Partida Rol por web

Nieve Carmesí VII

La Mansión

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26/03/2009, 18:30
Hans Müller

La pregunta de Hans a la campesina quedó suspendida en el aire sin respuesta alguna por su parte. O bien estaba tan asustada que se había encerrado en un sombrío mutismo o su mente trabajaba a toda velocidad para crear una historia medianamente convincente. Lo curioso del caso es que el campesino paracía haberse sumado a su pantomima.

Ahora, el artillero se encontraba ya junto al piano. A lo largo del recorrido no había apreciado huella alguna en el polvoriento suelo. Ni humana, ni animal. Por lo que parecía, aquella sala permanecía incólume desde hacía tiempo y ni siquiera los ratones o las ratas la habían visitado. Y eso que el botín de libros debía de ser suculento.  Algo sorprendente, casi tanto como que aquella sala no tuviera ventanas. Pero lo que realmente dejó perplejo a Hans Müller fue observar que el piano era tan víctima del tiempo y del abandono como el resto de la estancia. No había una sola marca de dedos sobre el teclado, ni una huella de pies en sus alrededores y el mismo banco aparecía cubierto por la misma pátina gris que lo cubría todo. Mmm, extraño, pensó el soldado.

- Aquí no había nadie - comentó en voz alta y sin dirigirse a ninguno en particular, mientras cogía la partitura y ojeaba sus páginas -. Este piano no ha sido tocado en mucho tiempo, ni nadie ha andado junto él. Probablemente, no hayamos visto más que un juego de sombras. En cuanto a la música, debía proceder de algún otro lugar pero, definitivamente, no de este piano. Y, por lo tanto, tampooc la risa que hemos escuchado. Esta casa es vieja, probablemente esté llena de agujeros y el sonido debía proceder de otra habitación y por alguna razón física nos ha dado la impresión de que sonaba aquí mismo. Pero no. Aquí no había nadie - insistió -, pero queda claro que no estamos solos.

Tras su comentario, se dedicó a mirar las mesas supletorias y las tres grandes estanterías, así como su contenido de libros con la esperanza de encontrar algo que pudiera ayudarles.

- Campesino, parece que tú, al igual que ella, también sabes algo sobre esta familia. ¿Por qué no nos cuentas algo? - preguntó Hans sin apartar la mirada de los lomos de los libros.

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26/03/2009, 18:39
Hans Müller
Sólo para el director

Notas de juego

Preguntas:

- Hay algo en la partitura ojeada por Hans que pudiera llamarle la atención. A estos niveles, ¿mi PJ tiene conocimientos musicales? Si debo hacer tirada, comunícamelo, por favor.

- Las mesas supletorias, ¿tienen cajones? Si es así, debe entenderse que Hans los abre a la búsqueda de planos de la mansión o de cualquier cosa que pudiera llamarle la atención.

- Libros: entiendo que hay demasiados como para una búsqueda selectiva, en plan me los reviso uno por uno. La cuestión es ver si hay alguno o algunos que destacaran de entre los demás, por temática, por referirse a la familia, la casa...

- Y si tengo que hacer tiradas, dime qué debo hacer.

Gracias.

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26/03/2009, 20:53
Alexeva

Alexeva se persignó antes de contestar a las preguntas de Müller con un torrente de atropelladas palabras en mal alemán. De pronto todas las aquellas historias medio olvidadas que la habían echo estremecer cuando niña volvían a su cabeza.

-Gospodin, se contaba en mi pueblo que hace muchos años los Yusareff, una familia muy rica y poderosa, con su brujería, su impiedad y su blasfemia ofendieron al mismísimo Dios y cayó una maldición sobre ellos. Se volvieron locos y rabiosos y se mataron entre ellos, pero la maldición no les siguió al infierno. La casa de los Yusareff sigue en pie, pero nunca en el mismo sitio, y el desdichado que entra en ella buscando un buen botín nunca vuelve a salir.¡Qué San Andreas rece por nosotros si esta casa es la casa de los Yusareff!
 

Notas de juego

Estoy un poco confuso con el número de puertas. Creo que hay tres; la puerta por la que hemos entrado a la biblioteca, la puerta que estaba entreabierta y otra que está cerrada. ¿Me equivoco?

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27/03/2009, 00:33
Karl Ziegler

Karl observó los acontecimientos desde su posición cercana a la puerta por la que habían entrado. Los soldados del grupo se iban desperdigando por la habitación, distrayéndose en observar todo lo que allí había, y el sargento no sabía si aquello era lo que más les convenía, pero tampoco dijo nada.

Pieter llamó su atención al soltar un sonoro grito al niño que parecía haber escapado por la puerta entreabierta del final de la estancia.

Pieter:

-¿Hola? ¿Quién está ahí? ¡Conteste, estamos armados! ¡Le ordenamos que avance con las manos arriba!-

- Pero bueno.... - El sargento pensó que sus soldados estaban empezando a tomarse demasiadas libertades. Se disponía a intervenir, pero esta vez fue Hans el que le tomó el turno de palabra con la observación que había realizado del piano y su teoría sobre lo que habían visto.

Una vez más el impotente sargento trató de hablar, pero la voz rasgada de la campesina lo impidió de nuevo.

Alexeva :

-Gospodin, se contaba en mi pueblo que hace muchos años los Yusareff, una familia muy rica y poderosa, con su brujería, su impiedad y su blasfemia ofendieron al mismísimo Dios y cayó una maldición sobre ellos. Se volvieron locos y rabiosos y se mataron entre ellos, pero la maldición no les siguió al infierno. La casa de los Yusareff sigue en pie, pero nunca en el mismo sitio, y el desdichado que entra en ella buscando un buen botín nunca vuelve a salir. ¡Qué San Andreas rece por nosotros si esta casa es la casa de los Yusareff!

Había cosas que Karl no había entendido de aquella explicación, pero creía tener claro el fondo del asunto. Finalmente el sargento habló:

- Vuelvo a decirle que no se preocupe. Si estamos donde cree que estamos, no hemos venido a buscar ningún botín, solo un poco de cobijo, así que no deberíamos correr peligro debido a "fantasmas" o lo que sea que se está refiriendo. Me preocupa más la posibilidad de que haya alguien de carne y hueso armado esperando en alguna de las salas de esta gran casa. Debemos encontrar un sitio seguro donde refugiarnos hasta que pase la tormenta y llegue el día. - Seguidamente se giró hacia los Müller, que eran los que más habían escrutado el lugar - ¿Han visto algo que nos sirva? - Me parece que lo que quieren es asustarnos para hacernos un objetivo más fácil... y la actitud de los campesinos y de algunos de nosotros mismos se lo está poniendo de lo más sencillo... - El sargento quedó pensativo a la espera de recibir alguna noticia de sus hombres.

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27/03/2009, 01:07
Octavius Dietrich

Las palabras del soldado Hans acerca de la ausencia de huellas cerca del piano o de que dicho instrumento no había sido tocado en mucho tiempo no sorprendió en absoluto al soldado Dietrich, pero si logró que su respeto hacia aquel lugar creciese de forma agigantada, y más aún, cuando la prisionera dejó escapar, en un mal alemán, la historia que corría alrededor de la familia Yusareff.

Octavius estaba seguro que el resto creería que aquello no era más que una superstición, historias que antaño se contaban para asustar a los niños o quizás relatos de algunos de los escritores de la época. Y las explicaciones del soldado Müller acerca lo ocurrido no harían más que afianzar esas erróneas ideas. El artillero se había expresado con serenidad, determinación y haciendo uso de un lenguaje directo, conciso, y, sobre todo, cargado de razonadas hipótesis acerca de lo ocurrido. Su apuesta se basaba en la vejez del edifico, en su abandono y deterioro para defender la música del piano y las risas del crío, y para la figura, aquella silueta en movimiento que sin duda alguna todos habían visto, había esgrimido la afirmación, poco rebuscada pero que tan bien funcionaba para la ocasión, de que todo se debía a un juego de sombras. Y aquello desesperaba a Dietrich.. No soportaba la idea de que la gente defendiera aquello que no entendía con meras especulaciones, las cuales creían a pies puntillas obviando lo más claro, los sentidos. De los presentes, todos habían escuchado la música del piano, los tonos habían sido altos y claros, y nadie, nadie había dudado acerca de su origen, pero ahora, lo harían. ¿Y por que?. Simplemente por racionalidad, por el mero de poder dar explicaciones razonables y lógicas a cosas inexplicables para ellos, a sucesos que se alejan de su realidad, de su creencia. Dietrich suspiró, no estaba dispuesto a permitir, que allí, donde su vida estaba en juego, nadie intentara desviarse de la verdad de lo ocurrido.

No creo que eso sea muy acertado, Hans. Todos hemos escuchado el piano, su sonido era claro y firme, así como las risas. – Ocatvius estaba tenso y su voz compartía dicha sensación con el resto, incapaz de contenerla en su interior. Pero era normal, la situación era peligrosa, y si la campesina tenía razón, y él la creía, podría ser que nadie saliera con vida de aquel lugar, por lo que aspiró con fuerza y retomó sus palabras. – Y también hemos visto la figura, no ha sido un juego de sombras, y en el fondo, creo que tú también lo sabes, así que lo mejor es dejar de intentar defender lo ocurrido con un sinfín de excusas. Quizás la prisionera tiene razón y esta casa está embrujada. Y puede que las historias que se cuentan sobre ella sean ciertas. – continuó, respirando con algo más de rapidez al sentir como sus corazón se aceleraba a causa de lo que sus palabras daban a entender. Dinos, Alexeva, ¿los Yusareff tenían algún hijo cuando la locura se apoderó de ellos?

Y como colofón aquella pregunta. Apenas hacia unos segundos Ocatvius se habia mordido la lengua, temeroso de expresar en voz alta sus ideas por miedo a ser tratado como un loco, y ahora, tan solo un isntante después, las meras palabras de un compañero de guerra le había incitado a hablar de forma más directa que nunca. Perplejo ante su propia reacción, el soldado cerró la boca con celeridad mientras analizaba, por un segundo, lo que acaba de decir. Sentía una especie de miedo ilógico, incomprensible en alguien como él, pero a la misma vez se sentía mucho más liberado. Por fin se había envalentonado para hablar con mucha más claridad, y se sentia orgulloso de ello, por lo que sin más opción que aceptar lo que dijesen, se envaró y alzó su rostro, dispuesto a defenderse o encararse en caso necesario.

Pero fuese como fuese, estaba aterrado. Jamás habia imaginado llegar a esa situación, pero allí estaba, perdido en una antigua casa habitada y gobernada por una maldad indescriptible. Octavius habria dado cualquier cosa por poder estar al frente de cualquier otro bombardeo como el de la noche anterior.

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27/03/2009, 08:26
Director

Repentinamente, una ráfaga de viento cruzó la habitación, moviendo perezosamente la puerta que permanecía entreabierta. El murmullo del viento se dejó oir, proveniente de la sala contigua y los cortinajes que decoraban la puerta, se desplegaron hacia dentro de la biblioteca, como si se tratase de velas henchidas por el viento. Lejos, se seguían escuchando explosiones. La guerra continuaba fuera de aquella casa. 

Grüber se acercó a la puerta situada al fondo de la biblioteca. Pegó su oido, pero no pudo oir nada.

Hans se acercó hacia las mesas supletorias, y  las revisó minuciosamente. En algunas se amontonaban libros; otras estaban adornadas por elegantes candelabros, jarrones y otras figuras ornamentales.

Luego, se acercó hasta las estanterías y limpiando el polvo que se amontonaba sobre los lomos de los numerosos volúmenes, comprobó algunos títulos.

Notas de juego

Puertas:

Entrasteis desde el recibidor, por una puerta que quedaba a vuestra derecha, según entrasteis en la casa, dando lugar a la biblioteca; una sala rectangular. Entrasteis por uno de sus lados más cortos. Al fondo está la puerta cerrada y a al fondo también, pero en la pared de la derecha, está la puerta que hasta ahora estaba entreabierta.

 

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27/03/2009, 08:41
Director

Notas de juego

- Hay algo en la partitura ojeada por Hans que pudiera llamarle la atención. A estos niveles, ¿mi PJ tiene conocimientos musicales? Si debo hacer tirada, comunícamelo, por favor.

Podemos presuponer unos conocimientos básicos en música. La partitura parece normal. Está hecha a mano, pero eso es todo. Perfectamente podría tratarse de una copia manuscrita.

- Las mesas supletorias, ¿tienen cajones? Si es así, debe entenderse que Hans los abre a la búsqueda de planos de la mansión o de cualquier cosa que pudiera llamarle la atención.

No. Las mesas supletorias no tienen cajones. Todo lo que puedes ver son piezas ornamentales (jarrones, candelabros, un reloj de mesa,...) y libros.

- Libros: entiendo que hay demasiados como para una búsqueda selectiva, en plan me los reviso uno por uno. La cuestión es ver si hay alguno o algunos que destacaran de entre los demás, por temática, por referirse a la familia, la casa...

Sobre todo son novelas clásicas, esayos,...nada que llame la atención, salvo por el gran  número de volúmenes con los que cuenta la biblioteca. La mayor parte están en ruso.

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27/03/2009, 09:24
Franz Grüber

Después de acercarse a la puerta, Grüber se giró hacia su sargento - No se oye nada al otro lado sargento, cuando usted diga abro para asegurarme que no hay peligro.

Mientras Octavius hablaba lo miraba con severidad, pero dejó que acabase para afirmar - Dietrich, en mi pueblo también he oido historias parecidas, pero en toda mi vida no he visto una casa moverse y si muchos ignorantes que dejan que la superchería dirija sus vidas. Ahora mismo le tengo más miedo a un ruso con un fusil que a un cuadro.

Cuando el viento sopló estremeció el cuerpo de Franz pero ya cualquier cosa lo hacía, estaba asusatado, cansado y cada vez más irascible.

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27/03/2009, 11:56
Octavius Dietrich

Hasta aquel instante, tan solo Gruber había reaccionado a sus palabras, y lo había hecho como era de suponer, negándolas. Él médico había sido comedido a la hora de expresarse en voz alta para replicar a Octavius, o al menos más que con su mirada, severa, intensa y mucho más expresiva que su simple y llana explicación. Y Dietrich llegaba a entenderlo, siempre lo había hecho, pues incluso él, al principio, había intentado negar lo que percibía, pero no era el momento para ello, por lo que había abierto la boca para replicar justo en el instante en que la ráfaga de viento hiciera acto de presencia, deteniéndolo.

El soldado de artillería alejó su mirada de Franz, y aún estremeciéndose a causa del viento, desvió su mirada hacia la puerta que este había abierto del todo. Tras ella, el griterío consecuente de la guerra continuaba repicando con fuerza, pero aquello ya no le importaba en absoluto. Sabia que aquellos proyectiles no alcanzarían la casa, así como que ningún soldado enemigo deambulaba ahora mismo por aquellas viejas y abandonadas habitaciones, pero si intuía que lo que fuese que habitara aquella morada, deseaba que él, así como el resto, se dirigieran a esa puerta. Aquel niño no había huido de ellos, si no que los estaba guiando, y la ráfaga de aire no era más que otra manera de llamar su atención, otra señal del camino que la mansión deseaba que siguieran. Él único problema, era saber a donde los iba a conducir. Octavius era de la opinión que el destino final no era otro que una muerte segura, pero todo y eso, avanzó hasta la puerta, dispuesto a averiguar que había al otro lado. La curiosidad, a veces, era más fuerte que la intuición. Un vistazo y después abogaría por otra dirección.

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27/03/2009, 13:08
Hans Müller

Cuando Hans Müller escuchó la historia de la campesina, no pudo evitar una sonrisa maliciosa al tiempo que sus ojos adquirían una expresión calculadora, inapreciable para el resto, pues su cabeza se hallaba inclinada sobre los libros cuyos títulos repasaba de forma somera.

Las mesas supletorias eran puramente ornamentales, sin cajones, destinadas a servir de base a todo tipo de objetos decorativos así como a los libros que parecían no caber en las estanterías. Su búsqueda de un mapa o de libros relativos a la familia o a la casa resultó infructuosa, y así se lo hizo saber al sargento cuando preguntó por sus avances.

- No hay nada que pueda servirnos, al menos a primera vista. Solo novelas, ensayos... Quizá una búsqueda más exhaustiva podría revelar algo, pero deberíamos invertir demasiado tiempo y dudo que llegáramos a dar con algo que realmente pudiera sernos útil. Y en cuanto a buscar un sitio seguro, si se me permite exponer mi opinión, este me parece un buen lugar. Estamos cerca de la entrada, hay espacio, contamos con buena iluminación y solo tres accesos a esta sala sin ventanas, que podemos cubrir a la perfección. Difícilmente encontraremos algo mejor y no creo muy oportuno aventurarnos por otras zonas, máxime cuando sabemos que hay gente por ahí, cuyas intenciones desconocemos, pero que, en cualquier caso, no creo que estén especialmente contentos de nuestra presencia - comentó mientras dejaba un libro sobre una de las mesas.

Entonces, la voz de Octavius Dietrich resonó con claridad y Hans no pudo menos que sorprenderse ante lo absurdo de su comentario.

- No creo que eso sea muy acertado, Hans. Todos hemos escuchado el piano, su sonido era claro y firme, así como las risas. Y también hemos visto la figura, no ha sido un juego de sombras, y en el fondo, creo que tú también lo sabes, así que lo mejor es dejar de intentar defender lo ocurrido con un sinfín de excusas. Quizás la prisionera tiene razón y esta casa está embrujada. Y puede que las historias que se cuentan sobre ella sean ciertas. Dinos, Alexeva, ¿los Yusareff tenían algún hijo cuando la locura se apoderó de ellos?

- ¿Excusas? ¿Una casa embrujada? - dijo soltando una carcajada -. Octavius Dietrich, me sorprende que des crédito a ese tipo de tonterías. Sin duda, debes de ser de ese tipo de personas crédulas, fascinadas por temas ocultistas y que se reúnen en casas para intentar contactar con los espíritus siguiendo a pies juntillas las patrañas de todos esos fantoches que se declaran seguidores de esas hermanas americanas, ¿cómo se llamaban? Ah, sí, las hermanas Fox. No te engañes, Dietrich, eso no son más que tonterías. Y no he puesto excusa alguna. Si no veo huellas de pies ni manos junto a un piano, eso quiere decir que allí no hay nadie. Si no hay huellas que conduzcan desde el piano a una puerta es que por allí no ha andado nadie. Es puro empirismo. Y no he negado ni la música ni la risa, pero si aquí no hay nadie que produzca esos sonidos, es de pura lógica deducir que procedían de otro lugar. Los sentidos son engañosos, Dietrich, y confundirlos es fácil. Antes de la guerra estudié y trabajé como ingeniero, y sé cómo puede funcionar la transmisión de sonidos y te aseguro que hay varias posibilidades para explicar científicamente un fenómeno como este. Pero si prefieres pensar en fantasmas y casas embrujadas - prosiguió con una extraña expresión -, hazlo. Aunque yo en tu lugar, me preocuparía más por el peligro que pueden reportar los vivos que aquel que pueda venir de un muerto.

En ese momento, una ráfaga de viento atravesó la sala.

- Mmm, Dietrich, si digo que ha sido una simple corriente de aire, ¿dirías que estoy poniendo excusas para aceptar la realidad de un fantasma? - preguntó cínicamente Hans Müller.

 

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27/03/2009, 14:26
Octavius Dietrich

Esa era la respuesta que Octavius estaba esperando. Esas eran las palabras que la mayoría de gente utilizaba en esas situaciones. Empirismo. Lógica. Confundir los sentidos. El soldado Dietrich escuchó atentamente la replica de Hans, y al igual que hiciera con Franz, centró su mirada en su expresión, la que de verdad le diría lo que aquel soldado pensaba ahora de él. Y por supuesto, tampoco le gustó. El artillero Müller no era un hombre de mente abierta, y ello conllevaba que no estaba preparado para enfrentarse a la dura prueba que tenían por delante. Su rostro reflejó la decepción que dicha idea le provocaba, y su mirada, vuelta hacia la de quien le hablaba, expresó su desesperanza ante aquella muestra de empirismo y lógica, así como a aquella irónica pregunta.

Creo que ha quedado claro cuales son tus ideas, Hans, pero intenta comprender una cosa, no solo la lógica gobierna en este mundo. Muchas de las cosas que se suceden día a día no tienen explicaciones... empíricas o razonables, pero aún y así, suceden. Y una de ellas es esta casa, escondida en una densa niebla y al alcance de un centenar de proyectiles que no logran alcanzarle. Pero vamos nosotros, y ahí está, aparece de la nada y se presenta para que nos resguardemos del frío. Eso sí, nuestro teniente a tenido que pagar con su vida para ello. Y dentro, todo está en unas condiciones fantásticas, apenas hay nada roto ni destruido, ni siquiera saqueado. ¿Entonces debemos creer que nadie ha estado aquí, a excepción del polvo, desde que fue abandonada hace años,? ¿cientos quizás?, ¿podemos afirmar que nadie ha osado adentrarse en ella para llevarse sus libros, romper sus muebles, o simplemente tocar ese piano?. Reconoce, al menos, que eso es demasiado... ilógico. He escuchado tus palabras, y créeme si te digo que seguiré tu consejo acerca del peligro que entrañan los vivos, pero hazme tu un favor a mi y no descartes a los muertos, al menos aquí dentro. Podrías llevarte una sorpresa.

Finalizadas sus palabras, su mirada voló de nuevo a la puerta abierta y aquello que había tras ella. Su curiosidad aún se había saciado, y con respecto a Müller, poco más podía hacer por él y sus creencias.

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27/03/2009, 15:12
Hans Müller

- ¿Se escucha a sí mismo, Dietrich? Habla de esta casa como si estuviera dotada de voluntad propia. Que si apareció de la nada, que si se nos presenta para que nos resguardemos en ella, que si la muerte del Teniente está directamente relacionada con esta mansión, que si no ha recibido impactos de artillería, que si el buen estado de la misma... - enumeró con seriedad Hans Müller -. Y todo eso le parece perfectamente asumible y espera que nosotros reaccionemos de forma similar a la suya. Es más, mi racionalidad le resulta descabellada en base a parámetros fijados por su presunta creencia en lo sobrenatural. Entonces, permita que siga con mi argumentación. La casa sí ha sufrido el embate de la artillería, algo que, en principio no debería haber ocurrido pues estamos fuera de la línea de tiro, centrada sin duda en la zona de trincheras, y de la cual me permito recordarle estamos bastante alejados, algo de lo que usted, como soldado de artillería debería ser muy consciente. Y precisamente, como consecuencia de un mortero perdido es que Diederick falleció. Y gracias a Dios, ni Dieter ni yo resultamos heridos. Al margen de ello, si nos refugiamos en esta edificación, que descansa sobre buenos e inamovibles cimientos, fue porque necesitábamos un lugar que nos permitiera huir de una tormenta que, de seguir bajo ella, nos hubiera matado consecuencia de la hipotermia. Fue un acto consciente y volitivo nuestro, no algo impuesto por la casa que, desde luego, jamás aceptaré tenga consciencia alguna. Confío en que haya leído algo de filosofía, más concretamente a Descartes, y que acepte que la consciencia es patrimonio y dominio exclusivo del hombre. Cogito ergo sum. Y para finalizar, su alusión al buen estado de la mansión. Podría señalar que el hecho de que se haya extendido entre la población local, analfabeta y simple, esta sarta de tonterías acerca de su naturaleza embrujada, haya sido más efectivo e inteligente que cualquier otro recurso de cara a evitar su saqueo. Además, la finca muestra señales de abandono, de dejadez, pero ha quedado patente que alguien vive en ella, alguien que habrá procurado mantener unos mínimos de habitabilidad, lo cual habrá mantenido alejados a los curiosos, y aún así los jardines mostraban claros signos de deterioro, así como la verja de entrada o, por desgracia, esa maldita chimenea que, por la onda expansiva del mortero, cayó desde el tejado y mató a Diederick. Por no decir que nuestra experiencia acerca del estado del interior de esta casa, se limita única y exclusivamente a esta habitación. Sin embargo, me temo que nada de lo que diga podrá convencerle de lo erróneo de sus ideas, ni de lo poco oportuno que resulta alimentar las fantasías medievales de estos campesinos. Pero permita que le haga una pregunta. Si tan convencido está de cuanto afirma, ¿por qué no  se va de aquí?

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27/03/2009, 16:22
Alexeva

Cita Dietrich:

Dinos, Alexeva, ¿los Yusareff tenían algún hijo cuando la locura se apoderó de ellos?

-Da, Herr Comandante. Por lo menos un hijo, y se dice que lo sacrificaron al diablo a cambio de riquezas.

La campesina se giró sobresaltada al ver por el rabillo del ojo cómo una ráfaga de viento movía la puerta y los cortinajes de ésta. Se la quedó mirando frotándose los brazos con desasosiego, mientras a su espalda Dietrich y Müller discutían.

-No se ofendan por lo que una campesina ignorante dice - les dijo a los soldados - pero, ¿no estaríamos más tranquilos si averiguamos qué hay al otro lado de las puertas?

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28/03/2009, 00:57
Karl Ziegler

Karl aseguró la puerta por la que habían entrado. No sin oposición y resentimiento la puerta quedó cerrada pero no atrancada pues, de momento, era la única vía de escape que conocían con certeza. El sargento se giró y escrutó nuevamente el reciento en el que se encontraban con las brazos en jarra mientras escuchaba las novedades que reportaban Grüber y Müller.

El sargento asintió calladamente dando a entender que había recibido la información y quedó pensativo durante unos instantes, tiempo suficiente para que comenzara una nueva discusión, esta vez entre Müller y Dietrich. Pero esta vez no fue la moral o la ética del artillero lo que le hizo enfrentarse su compañero sino la lógica con la que trataba la situación. Karl estaba de acuerdo con Hans y, de hecho, dar rienda suelta a la imaginación o admitir de alguna otra manera la existencia de algo sobrenatural en aquel lugar provocaría que la mente de todos los allí presentes abandonara el lugar y convirtiese la situación en una auténtica locura. Sin embargo el sargento tampoco podía ponerse abiertamente de parte de ninguno de sus soldados, cosas que había logrado, al menos eso pensaba él, hasta ahora, pues era la única manera de intentar garantizar que todos siguiesen sus órdenes y no se comprometiera la seguridad del grupo.

Karl no pudo más que dirigir la mirada alternativamente a uno y otro de los contertulios con la boca semiabierta y la expresión incrédula ante tal cantidad de palabras por segundo. Solo una ráfaga de viento le distrajo momentáneamente de la conversación que comenzaba a tomar un cariz bastante serio. Finalmente el sargento intervino tratando de que la unidad del grupo se mantuviese en la medida de lo posible. Además, tanta alusión a la desgraciada muerte del teniente no podía acarrear más que un descenso en la moral de muchos de los presentes que, aunque acostumbrados a la guerra y la muerte, podrían entrar en una peligrosa espiral de pesimismo.

- Bien, ya basta. No quiero oír ni una palabra más sobre los personajes de los cuadros. - Dijo el sargento sin alzar demasiado la voz pero de forma firme y clara mientras se dirigía a la puerta que el viento acababa de abrir y por la que abría salido el presunto niño. - Grüber, esa puerta no nos preocupa de momento. Cerciórese de que está bien cerrada y esté atento a cualquier posible señal del otro lado. - Dijo señalando a la puerta cerrada del fondo de la habitación. - En cuanto a esta otra... Müller, Dieter, cubridme. -

Karl armó su fusil y se acercó a la iluminada puerta acompañado por los hombres que se encontraban más cercanos a ella, exceptuando a Dietrich que parecía estar más pendiente de otra cosa. El sargento comprendía que, tras la conversación, no nombrarle podría hacerle sentir ignorado o relegado, aunque esperaba que no se lo tomase a mal, pero su actitud nerviosa y su mente puesta en algo sobrenatural no le servirían de mucho en caso de encontrarse con un enemigo real.... y tampoco de hacerlo con uno no tan real.

El sargento apoyó su espalda en la pared y esperó a que todos estuviesen en posición. Tomó una profunda bocanada de aire y giró el cuello mirando de reojo a través de la puerta abierta. Al comprobar que en ese pequeño ángulo no había peligro, se giró rápidamente sobre sí mismo para irrumpir en la sala contigua cargado de adrenalina y apuntando con su fusil, atento a cualquier cosa que se moviese.

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30/03/2009, 12:44
Franz Grüber

Atendiendo a la orden de su sargento y después de comprobar que la puerta abría hacia adentro, Grüber colocó una de las sillas de la gran mesa contra el picaporte de la misma para sugetarla.

Una vez hecho esto, se dirigió a los prisioneros en ruso - Sentaos hasta que aseguremos la zona. - Les hizo un gesto con el fusil señalando dos sillas.

La habitación no tranquilizaba ni mucho menos al médico pero desde luego se encontraba mucho mejor que a la intemperie y no tenía la más mínima intención de salir hasta que escampara. Le daban igual las supersticiones de Octavius y los campesinos.

 

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30/03/2009, 13:23
Octavius Dietrich

La réplica de Hans no se había hecho esperar, y esta había sido extensa y firme, rebatiendo cada uno de los puntos que había esgrimido Octavius anteriormente. Ese hombre tenia una gran capacidad de oratoria, así como una clara y capaz educación, y sin duda esa era la razón de que en su discurso surgieran palabras en latín o el nombre de filósofos de renombre. Además, el soldado Müller gozada del don de la palabra, y eso, que ya era un punto a su favor, unido a lo anterior, le otorgaban una ventaja más que palpable en la discusión. Y el soldado Dietrich lo sabía, sabía que aquello era una batalla perdida, pero quería y deseaba luchar, por su vida, pues aquello podría influir en ella, y quizás por la del propio Hans y la del resto. Por esa razón, cuando el artillero guardó silencio, con su directa pregunta aún flotando en el tenso ambiente, Octavius se permitió unos instantes de silencio, unos segundos de recapacitación en busca de unas palabras que fueran lo suficientemente capaces de enfrentarse a las de su compañero.

Cita:

- Bien, ya basta. No quiero oír ni una palabra más sobre los personajes de los cuadros. Grüber, esa puerta no nos preocupa de momento. Cerciórese de que está bien cerrada y esté atento a cualquier posible señal del otro lado. En cuanto a esta otra... Müller, Dieter, cubridme. -

La intervención del sargento, dejando patente su autoridad, llamó la atención del soldado de artillería, y si bien ya estaba preparado para contestar a Hans, se guardó sus palabras, asintió levemente a Kart Ziegler y acatando las ordenes que este acababa de dar, se desplazó varios pasos hacia atrás, alejándose de la puerta abierta a la cual no había sido invitado por su sargento. Octavius no podía negar que aquella decisión le había molestado, y más cuando él se había acercado hasta allí, pero no se sorprendió por ella y por lo tanto tampoco lo demostró, ya que como siempre sucedía cuando dejaba entrever sus creencias acerca de ese otro mundo no tan racional o conocido, había alcanzado el estatus de loco, y eso conllevaba, por desgracia, el ser ignorado o apartado. Apechugando con en el que creía su error, ya que se había dejado llevar por sus instintos en aquella equivocada discusión, y bien sabía que no debería haberlo hecho, esperó, con su arma preparada, a que el sargento, acompañado de Müller y Dieter, cruzaran la puerta e informaran de lo que había al otro lado.

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30/03/2009, 15:33
Hans Müller

La autoritaria orden del sargento hizo que Hans Müller le dirigiera una mirada de fastidio. Aquel individuo, aquel líder de manada, solo sabía hacer una cosa: mandar y acallar. Y no de forma muy correcta. Y el resto parecía que solo sabía actuar de un modo, obedeciéndole.

- Pieter, entiendo que el sargento se refiere a ti - dijo -. Cúbrele.

Octavius Dietrich, sumiso ante aquel macho alfa que ladraba y gruñía, había callado y se había retirado unos pasos. Hans avanzó hacia él, hasta ponerse a su altura.

- No crea que va a salirse de esta sin haberme respondido, Dietrich, al menos no porque él haya pedido silencio - le señaló en un murmullo solo audible para ambos, mientras con la cabeza hacía un gesto hacia el oficial -. Así que dígame, si cree en la naturaleza sobrenatural de este edificio y en la firme amenaza que conlleva permanecer dentro de él, ¿por qué no se va de aquí?

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30/03/2009, 17:06
Grigori

EL desconcierto que reinaba en esa maldita habitación no tranquilizaba a Grigori en nada. Por mucho que aparentase, al campesino le había puesto los nervios a flor de piel recordar las horribles historias que le contaba su abuela. Él comprendía muy bien los temores de Alexeva, pero también sabía que si se dejaban ir por las supersticiones, dejarían de ser útiles. Y si no eran útiles, eran un estorbo. Demasiado bien sabía Grigori cómo trataban los soldados a los estorbos.

Cita:

Una vez hecho esto, se dirigió a los prisioneros en ruso - Sentaos hasta que aseguremos la zona. -
Les hizo un gesto con el fusil señalando dos sillas.

Ante la orden, y el agravante del cañón, fué hacia dónde le había señalado y se sentó lentamente. Miró de soslayo a Alexeva invitándola a que callase y se sentara obedientemente.

-Vamos mujer, no nos pongamos nerviosos e intentemos mantenernos cuerdos hasta que amaine.-

Ante

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30/03/2009, 23:37
Karl Ziegler

Justo antes de atravesar la puerta iluminada el sargento miró de reojo que todo estuviese en orden, pero había algo que fallaba.

Hans Müller:

- Pieter, entiendo que el sargento se refiere a ti. Cúbrele.

El sargento frunció el ceño antes de repetir la orden de forma más directa. - ¡Me refiero a usted soldado!, su hermano está bien donde está. - Karl se qudó mirando fíjamente a Hans esperando que este se acercase hasta la puerta.

Karl sabía que no era la mejor forma de actuar, pero era la única que se le ocurría sin más tiempo para pensar. Debía evitar que se crearan desconfiazas o prejuicios en el grupo y Hans parecía no estar por la labor y lo peor era que con sus palabras parecía poder convencer a cualquiera de cualquier cosa. Las ideas de cada uno podían ser o parecer más o menos acertadas pero debían ser aceptadas como las propias. Aunque bien cierto era que había ideas que era mejor callar para mantener el orden, y la situación en la que se encontraban no admitía demasiadas libertades. En otro momento se habría parado a hablar con los dos hombres de las suposiciones de cada uno y, quizás, se hubiese decantado por una de las posturas, pero ahora no era momento de filosofear o defender conviciones, en esta situación no eran seres humanos corrientes y civilizados, eran soldados en un ambiente hostil y debían actuar como tal, sin distraerse o dejarse llevar por más ideas que las de sobrevivir y, si no derrotar, mantener a raya al enemigo.

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31/03/2009, 00:15
Alexeva

Alexeva se sentó en la silla siguiendo la orden del alemán y apretó brevemente el antebrazo de Grigori, en señal de compañerismo, para hacerle ver que se encontraba bien y estaba calmada. O quizá para tratar de calmarse con un contacto humana, por breve que fuera, con lo más parecido a un aliado que tenía cerca.