Partida Rol por web

9 de junio de 1926
20:30 h.
A esta hora de la tarde, Barcelona empieza a ser refrescada por una ligera brisa marina que recorre sus calles doblando caprichosamente cada esquina, como si nunca se supiera por dónde va a soplar.
Comienza el turno de noche en la comisaría.  A esta hora los chupatintas de la guardia urbana se retiran con sus familias ideales a sus casas ideales a vivir sus vidas ideales. La comisaría queda casi desierta. Los únicos pobladores de la misma son los agentes que quedan de guardia y la brigada de homicidios en su turno de noche. Esta brigada está compuesta por cuatro agentes y el comisario Martínez Menéndez.
Martínez Menéndez es una leyenda, o quizá encajaría mejor la palabra antigualla.
Escogido a dedo tras la expulsión de los miembros del cuerpo con ideas catalanistas, Menéndez no ha dejado de rezongar ni un solo día ni de maldecir la mierda de comisaría en la que está y, por supuesto, la mierda de equipo que tiene.

Alrededor de las 20:30 horas, la estridente voz del comisario Martínez Menéndez resuena por la casi desierta comisaría.

- ¡Turno de noche! ¡A mi despacho!

Entráis en el despacho del comisario. Ramón Martínez Menéndez es un hombre grande, grueso. Si alguna vez pateó la calle y fue agente de campo, esos tiempos han quedado muy atrás, igual que su estado de forma.
Nada más entrar y distribuiros, de pie, por el pequeño despacho, sin mediar palabra os lanza un escrito, en papel oficial, que queda delante de vosotros. Óscar lo atrapa y comienza a leer:

 DEL: Comisario en Jefe
AL: Comisario de la Brigada de Homicidios
ALTAMENTE CONFIDENCIAL
Señor, encarezco a la atención de usted el pronto esclarecimiento de las causas que rodearon la muerte del distinguido ciudadano Marius Aureli, abogado y vecino de esta ciudad. El Gobernador Civil ha tenido a bien recomendarme MUY ESPECIALMENTE que se destinen para ello a los mejores hombres, sin escatimar medios, para solucionar prontamente  lo que tan grave daño puede causar a nuestra imagen en Madrid. Asigne usted la máxima prioridad a este caso, y tengan en mente las graves consecuencias que puede tener su fracaso, tanto para la paz de nuestras called como para su brillante carrera.
Suyo afectísimo y seguro servidor.

El nunca bien ponderado comisario Martínez retira el mordido puro de su boca y, con una abundante lluvia de saliva os espeta:

- El Colegio de Abogados está dándole patadas en el culo al Gobernador Civil, que se las ha dado al Comisario en Jefe, que a su vez me las ha dado a mí. Y yo os las doy a vosotros: ¡Si no me resolvéis este caso prontito y sin meter la pata, vais a estar vigilando sembrados en las Hurdes hasta que el General aprenda a bailar sardanas! ¿Alguna duda? 

Oscar logra a duras penas morderse la lengua para evita soltar un comentario sobre el General bailando sardanas; es una imagen mental que difícilmente podrá quitarse de la cabeza en el futuro inmediato.

Así que los mejores hombres. Vaya, nos halaga usted, comisario.

Tras releer por encima la carta, Oscar se pregunta si habrá escuchado en algún momento el nombre de Aureli durante su carrera anterior.

¿Qué sabemos del caso por ahora?

- Rivas...sustituya mejores por únicos, para no faltar a la verdad.

El comisario se pasa una enorme mano por la sudada cara y parece que le cuesta trabajo hasta tomar aliento.

- Del caso sabemos que se cerró. Hace unas semanas de hecho. Por el archivo debe andar el informe del caso. No entiendo este interés repentino por este abogado. Pero como han visto, no me corresponde a mi poner en duda las órdenes de los superiores, y mucho menos a ustedes.

Antón asiente ante la explicación del comisario. Es extraño que se reabriera un caso semanas después, pero si el Gobernador Civil así lo requiere no es asunto suyo conocer los motivos, sólo cumplir las órdenes.

-¿Quién llevó el caso inicialmente?

No pensaba verbalizar opiniones de ninguno de sus compañeros en este momento, pero algunos eran más concienzudos que otros a la hora de investigar o de elaborar los informes. Si tenían mala suerte podía ser que la información no estuviera bien recopilada y tuvieran que prácticamente empezar de cero. En el peor de los casos hasta podría haber pruebas que se hubieran perdido.

- El caso se asignó al turno de mañana. El comisario Roque Peña me consta que es un gran profesional por lo que no dudo que se siguió el procedimiento a la perfección. No creo que se les escapase nada, pero por lo visto alguien cree que sí. A ustedes les correspode averiguar quién tiene la razón en este asunto.

Aunque no dice nada, la cara de Oscar refleja inmediatamente su falta de interés en el caso. Esto va a ser una pérdida de tiempo como la copa de un pino.

Mientras sus compañeros preguntaban al comisario, Felipe no dejaba de pensar en el lío que iba a ser revisar todo aquel caso ya cerrado, seguro que tenían unas noches muy largas.

- Comisario Martínez, nos conseguirá los permisos necesarios para acceder a la vivienda del abogado? Creo que a parte de leer el informe tendremos que reconstruir todas las escenas posibles y eso incluye acceder a su vivienda.

A pesar de no ser muy tarde, Felis ya sentía la falta de la cafeína en su cuerpo.

El comisario saca un enorme pañuelo blanco de uno de sus bolsillos y se seca el sudor de la frente.

- Así es Salinas. Ya me encargado de eso. En el archivo tienen el caso y aquí - lanza un manojo de llaves hacia Felis - están las llaves de la vivienda del señor Aureli. Tienen vía libre para investigar.

Gorka, mirando fijamente a una esquina de la mesa en la que realmente no había nada que ver, no dejaba de mover su mostacho de un lado a otro. Prescindir de analizar la información que captaba a través de sus ojos le hacía concentrarse más en analizar la que ya tenía en la cabeza. Si algo creía Gorka era que si quería algo bien hecho, tenía que hacerlo él mismo. Claro está, sin embargo, que nunca verbalizó ese pensamiento, pues solo le habría granjeado la enemistad de sus compañeros y nunca habría podido ascender en el cuerpo.

Tras unos segundos de silencio, apartó la vista de la esquina de la mesa de su superior y, mirando a sus compañeros y con un leve asentimiento hacia el comisario Martínez, dio media vuelta. Ya en el marco de la puerta, con un tono de voz más elevado de lo que sería agradable, por fin habló:

- Bueno, gandules. No hay tiempo que perder. Cuanto más tardemos, más campo tendrá el asesino para correr.

Cogí las llaves ofrecidas por el Comisario de su mesa y me dí media vuelta para salir del despacho mientras mi compañero nos dedicaba uno de sus maravillosos alardes.

Haciendo caso omiso me dirigí hacia mi mesa de trabajo, saqué de un cajón mis cigarros y encendí uno.

- Bueno, creo que debemos empezar a releer todo el informe y analizarlo frase a frase, seguro que hay algo que se escapó - digo a mis compañeros tras dar una calada - alguien tiene ganas del primer café del turno?

Y puede que el segundo, esta noche va a ser de las de dormirse del aburrimiento.

Oscar se sienta en el borde de su mesa mientras intenta disimular sin mucho éxito su cara de apatía.

¿Alguno recuerda algo del caso? A mi en principio no me suena, no sería especialmente interesante.

- ​Aunque nos hubieran dicho algo los del turno de mañana esto se cerró hace semanas​ -comenta Antón-. ​Pasan demasiados casos por aquí como para recordarlos todos.

Viendo que sus compañeros no parecen muy entusiasmados con la tarea que les han asignado, en lugar de imitarles y sentarse en su mesa va hacia el archivo.

- ​Iré buscando el informe mientras preparáis los cafés.

El archivo no es más que un polvoriento sótano repleto de estanterías atestadas de carpetas, legajos de papeles y archivadores.

No tardas en encontrar el informe. El caso en cuestión data del 20 de mayo, hace menos de un mes:

Don Marius Aureli i Puig era un probo abogado de 76 años, viudo, sin hijos ni parientes próximos. Fue encontrado muerto por sus vecinos en el patio de luces de la finca situada en la calle Cerdeña, número 293, a las 23 horas del día 20 de mayo.

El forense que firma el informe, Esteve Rius, afirma que la causa de la muerte fue el impacto contra el suelo tras haberse arrojado por la ventana de su despacho situado en el cuarto piso. Como Aureli se encontraba sólo y las puertas del despacho estaban cerradas por dentro, se clasificó como suicidio.

Antón no tarda en regresar del sótano con en informe en las manos.

- Abogado de 76 años, sin familiares, cae por la noche al patio de luces desde un cuarto piso con la puerta cerrada por dentro, se declara suicidio -va resumiendo mientras lee por encima-. Creo que tenéis razón, no parece un caso especialmente interesante, pero habrá que revisar de todos modos el despacho y la casa del señor Aureli. Tenemos las llaves de ambos sitios, ¿no? -pregunta a Felis mientras deja los papeles encima de la mesa por si alguno de sus compañeros quiere buscar alguna información en concreto.

Nota: El despacho y la casa es el mismo sitio. Una habitación de su casa está habilitada como despacho.

Gorka, sentado sobre su mesa, da un sorbo a la taza que le ha dado Salinas minutos antes. El agradable calor del café inunda si cuerpo y relaja todos sus músculos. Aunque todavía no había terminado el verano, ya empezaba a refrescar en Barcelona.

En cuanto Piñeiro entra por la puerta con los archivos en mano, se incorpora rápidamente y se acerca a echar un vistazo, al lado de Antón. Mientras este hojea los ficheros, Gorka frunce el ceño.

- Sí, a simple vista parece un suicidio de libro -guarda silencio durante unos segundos-. Aunque también te diré que es bastante sospechoso tanto interés en un caso como este.

Pensando ya en irse y echando mano a su chaqueta, hace ademán de volver a hablar:

- Creo que lo mejor será iniciar el procedimiento habitual, no quiero que la investigación ya está abierta nos contamine la nuestra. Ya recurriremos a ella si llegamos a un punto muerto.

Oscar tiene la vista fija en el suelo, pero está escuchando.

¿Hay autopsia en el expediente?

En el informe no hay autopsia, pero sí que podéis ver la firma del forense que determinó la causa de la muerte:

Dr. Esteve Rius.  Instituto forense. Hospital Clínico de Barcelona.