Partida Rol por web

Critter desvió su atención hacia varios de los alumnos, que parecían querer decir algo aunque no se atreviesen a hacerlo, hasta que finalmente, volvió a hablar aquel chico que se había leído esos libros tan peculiares.

-Lleva usted toda la razón... Edward, respecto al final de la condesa. Pero no se confunda. El pasajero oscuro, como usted parece regocijarse al nombrarlo de esa manera tan... poco seria, no es solo un asesino real, sino también, un asesino de mentes. Cuando nos dejamos arrastrar por la parte más oscura de cada uno de nosotros, el resto, muere. Desconozco cuando empezó a sentir que su parte más amoral tenía más fuerza y razón de ser que el resto de ella, pero lo que está claro es que cuando cedió, el resto de su personalidad, lo mejor de ella en cuanto a la parte más luminosa y optimista, murió, cruelmente. 

Su comentario con respecto a la otra chica fue respondida con una mueca de desagrado por parte de ella, pero a Critter le hizo gracia.

-Bueno, no creo que haya que tomarlo tan literalmente. Eran otros tiempos. Los baños de sangre pueden ser completamente metafóricos y referirse únicamente a la satisfacción por acabar con una vida y sentir su sangre en tus manos -explicó Critter, extendiendo sus brazos y apretando sus puños como si estuviese viviéndolo.

Después, el joven explicó su incomprensión ante los seguidores de Manson y eso volvió a relajarle.

-Sin duda alguna, sus seguidores convirtieron a Charles Manson en un ídolo que reflejaba parte de lo que estaban buscando. A menudo los asesinos buscan aceptación, como comenté antes, por lo que al ser plenamente recogidos por Manson, pasaron a ser suyos, a pertenecerle, porque sus emociones se transformaron en algo completamente dependiente de él.

A pesar de que aquella discusión estaba resultando estimulando, el joven pareció molesto por las insinuaciones del profesor sobre la realidad que cada uno expresaba cuando se acercaba a un libro y disfrutaba con él. Lo entendía, porque después de todo, cuántos eran capaces de aceptar su verdadera naturaleza cuando era oscura y amoral.

-Si he de ser sincero... sí, lo estoy diciendo. Tampoco es que esté descubriendo algo nuevo, la verdad. Si alguien lee un libro infantil, quizás una parte de él busque ser un niño, pero eso no implica que acabe siéndolo. En tu caso, muchacho -empezó a decirle, sonriendo ante la pequeña broma sobre su pasajero oscuro -, esas lecturas pueden analizarse a muchos niveles, uno de los cuales es, sin duda alguna, el que los califica como psicópatas. Pero... ¿qué es un psicópata al fin y al cabo? Por lo que sabemos, se trata de una persona narcicista, impulsivo, capaz de manipular a otros, engañando o hiriendo para logar lo que quieren, y que desprecian las normas y derechos ajenos. Muchas veces son violentos... y otras veces, no, pero carecen de empatía. Quizás tenga usted algo de psicópata... o puede que únicamente desee hacer daño a algunos para sentir todo lo que pueda.

Cuando iba a continuar respondiéndole, otra chica entró en aquella batalla dialéctica.

-Señorita Madsen, le aseguro que sí que es así. Pero creía que a estas alturas todos sabrían que los cuentos populares... son el reflejo de historias ciertamente terroríficas, reconvertidas y dulcificadas. Por ejemplo, el hermoso cuento de la Cenicienta se remonta hasta China y en esta versión, la madrastra y su hija son encerradas en una cueva y muertas por lapidación. En la versión de Giambattista Basile del siglo XVII, Cenicienta le parte el cuello a su madrastra contra la tapa de un baúl de madera, incitada por la malvada institutriz... que acaba casándose con su padre y relegándola a la cocina. En la versión de los hermanos Grimm del siglo XVIII, las hermanastras se mutilan los pies para conseguir calzar el zapato y mueren tras sufrir el ataque de una bandada de pájaros que arranca sus ojos. 

Los rostros de la audencia se iban poniendo cada vez más blancos ante aquellas nuevas... versiones de las historias que tan popularmente conocían gracias a las películas de dibujos animados.

-Por poner otro ejemplo, en el cuento original de La Bella Durmiente, no es un hermoso príncipe quien la encuentra, sino un rey que al verla, decide violarla, aprovechando su indefensión. Nuestra protagonista daría después a luz a dos gemelos a quienes llamó Sol y Luna. Y estos dulces pequeños, nacidos de un crimen brutal, son cruelmente asesinados por la Reina, tras descubrir la infidelidad de su espeso; asesinados, cocinados y servidos en el banquete real. 

En aquel punto, las caras de muchas de las alumnas rozaban las nauseas.

-Pero bueno, siempre tendremos el cuento clásico de Perrault, en el que la Bella Durmiente se casa con su violador. Pero quizás el mejor ejemplo de cómo podemos tergiversar las historias en el tiempo es lo que sucede con Blancanieves. La primera versión de los hermanos Grimm se publicó allá por 1812.  Tanto Blancanieves como su salvador, decidieron vengarse de la cruel madrastra, poniéndole un par de zapatos de hierro al fuego y obligándola a bailar mientras se quemaba los pies hasta morir a causa del dolor, ante el regocijo de la propia Blancanieves, que por tanto, de dulce no tenía absolutamente nada. De hecho, la historia estaba basada en hechos reales acaecidos en una localidad de Alemania a mediados del siglo XVIII, en donde se ha confirmado la existencia de un lujoso espejo con místicas inscripciones y mineros en la zona y fruta envenenada.

Critter giró sobre sí mismo después de mirar a la joven Madsen.

-Como ven, todos hemos disfrutado con esos cuentos, pero no tienen nada que ver con la realidad. Esta es mucho más cruel y terrible de lo que pensamos, porque el ser humano es ante todo, cruel y terrible. ¿O es que alguien lo duda todavía?

- Le llamo así, porque es como usted le llama... no se si es algo que verdaderamente exista, profesor. Así que no tome en consideración alguna como lo llamo o lo uso, para mí ahora mismo no es nada, pero me recuslta verdaderamente curioso... Al igual que me gusta como nos ve reflejados a través de los libros, pues es algo que no me había planteado jamás y me resulta... curioso nuevamente. Más curioso por supuesto, que a todos nos de ese enfoque, donde de una manera u otra parece que tengamos un alter ego dentro, algo malo. No le he visto decir nada bueno de todos los libros que ha mencionado, ni de los adultos ni de los infantiles no tan infantiles.

» Ahí tiene a Hansel y Gretel*, que en la historia original, fueron abandonados por sus padres en el bosque y acabaron en la casa del mismísimo Diablo y su mujer. En el caso de Hansel, el Diablo le fabrica una especie de caballete aserrado para que se siente sobre él y se desangre hasta morir. Y fue el ingenio de los niños quienes logra salvarlos, engañando a la mujer para que se suba en aquel caballete y siendo Gretel quien la amarra y la corta el cuello, logran escapar, llevándose consigo las riquezas del Diablo antes de que este vuelva a casa... quien por cierto, les persigue, pero en este cuento es mortal y muere buscándoles en el bosque... Seguramente si alguno de los presentes dice que le encanta este libro, usted dirá que su pasajero oscuro, le hace identificarse con los sádicos secuestradores, para luego sentir emparía por la niña asesina que salva a su hermano de tan cruel manera. - Le dije al profesor con una sonrisa en el rostro. - Eso me dice a mí, que quien ve pasajeros oscuros en todas partes y quien quizás tiene "el problema", o el pasajero oscuro es usted y solo quiere influenciarnos en nuestas aún inmaduras y moldeables mentes. - Le dije sin perder la sonrisa en el rostro.

- No se equivoque, profesor. Me gusta su estilo y su enfoque, pero a todos nos lleva al final al mismo camino... uno que termina en un callejón frío y oscuro. - Me estaba gustando la clase, tanto o más que aquellos libros que me gustaban leer. Casi tanto como mis paseos por el bosque.

Entonces dijo todo aquello sobre como y quien era un psicópata y no pude evitar romper a reír. - Acaba de describir a Samantha Carrigan, profesor: narcicista, impulsiva, capaz de manipular a otros, engañando o hiriendo para logar lo que quieren, y que desprecian las normas y derechos ajenos... ha dado en el clavo. - Aplaudí al profesor en aquel momento. - Nadie más la hubiese descrito mejor que usted... y encima sin quererlo e incluso buscando describirme a mí. - Sabía por donde iba su juego y me divertía ver a donde quería llevarlo.

Luego respondí a la estúpida de Sandy. No había cosa más tonta y engreída que ella y su comparación con el profesor no me hizo gracia, cosa que a los demás sí. - Lamento ser tan cordial, cortés y educado, y que no estés acostubrada a ello, Sandy. Si te tratan como a una puta, será por algo... Y no fui retorcido aquel día cuando decliné tu oferta a salir juntos... simplemente traté de rechazarte de la manera menos dolorosa para ti posible, aunque veo que me seguiras guardando rencor toda tu vida. Y se que te dije que no te preocuparas, que no lo contaría, pero es que ya me has cansado con tus intentos de humillación públicos. - Dije girándome y mirándola fijamente a los ojos con cada una de mis palabras. - No te deseo ningún mal, solo que a partir de ahora, se sepa  la verdad sobre tí, Sandy.

Tiro un beso en el aire a Samantha mientras sonrío apenas, aquel comentario me ha gustado lo suficiente. No obstante lo que ha pensado el Profesor acerca de la obra de Carroll, tiene cierta discrepancias con lo que opino. Pero no tengo ánimos para rebatir absolutamente nada y dejo que el tiempo pase sin más. Entre lo sucedido hoy por la mañana, más mi estado tras ello, como que no tengo ganas de nada. 

Así que fingiendo estar pasándolo bien con una actitud de adolescente educada, hago líneas sobre el cuaderno para distraerme un poco. Claramente evito con la mirada a Shawn, prefiero ni siquiera hablar del tema y sé que en algún momento tocará ello, pero no tengo intención de momento en ir hacia ello. Y mientras los minutos pasan, observo el reloj, asiento con respecto a lo que dicen de Elizabeth y me recuerdan a Vlad Dracul, me encanta su historia. 

Luego el chico que suelo encontrarme a veces, hablar muchísimo y lo que dice de Sam no me agrada. Yo la aprecio mucho, no sé, y jamás sentí que era así con los demás. Niego con la cabeza y pongo los ojos en blanco, no me agrada esto. 

Luego, después de poner cara de asco, con las palabras del profesor, miro al resto. Incluida Mandy. El comentario de Ed me hizo soltar una leve carcajada. Todo el mundo sabía que ella era mas putas que las gallinas, que aprendieron a nadar para, follarse a lo patos.

- Oh, vamos, Mandy, todos sabemos lo que tu te puedes retorcer.- Un chascarrillo demoledor con segundas intenciones. Zasca! Eso para que quieras ligar con Dave.

El profesor volvía a la carga, y como buen profesor sabía del tema. O al menos, sabía como mantenernos inquietos,escuchando esas barbaridades sobre los libros, los cuentos y esas cosas escritas.

- Miré, profesor, yo lo único que saco en claro de todos esos cuentos de Disney es que todas, por alguna extraña coincidencia, eran chicas sin madre.- argumenté contra los cuentos. - Lo cual me parece muy machista, todo sea dicho. Mujeres que necesitan ser rescatadas, hombres teóricamente perfectos... joder las mujeres parecemos en los libros la personificación del mal. En la biblia una mujer come de la manzana prohibida, pide la cabeza del Bautista, Mary Shelley tuvo que cambiarse el nombre para poder publicar Frankenstein...

Suspiré profundamente, cansa y hastiada de toda la charla literaria que nos daba el pánfilo del profesor. Supongo que  esperaba mi respuesta y se la dí.

- Yo creo en el Rock, profe. Los libros son una mierda comparados con la música. He leído muchos, algunos por obligación y no puedo decir que tenga ningún preferido. Poe, Stoker, Stevenson, Lovecraft, Verne, Wells, ... Estoy segura que cada uno refleja parte de su personalidad y sus putos traumas en su libros, pero de ahí, me niego a pensar que el hecho de leerlo, o escoger uno, identifique nuestra personalidad. ¿Que me diría si mi libro favorito es La maldición de Hill House?- Pregunté de forma despreocupada. Sobre todo porque el bocazas de Ed tuvo que soltar su gracieta.

- ¿Porque no me comes el coño, Revok?!- Suelto así, sin mas, enseñándole el dedo al chaval, cuando las cosas vuelven a la carga y y mas, intentando ponerme esas etiquetas. -No... Mejor no te lo tomes en serio... pajillero psicópata. - Miré con cara de burla al profesor.- ¿Sabe? Con Ed ha dado en el clavo.

- Por que no nos dice el suyo y deja que nosotros le juzguemos?- Dije forma fría devolviéndole la pelota.

En cuanto la palabra "puta" salió de boca del gilipollas de Ed, Sandy no dudó en responderle.

-Eso quisieras, que me comportara como una puta contigo, porque es la única manera en la cual estaría con un "looser" como tú -le dijo, manteniendo su orgullo perfectamente intacto tras una falsa sonrisa.

Pero rápidamente, tuvo que desviar su atención hacia Samantha, que también había entrado al trapo.

-En primer lugar... Sa-man-tha-Fox, me llamo Sandy, no "Mandy". Supongo que alguien con tan poca cultura como tú no entenderá la diferencia, pero en fin. Y en segundo lugar, si me retuerzo será porque tengo tíos detrás de mí para conseguirlo, no como tú, que tienes que conformarte con tus propios dedos. Pero quién sabe. Ed está tan loco por ti que seguro que se conforma con lo poco que puedas darle y seguro que si insistes, te comerá el coño sin problemas. Por cierto, a ver si te lo lavas, tía -dijo al final Sandy, haciendo el gesto de que olía mal.

Obviamente, los chicos empezaron a reírse ante aquella batalla de tías.

Alex estaba indignada. La clase estaba tomando un cariz que nadie esperaba, y ella menos que cualquiera. Estaba acostumbrada a las vulgaridades de los demás, pero de repente, todo el mundo estaba metiéndose con todo el mundo y Sandy... cuando quería era terrible.

-Samantha Carrigan, cierra la boca. Sandy vale cien veces más que tú. Solo tienes envidia porque los chicos le prestan atención y a ti no -le dijo, cruzando los brazos y apretando la mandíbula. No le gustaban las respuestas de su amiga, pero a esa Samantha no la soportaba.Era una auténtica... zorra, como diría Sandy.

Aquello estaba siendo más divertido que la última pelea de Karate Kid. Joder, si es que las tías estaban locas de atacar. Pero era su oportunidad. Entre risas, Bob se puso en pie y se arregló el cuello de la camisa.

-Eh, tranquilas, tías, que hay Bob para todas. Si necesitáis a un hombre que os ayude a relajaros... ya sabéis cuál es mi número -dijo en voz alta, mientras el resto de chicos aplaudía.

Después, volvió a sentarse, mientras le lanzaba un guiño a Samantha... y Kate.

Tom se estaba hinchando de reír. Primero ese idiota de Ed, con sus libros raros y formas de loco. Nunca le había gustado, pero sobre todo, nunca se había fiado de él. En su opinión, nunca te fíes de alguien que se comporta como si fuera más inteligente que tú. Es mejor darle unos cuantos puñetazos para dejar claro quién manda.

Pero tanto él como la zorra de Carrigan tenían razón en cargar sus tintas contra ese Critter.

Eh, profesor. Samantha ha dado en el clavo. ¿Cuál es su libro favorito? Si cada libro que nos gusta sirve para saber algo de nosotros mismos... ¿cuál es el suyo? Usted habla mucho de nuestra mierda, pero no dice nada sobre la suya.

Matt estaba escuchando casi sin querer, hasta que oyó hablar a Carrigan. Entonces, hizo como que tosía exageradamente y la miró.

-Las mujeres solo sirven para dos cosas. Para cocinar y el sexo... y no estoy seguro de lo primero -comentó entre risas -. Tú no crees en el rock, Carrigan, sino en los rockeros. ¿A cuántos te has pasado por la piedra? Todavía no entiendo porque no le has tocado la zambomba a Ed. Si seguro que no necesita más de dos segundos. Le vales hasta tú.

La mueca de disgusto de Kate fue un poema. Estaba acostumbrada a tantas bajezas, pero no por ello las aceptaba con facilidad. Además, aquellos chicos eran mucho más desagradables cuando actuaban juntos, en manada. Lo que le sorprendía era que Benson, el macho alfa, no hubiese abierto la boca todavía. Claro que estaba permitiendo que sus perros guardianes hablaran por él.

Cerdos.

Por suerte, las chicas se bastaban para responder y ella no quería ni intervenir en esas discusiones.

Sandy no se rendía y si alguien la retaba, se llevaba una buena sorpresa porque podía ser igual que los chicos, solo que con más estilo. Además, molestarlos era sencillo. Lo único que debía hacer era meterse con su miembro querido y estaba hecho.

-Lo que no podemos explicarnos es como no te has roto todavía la muñeca, Mathew. Seguro que tienes hasta llagas de tantas veces que te la cascas al día. Lo mismo cuando encuentras a una chica ciega que quiera irse contigo, no tiene nada a lo que agarrarse porque se te haya caído a cachos.

- Y así es como el mundo está lleno de cascadores ambulantes. - digo poniendo los ojos en blanco, tanta puya, ida y vuelta me estaba exasperando un poquito con el mal día que tengo. Aunque admito que me encanta Sam como estuvo, ahí defendiendo y soltando "halagos" a diestro y siniestro sin más. Pero bueno, esta clase con el análisis preferencial del Profesor reflejando que estamos como cabras, somos asesinos o vaya a saber qué, me deja en claro que será cuanto menos divertido escucharlo. 

No obstante como el humor lo tengo muy por las nubes, cojo el espejo que tengo en el bolso y continúo acomodando mi cabello, al menos ahora luzco bien y no como hace minutos atrás. Luego le guiño un ojo a Sandy por sus palabras. - Buena chica, ya con esa no replica más. - agrego mientras sigo en la mía. Quizás si hubiera tenido una bonita mañana, habría caído al trapo y estaría riéndome de varios, pero no. Me tocó un maldito momento que aún debo digerir. 

Al menos Sam parecía estar "de mi lado" con respecto a Sandy y la dio una buena contestación. Claro que, eso generó que toda la clase se revolucionase y aquello se conviertiese en el patio del colegio. Era increíble. El profesor nos estaba poniendo delante un buen debate y nos dedicábamos a insultarnos los unos a los otros. Iba a dejar el tema, pero la pregunta de Sam tan directa hacia mí me hizo mirarla casi helado.

Si supiese la cantidad de veces que había soñado con eso e incluso la cantidad de veces que ella misma me la había comido a mí en la soledad de mi cuarto, no me hubiera formulado esa pregunta. Pensar en ello me hizo sentir de nuevo la presión de mi miembro en el pantalón. Menos mal que estaba sentado y a salvo. Pero ella no lo estaba. - Olvídalo. No pienso comerme las babas de tu perro faldero. - La respondí bastante borde y tajante, refiriéndome al capullo de su novio.

Que fácil era meterme con él cuando no estaba delante y como le huía desde aquel fatídico día.

- Ya lo hiciste, Sandy. - La recriminé a la chica cuando dijo aquello de comportarse como una puta conmigo. - Pero te dolió que me portase como un caballero y más aún que un "looser" como yo te rechazase. Eso si que te tuvo que joder en tu orgullo. - La sonreí con malicia y luego miré a Alex. ¿Por qué no me fijaría en ella en su momento en lugar de Sam?

Era más que evidente, la ventana del dormitorio de Sam estaba enfrente de la mía y la veía cambiarse o pasear en ropa interior por su cuarto... era inevitable que ocurriese. Aún así mis ojos permanecieron un rato mirando a la joven. Tenía siempre una sonrisa dulce y era inocente y viva. Si Sandy no fuese su mejor amiga... quizás... - Es el último curso y podría invitarla al próximo baile del instituto... - Pensé para mí, rechazando de inmediato esa idea al recordar nuevamente con quien se juntaba en clase y fuera de ella. Aunque por otro lado, aunque me rechazase, sería un duro palo para Sandy... que el looser prefiriese a su amiga inteligente y mojigata antes que a ella. - Debería planteármelo...

Al menos las puyas ya no se dirigían hacia mí, pero aún así pude comprobar el excaso nivel cerebral de mis compañeros de clase. Ya inició Sam la pregunta al profe con el tema de su libro y el capullo y estúpido de Tom no tardó en unirse a ello. ¿No se habían dado cuenta de que les había dado yo mismo aquella respuesta previamente, sin necesidad de saber que libro le gustaba o no? Sus propias palabras le delataban, tal y como le ocurría a Sigmund Freud, padre del psicoanálsis y obsesionado con el sexo, tal y como demostró con sus interpretaciones de los sueños.*

Creyendo que todo se estaba calmando y que pronto volveríamos a retomar el tema, decidí pasar de ellos y vendarme el brazo. Aquellas supuestas autoinflingidas heridas, tanto en mi cara, cuello como en el brazo tras mi despertar de aquella víviada y terrorífica pesadilla me molestaban, sobre todo la del brazo, la más fea y llamativa de todas. Por eso estaba cubierta con una gasa y por eso iba a vendarla. No quería verla en lo que restaba de día. Había dejado la venda y el esparadrapo en mi pupitre, cuando escuché al capullo de Matt mencionar mi nombre soltando un nuevo improperio más hacia mí.

- Al menos a mí se me pone dura y disfruto del orgasmo. - Le dije, llamándole impotente y anorgásmico, si es que era capaz de pillarlo, porque cada día que pasaba tenía más claro que en aquella clase había mucha gente, pero muy pocos cerebros útiles. No se porqué volví a mirar a Alex casi pidiéndola perdón con mi mirada por las palabras que había soltado hacia ese chico, antes de volver a colocarme bien en mi asiento tras escuchar la réplica de su amiga hacia el idiota me Matt. Al menos él no iba a salir bien parado de todo esto tampoco.

Cuando la mente de Gaspar volvió a la realidad pudo ver como el ajetreo de todos los días estaba de vuelta instalado en la clase... bastante había durado la calma para tratarse de un profesor nuevo. Insultos e indirectas iban y venían en todas direcciones y cada cierto tiempo una bala perdida daba en algún desprevenido que sólo iba de paso y poco tenía que ver con la discusión que se estaba dando en cuestión. Gaspar no solía meterse en esas trifulcas, más que nada porque solía pasar desaparcibido y tampoco tomaba la iniciativa de unirse lanzando veneno a diestra y siniestra. Bostezó e inclinó la silla en la que estaba sentado hacia atrás para después girar un poco la cabeza hacia un costado.

—Carrigan —le dijo de forma despreocupada a la chica que se sentaba detrás de él—, ¿tienes hora?

Al profesor Critter le estaba gustando la reacción de aquel joven oscuro y retorcido, Edward, que además respondía de forma bastante inteligente. Estuviera o no de acuerdo con él, era alguien con quien se podía discutir sobre aquellas cuestiones, que era lo que siempre había querido hacer en sus clases.

-Podría ser, desde luego, que yo fuese un pasajero oscuro, o que viese su existencia en todas partes. Sí, quizás sea eso, porque ahora que os miro, me parece estar distinguiendo dentro de cada uno de vosotros mucho más de lo que teméis. ¿No tenéis pesadillas? Seguro que sí. Seguro que esas pesadillas son terribles, pero claro, se olvidan con facilidad en cuanto despertáis. Pero... y si no fuese así? ¿Y si vuestros sueños más terribles no fuesen otra cosa que una representación del interior verdadero que tenéis, ese que rechazáis pero que es incluso más auténtico que el que ahora mismo adoptáis? ¿Acaso no habéis disfrutado alguna vez haciendo daño a alguien, aunque se lo mereciese?

Al mirar a las caras de todos, una sonrisa apareció en su rostro.

-Sí, me parece estar viéndolo. Todos habéis hecho daño alguna vez a otro ser, bien porque considerabais que valía menos que vosotros o porque lo odiabais con tanta fuerza que considerabais que se lo merecía. Y decidme, ¿no se sintió... real, incluso más que una buena obra? ¿No será... que en lugar de ser buenas personas comportandoos de mala manera de vez en cuando, sois malas personas, disimulando que sois buenos?

Pero entre tanta discusión, era inevitable que salieran rencillas entre los chavales. Aquello no tardó en convertirse en una especie de reunión de estúpidos adolescentes anónimos, en donde unos hacían daño a los otros.

Por otro lado, aquella chica, Carrigan, hizo una buena lectura después de todo.

-Lleva toda la razón, señorita Carrigan. Los cuentos tienen mucho que ver con la situación de la mujer... pero no cómo lo describe usted. Es cierto que Mary Shelley tuvo que cambiarse el nombre, pero... ¿qué tipo de hombre estaba describiendo? Un hombre arrogante que se creía Dios, creando a la criatura perfecta, a su imagen y semejanza, que resultó ser más imperfecta que él mismo, como una fotocopia hecha de una fotocopia. No, no. Aun dentro del machismo, en realidad, lo que encontramos es un ataque frontal contra el patriarcado. En cuanto a las chicas sin madre que necesitaban ser rescatadas... tampoco debe dejarse llevar por esa única lectura. Una mujer esperando ser rescatada, es una mujer escogiendo a su pareja; ¿desde cuándo los hombres hemos sido quienes decidíamos las cosas? Los cuentos intentan ocultar una realidad, pero como suele ocurrir, la sábana que oculta la verdad es demasiado fina y puede verse a través de ella. A pesar de toda la debilidad mostrada por las protagonistas femeninas, los reyes son tontos y estúpidos en los cuentos de Disney, y las malvadas madrastras, poderosas e inteligentes. Y en la realidad, tal y como les he contado, son todavía peor; auténticos criminales. Ergo, las mujeres son inteligentes, poderosas y dirigen el cotarro.

La discusión volvió a perderse otra vez en medio de insultos y comentarios entre los chicos, pero Critter no perdió la sonrisa.

-Bueno, bueno. Déjenme que les diga cuál es mi libro favorito antes de que entren en pánico. En realidad, tengo muchos, pero ya que estamos hablando de muertes y crímenes, al respecto, me encantó el ensayo Del asesinato como una de las Bellas Artes. Se lo recomiendo encarecidamente, señor Revok, por cierto. Pero si hablamos en general, siempre he sido un admirador de cuentos cortos, como El Guardavías de Dickens, o casi todos los del gran Poe.

De repente, el profesor Critter pareció volverse hacia ti y mirarte solo a ti, como si el resto de la clase no existiese.

-Así que eres una rockera! Dime, rockera. ¿Qué grupo te gusta más? Los "Te cortaremos en pedacitos" o "Mejor matarte antes de saborerarte".

Critter pareció reírse sin parar y en un abrir y cerrar de ojos, su rostro cambió. Era... igual que el que habías visto en tus pesadillas.

Entonces empezó a caminar hacia ti, empujando a todos tus compañeros al suelo, rajándole la garganta a Tom y a Sandy, y extendiendo después sus cuchillas para hacer lo mismo contigo.

-Oh, vaya. Si la "puritana" tiene uñas- Opino sobre la remilgada de Sandy. Porque aunque fuera una puta, iba tapada siempre hasta el cuello, cortesía de sus padres, los cristianos y devotos. Pero es lo que suelen decir: En todas las misas hay una Maria Magdalena. En este caso no les faltaba razón.

- En primer lugar, mi coño es un templo y entra quien me de la gana. No como en tu caso, que con tener el bonobus sube cualquiera.- Rei sin faltarme razón.-Y en segundo lugar lo siento por llamarte Mandi pero suelo confundir a unas putas con otras.- La saqué la lengua, obviando los comentarios de los chicos.

Eran tan pueriles y obscenos... Pero no les faltaba razón. Los rockeros me ponían.

-Y tu cállate, Alex. Cuando tus padres te echen por reyes un cerebro habla.- Ahí estaba la super amiga de Sandy. No solo era una perrito faldera de Sandy, si no que además seguro que le comía el felpudo cuando iban juntas a la Eucaristía. Joder, estaba rodeada de subnormales.

Miré hacia atrás, mirando a Delilah, mientras las cosas giraban de nuevo en torno a Ed, cosa que preferí evitar. Sabía por que nombraba Dave: Porque ahora podía. Lo que no estaba tan seguro era que los chicos no le dijeran nada a él y le partieran la boca a la salida. Idiota...

La cosa empezó a girar sobre el libro macabro del profe. Otro maníaco masturbador, seguro. Pero me dejó un poco parada con respecto a las pesadillas. Cerré la boca como quien tiene algo que ocultar. Y preferí suspirar cansada, a al vez que oía la voz del segundo rey mago.

- Y yo que se, cómpratre un casio como todos, tio.- Dije susurrando con desgana mientras el profe seguí hablando. Pero el chaval tenía razón.- Muy tarde.. joder.. estoy cansada...no he dormido una mierda- Dije por lo bajo aunque solo me escucharon los de mi alrededor.

Cerré los ojos un segundo. Aun me aterrorizaba aquella figura.

Cuando abrí los ojos de nuevo el profesor ya no era Critter. Era otra persona.

Era aquel tío de los cuchillos en las manos.

Miré a mi alrededor y ellos, mis compañeros, no parecieron darse cuenta. Pero ese hombre avanzaba hacia mi, despacio, y yo estaba sentada sin poder moverme. Lo peor es que empezó a desgarras a Sandy y a Tom. Su sangre salpicaba el resto de las mesas y la mía empezó a emborronarse también con el líquido carmesí.

- No.. no. no.. esto no es real tu no...- decía pero estaba tan asustada que cuando ese hombre alzó su mano hacia mi, me eche hacia atrás, instintivamente, gritando.

- AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH-

Grité de golpe a la vez que me levantaba de un salto de mi pupitré, con los brazos en alto, cruzados sobre mi rostro, protegiéndome del profesor Critter.

¿Cuanto tiempo había estado con los ojos cerrados? ¿Un par de segundos, quizá? No podía ser, pero estaba temblando, realmente asustada, viendo, sin ver al profesor Critter delante mía.

Para aquel que se fijara, mis brazos tenían varias marcas de ataduras en las muñecas y antebrazos, mientras que, al alzar los brazos, mi camisa ombliguera se levantó lo suficiente como para mostrar cuatro laceraciones en mi tripa. Recientes. Muy recientes.

Apenas cuatro arañazos sobre mi abdomen. Pero ahí estaban.