Partida Rol por web

Nieve Carmesí I

Almas en Pena

Cargando editor
24/03/2009, 12:15
Director

Nada era como decían.

Nada.

Aquellos que habían estado cerca de la muerte, aquellos que la habían mirado directamente a los ojos y logrado eludir su gélido abrazo en el último instante, volvían a la vida contando historias sobre una luz, una sensación de paz y calor, una puerta, nubes… mas todo era mentira.

Frío. Había sentido mucho frío durante el tiempo que se logró mantener aferrado a la vida. En los momentos finales, mientras el último aliento escapaba de su cuerpo, incluso había llegado a tiritar. Y dolor. ¡Oh, Dios todopoderoso! ¡Cuánto dolor! ¡Morir dolía como mil infiernos!

Nada era como decían.

No había una figura de negro. Por ningún sitio vio la calavera ni la guadaña. Tan sólo sintió soledad y tristeza.

Supo que había muerto en el instante en el que se percató de que estaba contemplando su propio rostro. Se miraba a sí mismo desde arriba, suspendido en el aire y al revés de la posición en la que se encontraba su cuerpo, tendido sobre la mesa, cubierto de mantas, de barro, nieve y sangre.

Su hermano Hans gritaba desconsolado a su lado, increpando al doctor Grüber. Le había parecido escuchar el eco lejano de un disparo… no, dos. Todo era muy borroso. Su percepción de las cosas lo mareaba, lo confundía. Los colores habían desaparecido. El blanco y negro, con algunos matices de gris, dominaban todo cuanto podía ver. El sonido le llegaba como amortiguado, se diría que escuchaba a cámara lenta. Se sentía un inválido incapaz de controlar sus propios sentidos. Y a la vez, esta pérdida de percepción real, le suponía un aumento de otro tipo de sensaciones. Creía notar otras presencias en la mansión de las que antes no era consciente.

Todo resultaba muy confuso. ¿No debería estar ya su alma camino del cielo? ¿No debería ver una luz? ¿Quizás el purgatorio? ¿Qué hacía allí suspendido sobre su propio cuerpo?

Cargando editor
24/03/2009, 16:22
Pieter

 ...y esto era la guerra.

Pieter se había emocionado ante la idea de alistarse al ejército, y tardó poco en enviar la carta en la estafeta de correos que había a un par de manzanas de su casa. Al poco, una carta del mismísimo Ministerio le conminaba a acudir al cuartel más próximo para comenzar el adiestramiento.

Tanto estudio y universidad le estaban agriando el carácter, por lo que, aquel día que apareció en su casa con la misiva en su mano fue uno de los más esperados por Pieter en los últimos tiempos.

Aunque no todo fue como él hubiera querido. Su hermano Hans acudió junto a él - pero... ¡Hans!, ¿sabes lo que estás haciendo? Tienes mujer e hija en tu casa. No puedes venir - le había dicho cuando éste le comunicó su decisión - Pieter, lo hubieras pensado antes - le había respondido. Después de eso, sólo hubo dos cosas que le atemorizaron. 

La primera era la idea de que Hans sufriera algún percance en todo este tiempo, por su decisión. La segunda fue la que se hizo realidad. Que Hans presenciara la muerte de su querido hermano pequeño.

- ¡¡¡¡¡¡ DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS !!!!!! - gritaba con voz difusa, las manos en su cara, al ver el rostro de su hermano mientras el doctor explicaba su inminente muerte.

Tras largos minutos de llanto, que acabaron con Pieter, o su ente, por el suelo como si fuera un niño, el soldado empezó a recomponerse.

- Algo extraño pasa - se repitió en su cabeza cuando comenzó a asimilar su estado - si estoy muerto, ¿por qué me encuentro aquí en medio? ¿por qué les veo y les oigo? y, ¿qué es esa sensación tan extraña que tengo? - en su estado actual, una extraña sensación de que alguien o algo rondaba empezó a atenazarle.

- ¿¡QUIÉN ANDA POR AHÍ!? - gritó con voz profunda y hueca mientras miraba para todos lados.

Cargando editor
26/03/2009, 11:22
Dama

Su voz, o lo que debería haber sido su voz, resonó extrañamente en la nada. Porque ninguno de sus compañeros la escuchó, nadie reaccionó a su grito. Angustiados, asustados, intentaban actuar, pero ajenos a su voz... su voz se había perdido en él mismo. Aunque... quizá no había resonado en la nada... quizá sí había sido escuchada, aunque no por ellos. No por los vivos.

Como si de una respuesta se tratara, el llanto de una mujer sonó claro, mucho más claro que las voces de los soldados, sonó cercano, encima de su cabeza, pero nítido, sonó... en esa nada en la que se encontraba.

Y, extrañamente, los vivos lo oyeron también. El médico, que había estado intentando desesperadamente hacerle cruzar de nuevo la línea frágil que acababa de atravesar, sin resultado, se asió a esa nueva posibilidad de devolver serenidad, salud, vida a alguien. Y quiso ir al momento a ver quien lloraba. Pero Pieter... él supo al instante que la vida ya no latía tras ese sollozo...

Cargando editor
27/03/2009, 00:08
Pieter

 Tras recuperarse, no sin esfuerzo, Pieter, el pobre Pieter se dirigió hacia donde el resto de sus excompañeros iban.

El eco del sufrimiento, el miedo y la incertidumbre, retumbaba en aquellas voces huecas. Sin pensárselo dos veces, al oir el llanto, corrió. Alguien le podría explicar que estaba pasando en aquella horrible mansión.

Desde el primer momento en el que la vieron, entre la niebla, las bombas, el frío, la lluvia... TODO... había aparecido como salida del mismo infierno. Ya en su jardín, un malencarado proyectil enemigo logró sentenciar la corta vida de aquel valeroso soldado.

Sin dilación salió de las escaleras y subió guiado por aquel llanto femenino. Llanto fantasmagórico, que él oía con total nitidez, pero que sus compañeros también lo estaban oyendo.

Tan solo un par de figuras quedaron atrás, olvidadas por la poca luz y el estrépito de la situación. Ese hermano, velando el cadáver del pobre Pieter, había pasado desapercibido por el ahora etéreo soldado. Ese hermano, postrado junto al cuerpo inerte, intentando traerlo de un sitio sin retorno, a expensas de lo que pudiera suceder.

No obstante, sería mejor que fuera a ver qué estaba pasando, velar activamente por la vida de Hans, ya que ahora le resultaba imposible velar físicamente por él, tenía que enterarse de qué se cocía en aquella maldita mansión.

- ¡Hans, cuídate. Voy a ver que ocurre ahí arriba! - su cuerpo liviano, aunque inmerso en un enorme dolor, se movía sin el lastre del equipo que acababa de dejar junto a su cadáver - no dejaré que te ocurra nada, hermano - un par de lágrimas cayeron por el rostro de Pieter al pensar en el pobre, pero vivo, Hans.

Notas de juego

 Master, ¿tengo armas aunque sean fantasmales?

Cargando editor
27/03/2009, 19:55
Director

Como ente sin cuerpo que era ahora, Pieter no tenía columna vertebral, pero aún así no pudo evitar sentir como un escalofrío recorría todo su ser. ¡Había sentido algo!. Y aquello, fuera lo que fuese, le había provocado el mayor pavor que hubiese sufrido en su vida... y en su muerte. ¿Cómo era posible sentir miedo estando muerto? No lograba explicárselo, mas eso no evitaba que estuvese aterrado.

Podía notar una presencia en la Mansión. Una.. criatura que no era capaz de definir pero cuyo aura emanaba poder y maldad en cantidades abrumadoras. Etaba confuso, perdido. Por un momento todo aquello que veía se hizo borroso y se desfiguró. Quería huir, esconderse, desaparecer. No sabía como. Aquella presencia estaba allí, no muy lejos... y le había sentido a él. Podía notar su obsceno placer, podía sentir como paladeaba su muerte y su dolor. Y, de la misma forma, era capaz de percibir que quería más. Más sangre, más muertes. Las de sus compañeros.

Poco a poco consiguió calmarse y su visión volvió a mostrarle la biblioteca en la que se encontraba. Por suerte el grupo aún no se había movido.

Notas de juego

No, no tienes armas. De hecho... ni tan siquiera tienes cuerpo. :-P

Cargando editor
28/03/2009, 00:10
Pieter

En aquel momento sentia como se le erizaban todos los pelos de su cuerpo..., pero no era real, ya que su cuerpo estaba frente a él.

Sabía que tenia que avisar al grupo, pero no sabía como. Sus gritos parecían no oírlos, y se temía que aquel foco de maldad fuera el único que sí que le oyera, por lo que prefiría no hacerlo.

Intentó hablar a su hermano, poniendo todo su ser, o lo que le quedaba de él, en el intento - Hans, Hans, huye, abandona este lugar impío y obsceno. No te preocupes por mi, sabré salir de ésta - susurró al oído a su hermano, pero no sabía si este le podría oir. No obstante lo hizo con fe, con mucha fe.

Ahora temía abandonar aquel lugar, que el ser que moraba la casa le encontrara, pero aun más temía que encontrara a su hermano, como encontró al pobre Teniente Diederick - una cosa ten clara, mi cuerpo, ahí lo tienes, pero para obtener mi alma no te lo pondré tan fácil.

Volviéndose hacia los candelabros, intento ver si también tenian parte de esencia en su nuevo mundo, y pasó una mano a través de ellos. Todo era confuso y extraño, pero algo primaba sobre lo demás. Todo era ATERRADOR.

Cargando editor
31/03/2009, 18:02
Director

Pieter tuvo un pensamiento consciente. Ir hacia el candelabro.

No supo como, pero se encotró allí, frente a él. Su siguiente pensamiento fue tocarlo, mas no lo logró. Atravesó su superficie como si no se encontrara allí, como si él mismo no estuviese allí.

Entonces comenzó a sonar la música.

Sonaba desde el piano, amortiguada, como en otra vida, pero pudo reconocerla. Era la novena sinfonía de Beethoven.

Observó como su hermano se revolvía nervioso buscando el origen de aquel sonido. No había nadie sentado en el banco frente al piano. Las teclas se movían solas... ¿o no?

Le pareció percibir un ligero resplandor, una luz azulada que poco a poco iba tomando forma.

Vio como el asiento de madera tras el piano, de aquellos redondos con una espiral en su eje, giraba sobre sí mismo para ganar altura, hasta quedar cerca de las propias teclas. Y sobre él.. aquella luz... tomó la imagen de un niño de unos nueve años. Una imagen sin color, sin sustancia.

Estaba tocando el piano. Él apretaba las teclas con sus pequeñas manos.

Y el niño lo miró.

Cargando editor
01/04/2009, 00:35
Pieter

 Sí, realmente estaba muerto, pero su alma no había tomado ningún camino, ni siquiera había ido a vagar por el limbo. Su alma estaba en aquella casa, en aquella habitación, junto a su hermano al que aún veía postrado y llorando sobre su cadáver.

En un intento de huir de su cruda realidad, se dirigió hacia un candelabro para intentar asirlo, aunque su mano atravesó el frío metal sin notar nada, tal y como esperaba.

Mirando a su hermano, la angustia de sentirse atrapado, sin poder hacer nada, sin poder interactuar con nadie y sin poder hacerse notar le empezó a invadir hasta el momento en el que empezó a oir aquella música. Instintivamente se giró hacia el foco de aquella melodía, la Novena Sinfonía comenzó a invadir la habitación primero y la casa poco a poco después.

Con los ojos como platos, una figura de un niño empezó a materializarse como artífice de aquella efusiva música. Y el niño le miró.

Pieter quedó petrificado en un primer momento, aún no siendo consciente de su estado actual. Estaba tan muerto como aquella aparición, pero su mente no quería asumirlo  

- ¿Qui...quien eres? -  fue lo primero que pudo articular ante la mirada de aquel crío. Una infinidad de preguntas le cruzaban la mente, pero lo primero que hizo fue preguntarle a aquel niño quien diablos era.

Cargando editor
02/04/2009, 08:44
Director

Su pregunta quedó en segundo plano debido a la reacción de su hermano. Hans había perdido por completo el control.

-¿Pero qué?... ¿qué está demonios pasando?... ¡¡Oh, Dios!!... ¿Quién está ahí???... - parecía que no podía ver al niño.

Tras unos segundos su voz volvió a escucharse.

-Responde o disparo... No lo permitiré... no dejaré que te nos acerques, ¡maldito!!... ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! - Un grito cargado de miedo... cargado de rabia...

Uno, dos y hasta incontables fogonazos resonaron, disonantes, al compás de la imponente melodía. Y no dejaron de sonar hasta pasados unos instantes. Hans había vaciado su cargador.

Sin embargo aquellas armas físicas no podían causar daño alguno al muchacho que, por completo impasible, continuaba desgranando la melodía de aquella sinfonía. Y miraba fijamente a Pieter.

Pasaron unos instantes. Llegó a pensar incluso que no obtendría respuesta.

De pronto, sin llegar a terminar de tocar la pieza, el muchacho apartó los dedos de las teclas y comenzó a flotar en el aire, ascendiendo hacia el techo. Se detuvo un instante e hizo un gesto con la mano a Pieter para que lo siguiera. Tras ello desapareció atravesando el techo de escayola.

Cargando editor
02/04/2009, 23:44
Pieter

 La muerte, la única visita que todo el mundo sufre y todos temen por igual. Pero, ¿qué hay después de ella?. Pieter siempre había pensado que después de la muerte no había nada, como buen hombre de ciencias que era, pero que nos alentábamos con las creencias de otra vida y ascensiones o descensos según los méritos mostrados en la vida. 

Pero allí estaba él, sintiendo un dolor extremo, mezclado con frío, pero sin cuerpo que lo provocara, viendo como todo pasaba a su alrededor sin poder hacer nada más. Ni siquiera se había desvanecido.

El pequeño pianista había cesado de tocar y le hacía señales para que le siguiera. Su hermano comenzaba a perder la cordura. Lógico, al golpe de su muerte y de la del Teniente, se unían los extraños y escalofriantes sucesos que estaban envolviendo aquella mansión. Pieter poco podía hacer por él, de momento, más que buscar una forma de sacarlos de allí, de enterarse que acaecía en aquella casa.

Y ahora, el niño se iba flotando por el aire - ¿y cómo lo hago? - pensó. Por unos momentos pensó en volar, en elevarse. Dió pequeños saltos para luego esforzarse más aún, todo ello en muy poco tiempo, para que no se arrepintiera el chico que le había dicho que le siguiera.

Notas de juego

 El último párrafo lo doy por supuesto, ya que supongo que no podré volar, ¿o sí?

Cargando editor
03/04/2009, 08:24
Director

Notas de juego

Si puedes. En cuanto pensaste en ascender, en tu penúltimo párrafo, lo hiciste y atravesaste el techo.

Así pues, te borro el último y continúo yo desde ahí.

Cargando editor
14/04/2009, 11:49
Director

Pensó en volar, en elevarse... ¡y lo hizo!

Sin saber muy bien como, poco a poco, suavemente, comprobó que le techo se le acercaba, ¿o era él quien iba a su encuentro? Todo era nuevo, extraño e inesperado. Cuando finalmente alcanzó la superficie de yeso envejecido cerró instintivamente los ojos, pensando que se golpearía contra ella. Mas evidentemente no fue así.

Imaginó que sentiría algo al atravesar la pared. Un escalofrío, una corriente de aire cruzando su cuerpo, una caricia... dolor. Nada. Su mayor sorpresa fue que no sintió nada. Un momento antes estaba en la Biblioteca y al segundo siguiente se encontraba en un pasillo del piso superior.

Buscó al muchacho y lo localizó al fondo del mismo. Flotaba despacio, pero sin pausa, a medio metro del suelo. Giró tras un recodo y se perdió de vista.

Cargando editor
15/04/2009, 13:58
Pieter

Y voló, y el techo empezó a acercare dramáticamente, aunque sabía que ningún daño le iba a causar, pero aún no se había habituado a su nuevo estado.

Al abrir los ojos, un nuevo pasillo se le mostró, y el niño al final de éste, flotaba girando en un recodo para perderse de vista.

No era momentos de experimentar, ni de probar si podía levitar a mayor velocidad, por lo que optó por la ultima forma para desplazamientos rapidos que conocía. Corrío pasillo alante, para evitar perder de vista a si improvisado cicerone. Corrió lo más rápido que pudo, sin mirar más allá del último sitio en el que había visto la figura del niño. Aún seguía sorprendiéndole como ningún ruído acompañaba a su movimiento, pero ya se estaba habituando a esa sensación inmaterial.

Por su mente, mil preguntas seguían martilleando, pero el instinto de supervivencia le impelía a seguri tras el chico, sin preguntar hasta que llegara el momento apropiado para ello. La curiosidad también acompañaba a la incertidumbre, pero más que pararse a ver que se escondían en las estancias de aquella extraña razón, el niño probablemente pudiera ayudarle a no meterse en un lío.

Cargando editor
21/04/2009, 16:42
Dama

Atravesaron el vacío pasadizo, y el niño se giró ante un puerta. Lo hizo para clavar sus acuosas pupilas, sus céreas pupilas en las de Pieter, si es que éste tenía algunas. Como para asegurarse de que le seguía. Y entonces, ante esa puerta, le sonrió, una sonrisa extraña, que no sabría como interpretarse. Quizá era un triunfo, o quizá era alivio.

Sin dejar de mirarle, flotando aún, empezó a cruzar la puerta cerrada, adentrándose en la habitación que había detrás. Tendió su manita hacia el soldado, y le hizo un gesto claro, le estava invitando a seguirle. Pieter lo hizo.

Ambos atravesaron la madera, exactamente igual como habían atravesado el yeso y la mampostería del techo unos momentos antes: sin ninguna dificultad, sin ninguna sensación. Pieter se dió cuenta entonces. ¡Era eso! Escalofriante... podía decir que tenía sentimientos. Pero no reales sensaciones, sólo presencia, sólo conocimiento, en una mezcla inmisericorde.

La habitación era claramente la de los niños. Estaban en la habitación del pequeño, y allí, sentada en un rincón, estaba también una niña, la que debía haber sido su hermana. Jugaba con una muñeca de trapo hecha girones, la acunaba y le canturreaba. Cuando le vio alzó su índice, sin dejar de canturrear, y le señaló una estantería de una de las paredes... en ella, un montón de libros infantiles se apilaban sin orden ni concierto, acumulando polvo.

De pronto, las baldas empezaron a vibrar, a temblar y a desmoronarse. Los libros cayeron al suelo junto con los gruesos estantes de madera, con gran estrépito, con un ruído que atronó en toda la casa. Una nube de polvo se levantó al precipitarse unos sobre otros, formándose un enorme estropicio. Finalmente sólo quedó una de las baldas en su sitio, y en ella, un único libro. No parecía distinto de los demás, no parecía otra cosa más que un libro de cuentos infantil.

Y entonces, ambos niños, mirándole fijamente, señalando ambos el libro, susurraron al unísono:

-Ese es el libro.... ese es el libro....

Cargando editor
22/04/2009, 09:29
Pieter

 Seguir al niño era lo único que le había motivado a abandonar a su hermano, probablemente tenía respuestas de porqué estaba él allí y qué estaba ocurriendo en aquella extraña mansión.

Con el único ánimo de proteger a su hermano, Pieter le abandonó, incongruentemente.

Avanzaron por los pasillos, difusos para Pieter, de aquella fastuosa casa. Avanzaba siguiendo a su guía. Algo quería decirle pero aún no había abierto la boca.

Una escalera, un pasillo, una puerta, otro obstáculo más entre él y Hans. El niño entró en una sala junto a Pieter, la sala de juegos, en la que una niña le aguardaba entretenida con sus muñecas.

De repente, al unísono, ambos críos señalaron hacia el mismo lugar. Unas estanterías con libros, libros infantiles. supuso Pieter, hasta que 'algo' provocó que todas cayeran. 

¿Todas?, una única balda quedó en pie, y en ella un único libro -Ese es el libro.... ese es el libro.... - decían con una misma voz.

Pieter estaba atemorizado. Todo lo que había ocurrido desde el principio, todo lo que pasaba en aquella mansión. Probablemente, la misma bomba que había sesgado cruelmente su vida, también habría sido atraída por aquel espeluznante lugar.

Lentamente, impulsado más por un sentimiento de curiosidad que por otra cosa, Pieter avanzó hacia donde el libro le esperaba. Para su mente, acostumbrada a empaparse de conocimientos, acostumbrada a leer volúmenes y volúmenes enteros para asimilar aquellas materias dictadas en la universidad, sólo unos breves momentos de su no-existencia bastarían para poder percibir el contenido del libro con una rápida ojeada.

- Será un simple libro para niños. Querrán que se los lea antes de... ¿irse a dormir? ¿o me contarán algo a cambio? ¿tendrá algo más que me pueda servir de ayuda? - Pieter asió el libro con su mano derecha lentamente, mientras intentaba leer el título del mismo

 

Cargando editor
22/04/2009, 09:59
Alma de Dimitri

Su mano derecha se adelantó para tratar de alcanzar el libro. No mantenía demasiadas esperanzas en ello pues hasta ahora no había sido capaz de "tocar" ningún objeto sólido. Sin embargo, esta vez lo logró.

¿O fue quizás el libro el que avanzó hacia él?

No podía saberlo. Lo cierto es que junto con su mano el volumen encuadernado descendió hasta la mesa y quedó abierto sobre su superficie por una página.. ¿aleatoria?

Sobre ella, escrito en ruso con una caligrafía inestable y serpenteante se observaban unas pocas líneas. Antes incluso de que él pudiera leerlas escuchó las voces de ambos infantes tarareando su contenido.

Mi papá me mima,

mi mamá me ama,

mi abuela me quiere,

mi hermana me calma.

Montañas nevadas,

picos helados,

criaturas aladas,

hijos amados.

Estando colgados,

vemos venir,

a los seres alados,

deseando morir.

Cargando editor
22/04/2009, 10:09
Alma de Natasha

Mi papá me mima,

mi mamá me ama,

mi abuela me quiere,

mi hermana me calma.

Montañas nevadas,

picos helados,

criaturas aladas,

hijos amados.

Estando colgados,

vemos venir,

a los seres alados,

deseando morir.

Cargando editor
22/04/2009, 10:09
Alma de Dimitri

Mi papá me mima,

mi mamá me ama,

mi abuela me quiere,

mi hermana me calma.

Montañas nevadas,

picos helados,

criaturas aladas,

hijos amados.

Estando colgados,

vemos venir,

a los seres alados,

deseando morir.

Cargando editor
22/04/2009, 10:09
Alma de Natasha

Mi papá me mima,

mi mamá me ama,

mi abuela me quiere,

mi hermana me calma.

Montañas nevadas,

picos helados,

criaturas aladas,

hijos amados.

Estando colgados,

vemos venir,

a los seres alados,

deseando morir.

Los niños repetían la letanía una y otra vez con sus voces a coro, lo que provocaba un efecto mareante y perturbador en Pieter.

Cargando editor
24/04/2009, 09:47
Pieter

Sentía los vellos de punta al oir las voces infantiles repetirse una y otra vez, aunque sabía que era únicamente sensación.

No hacía falta que leyera el libro, ya que los críos no paraban de repetir una y otra vez lo que en él ponía.

Desquiciado ante el narrar de los niños, Pieter gritó - ¡CALLAOS, POR FAVOR! ¡QUIENES SOIS! ¡QUE QUEREIS DE MI! - la voces de los niños oradaban en sus inexistentes oídos de manera similar al ruído de las bombas al caer.

Sin esperar una respuesta, cerró el libro para ver si callaban.

Aquellos versos eran estremecedores, y Pieter no dejaba de pensar en lo que ellos escondían.

Aguardó unos momentos a ver como reaccionaban los niños antes de salir de la habitación.

Notas de juego

 Mi idea es salir corriendo hacia la figura que había en el jardín. ¿Era una mujer con alas?

Por cierto, ¿entiendo ruso?