Partida Rol por web

[10 de julio, 11:15
Tribunal del distrito
Sala nº4]

El público situado en la galería del tribunal cuchichea sin parar hasta que el Juez que preside el juicio toma asiento y golpea con su maza un par de veces para acallarlos. Al escuchar el silencio el Juez, satisfecho, asiente y carraspea antes de hablar.

-Se reanuda la sesión en el juicio contra Brandon Porter. - anuncia con solemnidad. - Fiscal Payne, ¿ha conseguido localizar al tercer inquilino, como habíamos hablado?

-Por supuesto, Su Señoría. - responde rápidamente Winston Payne con una sonrisilla, satisfecho ante la aprobación del Juez al verle asentir por su respuesta. - Pero antes de llamarlo a declarar, me gustaría confirmar que el equipo de la defensa tiene claro lo que sucederá si su interrogatorio no nos lleva a ningún lado. - dice, palmeando su escaso, prácticamente nulo, flequillo.

-¿Y eso es...? - pregunta el Juez con seriedad, esperando a que el Fiscal Payne continúe con su explicación.

-Que el acusado, Brandon Porter, será declarado culpable automáticamente, por supuesto. - explica Winston Payne.

-¿Y cómo es eso? - pregunta el Juez, sorprendido. Parpadea un par de veces y luego niega con la cabeza, recuperando la compostura. - Quiero decir, ¿a qué se refiere, Fiscal Payne?

-Sin duda Su Señoría lo entenderá rápidamente. - replica Winston Payne con una sonrisilla, palmeando su frente como si allí hubiese algún cabello que palmear. - En el piso de la escena del crimen sólo hay tres habitaciones. La declaración del Inspector Falk, e incluso el testimonio del mismísimo acusado, han dejado claro que ni el Sr. Portant ni el Sr. Ebant, inquilinos de la segunda habitación, tienen nada que ver con el crimen. - explica. - Y por si fuera poco, las grabaciones de las cámaras de seguridad no registraron ningún movimiento sospechoso de otros empleados del hotel, ni tampoco de inquilinos de otras plantas... ¿me sigue, Su Señoría? - pregunta, alzando la mirada hacia el Juez.

-¡Ah! - responde el Juez, dando un respingo y parpadeando. - Sí, por supuesto. Eso quiere decir... - el Juez se pone serio mirando al frente. - Las pruebas no relacionan a ninguna otra persona del hotel con este crimen, y el Sr. Portant y el Sr. Ebant se encontraban fuera del hotel en el momento del mismo, por lo tanto... Si la defensa no consigue relacionar de alguna forma al tercer inquilino con el crimen que nos ocupa, eso querrá decir que [color=#ff0000]el acusado es el único que pudo haber cometido el crimen[/color] y será declarado automáticamente [color=#ff0000]culpable[/color]... - explica el Juez en voz alta, mirando a Winston Payne como si esperase una confirmación por su parte. Al ver que el Fiscal Payne sonríe, el Juez asiente y desvía su mirada hacia la defensa. - ¿Entiende la situación en la que se encuentra, Sr. Mist?

"*GASP*" abrió muchos los ojos tomando aire y estirando los brazos hacia abajo en exclamación de sorpresa. "¡Por eso el fiscal Payne recuperó la compostura tan rápidamente antes!" El viejo zorro sabía más por viejo que por diablo: bien era cierto que no podía negar la teoría de que el tercer inquilino hubiera podido tener que ver con el crimen. ¡Pero no lo necesitaba! Las pruebas hablaban por sí solas: Winston Payne no necesitaba nada más. Si no encontraban pronto pruebas o demostraban que las que había no valían o habían sido malinterpretadas... ¡el fiscal ganaría el juicio! El señor Porter acabaría preso de un delito que no había cometido y nunca se desvelaría la verdad. ¡No podían permitirlo! "Señor Hairo, estoy con usted." Erina se agarró el sombrero y se lo ajustó con determinación, a la espera de su respuesta al juez.

De nuevo en el banquillo de la defensa, Hairo se ajustó el nudo de la corbata, ciñéndosela todavía más al cuello. Tal vez, ciñéndosela tanto al cuello que el nudo casi estaba a la altura de su nuez, pero si era un hecho del lenguaje corporal que la gente tendía a aflojarlo cuando se encontraba nerviosa, por lógica básica se inducía que hacer lo contrario debía de transmitir seguridad. Y, en aquel momento, se encontraba completamente seguro de sí mismo.

-Por supuesto, esa sería la única deducción plausible.- Aceptó sin emoción. Aquello le resultaba completamente obvio. De hecho, esa había sido igualmente su teoría desde un primer momento: la acusación sobre el señor Porter se basaba en qué era la única persona que había tenido la oportunidad de cometer el crimen. Y, si aquello se demostraba ser cierto con pruebas fehacientes, por exclusión tendría necesariamente que ser el asesino: él no iba a negarse a la evidencia por una razón emocional; su función como abogado era defender a su cliente y agotar las posibilidades que lanzaran alguna duda sobre su culpabilidad, no conseguir un veredicto de inocencia para un criminal en base a argucias y mentiras. No alcanzaba a comprender realmente por qué el juez le insistía en ello. -Posiblemente, hasta un niño pequeño, específicamente a partir de los tres años de edad que es cuando comienza el pensamiento racional en el ser humano, debería de considerarlo como evidente.

-Sin embargo, hasta que no llevemos a cabo un interrogatorio, no es posible saber si esa hipótesis es cierta o no.- Añadió, antes de volverse hacia Erina. Era cierto que tenía problemas para las relaciones interpersonales y que algunas cuestiones lingüísticas le resultaban herméticas en grado sumo, sin embargo, aquella no le parecía una razón suficiente como para que la gente le tratara como si fuera incapaz. -Y ya sé que estás conmigo, Erina, te puedo ver a la perfección. Ahora céntrate, es posible que necesitemos usar tus capacidades para desvelar la verdad sobre este caso.

Tras contemplar a Hairo durante varios segundos, parpadeando al escuchar su explicación sobre el niño de tres años, el Juez termina por asentir ante el tribunal, probablemente satisfecho con que ambas partes estén de acuerdo.

-Está bien, entonces. - dice, concluyendo así la pequeña discusión previa al interrogatorio que, de alguna forma, parece haber sido más larga de lo que en realidad ha sido. - Alguacil, haga pasar al siguiente testigo.

El alguacil asiente, y pocos minutos después el testigo ya se encuentra de pie en el estrado. Se trata de un joven de cabellos claros, ojos expresivos y una amable y confiada sonrisa dibujada en sus labios. Lleva un traje de color blanco, inmaculado, con una camisa lavanda y una corbata azul celeste no del todo anudada. Sin embargo, puesto que sus ropas parecen ser de una calidad bastante considerable, tenéis la sensación de que la corbata desarreglada es una elección estética del propio testigo.

-Que el testigo diga su nombre y profesión. - pide el Juez con solemnidad.

-Ah, por supuesto, Su Señoría. - dice el testigo. Su voz es amable, y habla de forma refinada y muy elegante. - Mi nombre es Walther Nemoy, y no soy más que un humilde estudiante universitario de la Academia Okane. - dice, haciendo una pequeña y elegante reverencia ante el Juez. Cuando vuelve a alzar la cabeza, su sonrisa da la sensación de brillar con luz propia. - Y déjeme decirle que es un honor estar aquí, en su presencia.

El Sr. Nemoy habrá dicho que es un "humilde" estudiante, pero la Academia Okane es una prestigiosa y antiquísima universidad fundada por inmigrantes japoneses que llegaron al país siglos atrás... probablemente una de las más caras del país.

-Ah... Vaya, gracias. - murmura el Juez, mirando al testigo algo confuso. Al final asiente, como si hubiera decidido que le gusta lo que ha escuchado. - Necesitaremos que nos responda unas cuantas preguntas, Sr. Nemoy.

-No hay ningún problema, Su Señoría. Le prometo que ayudaré en todo lo que pueda. - replica Walther Nemoy, repitiendo su exagerada reverencia y sonriendo cuando vuelve a alzarse. - Aunque debo admitir que me sorprende haber sido llamado a declarar. Después de todo, no creo saber nada sobre este caso que pueda ser útil... - termina diciendo, con un resoplido condescendiente... y una mirada de reojo lanzada a la defensa.

-Ha sido la defensa la que ha insistido en llamarle a declarar, Sr. Nemoy. Sin demasiado fundamento, si se me permite opinar. - replica Winston Payne, atusándose un flequillo inexistente con la palma de la mano. - Es más, dudo que tengan una sola pregunta preparada para usted, a pesar de haber pedido interrogarlo. Permítame que sea yo el que vaya al grano. - dice, enderezándose tras el banquillo de la acusación. - ¿Tuvo usted algo que ver con el asesinato del Sr. Doug Diller?

Walther Nemoy aguanta la mirada de Winston Payne, con una sonrisa amable y elegante. Cuando el fiscal termina de hablar, Walther espera unos segundos antes de actuar... y, cuando lo hace, lleva la mano al bolsillo de su traje y, de alguna forma, saca una rosa roja en perfecto estado que procede a oler como si fuese la fragancia más maravillosa del mundo.

- ... Por supuesto que no. - dice, oliendo su rosa roja.

- ... Ahí lo tienen. - concluye el fiscal Payne, sonriendo y palmeando su invisible flequillo.

-¿Un honor ser llamado ante un juez como sospechoso de un asesinato?- Hairo se rascó distraídamente la cicatriz de su cabeza, sin abandonar su postura rígida, tratando de comprender qué podía haber de honorable o gratificante en aquello sin ningún éxito. Finalmente, optó por archivar el dato, aceptándolo como una absurdidad más de la cortesía, para el caso de que alguna vez tuviera la necesidad de ocupar el banquillo y se despreocupó de ese asunto para centrarse en el caso.

-Señor Payne, es cierto que soy miope pero, con las gafas puestas, soy perfectamente capaz de ver que el testigo está delante. Incluso aunque no fuera así, le he oído, así que es innecesario señalar que "lo tengo ahí".- Apuntilló el abogado, verdaderamente cansado del trato que estaba recibiendo, antes de volverse hacia el joven estudiante -Además, es una suposición errónea por parte de la acusación el pensar que no tengo ninguna pregunta preparada:

» Sr. Nemoy, en un juicio las palabras deben corroborarse con pruebas de los hechos, ya que en el 99'9% de los casos tanto asesinos como inocentes insisten en que no son culpables de los crímenes: ha dicho que no tuvo que ver con el crimen pero si no tiene una coartada válida su afirmación no será tenida en cuenta por este tribunal. ¿Cuáles fueron sus acciones y movimientos la mañana del crimen? Sea preciso y detallado.

Teniendo en cuenta como se habían comportado el fiscal y el inspector de policía, le parecía necesario enfatizar ambas cuestiones.

Nada más ver entrar al testigo, Erina abrió los ojos y un poco la boca en gran sorpresa. Se le quedó mirando un largo rato, y cuando volvió en sí empezó de nuevo a escribir en su DigiNotes™, murmurando, como siempre, y para suplicio de Hairo Mist, en voz alta lo que iba escribiendo, sin darse cuenta alguna. "¡Vaya pibón! Anonanada me hallé ante el excelente estilo y glamour de nuestro evasivo testigo. El color de aquella inmaculada chaqueta veige casi totalmente blanca hacía juego con el de sus cabellos del mismo color, perfectamente recortados en un estilo informal. Distinguí de inmediato la marca de ropa. No era casualidad la elección de Givenchy como proveedor de los modelos de su armario, ya que esta marca había incrementado su popularidad entre los jovenes los últimos años. Solo entre aquellos que pudieran permitírselo, pues, a pesar de no estar entre las marcas de ropa más caras, una mera chaqueta como esta podía costar tranquilamente mil cuatrocientos dólares... Sin duda alguna, Walther Nemoy era un chico rico. La Academia de la que procedía, la Okane, era una de las más caras y prestigiosas de esta ciudad... ¡y había sido fundada por inmigrantes japoneses! Si el botones me había parecido un reflejo casi equivalente al Señor Hairo Holmes, sin duda este chico, Walther Nemoy... debía serlo de mí, Erina Watson... ¿tendría también como yo, parientes japoneses?"

Walther Nemoy escucha las palabras del abogado de la defensa con una sonrisa en sus labios, sin reaccionar a ninguna de sus palabras. Cuando Hairo termina finalmente de hablar, lo único que el testigo hace... es oler su rosa roja con una sonrisa casi condescendiente. Aunque no es que el abogado sepa interpretar ese tipo de gestos...

-Ejem. - interviene el Juez, aclarándose la garganta. - Lo que la defensa está diciendo, Sr. Nemoy... es que nos gustaría escuchar su testimonio. Por favor, háblenos del día del crimen.

-Si Su Señoría lo pide así, no puedo negarme. - concluye Walther Nemoy tras oler su rosa roja de nuevo, sonriente.

- DECLARACIÓN DEL TESTIGO -
- La mañana de Nemoy - 

Pasé toda la mañana encerrado en mi suite del Hotel Gatewater II.

Alrededor de las 9:30 de la mañana el botones me sirvió el desayuno.

Poco después de las 10 el mismo botones recogió la bandeja del desayuno. Él podrá confirmarles que estaba en mi habitación en ambas ocasiones.

Pasado el mediodía volví a ver al acusado cuando vino a cambiar las toallas. Esa fue la última vez que lo vi ese día.

Poco después de las 13:00 me marché del hotel. Había quedado con unos amigos.

No volví al hotel hasta la noche.