Partida Rol por web

Salto de mi escondite, con gestos conciliadores, intentando ponerme entre el caballero y los compañeros (intentando retener a Xaquín, propiamente) Compañero Xaquín - a Xaquín- que digo yo que deberíamos considerar que podríamos llevarnos bien con todo el mundo... Que bien es cierto que yo dije que podríamos dar un porrazo -y ahora me dirijo más hacia el caballero-  pero, como también dije, que sea dado con caridad piadosa, y es que no es por gusto a la sangre, que nos lanzamos, sino por necesidad casi de bestias, pues el hambre es cosa que apura y enciega... Y digo yo también que, vista la situación, podemos tenernos a bien con el Dios del cielo, también practicando la Cáritas y la Comunionem en lugar de la guerra santa... Avisados quedamos y aprendidos, de que aún nos sintamos bestias, hay que mantenerse en el cumplimiento de los mandatos del cielo y confiar en la caridad de nuestros prójimos... Buen hombre, calme su furia y confíe, sólo somos criaturas que buscan su sustento y en vez de arrebatarlo, bien lo aceptaríamos donado o compartido... -Sonrisa que busca compasión y condescendencia ;) -

¿Y aqueste quién diantre es ahora? -dijo el viejo antes de que Xaquín abriera la su boca-. Mas que cuando vio que saltó el Lotario en la escena, et no con arma alguna ni de hostil panorama, que hizo por escuchar lo que dijera, que a bien tenía poner delante de unos y de otros palabras et no espadas y otros filos... Y en habiendo escuchado las razones del calvo goliardo, el tipo bajó la espada.

Pues mala manera de buscar ese sustento es la vuestra -respondió el tipo a Lotario-. Si guardáis ese filo, puedo daros algo de comer, algo de queso y pan duro... Si no..., ¡prepararvos!

Uhmm... -murmuró Xaquín sin decir algo, et en sabiendo que quizá, viéndo al viejo que era armado, tendrían las de perder-. De acuerdo. Sin filos ni trampas... -el ladronzuelo se guardó su cuchillo en su cintura, apretándolo contra su cuerpo-. ¿Ves? Ya no hay nada, nada de nada -Xaquín levantó sus brazos y abrió sus palmas en señal de redención y acuerdo amistoso-.

Fue entonces que, en habiéndose calmado los ánimos gracias a las buenas palabras de Lotario, todos os sentásteis alrededor de la pequeña hoguera (unos en un tocón, otros en piedra), y el viejo se quedó mirando el fuego (no sin separarse de su espada y echaros una mirada a cada uno de vez en cuando). Sus armaduras chirriaron al colocarse sentado y se puso de nuevo su embozo de capa sobre sí. Luego os miró más indiscretamente.

¿Et quíenes sódeis et qué hacéis por aquí? -os interrogó-.

Buscadores de fortuna, cosa que de momento parece que la providencia nos niega - Proclamó Yabiz mientras volvía a guardar su gumía en los plieges del jubón de lana.

Transcurridos unos segundos calentándose las manos al fuego Yabiz se dirige al hombre armado - Embarazosos pertrechos lleva para una excursión nocturna en aquestas tierras. No se suelen ver en estos oscuros caminos gentes tan bien armadas como vos.

Y en viendo que el fulgor del fuego pudiera atraer a los cazadores sobre el grupo, Yabiz añade - Deberíamos apagar el fuego, Alá ha querido que su resplandor esta vez haya atraído a hombres de buena fe, pero se me eriza el vello únicamente de pensar en el tipo de malandrines con aviesas intenciones que puedan rondar cerca y les llame la atención la hoguera.

Buscadores de fortuna... -repitió el viejo-. Ya veo, lo creo, fírmemente... -preciso con resquemor por vuestro intento de asalto-. Si aquestos malandrines que referís se acercan, seremos cuatro y no uno, un servidor, quien les plante cara. Además, ningún asaltante se acerca tanto a las posadas, sino que prefieren bandolear en pleno bosque. Os lo dice uno que bien ha caminado y mucho por éstas tierras. Mirad -dijo observando como al cielo-. Va a amanecer, pronto será hora de ponerse en marcha. ¿A dónde vais vos? -os dijo-. Yo me dirijo a dicha posada, hice aquí tiempo, con esta hoguera, por no tropezarme al andar en la noche. En ella hacen muy buenos desayunos...

¡¿Hay una posada aquí cerca?! - exclamó Yabiz - Por Alá que unas gachas calientes y un poco de vino me ayudarían a entrar en calor después de tan ajetreada noche - Después mirando a sus compañeros les preguntó - ¿Qué os parece la idea? Además, en las posadas se suelen mover negocios de los que puedan interesar a gentes como nosotros... Eso si Xaquín, habréis de correr con los gastos del desayuno a cuenta de las futuras ganancias que prometiste, que lo que es a mi no me queda ni un mísero maravedí.

pardiez, que unas gachas calientes, y un reposo bajo techo, y con tan buena y segura compañía como la de un aguerrido guerrero como vos, contaré entre las gracias que le daré al señor en mis próximos rezos! Esperadme aquí, compañeros,que voy a buscar mis cosas y mi estera, que, con los apuros, me he dejado atrás... Por mala suerte que no siempre tendremos tanta fortuna de encontrarnos con gente como vos!

Y Lotario se levanta y acude a buscar sus pertrechos en el puesto que dejaron los "bandidos"... Sin embargo, con una precaución tal vez exagerada, saca su cuchillo, ahora que se interna ese breve trecho en solitario... Afina el oído, abre las aletas de la nariz, observa con más detenimiento alrededor... quién sabe qué es lo que puede cruzarse aún!

Uhm... -murmuró Xaquín sopesando en su interior lo de que él debía afrontar el pago como buen "líder", por decir algo, que era de la "cuadrilla" de bandido-. De acuerdo, pero sin pasarse con el vino... ¡Y la cama de jergón de paja, que el plumaje siempre es caro! Aquel tipo era ducho con los aceros, pero poco discreto y de puño cerrado en cuestiones de dinero.

Vamos, os guiaré -dijo el viejo armado-. Mis piernas necesitan sacarse estas botas y estas placas... -entonces Lotario fue a recoger sus pertenencias, y volvió a los pocos minutos sin mayores problemas o novedades-. ¿Estamos todos listos? ¡Pues andando! ¡No tardaremos mas que diez o quince minutos de andadura! ¡Ah!, y guardad esos filos y esa lengua en lugar seguro. No gustan los maleantes en las posadas de por aqui... -Xaquín bien que sabía ésto, y estaba totalmente de acuerdo-.

Et que en aquestas, la compañía de bandidos y aquel misterioso hombre viejo se encaminaron por los densos bosques al este de la costa da Morte, buscando refugio que bien pudiera cubrirles hasta que saliera el sol.

En veinte minutos llegásteis a una posada (tardásteis un poco por la dificultad de la noche), oliendo a lo lejos a tierra mojada, señal de que no muy lejos de allí había caído agua. El pequeño edificio se encontraba en un claro en pleno bosque, lejos de cualquier aldea cercana, y a decir verdad, era un verdadero "descanso" (nunca mejor dicho) para los viajeros encontrarse con algo en tal sitio. El viejo os señaló que ése era el sitio, y no reconocísteis nombre alguno de posada. Desde fuera podían verse dos plantas y luces en su interior.

Una vez dentro, notásteis que la zona era acogedora, y estaba abarrotada de gente. Sin duda que el dueño del negocio estaría haciendo buenas monedas con tal lugar. A la izquierda había una gran barra, y contigua a ella las escaleras que subían al primer piso. A la derecha, una zona de mesas y sillas. En la planta superior deberían estar las habitaciones de hospedaje.

La puerta, al abrirse, crujió un poco, y los presentes más cercanos a la puerta os miraron descaradamente, para luego volver a sus conversaciones y enseres. El tabernero ya os había "echado un ojo" desde su barra, y nada más entrar señaló con el dedo una mesa vacía que por allí había. Al cruzar la estancia por el medio, notásteis un calor reconfortante en toda la sala, fruto de la chimenea encendida que había en el fondo de la habitación, bajo una pequeña colección de astas y cabezas de jabalí colgadas.

Acto seguido os sentásteis a esperar que os atendieran.

bueeeeno... una botella de vino no vendría mal para el momento! yo me arrimo ad hic et hago unas libaciones ad memoriam omnium

conocéis esa canción que dice...?

y agarro un vaso, con un gesto teatral de agradecimiento, a un pacífico cliente, y lo levanto, entonando una conocida canción de goliardos, la de "in taberna quando sumus", invitando a la gente a cantar conmigo,sobre todo cuando se hace la parte de los brindis...

Yabiz animado por los vapores del vino peleón acompaña a Lotario en sus cánticos con golpes en la mesa intentando seguir el ritmo. Cantar ya es harina de otro costal, siempre tuvo mejor vista que voz aún siendo tuerto. Mientras tanto examina a la clientela en busca de una víctima fácil con la bolsa distraída aunque lo hace más por oficio que por interés. No es un buen lugar para un rajabolsas y prefiere un jergón caliente que tener que volver a huir en la fría noche.

Lotario "se arrancó" tal y como si fuera de improviso; et así fue: que en estando cada uno a su conversación et su descanso, la imponente voz del goliardo cuando entonó la primera estrofa hizo saltar la sorpresa en todos los presentes. Et tabernero quedose parado mientras frotaba unos vasos que estaba secando; et que cuando muchos llevábanse el tenedor a la boca, quedáronse aquestos en el aire, aguantado el bocado. Otros quedáronse con el "bochinche" de vino bajo el carrillo.

Et que cuando acabó la noble gesta del cántico casi juglaresco et quasi "trovadorio", que toda la posada, allí en medio del bosque, rompió a vociferar y aplaudir con efusiva cuantía y entusiasmo. Definitivamente, no se esperaban que aquel hombre calvo tuviera, en compensación con su falta de cabello, una voz tan impecable y prolífica. Incluso el viejo armado al que casi desvencijáis se quedó mirando, por no hablar de Xaquín, el cual...

... bueno, el cual andaba "a las mismas" que Yabiz, observando a cuantos se levantaron y aplaudieron. Éstos dejaron ver, en teniendo los brazos arriba de la efusión, sendas bolsas que no eran sino bellísimas propuestas de latrocinio como ninguna: en especial dos tipos que parecían como pastores y tenían, bien visibles, una bolsa cada uno colgando del cinturón. Et que de aquesto percatóse Yabiz.

Difícil es resistirse ante tamaña provocación. Bolsas bien llenas y no demasiado bien sujetas al cinto llevan esos campesinos. - Pensó Yabiz mientras enviaba una mirada cómplice a Xaquín anunciándole sus intenciones y se levantaba con la intención de descolgar uno de esos trofeos de la cintura del pastor más próximo.

Aquel pastor, pese a que estaba como anonadado con el cántico de Lotario, se percató rápidamente de las intenciones de Yabiz, y antes de que éste pudiera "meterle la zarpa" a la su bolsa, éste apartó de un manotazo su mano, y luego se lanzó contra el mudéjar, haciendo caer su mesa de a un lado y empujándote hacia atrás, con él encima. Xaquín, lejos de detener el embrollo, se quedó mirando la escena mientras tu y el tipo rodábais en medio de la taberna. Los presentes hicieron lo mismo, y pasaron de admirar la voz de Lotario a admirar una buena pelea en el suelo.

Este maldito gañán deseará haber dejado que me llevara la bolsa... - Pensó Yabiz mientras se preparaba para recibir la acometida del agraviado paisano.

Sin embargo, Lotario dejó de cantar, le entró rápidamente un hipo al ver caer a su compañero Yabiz y no tuvo mejor a bien que dejar los cánticos para otro momento, sacar su terciado y abalanzarse contra el otro tipo que animaba al pastor atacante.

Yabiz, viendo que sus intenciones habían sido descubiertas intenta zanjar el asunto con un golpe marrullero a la boca del estómago del campesino en cuestión intentando dejarle fuera de combate. Toma impulso y descarga todo su peso sobre su puño.