Partida Rol por web

Noches venecianas

Prologo: Camino de la civilización

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26/05/2019, 15:42
Narrador

Arnulf, tu sire, considero que el movimiento de las tropas occidentales era un asunto digno de su atención. Las tropas civilizadas que avanzaban hacia oriente solían tener su paso por los Carpatos, y este era el territorio de Arnulf.

El viaje comenzó por los destartalados caminos de montaña se hizo placentero, estos caminos estrechos estaban pensados para el paso de mulas o caballos no para el paso de los grandes carruajes de viaje. Estaban en contacto con la naturaleza, pero una vez en las llanuras fluviales de Hungría los caminos estaban debidamente acondicionados para las carretas y carros, muchos de ellos databan de tiempo de los romanos, y abundaban las posadas y los pueblos. La civilización había prosperado a orillas del Danuvio.

El viaje transcurrió sin ningún incidente reseñable, un par de salteadores de caminos y algún intento de timo. Tras varias semanas de viaje llegaste a la orilla del lago de Venecia donde se encontraban los embarcaderos.

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26/05/2019, 15:44
Narrador

Caminas pérdido por los embarcaderos a orillas del lago donde una amalgama de islas naturales artificiales y naturales forman la serenísima ciudad de Venecia. Una pequeña barca negra se encontraba atracada en el embarcadero, y en ella había solo un hombre que hacía las veces de remero y de timonel. El hombre grito en una mezcla de latín, italiano y romance. ¿Alguien quiere ser llevado a la città? Le ponte está cerrado por la notte.

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26/05/2019, 21:52
Akos

Akos llegó a Venecia invadido por sentimientos extraños. Una mezcla de nostalgia y pesar. Había recorrido lugares de su tierra natal que había visitado más de una vez. Pero era la primera vez que lo hacia como un descendiente de Caín. Ahora  la cerveza o el dinero carecían de interes para él. Y lo que buscaba en una prostituta no era el calor de la carne, sino de la sangre. A pesar de ello visitó cuantas tabernas encontró a su camino. Eran los únicos momentos en los que podía tener un poco de contacto humano. La existencia de un vampiro era una vida solitaria y aburrida. Al menos fuera de las grandes ciudades. En el campo todo el mundo desaparecía en sus casas en cuanto el sol se ponía, por lo que vagaba solo por los caminos, como un paria. En las zonas más despobladas se sentía como si fuese el ultimo habitante del planeta, cazando furtivamente animales de los que alimentarse y sin más compañía que el sonido de sus botas en el fango.

Por suerte llegaron los valles y las zonas pobladas. No se adentró en ninguna ciudad, pues temía que los vampiros locales le arrastrasen a alguna conspiración o trampa. Pero si que pudo disfrutar de las postas de camino, donde la diversión se permitía aguantar despierta unas horas tras la puesta de sol. Intercambiar noticias y rumores le resultaba reconfortante, a pesar de que los asuntos de reyes y fronteras le resultaban ahora extraños y lejanos.

Ahora estaba a las puertas o, mejor dicho a los muelles, de una de las ciudades más importantes del momento. ¿Qué pretendía su sire que averiguara aquí? ¿Acaso iban a revelarle los vampiros venecianos el porque de los movimientos de las tropas de los vivos? ¿Tenían siquiera algo que ver los vampiros, o era solo la codicia de los humanos? Sus instrucciones habían sido, como siempre, un poco vagas. A pesar de ello tenia ganas de empezar este nuevo capitulo de su vida. Por algún motivo, estaba seguro de que las noches venecianas, marcarían un antes y un después en su vida. Cuanto menos le permitirían conocer mejor como funcionaba la sociedad de los condenados en las ciudades grandes.

Emergió de las sombras con paso tranquilo y contempló al hombre que le hablaba en aquella mezcla de idiomas propia de los que, como él, viajaban mucho o se topaban con muchos viajeros. -Buenas noches. Aunque no tengo prisa por alcanzar la ciudad, estaría muy agradecido de poder hacer noche en la misma. Espero poder pagar un pasaje seguro y y quizá algo de información para un recién llegado con metal y tal vez las noticias que he recolectado en mi viaje.

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28/05/2019, 17:37
Narrador

Claro, prego. Indico el hombre mientras acomodaba la barca para partir. ¿Palazzo Ducal? Pregunto una vez te encontraste asentado en el fondo de la estrecha embarcación. Con mano hábil el marinero comenzó a maniobrar la barca hacia la ciudad mientras silbaba y tarareaba una pequeña copla.

Durante el viaje la conversación del barquero se centró exclusivamente en los cruzados, la gran cantidad de cruzados que había llegado a la ciudad y los altercados causados por los mismos. Era normal que una aglomeración tan grande de hombres fuera de casa causara problemas.

La góndola, que era como se llamaba aquella curiosa embarcación, se encamino por uno de los dos canales principales de la ciudad, el canal de San Marco. El canal estaba atestado de barcas de muy diversos tamaños y boato. Había pequeñas embarcaciones de pescadores junto a grandes galeras con acabados repujados en pan de oro, o sobrios navíos mercantes junto a góndolas con doseles de seda.  Los edificios que bordeaban el canal eran lujosos palacios de mármol sujetos sobre pilares de madera con sus propios embarcaderos.

El gondolero se acercó a uno de los embarcaderos, este no daba ninguno de los Palazzo si no a una gran plaza repleta de gente. Tras pagar al barquero, este se alejó dejándote libre para pasear por la Piazza de San Marcos donde se encontraba la Basílica de San Marcos y el Palacio Ducal.

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28/05/2019, 17:38
Campesina

Comienzas a caminar por la plaza cuando de repente una pequeña niña choca contra ti y cae al suelo. Parece haberse hecho daño pero presta se levanta y recoge las flores que se le han caído. Rápidamente, con ojos consumidos por el hambre y la falta de sueño, te ofrece una flor que coloca en tu abrigo y te tiende la mano en espera de una limosna. Prego...

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29/05/2019, 19:43
Akos

Los canales eran tan bonitos como se decía, aunque los olores no eran lo más agradable del mundo. El húngaro contempló la riqueza y majestuosidad del lugar. Ya había visto ciudades, pero las de su patria, incluso contando los grandes monumentos de Budapest, eran más tostas y rurales y menos llenas de vida. Quizá se debiese a la visita de los cruzados la presencia de tanta gente por las calles y plazas a aquellas horas, razonó.

El impacto de algo le sacó de su ensoñación. Una niña no había mirado por donde iba y se habían tropezado. O quizá era un teatrillo para darle pena y lograr más limosna. No iba a tener mucha suerte con eso ya que Akos no era el hombre más adinerado del mundo. De hecho el dinero cada vez le importaba menos. Antaño pensaba que dios y el dinero eran los mayores poderes del mundo, pero ahora conocía la vitae, el regalo de Caín.

Aun así le dio pena la mocosa, pues su hambre no era fingido y le entregó una pequeña limosna. Las flores le parecieron una forma más digna de mendicidad que simplemente sentarse en una esquina a gritar y lloriquear ante un plato.

-Ten cuidado, pequeña. Podrías lastimarte o tropezarte con algún indecente.- Le enseñó una moneda adicional. -¿Que puedes contarle de la ciudad a un recién llegado? ¿Algún consejo?- No tenia muy claro que quería saber, pero quizá la visión de un niño hambriento le trajese más claridad que un gondolero. Necesitaba conocer este terreno nuevo en el que jugaba en desventaja.

Y en caso de que no se tropezase con un vampiro que lo llevase al eliseo a presentarse ante el mandamás, necesitaría encontrar una ruina o agujero en el que pasar el día. Aun tenia tiempo para ello, así que lo aparto en su lista de tareas, no muy lejos, y escuchó a la cría con atención y una moderada sonrisa.

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03/06/2019, 08:05
Campesina

La niña comienza a guiarte por la ciudad. Torres, cúpulas y líneas barrocas de los palacios, trazaban una línea negra y dorada al recortarse contra el negro cielo. Ninguna brisa alteraba la calma de la gran laguna; galeras y barcas se deslizaban por la parte baja del Lido y en el tibio gris blanco del muelle, las góndolas con sus cuellos negros y erectos parecían mirar fijamente al espacio cual grotescos monstruos marinos. Delante de San Marcos, las palomas desfilaban con afectada rigidez. El león alado en su pilar, alzaba una garra pontifical en dirección a los dorados caballos de la lejana basílica, ignorando a la corriente humana que transitaba por allí a esas horas.

Se encaminó hacia uno de los edificios cerca de la Basílica de San Marcos y comenzó a bajar rápidamente por unas escaleras. Era sorprendente que en una ciudad erguida sobre una laguna pudiera haber un sótano. Tras pasar barias puertas llegáis a una gran pasillo. Al girarte no encuentras a la niña, esta ha desaparecido y solo quedas tú en el pasillo. Abres la siguiente puerta y te encuentras en una gran sala. El suelo está cubierto de mosaicos hechos de oro, bronce y una gran variedad de minerales. De igual manera, las paredes están decoradas con mosaicos, esculturas bizantinas y estatuas de varios santos y mártires.

Notas de juego

Fin de Escena.