Partida Rol por web

Tras la negativa de Domenech, todos os dirigisteis a la biblioteca, en donde nada más entrar, visteis a una bibliotecaria detrás de un gran mostrador, ordenando pilas y pilas de viejos libros con cara de estar malhumorada, y a Novoa y López rebuscando entre las fichas de los libros, que estaban en un mueble para tal efecto, con multitud de cajones ordenados alfabéticamente.

El olor a libro inunda mis fosas nasales... el mismo que el de los archivos de la comisaría... ese olor a legajo, a panfleto, a papel avejado... y ese silencio... sepulcral

Veo al resto del equipo que está enfrascado entre libros, y sonrío; la gente piensa que el trabajo policial es solo trabajo de calle, e ignoran que se basa, en gran medida, en encontrar vínculos entre retazos de información dispersa, almacenada en innumerables volúmenes en lugares como este...

Voy directo a la bibliotecaria; tiene cara de enfadada.... no se si por las visitas inoportunas que han llegado a alterar la paz de su Templo de la Sabiduría, o porque directamente es así, pero evito especular al respecto, y voy directo al grano.

-Disculpe usted. Necesito un momento de su atención. Agente Zapata, de la Policía Metropolitana. Veo que hay más gente buscando algo en las fichas. No se si le han hecho la misma pregunta, pero el curso de la investigación en que estamos involucrados requiere que se la haga.

Le enseñó la hoja con las letras dispersas que parecían parte de un título de libro....

                    C   n  e   s   o       I  m        a l
                        B  i   b       t   e      

-Se lo pregunto como persona culta... estas letras formarían parte del título de un libro, no necesariamente de derecho; es más, puede que sea de asuntos eclesiásticos o, por lo menos relativos a la religión... ¿Le suena algún título que pidiera ser coincidente? Si fuese capaz de dar una respuesta, se loa agradecería sinceramente, es un puzzle que no conseguimos resolver, todavía. No tiene por qué ser un libro del que dispongan aquí actualmente.

-SSHHHHHHHHH! ¡ESTO... ES... UNA... BIBLIOTECA!

La bibliotecaria parecía a punto de estallar. La irrupción de Zapata no hizo sino confirmarle que no podía tratarse con gente a quien no le importaba la cultura. Aquel agente seguro que solo había leído los informes oficiales y ese no era el lugar para ir dando órdenes a gritos.

-Ya le dije a sus compañeros que no sé qué libro es. Están buscando entre las fichas. Vaya con ellos... EN SILENCIO.

No amedrentado, pero sí con las orejas gachas (es un eufemismo), me dirijo a donde están revisando fichas..., y hablo en susurros, para evitar otra bronca por parte de la bruj... bibliotecaria.

-Hola... sin novedad por nuestra parte, venimos a ayudar, que terminaremos antes.

Y me voy a uno de los cajones de fichas, de las que empiezan por C ... a ver coincidencias... aunque... si solo hay libros de jurídico, puede ser trabajo inútil..., sigo pensando que en la del Obispado habría más opciones, y lo mismo el sacerdote que ejerza de bibliotecario es más receptivo que esa señorita

Torpemente... hago más ruido del debido... y me gano un lejano "SHHHHHHHHHHHH!!!" ... ¡diríase que una pitón rabiosa quisiera devorarnos enteros, por Dios! Solo consigue que me ponga más nervioso aún...

-Yo creo que iré a echar un vistazo a la Sagrada Familia. A echar un vistazo por allí. Quizá tengan algún tipo de biblioteca sacra que poder consultar. Si no siempre nos queda el archivo diocesano de la catedral.

Sin duda, a ojos de Julián, que todos los agentes se concentrasen en la misma tarea no tenía demasiado sentido.

-¿Alguno viene?- dijo antes de dirigirse hacia la salida de la biblioteca

- Vengo contigo Julián... - Le dijo Marro a su viejo amigo.

Lo cierto era que había esperado encontrar algo bastante más interesante en el Colegio de Abogados. Como mínimo una recepción más correcta y como no, un café y algo para mojar en éste, pero nada. Las buenas costumbres se habían perdido y él, un pobre policía destinado a la unidad nocturna, estaba muerto de sueño.

-Vayamos en el coche oficial. - Sugirió. - Zapata puede ir con López y Novoa. Es casi mejor. - Se acercó al oído de su compañero. - López es bastante novato y Novoa no es policía y bueno, es una mujer... este tipo de cosas.. ya sabe... - Se encogió de hombros. Sonrió a sus compañeros y se dispuso a marcharse junto a Julián.

Alzó las cejas a penas un segundo antes que la vista, buscando a quién se había dirigido como Novoa.

¿Una mujer? Nadie le había informado de que hubiese una mujer en el equipo. En el turno de día desde luego no era lo habitual, pero quizá el turno de noche funcionase diferente...Y para colmo la moza era bien agraciada. ¿Sería de su edad?

Negando con la cabeza ante sus absurdas divagaciones, puso la mano sobre el hombro de su compañero-Vayamos pues. Por el camino nos paramos a tomar un café y yo invito hoy-anunció, tras lo que dio algunas afables palmadas en el pecho de Gambín

- ¡Perfecto! - Exclamó Marro. - ¡Eso me levanta el ánimo! - Le dio un leve codazo a Balaguer. - ¡Como me conoces! 

Sin más, los dos agentes se dieron la vuelta para salir del edificio e introducirse en el coche patrulla. Un buen café y algo que llevarse a la boca era lo que ahora necesitaba.

- Teresa eres toda una experta, porque no tengo sombrero sino me lo quitaba... Le susurró con una sonrisa en su faz. - Si le parece bien nos podemos sentar en una de estas mesas y ojearlo antes de volver con los demás, así tenemos algo que contarles del libro, ¿qué le parece?

La llegada del grupo de agentes tuvo consecuencias desastrosas. Zapata se acercó a Novoa y López, que por lo visto parecían haber encontrado algo, y sin darse cuenta, tropezó y cayó sobre el mueble. El resultado fue que a duras penas logró contenerlo y evitar que se cayese, pero lo que no fue capaz de impedir es que una buena cantidad de cajones se abriesen y cayesen al suelo, esparciendo por todos lados multitud de tarjetas identificativas de los libros.

Mientras todo eso ocurría, la bibliotecaria parecía estar al borde del colapso. Los libros que tenía sobre su escritorio, cayeron también al suelo y ella misma a duras penas logró salir de detrás de su mesa, mientras un tic nervioso empezaba a hacer su aparición en su ojo derecho y tartamudeaba al hablar.

-Noooooo! ¡P-pe-pe-pe pero q-quieeeenes son u-u-ustedess! ¡S-son unos a-auténticos esperpentos en-enviados d-del mismísimo infierno! ¡F-U-E-R-A D-E A-Q-U-I!

Teresa miró a López con una sonrisa.

-¡Lo hemos encontrado! -exclamó, entusiasmada. Por fin una pista, algo, un avance.

En ese momento, los demás miembros del equipo aparecieron por la Biblioteca. ¿Ya habían terminado las investigaciones en otro lado? ¿O es que no se fiaban de que ellos solos pudieran encontrar pistas? Teresa se puso en pie justo cuando Zapata se acercó a ellos y chocó contra las fichas. Las tarjetas volaron en todas direcciones, se esparcieron por la mesa y por el suelo.

-¡No! ¡Cuidado!

Teresa agarró la tarjeta que acababan de encontrar y la levantó el aire para evitar que se perdiera.

-¡Zapata! Con lo que nos ha costado encontrar esto... -protestó la mujer. Empezaba a estar cansada de que no la tomasen en serio. Miró a la bibliotecaria, que estaba fuera de sí-. Ya tengo el título del libro, pero ahora tengo que buscarlo en la estantería...

Balaguer y Marro estaban a punto de marcharse del lugar, cuando escucharon el fuerte estruendo provocado de nuevo por el bueno de Zapata. Aquel hombre era una persona inteligente, competente y voluntariosa, pero patoso, muy patoso. A decir verdad, pocas veces había visto a nadie con tanta mala suerte como la que tenía Antonio. Casi podía decirse que se trataba de un agente del caos.

La bibliotecaria puso el grito en el cielo al ver el desorden ocasionado por Zapata. Aquella iba a ser una tarea muy laboriosa. A la pobre le esperaban varias horas cuanto menos, de colocar alfabéticamente y una por una todas aquellas tarjetas. La verdad es que era para estar realmente enfadada y querer cuanto menos arrancarle la cabeza al causante de aquel desorden, pero al fin y al cabo, eran la policía y estaban investigando. 

Marro les iba a dejar el marrón a los otros compañeros, sin embargo cuando Novoa alzó al voz diciendo que al fin había dado con una pista, se vio obligado a intervenir. Necesitaban ese libro para empezar a entender lo que estaba pasando. Era quizás un nexo común entre todos los casos o puede que no. Puede que fuera una pista falsa, pero no podían dejar que se perdiera sin poder al menos comprobarlo. Por ello, el inspector se acercó a largas zancadas al lugar del desastre interponiéndose entre Novoa y la desquiciada bibliotecaria.

- ¡Disculpe señorita! - Exclamó el agente. - Estamos en una investigación oficial. ¿Entiende? Siento lo ocurrido, pero miraremos de encontrar ese libro y luego nos marcharemos. ¿Lo entiende, verdad?

No iba a ser tan sencillo. Después del destrozo que habíais montado, la búsqueda de aquel libro no era algo que fuera a permitir con facilidad.

-No. Ni hablar. Esta es mi biblioteca y nadie ha hecho nunca lo que ustedes. ¡La han destrozado! ¡Váyanse ahora mismo o yo misma los echaré!

- ¡Oíga, somos lo policía! - Le dijo en tono impositivo. - Necesitamos ese libro, le guste o no y nos lo vamos a llevar. ¿Lo entiende? 

Marro sacó el carácter. No le gustaba que los civiles le dijeran como tenía que hacer las cosas y mucho menos que le gritaran. 

-Está bien. Si eso es lo que quieren, eso será lo que tendrán. 

La mujer se acercó a Novoa y arrancó la tarjeta de su mano para mirarla.

-Esto es un manuscrito y como tal estárá en la sección de manuscritos e incunables que ni siquiera están clasificados. Allí los tienen. Pueden empezar a buscarlos. Pero dentro de una hora cerraré la biblioteca, sean o no policías.

Con la cabeza gacha, arrastrando los pies, Zapata se aleja de la zona del estropicio...

-No siento, no volverá a suceder

Ciertamente, se está forjando una buena reputación de patoso, mesías del apocalipsis, plaga bíblica, escarnio del gremio de limpieza... Pero es optimista, y en cuanto oye que es un manuscrito o incunable.... se da cuenta de lo extraño que resulta que un plumilla tenga interés por una obra de tal calado... es algo... fuera de lugar

... y eso en su mundo, se llama "pista". Ahora hay más interés por el legajo que antes.

-Señorita Novoa, bien hecho

... pues es justo reconocer la labor de la investigadora, que, en parte, apaña el estropicio causado por el agente. Preoara el cuaderno para apuntar el dato que le falta:

-Molestemos lo menos posible, si cabe, y vayamos a por ello... Al final... ¿Cual es el título completo?

Menudo lío. Teresa no le gustaba discutir, pero aquello era importante, para una cosa que encontraba, lo tiraban todo por tierra. ¡Qué mala suerte!

-Gracias -dijo a Zapata, aunque más bien lo hubiese refunfuñado-. El libro se llama "Confesor Imperial", de Fray Antonio Guevara. Vamos a buscarlo. Empezad por allí.