Partida Rol por web

Pasan un par de días en los que todos os dedicáis a entrenar, descansar, jugar al póker o ver pelis de acción. Mantenéis una camaredería propia de la academia, pero algo tensa después de lo sucedido en el lanzamiento.

Todos coincidís en que estáis resueltos a regresar, sois los mejores, equipados con lo mejor. No hay nada en ese sucio planeta para quien cruzarse con vosotros sea una buena cosa.

Si los cálculos de Anubis no fallar, quedan un par de horas para el límite de seguridad. Entonces nomqudaraea otra que armar el Clúster, anclarse bien, y rezar el que sea creyente para que Tic Tac logre pasar el anillo de Ómicron sin que os aplaste una roca.

Hikaru pasó el resto del viaje más huraña que lo habitual.

Entrenando temprano por la “mañana” y atendiendo a las obligaciones encomendadas por su superior.

Silenciosa, voluntariamente escindida de todo grupo de gente, uso hasta el último segundo libre disponible para conversar con Anubis.

Smirnoff, tan a gusto con sus CAMARADAS-HERMANOS de armas fue y vino por donde pudo metiendo mano a cada cosa a su alcance.

Bebió, vio películas, jugo a lo que fuera, entreno, fue obligado a bañarse en repetidas ocasiones, se ofreció a cuanta misión hubiera disponible y se invento algunas en caso de no haber, converso hasta con el ultimo de sus HERMANOS hartando a varios y haciendo reír a otros.

Coqueteo con TODAS las mujeres presentes he intento llegar a decimoctava base, en caso de no poder hizo lo que todo buen hombre RUSO hacia en estas ocasiones.

“Aceito el lobo marino”.

Y a otra cosa mariposa.

Marius se pasó los días siguientes realizando tests sobre el clúster ayudado por Baghi y Tournevis cuando pudieron sumarse tras sus otras obligaciones. Ninguno quería acabar estampado por un asteroide antes siquiera de haber tenido la oportunidad de llegar a tierra así que probar todo hasta la extenuación no era una elección, era una necesidad y esperaban recibir la recompensa a tanto esfuerzo.

Stronghold se dedica a sus maratones de pelis de acción, seguidas por rondas intensivas de ejercicio físico y "físico" (guiño guiño codo codo), si es que algún hombretón tiene lo que hay que tener.

H. cumple con sus funciones de cabo diligentemente y se asegura que todo en la nave marche correctamente. Siempre lleva una libretita en la que apunta cosas y juega a las cartas/ajedrez/damas con cualquiera que se quiera jugar unos créditos.

H. va a intentar supervisar, más allá de sus deberes de cabo, a la problemática nipona y a la extralimitada IA. En su cuaderno, a parte de posibles planes b, c y hasta z, apunta gestos, dejes y costumbres de ambos. Vamos lo que se llama hacer un perfil psicológico. 

si ve a Sasuke disponible, puede que incluso intente coquetear un poco con ella. 

Paso un par de días de reposo y dieta blanda hasta recuperarme del cólico, y luego vuelvo al trabajo, que entre otras cosas consiste en pillar a Parches libre un par de horas para pedirle un favor*.

Los intentos frustrados de Oso de que haya algo más que amistad entre nosotros me levantan el humor y me hacen pensar en la suerte que tengo de que Karl siempre me tenga un ojo encima.

Karl se dedica a ayudar en todo lo posible y a asegurarse de que Tournevis se recupera de la indigestión y de que ni Oso ni ninguno la molesta en demasía, como siempre.

Correcto, no va así pero tú tira y suma atributo y habilidad.

Que haya escenas en paralelo con diferentes lienesa temporales para mí no es problema, el prólogo ha sido todo así.

Pese al leve encontronazo sobre la disciplina que habían tenido en la reunión grupal, a H. le preocupaba el estado de todos los miembros del equipo, incluso aquellos que no estaban bajo su mando directo. O al menos así se autoengañaba el comando cuando se dirigía hacia el camarote de Hikaru. 

Al llegar, el danés dió golpeó suavemente la puerta dos veces y, con educación nórdica, esperó a que de le diera paso. 

- Ey Sasuke soy H.- se anunció al tiempo que el sonido metálico de la puerta comenzaba a disiparse- En la reunión dijeron que Anubis te sacó trapos sucios. Y me preguntaba si necesitabas hablar o desahogarte un poco.- ofreció y, tras unos instantes de silencio, amplió la oferta tragándose un poco de su orgullo- Bueno y también venía a pedirte disculpas si te ofendí antes con mis comentarios.

Al danés aún le quedaba un poco el sabor a ceniza en la boca de haber puesto a su compañera en evidencia con su petición acerca de los señuelos sísmicos. Y puesto que todo aquel asunto había quedado un poco en el aire, pues quizás podría terminar de resolverlo ahora. Quizás después de la misión, ya no tendrían dicha oportunidad.

Hikaru se había mantenido apartada del resto de la tropa y salvo en los momentos en los cuales debía hacer acto de presencia por reglamento, usaba el resto de su tiempo libre para encerrarse en su camarote y prepararse para el después.

Porque habría un después, estuviera ella viva o no, se había encargado ya de eso.

Tras confeccionar mentalmente una lista de prioridades sobre las muchas irregularidades y las faltas adrede sobre muchas aspectos del reglamento se encontraba ahora en una disyuntiva moral respecto a incluir – o no -, a cierto elementos aun lo suficientemente difusos para su persona junto al resto de los nombres ya puntualizados, medidos y pesados.

Meditaba, como solía hacerlo, descalza y ligera de ropas sentada en el suelo y con la espalda bien erguida cuando el llamado a su puerta – primero – y la voz de H, - luego -, se hicieron presentes.

- Ey Sasuke soy H.- se anunció al tiempo que el sonido metálico de la puerta comenzaba a disiparse- En la reunión dijeron que Anubis te sacó trapos sucios. Y me preguntaba si necesitabas hablar o desahogarte un poco.- ofreció y, tras unos instantes de silencio, amplió la oferta tragándose un poco de su orgullo- Bueno y también venía a pedirte disculpas si te ofendí antes con mis comentarios.

Los ojos de Hikaru se clavaron en la puerta y su expresión serena se enturbio un poco al recordar pues si algo era – don o castigo -, intrínsecamente característico a ella, esto era que no olvidaba.

Nada.

Y por ello su mente volvió a ese día, y esas palabras:

-Bien comandos- señaló divertido con la mano a la nipona- Dad gracias a la soldado por mostrarnos un ejemplo perfecto de lo que no quiero ver jamás en ninguno de los miembros del pelotón bajo mi mando.- Comentó dirigiéndose a sus subordinados- La disciplina y el compañerismo son muy bonitos como para ensuciarlos con pataletas y faltas de respeto a un superior como esta.-El danés se calló un instante a medida que su sonrisa se acrecentaba un poco- Y como segunda enseñanza que podemos obtener que tu nivel de estudios académicos o tu inteligencia no te hacen más educado.

Pataletas.

Faltas de respeto.

Disciplina.

Aquellas palabras extraídas del monologo de H, - tosco y errado en concepción y formas -, no le dolían tanto como le molestaban.

Y esto era porque de todos los imbéciles, burdos y, aparentemente, pro-rebeldes que la acompañaban ahora en esta misión de la cual estaba orgullosa, H – había esperado con anhelo -, podía salir bien parado y libre de macula alguna.

Sin embargo se había equivocado.

Era eso, ¡el error propio! (por intentar sentir algo por el otro), lo que realmente le molestaba tanto como una espina de hierro clavada en el ojo.

Chequeo rápidamente la hora y el día en que estaban (había perdido la cuenta de ello), y tras corroborar que se encontraba en uno de sus momentos de descanso decidió ignorar a H y sus intentos de reconciliación.

El había tomado su decisión y debía cargar con ello.

Hikaru estaba dispuesta a hacer lo propio.

Pero suspiro, dolida y con un gran pesar que nunca iba a demostrar en público,

Y luego agrego un nuevo nombre a la lista.