Partida Rol por web

- Que va, es tu influencia. - digo divertida, mordiendo mi labio inferior con cierta picardía. - Ya sabes lo que te espera. - no lo puedo evitar, me encanta provocarlo y que me hable de aquella manera. Es muy excitante en todos los sentidos, así que aprovecho para volverlo un poquito loco. Además me encantan esos gestos osados, que le guste mirar y acariciar mi cuerpo con tanto deseo. Sólo que todo aquello queda atrás cuando es hora de cubrir mis ojos para ver la sorpresa que tiene preparada mi novio, sinceramente estas cosas le dan tanto condimento a la relación que llega al corazón. 

Estoy emocionada, ansiosa y cuando puedo descubrir lo que está delante de mis ojos, no lo puedo creer. Es increíble, soy yo allí y es muy loco. Así que en medio de alguna que otra lágrima, lo rodeo en un abrazo con fuerza y ofrezco muchos besos en esos labios con pasión, desenfreno. Estoy loca por él, en serio que si. - Te amo. Lo que has hecho es simplemente hermoso. - le digo mirándolo a los ojos, tan perfecto, dulce. No sé qué decir, soy todo alegría. - Es perfecto. ¡Graciassssss! - vuelvo a decir, y devoro nuevamente su boca. 

Dejándose querer por su apasionada novia, devolviéndole todos y cada uno de los besos que recibía mientras masaba el trasero con ambas manos, dejándose contagiar por el entusiasmo de Delilah

Entre beso y beso, DeShawn trataba de articular una frase, si bien esta era interrumpida a cada palabra por los hambrientos labios de la rubita -¡Caramba...Nena...te ha... gustado...de...verdad!

En cuanto dejó de comerle a besos, la volvió a rodear con el brazo y contempló una vez más su obra, con una sonrisa de satisfacción.- Eres mi musa, nena. Contigo podré llegar donde quiera... llegaremos donde nos de la gana-dijo asintiendo, como dándose la razón a sí mismo.

-Y ahora, dime. ¿Como quieres pasar esta mañana, bomboncito? Juraría haber escuchado algo de un conjunto nuevo...¿O me lo habré imaginado?-agarrándose el mentón adoptó una fingida y teatral pose pensativa, mirando hacia el cielo.

- Claro que me encantó, estoy muy cariñosa hoy. - confieso sonriendo, ya contemplando aquella obra maestra de mi moreno bello. - Así es mi amor, así es. - asiento conforme a lo que dice, tiene tanta razón, que me siento invencible como aquella canción de David Bowie llama "Hero". De alguna manera, esta relación me libera y termina por acercarme a lo que en verdad soy. Además luego de la pesadilla vivida, hoy necesito a Shawn más que nunca. - Pues tenemos la opción de ir al Colegio o mostrarte el conjunto nuevo que llevo puesto. ¡Tú decides! - digo divertida. 

Y me quedo allí mientras se decide contemplando la imagen, es tan yo que me emociona. Realmente mi novio ha sabido captar lo mejor de mi y plasmarlo en el muro. Es todo un artista, uno grande en verdad. - Mi amor en serio, alucino en colores con esto, te has lucido. - halago feliz. - Sabes, estoy ahorrando para comprarme la consola. Sale una pasta importante y no es que mi familia sea incapacitada para pagarla, pero sabes que no pondrían ni una moneda. Así que nada, estoy cerca cerca... Ya verás. -  termino por decir al rodear la cintura de mi novio con los brazos, así nos quedamos juntos allí, muy enamoraditos. 

-¡Demonios, nena! ¿Acaso algún pavo de esta ciudad sería capaz de escoger ir a la escuela si le pusieses en esa encrucijada?-dijo de forma expresiva, exajerando un poco sus gestos.

-Mira, te propongo una cosa-él tambien la rodeó por la cintura, si bien sus manos acabaron en su trasero ( como casi siempre)

-A primera hora ya no llegamos... y quien falta a la primera hora esta obligado a faltar a la segunda... es cosa de la cuarta enmienda o algo así, nena. No es cosa mía- dijo, finalizando la frase con un sencillo pico en los labios.

-Mi madre ya se habrá ido al tajo, así que podemos ir allí a esperar que sea la tercera hora... y mientras podemos. ¿estudiar? este negrata tiene un examen de anatomía  y necesitaría alguna clase práctica... solo para ir soibre seguro, tú ya sabes, nena...-dijo soltando su trasero para recorrer su silueta, entreteniéndose algún instante de más en la zona del pecho-

-Tú me enseñas ese conjunto nuevo y yo te enseño a tí mis nuevas sábanas... ¿que me dices, nena? ¿Tenemos trato?-preguntó poniendo morritos.

 - Lo sé mi amor, jijiji. - respondo divertida mientras recreo la mirada con ese cuerpazo que tiene mi moreno, está tan bueno que me dan unas ganas locas de pasarlo bien juntos. Y como jamás se queda quieto, ahí vienen las propuestas que tanto me gustan con esas manos en mi culo que ya lo echaban de menos. - Dime. - digo y escucho, las risas melodiosas surgen de mis labios cuando habla de las horas, es muy gracioso. Pero obvio, estoy sumamente de acuerdo con ello. 

- Me parece perfecto, te tengo muchas ganitas... Digooo puedo ayudarte a estudiar anatomía, ya verás como te aprendes todo muy rápido. - ya de acuerdo entre muchas caricias a su rostro. - Vale, nos aparecemos en la tercer hora y mientras, le damos rienda suelta a los mimos. - agrego convencida. Y mientras esas manos abandonan mi trasero para dirigirse hacia mis pechos, un jadeo surge de mis labios tras morderlos con absoluta alevosía. - Hm, vamos ya. Te muestro mi conjunto nuevo, tienes que decirme si me queda bien. -respondo al guiñar un ojo. 

Y mientras le doy otro besazo, decido alejarme un poco para girar sobre mi mismo eje y así levantar la falda un poquito para que vea esa braguita bien pequeña. - ¿Vamos? - pregunto y extiendo mi mano, así la coge y salimos. 

Ante la visión fugaz de la ropa interior, Shawny puso ambas manos sobre su cabeza, con los índices simulando cuernos y empezó a mugir como si de un toro se tratase, mientras escarbaba con el pié sobre el asfalto, preparándose para embestir.

Después salió corriendo hacia Delilah, para luego alzarla por las axilas y volver a elevarla , dando una vuelta sobre si mismos que terminó con otro apasionado beso -Te voy a comer enterita, nena-amenazó, justo antes de dejarla en el suelo y,sin soltarle la mano, empezar a caminar con paso rápido hacia su casa.

Pese a que realmente en una población tan tranquila y apacible como lo era Summerville no existía una zona mala como tal, lo que DeShawn denominaba como "el barrio" no era más que que la zona de apartamentos del centro de la ciudad, algo más humilde y antigua que la zona de viviendas unifamiliares de las afueras. Al ser más asequibles, en ellos se había las familias menos adineradas, en su mayoría afroamericanos, algunos inmigrantes o simplemente chicos de familias recién llegadas que aún residían de alquiler. llegando a su bloque se cruzaron con alguno de los colegas de  Shawny, que le saludaron chocando la mano de una forma característica.

La entrada del bloque de pisos estaba abierta, como siempre, y en un abrir y cerrar de ojos subieron los dos pisos que los separaban del apartamento 34, residencia de la familia Lawrence.

-Bienvenida a Maisôn Lawny, señorita-dijo en aire teatral al abrir la puerta, tirando las llaves a una pequeña cesta de mimbre situada sobre un taburete junto a la entrada.

La casa se estaba bastante desordenada. Ropa a medio llevar se encontraba sobre el respaldo de alguna de las sillas del comedor y, sobre la mesa, aún reposaba los platos del desayuno. Debido a su doble jornada, la señora Lawrence a penas podía encargarse de la casa y DeShawn, por su parte, tampoco hacía demasiado por ayudarla.

Al llegar al su habitación, el muchacho tomó carrerila y se lanzó sobre la cama, la cual se encontraba aún deshecha, para apoyarse cómodamente contra la pared en una posición a medio camino entre estar sentado y tumbado. La habitación era bastante austera. Un montón de ropa ocupaba la única silla y parte del escritorio y lo único que servía de decoración era un poster de los "The Sugar Hill Gang" que estaba clavado con chinchetas justo sobre el cabezal de la cama. Al lado de la cama había un radiocasette sobredimensionado, que reposaba sobre la mesita. En cuanto tomó la posición estiró el brazo para encenderlo.

-Adelante, nena. Ya sabes que es tu casa-dijo sin ocultar una sonrisa algo lasciva

- Que lindas palabras cariño... Muy lindas. - respondo al ingresar a la casa, no me importa el estado en el que se encuentra ni el desorden. Estoy allí por él, por lo que siento y las ganas locas que tengo de sentirlo más allá de unas caricias. Por esa razón camino derecho hacia la habitación, no hay desvíos, no hay bebida de por medio, solo deseo que se convierte en un instante mágico. 

Tras agradecer a sus palabras, termina por acostarse en la cama mi chico y a mí me toca bailarle un poquito. Sé que le gusta, tanto que no me corto en morder mi labio inferior mientras me doy la vuelta y comienzo a mover las caderas de un lado hacia el otro en un meneo muy sensual. Poco a poco la falda se va levantando y revela esa braguita muy metida en mi lindo trasero, es de color negra, pequeña. 

Rápidamente me quito la camiseta, sigo de espaldas, bailando con mi cabello rubio largo, que ahora lo suelto. Estoy en sostén, tengo una fina cintura, abdomen plano, muy pálida. De repente me inclino un poco más, así puede ver mi coñito cubierto con la ropa interior, y tras incorporarme, giro de nuevo para desabrochar la pollera. Un botón y un cierre, solo eso. Lo quito y la voy deslizando por las caderas, las piernas hasta lanzarla dónde está mi chico. - ¿Te gusta amor? - pregunto al bailar, y tras subir por la cama en cuatro patas, lo contemplo con ganas de devorarlo. - Hm... Te deseo. 

DeShawn se revolvía en la cama casi como si de un exorcizado se tratase. A duras penas era capaz de contenerse para no saltar sobre su chica, arrancarle la poca ropa que le quedaba y poseerla como a ella le gustaba, de forma pasional y feroz.

Aquella visión que le prometía un gozo inminente provocó que la sangre de aquel corazón que bombeaba por Delilah empezase a dirigirse hacia su entrepierna, formando un bulto que empezó a tomar inequívoca forma bajo sus pantalones.

Resoplando como un animal en celo y echando la cabeza hacia atrás, su mano derecha empezó a acariciar la silueta de su miembro erecto que ya se apreciaba en sus jeans apretados.

En cuanto Delilah gateó hacia él, la miró a los ojos, relamiéndose los carnosos labios-Ufff nena... me vas a volver loco...-con la otra mano acarició la cabeza de su chica, apartándole un mechon tras de la oreja.

-¿Por que no me engrasas un poco la maquinaria antes de que te de lo uyo, nena?-de manera suave pero firme las mano de DeShawn empezó a dirigir aquel algelical rostro hacia su entrepierna mientras no perdía detalle de aquello.

Que una chica de cándida sonrisa y inocente mirada fuese una amante tan entregada no hacía si no volverle aún más loco por ella.

Ante sus palabras y esa mirada que me recorre entera, muerdo mi labio inferior manteniendo el instante en su máximo esplendor erótico. Ante la petición que directa llega a mis oídos, poco es lo que tardo en posar mis labios en su hombría para comenzar a lamer con dulzura al principio, desde la base donde estoy masturbando con mi mano para que vaya apreciando una estimulación doble. 

- Que rico amor... - digo al deslizar la lengua por su glande, haciendo pequeñas succiones, provocando con la mirada y mis gestos al moreno. Ya después de un ratito plagado de lamidas, succiones y masturbación suave, comienzo a meter toda la polla de Shawn en el interior de mi boca hasta la garganta, es grande, pero me encanta. 

Ya devorando aquello tan rico, mi mano libre se extiende por sus muslos, el vientre y el abdomen, acariciando con intensidad mientras mi boca es penetrada al completo. Luego la libero para quedar ese hilo de saliva unido entre mi boca y el glande, solo para jugar con la imagen que ofrezco y de nuevo, muy adentro, todo lo que puedo. 

Estabais completamente concentrados en vosotros, dejando que fuesen vuestros cuerpos y deseos los que hablaran. Estabais aprovechando el tiempo, seguramente mucho más que si hubieseis conseguido llegar a la primera hora, cuando de repente, un tremendo portazo os hizo dar un salto y giraros hacia la puerta.

¡DeShawn Lawrence! ¡Qué está haciendo esa niña blanca con tu gran chocolate negro dentro de tu boca!

La madre de Shawn, con toda su corpulencia, estaba justo delante de la puerta y echaba fuego por sus ojos.

¡Vuelvo un momento a casa para cambiarme la ropa porque un maldito hermano no ha sabido mantener su comida en su sitio y esto es lo que me encuentro! ¿Crees que me estoy matando a trabajar para que te saltes las clases y te dediques a fabricar niños mestizos? Y tú, niña. ¿No tienes otra cosa que hacer que engañar a pobres negros tontos? ¡Pues te advierto que no sacarás un solo dolar de aquí! ¡Así que ya estás recogiendo la ropa y sacando tu culo blanco de aquí!

Dando un salto que le hizo caer de la cama y por ello interrumpiendo aquella increible felación de la que estaba disfrutando, DeShawn se afanó por, a la desesperada cubrir a Delilah con el Edredón que había en el suelo meintras a trompicones trataba de subirse los pantalones, si bien su gran maza de dar amor lo complicaba bastante.

-¡Joder, Mamá!-Chilló aún con el corazón desbocado debido al susto mientras hacía aspavientos con ambas manos.

-¿¡Que haces aquí!? ¡Ya sabes que no quiero que entres en mi cuarto!- dijo en tono que andaba entre la súplica y la indignación. No se veía capaz de encontrar nada mejor que decir para salir airoso de la situación.

Con Delilah hecha un ovillo dentro del edredón, agarrando las prendas de ropa de la chica y dándoselas, la fue empujando hasta la puerta, tratando de ponerla en un lugar seguro antes de que se desatase el Huracán Laquesha en aquel pequeño espacio.

Gesticulando con movimientos de brazos muy amplios, como quien quiere atraer la atención de un feroz depredador, acabó por desalojar a su chica del cuarto, para que pudiese irse echando leches de allí mientras él contenía la negra furia de su madre.

-¡Me había quedado dormido y mi amiga había venido a despertarme, joder!- mintió lastimosamente

-¡Ahora nos íbamos a clase!-siendo plenamente consciente de la absoluta debilidad de sus argumentos, instintívamente bajó la cabeza protegiéndose con ambos brazos, preparandose para la más que previsible lluvia de golpes que estaba por llegar

Una vez la adrenalina del momento se desvaneció y volví a sentirme más calmado, corroboré que mi perro estuviese bien y lo mimé un poco dándole uno de esos huesitos con sabor a carne que tanto le gustaban. Desayuné un té de menta con un par de tostadas y, después de vestirme y preparar la mochila metiendo un par de libros y cuadernos, partí rumbo al instituto en mi bicicleta, una BMX negra con detalles rojos que mis padres me habían regalado en las últimas navidades.

Luego de haber llegado y cerrado el candado con el que aseguraría la cadena de la bicicleta, entré por la puerta principal y caminé hasta mi clase. Me senté en el banco en el que me sentaba siempre, ubicado en el lateral izquierdo de la clase que se encontraba pegado a las ventanas. Faltaban unos minutos y parecía ser que el profesor aún no había llegado, con lo cual, sin nada mejor que hacer, decidí sacar el libro que usaba para estudiar para la prueba de admisión de la universidad y me puse a leer, aunque fuese sólo por unos minutos.

Estaba muy entretenida con la hombría de mi novio cuando de repente se escucha la voz de aquella mujer, sí mi supuesta suegra. La verdad no sé qué más vergüenza me da, si el hecho de estar medio desnuda haciendo sexo oral a su hijo o las palabras que dijo, unas sumamente hirientes que hablan de discriminación racial, de un estigma que esa mujer jamás ha superado en toda su vida. Años de esclavitud, hacen mella a cualquiera, el americano es así de idiota con sus hermanos de otro color y ahora se paga el precio de la afrenta. 

No dije nada, tampoco es que tenía mucho para decir, salvo una disculpas y tras coger las ropas salí corriendo de allí. Lo bueno es que la camiseta me la puse rápido y la falda también, las zapatillas las tenía puesta de momento. Algo menos. Una vez cojo la acera, las lágrimas me brotan de los ojos y no lo puedo evitar. Lloro como niña pequeña y camino hacia el colegio. 

Estabas despierta y todo era un sueño. Sí, un puto sueño, y ese tío, y la guitarra... no estaban allí ni lo habían esatado nunca. Pero se sentía tan real...

¿Qué día era? Lunes. ¡LUNES! Mierda, las clases estaban a punto de empezar, así que con el miedo en el cuerpo todavía, con ese recuerdo desagradable, tenías que ir, sí o sí, al instituto. Al menos, había gente con quien hablar y relajarte, porque aquella maldita noche de pesadilla lo merecía.

Así que te levantaste y te preparaste para un nuevo día y una nueva semana. Seguramente, en unas horas dirías... ¿qué pesadilla?

-¿Qué te habías dormido? -repitió Laquesha, levantando el brazo -. Yo sí que te voy a dormir, DeShawn Lawrence. Voy a dejar la marca de mi mano en esa cara tuya para que no vuelvas a olvidar lo que ocurre cuando no vas a clase.

Y dicho y hecho, la gigantesca mano negra de tu madre impactó contra el rostro de Shawn, haciendo que este cayese al suelo, todavía desnudo, mientras Delilah huía como buenamente podía.

-Y tú, pequeña zorra blanca. No creas que vas a hacer lo que quieras con mi hijo. Como vuelva a verte por aquí no será su cara la única que reciba -le dijo a ésta, mientras observaba como su culillo blanco huía a toda velocidad, sin ni tan siquiera haberle dado tiempo a terminar lo que había empezado.

Al final, todo el mundo con ganas, además de con un buen guantazo negro.

Todavía con el miedo en el cuerpo, con tu piel temblando aunque por fortuna, entera y sin bichos de ninguna clase, pero con el recuerdo de aquel extraño sueño.. o más bien pesadilla, te pusiste en pie. ¿?Era lunes? Sí, eso es, lunes... Empezaba la semana. Instituto, sí. Arriba, que tenía que ir al instituto...

Así que finalmente, te pusiste en pie, todavía con los recuerdos dolorosos de la pesadilla, pero pensando en el día que te esperaba.

Un picor en tu brazo. Instintivanente llevaste tu mano para rascarte y al mirarlo... una herida. Allí... ¿era por donde estaban saliendo los bichos? Pero era una pesadilla, ¿no? ¿Por qué te picaba?

Mientras pensabas y recordabas, se abrió la puerta de tu habitación y tu madre, con aire cansino, entró en ella.

-¿Qué es lo que te ocurre, Edward? ¿Sabes que tienes que ir a clase, verdad? ¿Qué haces todavía aquí de pie? ¿Y por qué tiemblas?

Al final, al ver la angustia en tu rostro, tu madre se acercó con aire preocupado.

¿Qué sucede, hijo?

Las clases eran mucho más que eso. Eran auténticos centros de entrenamiento para perdedores, por lo que podía verse dentro de ellas. Los alumnos campaban a sus anchas, saltaban por las mesas, le levantaban las faldas a las chicas y, de rebote, de vez en cuando, le daban empujones y collejas a los nerds.

Gaspar era de los blancos más habituales. Total, apenas hacía un ruido y casi siempre se comportaba como si no estuviese vivo. No siquiera le metía mano a las tías, decían. John se acercó a él.

-Eh, "Casper", ¿cómo te va? ¿Ya has decidido a qué chica le vas a entrar? No podrás ser de los nuestros si no lo intentas. Los chicos vírgenes no están bien vistos -le dijo, riéndose. A su lado, el joven Tom Randall le imitó.

En ese momento, entró corriendo Delilah, en dirección a su pupitre. Los ojos de la mitad de los chicos se desviaron hacia ella.

-"¡Dili!" Llegas tarde. Oye, chica, tienes muy mal aspecto. ¿Qué te ha pasado? -le preguntó Sandy, acercándose a ella.

DeShawn no era alguien cobarde y podría parecer esperable que hubiese saltado en defensa de su chica frente a su madre, pero no siendo cobarde, tampoco es que fuese estúpido y había batallas que simplemente estaban perdidas antes de lucharlas, por lo que se limitó a cubrirse como pudo de los azotes y golpes a los que estaba siendo sometido mientras mascullaba entre gritos alguna queja -¡Joder Mamá! ¡Basta! ¡Déjala en paz!

Acostumbrado como estaba a aquellas situaciones, fue  recogiendo su ropa, subiéndose los pantalones y encaminandose a trompicones hacia la puerta de salida por donde apenas unos instantes antes había logrado escapar Delilah.

En cuanto se vió fuera del alcance de su terrorífica madre, se secó una lágrima producida por el picor de su rostro y aceleró el paso para alcanzar a Delilah. En cuanto la tuvo a la vista la llamó

-¡Delilah, nena! ¡Espérame!

No conseguiste alcanzar a Delilah, que había salido a toda velocidad de tu casa, así que te dirigiste directamente al instituto. Al menos, todavía tenías oportunidad de llegar a la primera clase... o a la segunda, según se viera.

Pero por el camino, te encontraste con tus colegas, justo antes de entrar en el centro. Estaba fumando un porro más grande que su mano.

-Hey, bro'!. ¿Dónde vas con tanta prisa? Cualquiera diría que estás flipando por ir a clase -te dijo, riéndose de su propia gracia -. He visto a tu madre volver a tu casa. Parecía cabreada.