Partida Rol por web

Hikaru ni siquiera se movió de su sitio.

Escucho las bravatas de Mc Griff sin hacer ningún gesto y mirándole de soslayo con su típica mirada de nipona asesina de pelis viejas.

Estaba bastante abatida a decir verdad y le importaba una mierda aquella disputa de “machos veamos quien tiene el rabo más grande”.

Era igual, quien tuviera el puesto de Capitán, ahora, le importaba tanto como la nada misma.

Smirnoff en otra ocasión habría abierto la boca y la hubiera cagado.

Eso estaba tan claro como el aire filtrado que ahora respiraban.

Sin embargo estos días de “vacaciones” que el RUSO había tomado, le habían dejado un poco – solo un poquito -, más claras las ideas y preferencias personales.

EL ALTO CAMARADA MC GRIFF NO MOLA TANTO COMO “EL” GUARDIA DE NEXUS IDOLO DE SMIRNOFF, pensó Smirnoff, SMIRNOFF NO DIRA NADA PORQUE SMIRNOFF QUIERE IR A LA OEM. A TRAER MARZIO, PARA SU IDOLO “EL” GUARDIA DE NEXUS.

Bien, veo que a algunos de  ustedes estos tres días les han otorgado el don de la prudencia, solo a algunos, desgraciadamente.

El Comandante Sato Harada está apunto de entrar en la sala, y a partir de ese momento servirán ustedes bajo su mando en operaciones. Ha sido un honor formarles soldador y confió en que todos regresen a casa con su misión cumplida.

Mi última  orden como mandomde este pelotón es nombrar Capitan de esta misión al soldado Snow. Puestoue es veterano y tiene buena evaluación en el simulador. Consensúen planes de acción como siempre han hecho y ayuden a su Capitán, en cualquier caso el es que que debe tomar las decisiones en caso de duda. Su primera decisión Capitan, es nombrar piloto entre los capacitados para ello. 

Nada más señores, que tengan mucha suerte. Y traigan aquí esos cristales azules. ¡ Por el Dominio!

Así que Snow finalmente. Bien, era un buen soldado, quizá no el más analítico de ellos, ni el más prudente, pero a veces el análisis y la prudencia podían llevarte también a la muerte. Desde luego estaba entre las previsiones.

Bien, por fin se acababa la inacabable espera. No había nada que Mansell odiara más que esperar. Parecía algo incongruente con su labor científica pero la gente demasiadas veces confundía estar quieto con no hacer nada. En el mundo de la ciencia pasan cosas interesantes cada segundo.

Agradecía haber tenido que ocuparse del tema del clúster. Hubiera sido terrorífico tener que pasarse los tres días paseando por la cantina y los pasillos. Para eso estaba Baghi.

A H. se le torció la boca en un imperceptible gesto de decepción mas por esperar que su buen criterio fuera tenido en cuenta que porque le disgustase la persona elegida. Snow también parecía un tipo de recursos y si el sargento decía que tenía unos magníficos resultados en el simulador pues sería un tipo competente. En realidad al danés le podían un poco sus prejuicios ya que, desde su punto de vista, un hombre con tal debilidad con las mujeres no le inspiraba confianza. El había dado su opinión y si a alguien le había ofendido pues que se buscaran a otro para que les regalase los oídos. Sin mas que añadir, el comando permaneció en su puesto a la espera de que les indicaran que se esperaba de ellos, no sin antes hacerle una breve inclinacion de cabeza al nuevo capitán para felicitarle el ascenso.

El Predicador sonríe con un gesto apenas perceptible tras el nombramiento de Snow. Sin duda el activo hombre nos traería tantos problemas como soluciones.

Puede que hubiera alguno que estuviera más capacitado para el puesto por diferentes motivos, pero al que le había tocado dar la cara era a Snow. Y quisiera o no era el responsable del OEM. Dios no quisiera que esa cruz cayera sobre él.

Snow había permanecido en segundo plano durante la perorata del Sargento, en la ilusa actitud del que piensa que mostrando un perfil bajo, no se referirán a él.

- No puede ser, aquella putilla sólo me estaba tomando el pelo, no podía saber que... - En ese momento puede sentir la mirada de McGriff taladrándole, y comete el pequeño error de levantar la suya. Y entonces lo sabe. Vaya puto marrón.

Las siguientes palabras del Sargento son como los clavos que uno va sintiendo que ponen en su ataúd. Lenta e inevitablemente te dejan atrapado. Y aunque fuera en compañía no dejaba de ser un Ataúd, nombre de la nave donde íbamos a viajar. Esto parecía un chiste malo de los suyos, aunque esta vez no tenía puta la gracia. Por fin el hombre alza la mirada, mientras se levanta del asiento con gesto pesado.

- Muchas gracias Sargento, cuando volvamos del OEM, ya hablaremos usted y yo. En cuanto a mi primera orden, Tic-Tac será el Piloto de Misión. Su auxiliar y Piloto de Acercamiento será Jones, porque a ti te quiero en tierra Tic-Tac. También nombraré un Sargento de Misión, por si me vuelan el culo, y un Cabo entre los Comandos, para táctica de Pelotón. Os comunicaré quienes serán mañana. - Snow suspira audiblemente.

- Ahora recibamos al Comandante, - el recién nombrado Capitán mira al Sargento McGriff mientras sonríe algo aviesamente - ¡Por el Dominio! - Dirige al hombre en respuesta a su frase, mientras lo saluda militarmente. - Qué pasa Sargento, ¿ya no se saluda a los Oficiales? - Comenta Snow refiriéndose a sí mismo. El tono recriminatoriamente divertido es apreciable en su pregunta.

Tic-Tac sonrió para si mismo. Todo el asunto de la discusión de H y Mc Griff le resbaló como la lluvia sobre un chubasquero. Era un poco absurdo discutir eso cuando la decisión llevaba tomada, por lo menos, un día entero. Miró a Snow divertido y le felicitó con un gesto de cabeza. 

Negó con la cabeza cuando Snow le pidió al Sargento que se cuadrase ante él, parecía obvio que capitán de la misión sólo le colocaba por encima del resto de tripulantes de la misión pero que, para el resto de Nexus, seguía siendo un simple soldado. Esperó divertido la reacción del Sargento y la aparición del tipo de Operaciones preguntándose cuánto de lo que ya sabían les iban a contar y qué dejarían fuera. 

Eres muy gracioso Snow, espero que no hagas esas gracietas con Harada, te garantizo que no es tan simpático y comprensivo como yo.

Sonrió , parecía relajado, después de soltar lo suyo.

Un chasquido resonó en la unidad de datos que había en el centro de la mesa. Con una fluorescente luz azul, la vibrante imagen de una mujer apareció flotando en el aire gracias al proyector holográfico.

- Sargento MC Griff, el comandante Harada le manda un mensaje por el canal prioritario. Desea que el pelotón asista directamente a la sesión de táctica en la Sala de Guerra 37.

El veterano instructor frunció el ceño y su aire relajado se evaporó, como si no le gustase demasiado saltarse la presentación formal del nuevo oficial al mando. O que el Comandante no transmitiera el mensaje personalmente. Sin embargo, se abstuvo de demostrarlo de ninguna otra manera. Se inclinó hacia delante con rigidez y recompuso su semblante pétreo habitual.

- Dígale al comandante que llevaré a Bravo 2 allí de inmediato.

- El Comandante le agradece enormemente su dedicación sargento, - dijo con voz cristalina la IA, al tiempo que realizaba una ligera reverencia de tipo oriental - pero su presencia no es requerida. Solo la del pelotón.

El rostro de Mac Griff se distorsionó levemente cuando tensó la mandíbula y algo palpitó en su sien. Con un gesto brusco apagó la unidad de datos. Alzó sus ojos y clavó una mirada helada en Snow.

- Ya ha oído, capitán. - Dijo con un tono de voz seco. - Se acabó el recreo. Mueva el culo. Espero que delante del comandante sepan comportarse como verdaderos soldados, si aprecian en algo sus hojas de servicio. O su pellejo. - Luego abarcó con su mirada a todos los demás, pasando por cada uno de sus rostros como si estuviera grabándoselos en su memoria. - Usen lo que han aprendido, y vivirán para contarlo. Eso es todo. Rompan filas. Todo suyos, Snow.

Tras un tenso trayecto por los blancos pasillos de Operaciones, la puerta de la Sala de Guerra 37 se abre ante Bravo 2. A ambos lados, dos soldados armados montan guardia inexpresivos. Ambos tienen rasgos orientales.

El interior de la sala esta iluminado solo por los proyectores holográficos y las pantallas tácticas, que muestran modelos a alta resolución de un planeta que ya les resulta familiar. Omicron 3 parece una bola de arena rodeada de escombros, sobre la que vientos vertiginosos compiten para dibujar espirales de ominosa negrura en las que brillan intensamente los relámpagos de las tormentas.

Con un simple gesto de la mano, el hombre pequeño y enjuto que les aguarda en la penumbra hace desparecer las simulaciones. En su lugar, cobra vida la forma de una nave de asalto, que ilumina su rostro surcado por finas arrugas. Los galones de comandante brillan sobre sus hombros mientras cruza las manos en la espalda y les mira con fijeza, sin invitarles a pasar o sentarse.

A pesar de su corta estatura, el oficial parece dominar la habitación con una presencia magnética, enervante, que hace que las sombras de los rincones de la habitación resulten opresivas. De alguna manera, la estancia parece mas fría, como si los reguladores climáticos se hubieran apagado y los cristales hololíticos fueran lo único que separase la Sala de Guerra del vacío.

Sato Harada os observa sin parpadear esperando a que os sentéis en alguna de las tres filas de asientos. Quizás, cuanto hagáis y digáis a partir de este momento, tenga para el un significado que determine vuestras carreras y vuestras vidas.

Hikaru se movió en silencio hasta la nueva sala a la cual habían sido enviados.

En silencio también ingreso cuando le toco hacerlo y luego de saludar marcialmente sin una puta traza de emoción en la cara, espero a que se le diera la orden para poder sentarse.

Aquel anciano japonés le recordó a su padre y fue por ello que su mirada, ya de por si fría como el hielo, se recrudeció aun mas.

De camino a la nueva sala Smirnoff no perdió oportunidad para acercarse a Snow al cual saludo efusivamente. Se le notaba COMPLETAMENTE feliz por el ascenso que Snow había recibido y no se cortó ni un ápice en demostrarlo.

¡OH CAMARADA CAPITAN SNOW!, dijo haciendo valer el rango, SMIRNOFF QUIERE QUE SEPAS QUE SMIRNOFF ESTA MUY FELIZ, EL CAMARADA SNOW SE MERECE EL PUESTO Y EL SOLDADO SMIRNOFF HARA UNA FIESTA LUEGO PARA CELEBRARLO.

Hubiera querido seguir, pero ya habían llegado y aquel viejito con cara de estar oliendo caca le dio cosa.

Haciendo silencio y luego de saludar busco un sitio para sentarse mientras miraba todo con ojos curiosos.

Stronghold había mantenido un perfil bajo durante toda la conversación del sargento McGriff con su binomio ya que lo último que necesitaba una "no-implantada" era buscarse problemas sin sentido con un superior directo. Ignorante de todo cuanto sucedía a su alrededor, pasó por alto las diversas gesticulaciones del sargento ya que los problemas que tuviera el hombre con sus respectivos mandos no eran cosa suya. Aquella combinación de lerda y pasota era la principal causa de la ineptitud social de la comando y ya era conocida porque toda esa clase de asuntos le entrara por una oreja y saliera por la otra sin hacer paradas en los puntos intermedios. 

Al salir de la habitación, no obstante, le dió una poderosa palmada en la espalda a su recién ascendido compañero acompañado de un "Felicidades machote". Puede que para muchos aquel cargo fuera un enorme montón de mierda en el que sumergirse, pero para ella los ascensos, aunque fueran temporales, eran bastante significativos. Lo suficiente como para que fueran el principal motivo de su ingreso en el programa OEM.

-A sus órdenes mi comandante- Saluda la española llevándose la punta de los dedos de la mano derecha a la correspondiente sien mientras permanece en firmes y dirigiéndose oficial de mayor rango en la sala, tras entrar con paso firme y marcial en la habitación. Tras mostrar el debido respeto a un oficial de tanto rango, la curtida mujer se dirige hacia la primera fila de asientos, lo más cerca posible del comandante. No era el momento de perderse nada de información que pudiera salvarles la vida allí abajo. 

H. salió con paso ligero y decidido de la sala en la que McGriff les había dado la charla, siguiendo de cerca a su marcial binomio. Aun estaba un poco molesto porque el sargento no hubiera atendido a sus lógicos y bien calculados razonamientos y, pese a que sobreviviría a que un suboficial no le hiciera ni puto caso, el resentimiento lo mantuvo sorprendentemente silencioso durante todo el trayecto. En su cabeza ahora mismo había una pequeña batalla entre la parte que estaba pensando en posibilidades y variables para salir vivos de aquella OEM y la parte infantil y arrogante que exigía reconocimiento por su elaborada planificación a la hora de elegir al capitán del pelotón. Poco a poco el instinto de supervivencia fue ganando terreno y, para cuando llegaron a la siguiente habitación, el niñito chillón ya estaba en un rincón de su mente arrestado por su mal comportamiento. Durante el instante anterior a cruzar el arco de la puerta, un relámpago de incertidumbre y paranoia se manifestó en su subconsciente evocando la perniciosa idea de que toda la información que le habían proporcionado a Tic-Tac era falsa y que todos las ideas para la supervivencia iban a ser inútiles. Tras respirar profundamente un par de veces y contar hasta diez, se relajó y también mandó a esa parte de su mente al mismo rincón que había mandado al niñato interno.  

Cuando la serenidad que lo caracterizaba volvió a tomar el control, el comando intentó recordar, apoyándose en su IA, algunos datos del comandante que se les había asignado. Siendo un mando de tal rango, esperaba que fuera lo suficientemente famoso como para que hubiera algún hecho destacable en su vida digno de ser recordado. Esa información el parecía crucial, ya que un oficial bien preparado, metódico y responsable debería incrementar sus posibilidades de supervivencia sustancialmente. El caso diametralmente opuesto sería el de un comandante de carrera con poca o nula interacción con la tropa y cuyo ascenso se debiera a una privilegiada procedencia en lugar de a una sólida, extensa y bien fundada experiencia. La sola idea de aquella posibilidad aterraba al danés casi tanto como como bajar a la misión sin ninguna armadura. Tras saludar adecuadamente al nuevo superior, se sentó cauteloso en una discreta segunda fila de asientos por detrás de su corpulenta compañera a la espera de la información que les iban a proporcionar. 

Marius y Baghi avanzaron por los pasillos, entre sus compañeros, cada uno centrado en sus cavilaciones. La sensación que tuvieron es que, en general, todos ellos se alegraban de que la tensa espera hubiera terminado. Eran hombres de acción, por eso se habían prestado voluntarios para las OEM.

Cuando accedió a la sala de guerra, Marius sintió un ligero escalofrío recorriéndole la columna. No era un hombre dado a impresionarse pero la dura mirada del Comandante Harada era como una lanza de hielo atravesándole el pecho. En sus ojos se leía la frialdad, la brutal eficacia, la seguridad de un hombre que sabe que la humanidad no puede permitirse el lujo de ser tan... humana. Al menos, si quiere sobrevivir.

Mansell sostuvo la mirada, tratando de mantener la tranquilidad que siempre le había caracterizado. Las posibilidades de sobrevivir a la misión eran inferiores al cinco por cierto. Con ese pensamiento en mente ningún hombre podía impresionarle.

Con calma, avanzó por los pasillos y se colocó en la primera fila, directamente en frete de Harada. Lo que quiera que les fuera a contar, podía ser importante para su supervivencia. Quería estar seguro de no perderse ningún detalle.

La elección de Snow como capitán me parece bien. Que se nos requiera en la Sala de 37 me parece bien. Que nos reciba allí en Comandante Harada y su fría mirada me parece bien. Una vez lejos de la presencia de Mc Griff que se había vuelto completamente irritante para mí, el miedo o la ira se habían tornado conformismo. Cualquier cosa era mejor que permanecer en la misma sala que el hombre al que yo ahora culpaba de todo.

Llevaba toda la vida esperando la oportunidad de ser asignada a un OEM, y hasta hace un par de días el hecho de la escasa probabilidad de supervivencia me parecía una heroicidad digna de intentar, pero ahora era un estorbo, un impedimento, una locura. Y Mc Griff tenía la culpa de todo.

Entro en la seguida seguida de cerca como siempre por el alemán, y sin mirar directamente al comandante en ningún momento, tomo asiento tras Bad, en la segunda fila de sillas.

Tic-Tac abandonó la sala con cierto alivio y otro tanto de preocupación. ¿Porqué habrían cambiado la asignación de la sala? Aquello era Nexus, todo era cuadriculado y rígido. No creía que hubiesen hecho un cambio así por las buenas.

Cuando llegó ante el oficial se quedó ensimismado mirando la nave de asalto que se había formado en el holograma y casi se le olvida cuadrarse. Lo hizo, pero tarde. Una vez se hubo cuadrado ante el japonés, el piloto de la nave buscó un sitio en primera fila donde sentarse y esperó que les diese más detalles. 

Snow se acerca por un momento al Sargento, y parece que le tiende la mano en un gesto de acercamiento.

- Gracias Sargento, si alguien vuelve de esta misión, será en buena parte gracias a usted. - Tras sacudir (o no) la mano de McGriff, el recién ascendido Capitán toma la delantera con un gesto inequívoco de "seguidme".

El tamborileo de caminar por los pasillos sólo es roto por las voces espontáneas de Oso, al cual Snow contesta con un asentimiento y una sonrisa tan rápida como un parpadeo. Tras ello Snow se enciende un pitillo reglamentario de la Coalición, al cual puede dar las caladas suficientes para acabarlo y apagarlo antes de llegar a la Sala de Guerra.

Una vez allí el ambiente es bastante opresivo. Incluso el habitualmente distendido Snow sabe que un paso en falso aquí podría ser el último antes de que te metieran un inhibidor de comportamiento por el culo, así que se muerde los labios un par de veces antes de entrar en la sala que preside el viejo amarillo como un buitre enfermo sobre su pila de carroña.

- Se presenta Pelotón Bravo 2 a la sesión de táctica en la Sala de Guerra 37 según las órdenes recibidas, Comandante Harada. Capitán Snow a sus órdenes. - Un breve saludo militar antes de solicitar el permiso para entrar y que el personal se distribuya por la sala. Snow espera que todos se sienten, y por último espero de pie las instrucciones de Harada, sobre sentarse o no.

El comandante devolvió el saludo a Snow con rigidez.

- Descanse capitán. - Dijo fríamente con un tremendo acento japones. Resultaba extraño encontrarse con un oficial del Dominio que no demostrase una dicción perfecta. En alguien como Harada podía deberse a puro desprecio por un idioma que no era el de su nacimiento. O quizás era una mera cuestión re reafirmación cultural. - Cuando se dirijan a mi, la primera y la última palabra que saldrá de sus labios será Señor. No lo repetiré de nuevo. Siéntese junto a sus hombres.

El Comandante caminó unos pasos sobre el atril, repasando con sus ojillos como carbones apagados a los allí presentes, dejando que un denso silencio reinase de nuevo en la sala. Lo hizo en las dos direcciones, hasta plantarse de nuevo muy tieso en su punto de partida.

- Les doy la bienvenida al verdadero Proyecto Nexus, soldados. - Pronunció con acerada formalidad. - Todo cuanto sucede mas allá de las salas de operaciones, cada soldado y pieza de maquinaria ajenos al programa OEM, solo son minúsculas piezas de un enorme engranaje destinadas a hacer posible nuestra labor, la única que importa en toda esta enorme nave. Porque sobre nuestros hombros, y sobre los de nadie mas, descansa el destino de la humanidad. Servir en este cuerpo es el mas alto honor. Espero que cada uno de ustedes lo tenga bien claro, porque ese honor también conlleva una tremenda responsabilidad. No se engañen caballeros, yo me tomo mi propia responsabilidad muy en serio. Y es por eso que nunca dudaré a la hora de hacer cualquier sacrificio para cumplir con nuestra misión, y espero de ustedes exactamente lo mismo. De modo que el que no este dispuesto a cumplir, puede firmar ahora mismo un 3347 y salir por la puerta de atrás.

Los vuelve a mirar a todos con los ojos encendidos, y su cuello apenas se tensa cuando brama:

- ¿¡Me han entendido!?