Partida Rol por web

Salto hacia atrás como impulsada por un resorte. Grito, o al menos imagino que he debido gritar, porque no tengo nada claro lo que está sucediendo. Miro en dirección a mis pies buscando, sabiendo que tiene que estar allí y, sin embargo...

—¡¿Qué ha sido eso?! —pregunto, horrorizada por la espantosa imagen que, poco a poco, empiezo a comprender que no ha debido ser real y que mis compañeros de viaje pueden no haber visto—. ¿Alguien lo ha visto? —Pregunto a voz en grito como si me fuera la vida en ello—. ¿Alguien más ha visto eso?

No hay nada, claro está. Nunca hay nada. Mi abuela solía ver cosas que no estaban allí y siempre pensamos que se le había ido la cabeza. ¿Es posible que esa especie de locura, propia de la demencia senil, haya hecho ahora blanco en mí? Miro rápido a mis compañeros a los ojos para intentar adivinar su expresión, pero el único que está lo suficientemente cerca es el padre Flaherty.

Me van a tomar por loca.

La sensación, como si una fría mano pasará por mi espalda, hace que me estremezca y hace que me gire apuntando con la linterna hacia donde lo he notado.

Una maraña de ramas, arbustos impenetrables es lo que veo. Aunque me ha parecido ver algo moviéndose, seguro que uno de esos malditos cuervos u otro animal. Me alegro por un momento que todo este lugar acabe bajo el agua.
Pero es el grito de la otra mujer, la que hace que me gire para ver que pasa con un gesto de absoluta incredulidad.

-¿Cuervos?, por todas partes. Sí han terminado de ver esa estatua, podríamos ir dentro.

Voy acercándome descuidadamente al tocón mientras mi cabeza sigue dándole vueltas al encanto que antaño tendría este lugar, ahí estaría la caseta del boticario, el ayuntamiento los niños correteando sucios de jugar al aro, una pequeña sonrisa asoma por mi rostro cuando estoy lo suficientemente cerca de la inscripción, leo el lo que yo creo que es para mi, pero lo suficientemente alto para que quien esté a mi lado pueda escuchar mis palabras - “Fuera de Nazarene´s Lot, el mundo no existe; solo el purgatorio, la tortura el propio infierno. 1696”…. Pienso unos instantes para mis adentros mientras una gota de sudor  resbala por mi mejilla … - 1696, no puede ser casualidad... y de que me suena esta cita… yo la he visto en alguna otra parte pero donde….- Mi cerebro actúa sorprendentemente rápido esta vez, parece que me voy poco a poco acostumbrando al olor, si, ya recuerdo y mi rostro compungido como estaba (detesto cuando sabes algo con certeza y no te sale) cambia a un
estado de plena satisfacción. – Vaya vaya, muy Shaeksperiano, no le parece Srta Méndez? Le encuentro un asombroso parecido a…- no llego a terminar la frase debido al grito de la joven. -¿Que ha sido el que?,  diantres, yo no veo nada- casi sin pensar me dirijo hacia ella tomándola de la mano para tranquilizarla. – ¿Se encuentra bien Srta Mendez?, que es lo que ocurre, ahí no hay nada, tranquilícese- le susurro para tranquilizarla mientras le cojo la mano suavemente.

Cuando veo que se empieza a tranquilizar, le suelto la mano poco a poco y miro con desconfianza hacia el lugar donde estaba mirando. - Un instante Srta Wong, dele un momento por favor- Mi mirada no obstante se encuentra fija en la nada.

El fornido hombre negro entorno los ojos con inusitada curiosidad sobre cierta viga, usando su mano a modo de visera para tener una mejor visión de lo que fuera que estaba mirando, antes de abrir los ojos de par en par y soltar un grito ahogado, con la mandíbula casi desencajada. Todo su gran cuerpo tembló por un segundo para un parpadeo después quedarse congelado y relajado, hasta se paro para restregarse los ojos con incredulidad...
-Estoy mas sofocado de lo que pensaba... y el olor no ayuda a los sentidos. -Recitaba un manta propio mientras se agitaba la nueva camisa buscando aire. -Vamos Frank, ya descansaras en un par de horas.

Las palabras lejanas de la chica blanca apenas llegaron a sus oídos cerrados al resto de voces concentrandose en la suya y su respiración, que le vieran con miedo ahora que debían entrar en un lugar en ruinas y desconocido no era algo que deseara mostrar a desconocidos.

-¡Venga! ¡No sean perezosos, que para mañana en tarde! -Fue un grito para uno mismo que para el resto, pero pareció ser suficiente para poder volver a caminar, dispuesto hacia la entrada, no sin antes recoger una pequeña mochila donde entre otras cosas, tenia una larga linterna.

La escena que se dibujaba en la plaza de ese pueblo abandonado había puesto la piel de gallina a los cuatro visitantes en apenas unos instantes.

El padre Flaherty sujetaba la mano temblorosa de la señorita Méndez intentando tranquilizarla, parecía asustada por alguna razón que todos ignoraban, su tez había palidecido en cuestión de segundos y balbuceaba sobre algo que había visto.

Mientras tanto Sharpay se había girado linterna en mano iluminando una zona a su espalda, y moviendo el haz de luz en busca de algún movimiento extraño, aunque no veía nada no podía sacarse la extraña sensación de que algo o alguien los observaba desde la espesura.

Por su lado Frank, siempre estoico, parece tener un momento de zozobra, pero sacude la cabeza y rebusca con ansiedad en su mochila buscando una potente linterna, tratando de ignorar aquello que le ha parecido ver, estos lugares apartados son lugares tétricos, es fácil sugestionarse, es mejor centrarse en el trabajo y acabar rápido.

Frank carga su mochila al hombro mientras Sharpay se acerca a el, junto a la puerta de la sacristía, justo en ese momento ambos se dan cuenta de que la puerta de la misma esta entreabierta. Una puerta vieja pero recia y resistente, ha sido abierta apenas unos palmos, insuficiente para que ninguno de los 4 entre por esa abertura, sin embargo una inspección mas concisa de la cerradura denota unos arañazos recientes, además tirado al un lado un objeto metálico alargado, seguramente utilizado para forzar la puerta. También os dais cuenta de que la hierba que esta frente la puerta esta aplastada, y hay restos de pisadas, de barro, de unos pies pequeños de varios tamaños que entran y salen del lugar continuamente.

Parece que la joven se tranquiliza y poco a poco la acompaño con cortos pasos hacia la puerta de la sacristía, somos los últimos en llegar. -Bueno, no es de extrañar que en un ambiente como este, la mente juegue malas pasadas, las personas somos fácilmente sugestionables en según que situaciones  no obstante me preocupa un poco esa inscripción,  debemos estar atentos.- Mi pensamiento se detiene al llegar a la puerta de la sacristia, alguien la ha forzado con lo que parece una palanca y ha entrado en ella. -Dios santo, espero que no se hayan llevado muchos objetos de valor.- suelto la mano de la srta Méndez y tomo notas en la libreta de la situación.  -Santo cielo, alguien ha entrado aquí, han forzado la cerradura.- Acierto a decir mientras dejo de escribir y señalo las pequeñas huellas que se vislumbran alrededor. -Parecen huellas de niños ¿no?, algun gamberrete que se quiere hacer el héroe- Intento quitarle hierro al asunto en un tono jocoso.

Que la sacristía estuviera forzada no le ayudo a saber si su trabajo seria mas pesado o mas ligero al no tener que esperar que el cura clasificara lo que hubiera dentro para mas tarde empezar a transportarla o tener que rellenar un informe del posible robo de material religioso por parte de un par de niños con aires de aventureros o piratas. -Malditos críos...

Instintivamente al encontrar las pequeñas huellas, las siguió con el haz de luz, para ver hacia donde se perdían, después de todo ese sitio era un lugar muy apartado y se imagina que no tardarían en encontrar huellas de bici o similares, con las que los vándalos habrían emprendido la huía antes de llegar ellos.

-Sea como sea, nos han demostrado que este sitio no tiene el aire de respeto que debería de tener un edificio en condiciones. En fin, si me ayuda Padre terminemos de abrir las puertas y veamos si era una prueba de valor o un robo.-Busco el picaporte o una zona donde agarrar y poder empujar con la mano libre.

Esa cabeza me ha mirado fijamente. Esa cabeza cercenada me ha mirado directamente a los ojos. Y, por lo que he podido comprobar, he sido la única en ver semejante atrocidad. Nadie ha comentado nada, nadie ha respondido a mi pregunta y, aunque puede que estén nerviosos, no han tenido esa espantosa visión que he sufrido yo. El padre Flaherty ha cogido mis manos entre las suyas, tratando de tranquilizarme, e incluso sigue a mi ritmo hacia la puerta de la sacristía.

—Oh... —veo en ese momento las marcas de pisadas en el suelo. Huellas infantiles que entran y salen del edificio de la sacristía. ¿Qué hacen unos niños en un lugar cómo ese? Porque si las huellas no fuesen recientes, se habría borrado. Frank maldice a los niños, y no puedo culparle por ello, pero me siento preocupada por lo que unos críos como esos puedan hacer aquí.

Acelero el paso para entrar en la planta a nivel de suelo de la construcción cuando el padre Flaherty y Frank hayan terminado de abrir la puerta. Tengo que hacer un inventario de aquello que pueda ser digno de salvar, si bien el edificio en sí no lo es.

—Supongo que debemos estar atentos —digo, resaltando lo obvio y con la voz temblorosa—. Y otra cosa más: este tipo de construcciones tiene un sótano, generalmente, así que tengan cuidado de no caer en él.

«Fuera de Nazarene´s Lot, el mundo no existe; solo el purgatorio, la tortura el propio infierno. 1696». ¿Qué se supone que quiere decir esa frase? ¿Y por qué está relacionado con la sangre que nadie más ha visto en la estatua? Y la cabeza, por el amor de Dios, esa horrenda cabeza...

La atmosfera de aquel lugar parece mas enrarecida que al principio, la actitud de nuestros protagonistas parece haber cambiado en cuestión de minutos.

Frank parece aun mas ansioso de acabar el trabajo y abandonar ese lugar lo antes posible. Gloria parece atemorizada se mantiene a la cola del grupo, tratando de guardar la compostura cuando es evidente de que algo la perturba, no deja de lanzar miradas de soslayo a aquella estatua. El padre Flaherty, mira con preocupación a sus compañeros, el no ha visto nada directamente, pero puede sentir ese aura que se siente en los lugares dominados por el mal. Sharpay, por su parte, no puede sacarse de la cabeza que alguien los observa, y esas huellas no hacen mas que reforzar esa molesta sensación.

Sin embargo, como buenos profesionales se sobreponen. Entre Frank y Arnold, tiran de la antigua puerta que ya esta abierta, el tiempo ha hecho mella en ella, y parece algo atorada, sin embargo tras unos fuertes empujones logran abrir lo suficiente como para dejar paso al interior del edificio.

Los haces de las linternas iluminan el interior del edificio, es una planta diáfana, un espacio amplio perfecto para celebrar reuniones, al fondo de la misma hay una chimenea de piedra, y sobre ella un antiguo cuadro que desde esta distancia no lográis distinguir, a mano derecha hay una escalera que sube al piso superior, los escalones de madera parecen desgastados. Al fondo de la sala, a la izquierda de la chimenea hay una entrada que conduce a una pequeña habitación, la puerta a esta sala se halla tirada en el suelo. Parece una pequeña cocina, pero no distinguís mas desde vuestra posición.

Si alguien apunta su linterna hacia el techo de la estancia, se percatará de que hay humedades, el abandono del lugar seguramente haya hecho que surjan multitud de goteras, sin embargo las vigas que sujetan el techo se ven gruesas y en buen estado. El suelo esta polvoriento, pero hay multitud de huellas, pequeñas, infantiles, que recorren el lugar sin un rumbo fijo, como si esos niños hubiesen estado correteando por el edificio sin ningún cuidado, las huellas suben las escaleras, salen por la puerta, entran.

Aparte del olor a podredumbre y humedad típico de un lugar cerrado como este, hay otro aroma que os llama la atención, un persistente olor a quemado, como si se hubiera hecho una pequeña hoguera con trozos de cartón o papel.

Cuando tratas de seguir el rastro de las huellas de la entrada te das cuenta de que es imposible, no hay un rastro claro, la hierba esta pisoteada por varios sitios, sin un rumbo claro, como si quien hubiera dejado esas huellas hubiera estado correteando por el lugar sin ningún cuidado, seguramente sean niños jugando.

Aun asustada y recelosa no puedes evitar observar esa construcción de manera profesional. El edificio esta claramente descuidado, pero no parece correr riesgo de derrumbe inminente, seguramente la planta superior este en peores condiciones, pero por lo que ves debería aguantar vuestro peso cuando la examineis, de todas formas sería recomendable andar con cuidado, sobre todo al subir por la escalera, podría haber algún tablón suelto, o alguno podrido que se quebrara.

Parece que esos niños han estado correteando por el lugar descuidadamente, sabes que eso es extraño, según los informes no debería haber nadie habitando este lugar. Sin embargo, también conoces otro informe que el resto de tus compañeros descoce, ¿habrá alguna relación entre estas pisadas y las extrañas desapariciones en la zona?

Tratando de olvidar la visión de la plaza de la localidad, me concentro en el edificio. Fuera lo que fuese esa cosa, lo tendré que dejar para más tarde. Mejor para nunca. Ya he informado a mis compañeros acerca de la posible existencia de una planta inferior, un sótano o algún tipo de lugar de almacenamiento en el subsuelo. Enfoco con mi linterna hacia el techo.

—La construcción no se va a derrumbar, a pesar de su apariencia —comento en voz alta, casi como si hablase para mí misma—. Las vigas que sostienen lo que queda de techo parecen estar en buen estado, al menos lo suficientemente bueno como para no asustarnos... Obviamente el piso superior está en peor estado, si tenemos en cuenta las goteras en el techo, pero parece que es lo bastante firme, dados los materiales, como para soportar nuestro peso.

Las pequeñas huellas del suelo conducen mi mirada hacia la escalera de madera. No parece tener ningún elemento firme en su construcción más allá de la propia madera y si se ha estado mojando, probablemente esté mohosa y débil.

—Si subimos al piso superior, deberíamos tener cuidado con las escaleras —no puedo evitar pensar en mí misma como una especie de guía turística del «pasaje del terror» de un parque de atracciones—. No son seguras... al menos, no lo parecen...

Si sigo diciendo cosas lógicas y coherentes, es posible que olviden mis gritos de hace un rato y piensen que sólo estaba nerviosa, o que no estoy acostumbrada al campo. Como personaje detallista por la que me tengo, no puedo evitar fijarme en el cuadro sobre la chimenea de piedra. ¿Qué es lo que aparece en él? ¿Algún tipo de imagen religiosa? ¿Tendrá valor artístico o histórico?

Entro con cuidado por sin darme cuenta piso algo que no debo, igual los gamberros han dejado por el suelo algún relicario o alguna figura de valor,  nada más lejos de la realidad tras cruzar el umbral libreta en mano, el olor nauseabundo de fuera, se ve un poco disimulado por un aparentemente perenne olor a quemado, aquello me hace recordar y vuelvo a exudar rápidamente, nunca he creido en esas historias, pero este lugar emana un aura muy extraña. La inscripción de antes, las huellas de niños, el olor a quemado que no tiene sentido alguno en esas circunstancias hace que inconscientemente me ponga más nervioso. Me fijo en la srta Méndez que va a a ver el cuadro, 

me ha leído la mente. Pienso mientras me aproximo para intentar plasmar en el cuaderno un boceto del mismo.

- ¿Que cosa más extraña no les parece? notan ese olor a quemado- 

Mientras  me dispongo a esbozar el dibujo del cuadro.

-Nada, imposible. -Comento en alto cuando la búsqueda del final de esas pisadas fuera del edificio, eran imposible de ubicar. -Debían de ser una buena cuadrilla de niños. -Se autoconvenció antes de terminar de abrir la puerta, dejando que el olor aun mas fuerte dentro que fuera le llenara las fosas nasales.

-¡Maldita sea! Esto es... -Molesto, busco aprisa su pañuelo para tapar la boca y nariz mientras la linterna iluminaba sus pasos y el resto de huellas de los niños.

-Que parezca robusta no quiere decir que sea realmente segura, este sitio esta totalmente carcomido por el tiempo y la humedad, ademas parece que es nido de niños con hogueras. -Respondió tanto a Carla como al padre cuando hubieran hablado, caminando detrás de ellos, un par de pasos por detrás, vigilando las espaldas de los tres cerebritos. -Señora Wong, no se retrase. Y ustedes cuidado lo que tocan, no quiero accidentes por ser descuidados. -Era consciente donde estaban y el peligro que corrían, si ese olor a quemado no fuera simplemente del de alguna hoguera o fuego menor.

Curioso, pensaba que iba a tener que utilizar la llave y al final se queda donde estaba. La luz de mi linterna recorre el lugar, fijándose en las huellas y buscando el lugar donde puede haberse quemado el papel. 
Espero que no sea nada de los registros, seria malo para ellos y malo para nosotros. Tiene un sótano, pero lo importante esta arriba, son los registros.

-Si lo he olido, en el piso superior hay papeles. Si no recuerdo mal están los registros, a lo mejor alguien se refugio aquí y encendió un fuego. Puede que fueran un grupo de boy scouts - replico mientras camino hacia la pequeña habitación lateral a ver que podría encontrar. Aunque no pierdo de vista a mis compañeros. 

Al acercaros al la chimenea al fondo de la sala el suelo cruje un poco bajo vuestros pies, la madera se ha combado por la humedad y algún tablón suelto baila cuando apoyáis vuestro peso en el. Los haces de luz de las linternas se mueven de un lado a otro y finalmente se enfocan en ese cuadro sobre la chimenea. Se trata de un retrato con una plaquita metálica bajo el mismo que dice "Henry Willard (1713-1765)".

Bajo esta pintura se encuentra la chimenea y parece que ha sido usada hace pocos días, observáis restos de papeles quemados, incluso lo que parece la cubierta de un libro. El olor a quemado proviene claramente de aquí, no parece que haya ardiendo nada en este lugar.

Por su parte Sharpay se aleja unos pasos de sus compañeros, hacia la puerta derribada de la izquierda, desde el umbral de la misma y con la linterna puede ver una pequeña cocina de estilo colonial, con una mesa de madera lo bastante robusta para haber soportado el paso del tiempo, una pequeña ventana, con las contraventanas descolgadas y los cristales rotos hace ya mucho. También hay varios armarios empotrados a modo de despensa, y puede fijarse en una pequeña trampilla a los pies de uno de estos armarios que parece conducir al sótano al que se refería Gloria, el polvo que cubre la portezuela, así como unas latas oxidadas sobre la misma, indican que no ha sido abierta durante mucho tiempo.