Partida Rol por web

El clérigo se prepara para atacar a una de las hormigas, sin embargo la rápida iniciativa de la hormiga soldado que carga contra él le coge de improvisto y no alcanza más que a rozarla por encima.

¡Mierda!- mira rápidamente hacia atrás como pidiendo ayuda y ve al semielfo cargado con la ballesta así que se aparta un poco para no interferir en su posible disparo.

El veloz movimiento del clérigo, alejándose del insecto, permitió a sus compañeros poder apuntar a la hormiga que lo había atacado sin tener que preocuparse de herir a su curador.

Sin embargo, la otra hormiga soldado no se quedó quieta, con un sonoro chasquido de sus mandíbulas se acercó al mismo e intentó morder al barbaro que no había podido herirla, fracasando en su intento.

EL mago al ver como la hormiga cargaba contra Gliadel pensó que tal vez podía cogerla desprevenida, así que se movió para tener un blanco más fácil y disparó su arco, acertando al bicho con su flecha.

Con los fluidos movientos propios de su raza, Ecthelion consiguió su primer blanco. La flecha se clavo en una de las articulaciones del insecto. Pero no fue suficiente, con un berrido de dolor el monstruo miró a su nuevo agresor mientras sacudía la pata que no podía mover con seguridad.

En tanto otro de los insectos pasó por encima del cuerpo que había acabado Menzo e intentó morder, también, al barbaro. Tuvo mejor resultado que su compañera. Su feroz mordisco le sacó algo de piel del brazo, aunque el bárbaro seguía entero. La hormiga intentó asegurar su presa, presionando con fuerza sus mandibulas en el brazo que había conseguido asir, para impedir que su presa escapara y que, entre todas, pudieran acaber con el.

Arza-El estaba distraido pensando en la mala suerte que tenían pues siempre terminaban encontrándose bichos enormes. Esa distracción hizo que no apuntara correctamente a la hormiga que estaba cerca de Glidael.

En cuanto disparó se puso a recargar la ballesta para poder seguir disparando cuanto antes.

Aquel maldito insecto se había agarrado con fuerza al brazo, y no parecía que fuera a soltarle. Se encontraba desequilibrado y le sería difícil evitar los ataques de las hormigas que le rodeaban.

El barbaro se sintió aprisionado. No se podía mover, el mordisco de la hormiga no solo lo hirió sino que le impedía moverse como a el le gustaba.

Gliriel, mientras revisaba el cuerpo, escucha gritos y ruidos extraños detrás, donde habían ido sus compañeros a revisar.
¡Otra vez no!-no se sentía sorprendido, aunque fueran unas hormigas gigantes, ya que venía venir este momento.
Con toda la velocidad que un perro podía tener, Kuznak corrió hacia la hormiga más cercana y Gliriel intentó dañarla, pero el golpe no fue tan duro porque Kuznak atacó en el mismo momento y casi hace caer a Gliriel de su lomo.

La feroz carga del druida parece dar resultado. No solo Kuznak es capaz de propinarle un soberbio mordisco a la hormiga que ha apresado al bárbaro, sino que, para completar la faena la filosa cimitarra del gnomo le corta la cabeza, consiguiendo liberarlo.

Las hormigas que quedaban pasaron a la acción, una contra el bárbaro y la otra contra el druida.

La primera, sin "analizar" el riego que corría se colocó entre ambos compañeros y luego intentó morder al bárbaro, clavándole las mandíbulas en el torso e intentando retenerlo como había hecho su compañera.

La otra hormiga, trepando al cuerpo de sus dos compañeras ya muertas atacó a Gliadel, olvidándose por el momento de su montura. Sin embargo, haciendo equilibrio como estaba no puedo morder al pequeño druida como intentó hacer.

Menzo miró a la hormiga soldado que había atacado a Gliadel. El clérigo actuó con mucha astucia al retirarse; eso denotaba que la experiencia en el combate estaba calando en él sabiamente. De nuevo lanzó sus dos balas contra la hormiga terrible, esta vez seguro que el daño de sus piedras era mayor pues la criatura estaba bastante más cerca. Si la había matado, dejaría vía libre a sus compañeros: -¡Ayudad a Rakas, le estan intentando comeeeer!

Aquello no iba nada bien, bueno al menos para él, dos hormigas habían conseguido morderle con sus fuertes mandíbulas y atraparle, y aunque ahora una de ellas había muerto gracias a Glirial, dejando clavada una de sus mandíbulas, la otra parecía dispuesta a no soltarle.

Sin pensarlo demasiado comenzó a dejar que la rabia ciega se abriera paso, se sacudió sin miramientos la hormiga que le había mordido y, sin siquiera arrancarse la mandíbula clavada en su brazo, dejo que una especie de grito que bien podría ser el rugido de un oso escapara por su boca antes de atacar.

Los dos balazos del explorador dieron cuenta de una de las hormigas soldado, mientras el bárbaro, en un alarde de fuerza, conseguía deshacerse de la hormiga que había intentado retenerlo.

Parecía que, poco a poco, el grupo se hacía cargo de los insectos. ya habían acabado con la mitad

EL hechicero no podía creerlo, el pequeño Menzo había acabado con dos de esas endemoniadas hormigas.

Valla, si que es bueno, habra que ponerse manos a la obra para ayudar a Rakas.
Vamos a por ellas, lánzala un proyectil mágico, ¿Recuerdas como era?
Sí
Dramir comienzo a mover las manos al compas de las palabras que susurraba su boca.
Kiranam!!
Al instante un potente proyectil sale de su dedo indice directo a la hormiga que acosaba al barbaro

Imbuido en el estado de furia, Rakas apenas era consciente de sus ataques, su mente soló lograba canalizar la rabia hacia sus enemigos, de manera que descargó un potente y certero golpe sobre la cabeza de la hormiga que le asediaba.

El duro caparazón crujió sonoramente cuando cedió a la fuerza del golpe del bárbaro, fuerza tal que continuó su avance descendente abriéndose camino por el interior del caparazón hasta partir en dos la cabeza del insecto.

La pequeña chispa de energía que brotó del dedo de Dramir impactó en el centro de la cabeza de la hormiga soldado que quedaba viva.

El insecto sacudió la cabeza, ahora chasmuscada, pero continuó con vida, amenazando al bárbaro con su presencia. Pero por poco tiempo, el feroz golpe de Rakas acabó con su vida. Solo quedaban dos insectos, parecía que la cosa había mejorado... y bastante

Te adelanto el resultado (sería después de que "juegue" Ecthelión. Tu decides si lo comentas o no).

Sientes una imperiosa necesidad de proteger tu honda. De hecho sientes una voz en tu cabeza que te impulsa a alejarte de tus compañeros y esconderla entre las rocas para que nadie te la pueda sacar. Por suerte reaccionas a tiempo y te das cuenta que ese no puede ser un pensamiento propio, que algo, o alguien ha intentado convencerte de algo y que has resistido.