mirar los restos, pero te da la impresión de que hay algo más...

Paul siente como el calor le requema las neuronas, incapaz de pensar con claridad bajo el sofocante sol.

El viento del desierto mueve los granos de arena a ras de suelo. Cuando levantas la pierna arrancada, sientes el pinchazo de la arena en las manos.

La carne tiene una consistencia sólida, correosa, como reseca por el sol, y lo que pensabas que era una cobertura de arena, quizás producto de la sangre y el viento, parece ser parte de la misma piel. Como si la arena creciera sobre la piel. Además, es demasiado larga. Al levantarte, constatas que la cadera de... quien fuera... te llegaba un poco por debajo del pecho. La altura total debía ser de tres metros por lo menos, quizás más.

Esa pierna no pertenece a ningún soldado Irakí, a menos que Sadamm haya enviado al frente a la Selección Nacional de Baloncesto de Irak.

Entonces sientes el ruido, un zumbido sordo y grave, casi en el límite de lo auditivo. Los soldados se han desplegado a vuestro alrededor, con los fusiles preparados. Martin saca torpemente la pistola y se santigua. apunta a todos lados, con nerviosismo.
Pero no le ha quitado el seguro.

Ese tio NO es un Marine.

Stark se agacha, escrutando a su alrededor mientras se tapa inutilmente la oreja con su mano izquierda. La derecha, ya está sacando el arma.
De pronto, la figura de Martin le obstaculiza su visión general, y observa su comportamiento.

Dios bendito
Chico, el seguro de tu arma. Intenta decir, haciendo un gesto facial hacia su arma.

El sonido se comvierte en una pulsación, como un redoble contínuo. No importa cuanto inténtes taparte los oídos, los sientes através de los huesos, de la piel... y de las botas.

El sonido proviene del subsuelo.

Ves una sombra acercándose desde el este. Al principio crées que es sólo una nube de arena movida por el viento, pero a medida que se mueve y se acerca, te queda claro que no es natural. Es como... como si algo se desplazase bajo el suelo. Como si nadase bajo la arena del desierto. Al instante, comienzan a aparecer más. Dos. Diez. Veinte...
Y se acercan rápidamente ha vuestra posición.

- Oh Dios oh Dios oh Dios...

Deja caer la pistola y abre rápidamente la bolsa, sacando un walkie-talkie de grandes dimensiones y lo que parece un pequeño lanzacohetes de mano.

- ¡Aquí Agente QUENTIN! ¡Aquí Agente QUENTIN, cambio! ¿¿QUINCY, estás ahí?? ¡¡Los hemos localizado!! ¡¡Repito, los hemos localizado!! ¡¡¡Procedo al marcado inmediato!!! ¡¡Dispara en cuanto lo tengas, por tu madre, James, dispara!!

Tira el Walkie y agarra el lanzacohetes. Sólo que ahora te das cuenta de que no es un lanzacohetes: Es un marcador laser para fuego de artillería guiado.

- ¡¡¡Corred!!! ¡¡Volved al Helicóptero, no malgastéis munición!!

Hinca la rodilla en tierra, apunta con el visor y aprieta el gatillo, con tanta fuerza que los nudillos se le quedan blancos.

El nerviosismo invade por unos segundos el cuerpo de Stark, quedándose estupefacto ante tal fenómeno.

Pero qué... , cuando oye tras él al soldado. Qué coño pasa aquí ?

Antes de poder decir nada, sale a la carrera invadido por una mezcla entre incredulidad y horror.

Los tres soldados de apoyo corren a tu lado. De vez en cuando se giran, sin dejar de correr, para comprobar la situación. Martin sigue arrodillado, con el marcador al hombro, sin moverse. En menos de cinco minutos, las olas de arena llegan hasta su posición. Y comienzan los gritos.