Partida Rol por web

Náhoda či Dopuštění

Selva

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04/09/2008, 16:23
Obed Semanza

Las casualidades no existen. Aquella puerta, aquellas bestias..., actúan como si quisieran empujarnos, como obedeciendo a una necesidad distinta a la búsqueda de alimento. O al menos, no sólo a ella.

Me había preparado para cargar con toda la fuerza de mi cuerpo contra la puerta, y trastabillo ligeramente al comprobar que no hacía falta. Dentro, oscuridad. Fuera, muerte: las armas no suponen una ventaja táctica, sobre todo cuando quién las empuña se bloquea.

¡¡VAMOS!! ¡¡ARRIBA!!!- le grito a Karin con un pié en el escalón, dispuesto a bajar si la muchacha no es lo suficientemente rápida.
A mi lado, Victoria, herida,...armada. Ningún mercenario confía su vida a una sola pistola. Extiendo mi mano hacia ella y la miro a los ojos. Sabe lo quiero.

Él aún vive...

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05/09/2008, 13:57
Karin Salzgeber

Resoplando para intentar mantener la calma, pero sin ningún éxito, me levanto como un resorte en cuanto veo a las criaturas sobre John, tapando mi boca, entre el dolor de estómago y lo que estoy viendo no sería tan raro… aparto la vista y salgo disparada hacia el hombre en cuando me grita, asintiéndole, desesperada, con la cara desencajada subo los escalones todo lo rápido que puedo.

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08/09/2008, 18:52
Victoria Kreuk

Miró a los ojos de aquel negro. Ya no veía el color, ni la condición pobre, sino un compañero en el que iba a tener que confiar para salir de aquella situación tan jodidamente surrealista. Claro que tenía armas de sobra... Por eso le entregó la pistola que llevaba en una de las fundas sobaqueras, sin perder de vista por demasiado tiempo a aquellos jodidos bichos blancos que de un bocado habían arrancado la pierna a Johnny...

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09/09/2008, 09:24
Director

Las criaturas no se alteran por los golpes recibidos, apenas parecen sentirlos y rápidamente han echado a “correr” detrás de la mercenaria, dos están ocupadas en dar cuenta de John, que, a pesar de seguir vivo, obvio por los terribles gritos que lanza, parece estar siendo devorado con una parsimonia algo macabra, como si estuvieran disfrutando con el sufrimiento de aquel hombre, dos están bastante cerca y las otras cuatro que aún restan se acercan al lugar donde ahora os encontráis los tres “supervivientes”.

La puerta abierta de par en par, la oscuridad de su interior, y el sonido susurrante de los humanoides en el exterior, hay un breve momento de tranquilidad en la confrontación, irreal y efímero, los gritos del hombre van perdiendo fuerza, en la cima de las escaleras, Obed Semanza, pistola en mano, tras él, con algún problema para mantener el equilibrio pero ligeramente recuperada de ese dolor, Karin Salzberger huye de aquel horror que no es la primera vez que ve, y a su lado, con expresión confusa y dolorida, pero a pesar de todo con determinación en sus ojos, la mercenaria Victoria Kreuk.

Notas de juego

Bueno, el siguiente paso es el de Obed según las iniciativas.

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09/09/2008, 16:54
Obed Semanza

Había comprobado cómo Karin subía por su propio pié, y cómo la mercenaria me entregaba el arma. Fueron cinco, seis segundos en los que aparté la vista de aquel tipo, John, y de las criaturas. Cinco segundos, un mundo: una vida de diferencia.

Cuando ví por primera vez al mercenario, esta mañana, contemplé un tipo curtido, duro,...pero bastante impresionable.

"Algunos de ellos serían capaces de mear queroseno y cagar cananas enteras con cartuchos de posta para elefantes, Obed. Tuviste huevos. Muchos huevos".- me dijo una vez el Jefe, Nsabimana, refiriéndose a hombres como el que ahora estaba siendo devorado por unas criaturas que no deberían existir. Entre esas palabras de mi superior y lo que en este momento ven mis ojos hay... eso,...

...cinco segundos.

Mi arma apunta al suelo, ni siquiera comprobé su carga o quité el seguro. Otro objetivo es inútil, una pérdida de tiempo. Retrocedo un paso. Las bestias acechan, se acercan..., y tras salir de un breve momento de bloqueo, entro en la oscuridad que se abre tras la puerta, esperando que las dos mujeres hagan lo propio y empujar hasta que todo se vuelva negro.
 

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10/09/2008, 13:42
Karin Salzgeber

Resoplo al llegar arriba, tomando aire e intentando acompasar la respiración, apretando la mano en el estómago, algo es algo, me molesta menos, miro a los dos que quedan conmigo, armados. La puerta abierta, esa oscuridad que me espera desde ni sé cuánto. Trago saliva, deseo entrar, quiero dejar de oír sus alaridos de dolor, me voy acercando a ambos, sin mirar atrás, no quiero verlo, y no puedo hacer nada por él.

Desde que eso despertó no he tenido opciones, tenía que estar aquí en este preciso momento, no es casualidad, mi destino era cruzar este umbral. Un maldito destino que se ha llevado toda mi vida por delante, sólo espero que a los que dejo estén tranquilos. Sanos y salvos.

Aprieto los labios y sigo al hombre, mirando hacia el suelo, dándome prisa, ansiosa por dejar de escuchar el horror lo antes posible.

Espero que lo que venga no sea peor que hasta ahora.

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10/09/2008, 14:00
Victoria Kreuk

Victoria se adentró en la oscuridad caminando de espaldas, aterida en el fondo por el miedo... En un fondo que ni ella misma conocía bien...

Lo único que quiero es que ésta pesadilla se acabe y abrazar a mis hijos... Mis pequeños... ¿Cómo les protegeré de ésto...?

La guerrillera no dejó de apuntar al exterior una vez estuvo dentro, pálida y observando cómo aquellas bestias devoraban vivo a su compañero. Parpadeó con fuerza durante un segundo, tragando aire, todo el que pudo antes de encerrarse en la oscuridad.

- Si les disparamos, mueren... No son peores que los leones o los guepardos... Sólo son distintos... - casi quería convencerse a si misma con aquel susurro...

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11/09/2008, 10:05
Director

Oscuridad, ausencia de luz, ausencia de vida, esa es la primera sensación que tenéis, sólo las respiraciones entrecortadas de las dos mujeres dan realidad al lugar, la mercenaria extrae un pequeña linterna de su bolsillo, y con ella ilumina las pulidas paredes de roca granítica, muy fuera de lugar en mitad de la selva de Zaire.

La estancia no es muy grande, menos de lo que podía parecer vista desde el exterior, pues el techo no llega a los dos metros, nada se oye al otro lado de la puerta, nada la golpea ni la abre, ningún grabado, ninguna marca, por lo menos en un primer y precario examen, sólo una salida, un estrecho pasillo de la misma roca.

La luz apenas ilumina un metro, pero al avanzar un poco por el mismo, a unos cuantos pasos de la entrada del mismo, en el suelo, en mitad, hay una bolsa de plástico transparente laboriosamente sellada, en su interior, una pequeña cámara de video, el pasillo continúa hacia delante.

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11/09/2008, 17:43
Obed Semanza

Al cerrar, apoyo la espalda contra la puerta. Pego el oído a ella, y al tocarla siento la piedra fría y pulida. No escucho a las bestias, ya no se oyen los gritos. No hay nada, salvo el haz de luz que dirige Victoria.

¿Estais... bien?- susurro lo que dentro de aquella estancia se convierte en casi un alarido. La pregunta es estúpida y me doy cuenta de ello tan pronto como la formulo. Quizá me aturde esta oscuridad, esta sensación claustrofóbica. La linterna muestra un techo al que podría casi tocar con la cabeza si me pongo de puntillas. También ilumina algo, ahí en el suelo: inmediatamente doy un paso atrás y quito el seguro del arma, asiéndola con las dos manos y apuntando cerca de mis pies, a un lado.

No...toquéis...nada...

Puede que mi cerebro comprenda lo que ven mis ojos. Lo que ahora aparece en el suelo es..algo premeditado, dejado ahí para que lo encontremos. No será una linterna lo que arroje luz a todo esto:

...será, me temo, lo que Karin de Viena tenga que decir al respecto.

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14/09/2008, 23:16
Karin Salzgeber

Voy mirando hacia arriba cuando me adentro en la piedra, puede que sea por haber visto demasiadas películas, pero creía que iba a pasar algo… luces que se encienden, o quizás una habitación con luz. Pero no, nada ni nadie, nunca acierto.

Escucho a la mujer, y me esfuerzo por recordar lo que me contaron sobre ellas, contagiándome de los susurros de ambos Esas criaturas son seres de otro mundo, y están controladas por humanos…. o algo así. Me lo explicaron unas personas que estaban acostumbradas a luchar contra ellas. Hace apenas seis horas, además. Su recuerdo está ligado a mi huida y al peor de los hombres, el que me da más miedo que estos seres.

Me quedo parada en seco frente a la bolsa, mirando las sombras dibujadas en la cara de Obed, tras verlo quitar el seguro, no seré yo la que le desobedezca y la agarre. Paso, apartándome de la cámara, esperándolos para seguir la luz.

El portal, todo lo que Annek dijo, esos hombres me llevaban a usarlo…. otra pieza del puzzle engancha con las demás, y encaja, mierda, no estoy segura de lo que significa pero…. Esto… estamos en Zaire, o cerca, ¿Verdad?

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16/09/2008, 00:44
Victoria Kreuk

Los labios cada vez más pálidos, la linterna temblando en su mano, y sólo apunta a la bolsa que contiene la cámara. De todo lo que ha visto, su mareada mente sólo puede pensar en aquella cámara... Mientras el eco psíquico se deforma... "Quiero despertar... Quiero salir de aquí... Yo no puedo destruir el mundo. No lo toques."

- Bah...

Se adelanta para abrir la bolsa e intentar encender la cámara, para ver si hay alguna grabación hecha... Como si fuera no hubiera criaturas de otro mundo según una blanca que había aparecido mágicamente desde Viena... Como si su único problema fuera el no saber qué podía tener de interesante ese aparato.

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16/09/2008, 13:06

La mercenaria hace caso omiso de las palabras de Semanza, y se acerca a la cámara, aunque un poco más moderna de lo que está acostumbrada a ver, su funcionamiento no parece muy diferente a las que ha manejado alguna vez, un botón rojo de encendido, que en cuanto lo haces muestra una pantalla de cristal líquido que se despliega y se abre, frunce el ceño, pues eso es algo menos común.

La pantalla tendrá unas siete u ocho pulgadas y parece estar flotando en el aire, un fondo azulado hasta que Victoria encuentra el botón de play y unas imágenes aparecen en pantalla, una mujer de pelo rubio y claros ojos azules, con una mirada triste y cansada, pero cálida, casi acogedora a pesar de no tenerla delante en carne y hueso, o por lo menos no con ese aspecto.

El parecido con Karin es evidente, una gemela envejecida unos diez o doce años, cuando su voz empieza a fluir a través de los pequeños altavoces del aparato con una voz clara, es imposible no asociarla a la de la joven de Viena.

Hola Karin, hola Obed la entonación intenta ser alegre, y a pesar de que mantiene ese tono de inocencia, la melancolía es demasiado intensa como para no captarla, Annek y Thomas nunca me perdonaran que haya hecho esto al nombrarlos su rostro se ilumina un poco, haciéndola parecer más joven, pero es lo que tengo que hacer, escuchadme bien, pues es importante, sólo espero que sirva de algo pasan unos segundos en silencio con la cámara fija en el rostro de la chica sin que este pronuncie palabra, solo un suspiro hasta que por fin parece decidirse.

Mentzele fue el más listo, o el más estúpido, según como se mire, introdujo el virus en Kigali, fue la primera ciudad en caer, creía que podría controlarlo, ¿por qué la gente como él piensa que nada se le escapa?, ya me lo explicaste Obed, pero aún me cuesta creerlo, las demás no tardaron demasiado en verse afectadas, lo siguiente es como una película de terror, de esas en las que todo el mundo muere, nadie era capaz de encontrar una solución al llegar a este punto cierra los ojos, y entierra la cabeza entre las manos, cuando vuelve a mirar al objetivo, se pueden adivinar algunas lágrimas, pero las ignora y se rehace, James Blackwell, ese hombre se convirtió en la única esperanza, aunque su solución fuera algo drástica, Roux, Anne, Liesel y Karin, por algún caprichoso destino, eran las que tenían que poner fin a todo aquello, abrir el portal que se esconde en este lugar, dar libre acceso al caos y al horror, a la cura, ya sabes a lo que me refiero vieja amiga, debes encontrarlas, ir hacia ellas baja la cabeza una vez más, el cabello cae como una cascada ocultándola.

Pero tu no tienes suficiente energía, morirías en el intento y nada ganarías, necesitas la de otros suspira de nuevo y rebusca en uno de sus bolsillo, extrayendo algo parecido a una foto, la mira sin mostrarla No puedes flaquear, mientras antes actúes, todo será más fácil para los que están en ese lugar su mirada se desvía ligeramente a la izquierda, como si buscara a otra persona, sus ojos parecen clavarse en los del africano, Debe morir, Obed, ya sabes quien, eso es muy importante, es el motivo de todo esto, o matará a Liesel, el diablo colocó la fotografía para que podáis verla, se ve a un chico de raza negra, de unos dieciocho o veinte años, sonriente, con el dedo pulgar de su mano derecha levantado hacia arriba y vestido con una camiseta de un equipo de fútbol, el Olimpique de Lyon, la imagen sólo muestra eso durante un par de minutos, Emil esta bien, te quiere mucho, por primera vez la sonrisa de la mujer parece sincera, aunque casi al instante las lágrimas vuelven a asomar, se las limpia con el dorso de la mano. Todo saldrá bien dice esbozando un amago de sonrisa.

La pantalla entonces vuelve a mostrar ese tono azulado y queda todo en silencio una vez más.

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18/09/2008, 15:53
Obed Semanza

Me había apartado de la mercenaria cuando ésta comenzo a manipular aquel objeto. Retrocedí tres, cuatro pasos, acariciando la culata de la pistola y dedicando miradas espasmódicas e inútiles a la negrura que habíamos dejado atrás.

Por tu bien...- digo desde retaguardia a Victoria, con voz queda pero apremiante.- Deja eso donde lo encontraste...No sabemos lo que...

Y ahí mis labios se detienen en seco. La grabación se reproduce en esa pequeña pantalla, nada que ver con las cámaras de los turistas en el Hotel de las "Mil Colinas": era como comparar un Cadillac del 59 con un 911 Carrera. Tan fuera de lugar como esta misma construcción en mitad de la selva,...como ...como la voz enlatada de esa mujer.

Ladeo el cuello, intentando ver algo que la espalda de Victoria tapa. Doy un tímido paso hacia adelante, asomándome por encima de su hombro, recibiendo el fulgor azulado de la pantalla en la cara...e inmediatamente miro a Karin: la herencia de sangre que una madre dá a una hija es a veces tan...clara...Pero hay algo que no encaja. No se trata sólo de parecido físico. Hay algo más...

Pegado ya a la espalda de la mercenaria, con el brazo que sostiene el arma cayendo fláccido, pongo toda mi atención en lo que aquel aparato reproduce. Un nombre, tres sílabas...hace que abra los ojos como tapacubos. Agarro la muñeca izquierda de Victoria, sin apartar la vista de la pantalla: ahí está el eslabón, el hombre que no huele a nada, el mal encarnado,...el...diablo...

Mentzele...

La frente me empieza a arder, y siento el palpitar de mis sienes. La sola mención de su nombre en boca de esa mujer hace que contraiga el pecho, casi notando de nuevo el repugnante tacto de su dedo huesudo...marcándome... Mi mano se cierra con fuerza sobre la muñeca de Victoria, oprimiéndola inconscientemente, transformando mi miedo en sudor a su contacto.

Quiero pensar que nos han drogado. Quiero pensar que...alguien provoca estas alucinaciones. Quiero pensar en ello,...porque lo que la razón me dice no tiene sentido alguno. El hombre viaja por tierra, por mar, por aire...pero nunca, NUNCA en el tiempo. Nunca...

Oh, Dios mío...- gimo soltando finalmente a Victoria, llevándome esa misma mano a la boca, tapándola. Me inclico aún más hacia la pantalla, con la respiración entrecortada: un padre sabe reconocer a su hijo. No importa si lo encuentra vivo o muerto, disfrazado, mutilado, confundido entre una multitud o mezclado en una fosa de cadáveres... Sabría distinguirlo, y el nombre que aquella mujer pronuncia no hace sino ratificar lo que ya sé: es Emil. Emil Semanza.

Mis ojos deben estar brillando. Los noto húmedos,...y escucho una risa incrédula que viene de mí mismo. Cuando la grabación se detiene, mi expresión cambia: subo el arma de nuevo y encaro a Karin mordiéndome el labio.
Ven aquí.- agarro su brazo, de malas maneras, y camino rápido hacia adelante buscando luz., zarandeándola. Arrastrándola si es necesario.

No es éste un buen lugar para hablar. No entre la oscuridad: quiero ver la cara de la austriaca cuando responda.

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21/09/2008, 11:59
Karin Salzgeber

Con la mirada al suelo, no me contestan, pero lo sé, estoy en Zaire.

Escucho a la mujer poniendo en marcha la cámara y miro con apatía, sin ninguna curiosidad, hasta que los primeros rayos de luz reflejados me hacen pensar por un segundo la idea ilógica de que es un espejo, en el preciso momento en el que empieza a hablar escapa un gemido de entre mis labios, desgarrándome por dentro lo que estoy viendo, todo empieza a girar, menos la cámara y yo, un remolino me lanza hacia abajo mientras todo gira, aunque mis pies estén anclados al suelo. El mundo entero se para mientras escucho a la mujer, A MI, unida al sonido de los latidos de mi corazón que palpitan más fuerte que nunca, coloco una mano en mi pecho como acto reflejo, como si así pudiese conseguir que se calmen, aunque sea un poco. Pero es imposible.

La cara está desencajada por la aprensión que siento, es inconcebible, yo, hablándole a este hombre, a mí, escuchándome dar una información que desconozco prácticamente en su totalidad, esto no está ocurriendo, esto sería el colmo… niego con la cabeza, yo estoy aquí, ella no soy yo, ella no podría haber hecho eso si yo no hubiese pasado ya por aquí sin haber visto la cámara, pero, ahora ya no la dejaré, porque ya la he visto. Me he perdido.

Me tambaleo hacia atrás y me apoyo con una mano en la pared, muy mareada cuando la grabación para, hago una respiración profunda, despacio, me falta el aire, este aire viciado no es suficiente, intento ayudarme poniéndome la otra mano tapando mi boca, respirando profundamente y busco los ojos del hombre que es su amigo, de eso estoy segura.

Pero no me gusta lo que veo.

Doy un paso hacia atrás, chocando con la pared, sabiendo que no tengo posibilidades de luchar, le niego con la cabeza, mi brazo se aleja de mí con fuerza, y poco a poco el resto de mi cuerpo le sigue, no quiero pero no reacciono, sólo me asusto, por lo que hemos visto y por como les vaya a afectar para conmigo. ....Obed…

Karin, ¿QUÉ HAS HECHO?

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23/09/2008, 11:20
Victoria Kreuk

Su hermana gemela...

Pero no. Aquel trasto era demasiado futurista, y era del futuro de lo que hablaba Salzgeber...
Y entonces empieza la retahila de barbaridades que le traspasan el cuerpo: Un virus liberado por el tal Mentzele en Kigali que lo destruía todo... James Blackwell, una esperanza: Usaría a cuatro mujeres. Roux, Anne, Liesel y Karin. Karin estaba delante de ella... Y a otras dos las conocía, sin saberlo...

- No... ¡¡NO!! ¡¡¿ELLA QUÉ DEMONIOS VA A PODER HACER?!! ¿¡QUÉ COÑO HABLAS DE UN PORTAL!? - se giró a la Karin de carne y hueso, encañonándola - ¿¡A QUÉ SE REFIERE!?

Tranquila, Victoria... Te vas a desangrar, no grites... No debes morir... No puedes morir... Por favor... No le hagas daño... No os hagáis daño ninguna...

- Tú... ¿¡Tu controlas ésta voz en mi cabeza!? ¿¡ERES TÚ...!? - el desangramiento parecía estar desquiciándola del todo...

"...o matará a Liesel, el diablo..."

Los ojos se le empañaron, confusos...

- ¿El diablo...? - ¿Qué diablo...? - ¿Qué diablo...?

¿Ese chico negro...? Del Olimpique de Lyon... ¿Es un asesino...? Obed lo observa con el rostro desencajado, y ella conoce esa mirada, sabe cómo se mira a los hijos... Pero no tiene un nombre. Sólo un rostro y un equipo de fútbol. Está bien.

Baja el arma cuando Obed la suelta y se lleva a Karin. Lo siguiente que hace es vaciar su mirada... Se apoya en la pared para incorporarse y sigue a Semanza, que parece querer ocuparse de Karin tal y como la está cogiendo...

Es entonces cuando le pone el cañón en la espalda, entre los homoplatos. Un "click" y Semanza estará frito. Le quedan las energías suficientes todavía...

- Y... ¿Cómo se llama el chico, Semanza...?

Déjalo... Olvida al chico... Por favor, es muy joven...

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24/09/2008, 17:32
Obed Semanza

Tres latigazos.

Un nombre: Mentzele. Una imagen: aquel muchacho con la camiseta de fútbol. Y una idea irracional: la sensación de que ese mensaje viene de muy lejos..., de un lugar al que no se puede llegar sino a través de los años.

Todo lo demás es un engrudo indescifrable para mí. Oigo a Karin pronunciar mi nombre con una mezcla de sorpresa, miedo y decepción que ignoro, presionando su brazo con un nuevo arreón y apretando el paso. También me llegan los balbuceos de Victoria, pero no dejan de ser voces lejanas que desatiendo...sumido en la rabia que produce la impotencia y la ignorancia.
Esa cámara demostraba que este lugar, estas personas...guardan una relación directa con mi propia vida, con mis experiencias recientes, con mi pasado más turbador, con Mentzele, con mi hijo...

...y en esos recuerdos me pierdo durante ese instante de atudimiento y desorientación.

Tres latigazos. Y una pistola en la espalda.

Me detengo y , sin volverme, parpadeo. La mano izquierda sostiene el arma. La derecha agarra el brazo de Karin.

Se llama Emil. Emil Semanza...- susurro mirando por encima de mi hombro.- ...pero aún faltan años para que se convierta en ese muchacho con camiseta de fútbol...

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25/09/2008, 12:59
Karin Salzgeber

Giro la cabeza, espantada, mientras mi cuerpo sigue hacía delante…¿Voces por mi culpa? NO, oiga, eso no, no sé de que me habla.... escuchando el arma…, y vuelvo la vista a Obed, ¿Emil Semanza? ¿Qué aun no qué?…… lo miro sorprendida, entendiendo perfectamente lo que he hecho, pero el futuro del que vengo, no, en ese no hay equipos de fútbol, eso seguro… ¿Los mundos paralelos de Annek?

Suéltame, por favor…. y pego un tirón brusco, desesperada, parándome en seco a la misma vez que él, viendo el arma sujetada. ¿Esto querías Karin? ¡¿qué nos matemos entre nosotros aquí?!

Por favor, escúchenme, ¡cálmense! Tragando saliva y mirando a ambos, levantando y bajando ambos brazos con las manos extendidas, pidiendo tranquilidad. Ya se lo dije, tengo un don. Una maldición. Yo, puedo hacer eso, viajar en el tiempo, y tengo que evitar que pase lo que HA dicho…acabando la frase con la voz rota, a punto de echarme a llorar… No sé quien es el diablo, negando con la cabeza, si se dirigiese a mi, hubiese dicho El Buscador. y el portal, el portal es esto, un sitio que creo que conecta mundos,… dimensiones, uff, algo así.Encogida de hombros. No tengo todas las respuestas, sólo sé que tengo que buscar a esas mujeres, juntarlas, conozco a una, ella me llevará a las demás… es su don. ¿Tiene sentido algo de lo que digo?

Miro a Obed, fijamente, si ese muchacho depende de mi, me tiene que dejar, me tiene que ayudar. Y tengo que usarlo ahora, tengo que irme. NO TENGO TIEMPO. que desesperación… me centro ahora en la mujer, tras un suspiro continúo hablando. Por favor, si no me cree, deje que nos vayamos, solamente eso. Vuelta a los ojos del hombre, mirándolo fijamente, seria, decidida. Lo necesito para salir de aquí, dios, no sé si a ella también. ¿Tú me crees?... ¿Puedo contar contigo? Y la voz se escapa suave, tan triste, tan cansada.

Sin esta respuesta no hay esperanza, estaré igual de atrapada aquí que ellos.

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25/09/2008, 13:09
Victoria Kreuk

Victoria se siente abatida, cansada y mareada..
Emil Semanza... Mentzele... Annek, Thomas, Obed, Karin...

- Está bien... - toda su vida ha sido una mercenaria. Pero en éste momento el dinero ya no es el asunto importante.

"¿No habrías deseado ayudar? ¿No habrías colaborado en la salvación del mundo? Si eres de verdad una mujer de carne y hueso te sentirás estremecer cada noche desde ésta... Cuando pienses en las criaturas que devoraron a John, y que si hay un Dios, una persona como tú conocerá al Diablo..."

Victoria suelta el rifle, llevándose una mano a la cara como si sufriese una horrible migraña...
En sus labios aparecen palabras en su idioma nativo que su voz no deja oir: "No es real, tengo que despertar..."

Luz. Invasiva, blanca, hermosa, triste, llena de un amor incontrolable y casi dañino... Dos rostros inocentes...

No los conozco, no los conozco, por favor, no los conozco...

Rompe a llorar cayendo de rodillas, agarrando del brazo a Karin con sus últimas fuerzas, con las cuales también musita, sumisa:

- ¿Qué... quieres de mí...? - un par de sollozos entre las palabras, entrecortadas...

(...)

Asiente con la cabeza, se rinde... ¿Éste es su papel en éste disparate cósmico? ¿Para ésto años de entrenamientos...?

"Por una vez en tu vida, elige lo correcto... No puedes llevar dinero allí a donde vas... Siento que acabe así... Espero que tengas a alguien que te quiera esperándote, Victoria..."

- Yo... - Victoria no sabe con quién habla... - Perdóname... Elijo... Elijo lo correcto... Pero... Perdóname...

"Perdóname tú a mí..."

Victoria se agarra al brazo de Karin, sosteniéndose de él, y la mercenaria es una mujer arrodillada, suplicante, con la cara pálida y cubierta de lágrimas:

- Quiere que te diga... Que la que se llama Liesel es madre... Que sus hijos son huérfanos de su padre, que los ama y que no quiere dejarlos sólos...

"Gracias, Victoria..."

Abre entonces la mano, dejando libre la muñeca de Karin de Viena...

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30/09/2008, 11:59
Obed Semanza

Karin se ha soltado. Quizá esa tristeza le dé las fuerzas que parece no tener. Quizá aflojé la mano. No lo sé. Lo cierto es que las piezas encajan, pero forman un dibujo que no comprendo..., o que me niego a aceptar. Eso, la ignorancia y el desconcierto, me hace débil...y miro alternativamente a la muchacha y a la pistola que sostengo.
Doy un paso atrás y niego con la cabeza, reprendiéndome: no soy como Nsabimana. Yo no obtengo la información que necesito de esa manera. Nunca lo hice...

Haz lo que tengas que hacer.- digo ladeando la cabeza hacia el fondo del pasillo. Que pase rápido lo que tenga que pasar. Un ejercicio de Fé, supongo, fundamentado en esa imagen futura de Emil.

Cita:

¿Tú me crees?... ¿Puedo contar contigo?

Cuenta conmigo...pero no me pidas que te crea. Aún no.- eso sería demasiado. Quizá más adelante, ahí al fondo, vea algo que aporte luz a todo esto. ¿Qué puedo perder cuando lo he perdido todo?. Si los pasos que hemos de dar llevan a esa imagen, a Emil convertido en un hombre feliz, me es indiferente lo que haya ahí delante. Como si son las puertas del mismo Infierno...

Paso un brazo por debajo de las axilas de Victoria, derrumbada, perdida en los delirios que entiendo producto del desfallecimiento, y acomodo su peso sobre mi hombro. Es curioso cómo cambian las tornas: un hombre como yo y una mujer como ella,...practicamente abatidos. Ahora es Karin de Viena la que demuestra más entereza... porque, y de eso no albergo duda,...

... es el miedo lo que mide la verdadera fuerza de las personas.

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30/09/2008, 15:02
Karin Salzgeber

Suspiro pesadamente cuando Obed termina de hablar, da un poco de esperanza, tendrá que ser suficiente, tendrá que valerme. Lo miro interrogante, ha aceptado venir, si sale bien, va a creerme en muy poco tiempo. Yo lo creí cuando no me quedó otra.

Me giro a la mujer, a sus desvaríos, dejando que se apoye en mí, está perdiendo mucha sangre…. Hasta que nombra a Liesel, una de ellas. La miro abriendo muchísimo los ojos, como si la descubriese a nuestro lado por primera vez. No me he parado a pensar en cómo encaja Vi en todo esto, no puede ser una casualidad, ya no creo en ellas… ELLA no la ha nombrado. No le ha dicho absolutamente nada, como si no estuviese. ¿Es una pista o no? ¿Qué haría yo en la misma situación? ¿Qué es lo que ha querido decir en realidad?

.“Necesitas la energía de otros.” Oh, ¡dios!, es energía VITAL. Y he leído en sus ojos que este hombre muere, y que le afectaba, ¿será al ayudarme a salir? Entonces, si ELLA volvió a este sitio, se sacrificó para dejar aquí la cinta, aún sabiendo que no podría salir después. O sea, que los dos estamos muertos si pasa lo mismo que le ha pasado a ELLA. Parpadeo bloqueada, mirando al suelo y empiezo a ver puntos blancos, mareada, apoyándome en la pared de nuevo, con una mano en la frente y volviendo a respirar agitadamente. Ahora entiendo qué es lo que no le perdonarán.

Vuelvo a mirarla, mordiendo mi labio inferior, ¿Y si es ella la que cambia el curso de las cosas?, lo que hace que Obed no muera, que pueda salir conmigo para matar a ese diablo. Pero… entonces esta mujer…. Oh, NO, es horrible. ELLA debería saber que Vi está con nosotros ¿Para qué iba a dejar la cámara con la instrucción para Obed si pensase que él muere al ayudarme a salir? Otra vez no tiene sentido. O simplemente, lo sabe, él sale conmigo y no le ha dado ninguna instrucción porque ella no… Por dios.

La miro con el rostro desencajado, consciente de lo estúpido que suena lo que voy a decir, de lo necesario que es, de que no sé si seré capaz de hacer nada de lo que se supone imprescindible. “No puedes flaquear, mientras antes actúes, todo será más fácil para los que están en ese lugar” Trago saliva, mirándola desesperada Vi, esa mujer, Liesel, ¿le ha dicho algo más? para que salgamos de aquí, o cómo encontrarla. Me da muchísima pena insistirle viéndola tan mal, pero es que…Por favor, es importante, píenselo bien.

Quiero otra opción, la necesito. Quiero equivocarme.

Notas de juego

ELLA: Karin de Viena Futurista