Partida Rol por web

Gliriel vió como se iban pasando los objetos de mano en mano, intentando percibir algun conjuro, aparentemente sin exito, y decidió colaborar.
O bien eran objetos comunes y corrientes, o bien los conjuros estaban muy bien "escondidos".
Lo único que he descubierto por el momento es que el estoque no es un estoque cualquiera. Al parecer la magia intervino al momento de ser forjado, permitiendole ser más filoso de lo normal, y más ligero y cómodo para combatir... Una lástima que sea tan grande...

Mientras hablaba miraba fijamente una de las pociones, y la movía levemente, intentando notar algo fuera de lo normal. Sin éxito, claro.

La espadachina abrió con cuidado la bolsa, temerosa de encontrarse las crías que había nombrado el extraño ser de cuatro brazos, sin embargo, una sonrisa se dibujó en su rostro al darse cuenta que no era nada tan peligroso...

Parecía decidido que descansarían en aquel lugar, dejó que sus compañeros se encargaran de preparar aquella especie de trampa sonora mientras apartaba los cuerpo hasta el fondo de la caverna y buscaba un sitio relativamente limpio donde echar su jergón y poder descansar unas horas. - Yo haré la tercera guardia. - estuvo tentado de hacer una fogata para sacarse de encima aquel frío húmedo pues aunque en las tierras donde vivían sus hermanos hacía bastante más frio, este podía mantenerse a raya con unas buenas pieles, sin embargo la humedad de aquellas rocas calaba en los huesos. Pese al deseo de hacer aquella hoguera se abstuvo al no tener demasiado claro hacia donde iría el humo que generase y correr el riesgo de ahumarse.

Como cada noche, sacó sus armas y las deposito frente a sí, el mangual pesado, su espadón, un par de dagas, la guja y aquel arco corto que acababa de agenciarse temporalmente, si hubieran estado completamente seguros también se abría sacado la cota de mala para limpiarla, pero podría esperar a mejores momentos. Con cuidado repasó todas, afiló las hojas que creyó podían necesitarlo y limpió y engraso las que lo necesitaban. Mientras realizaba esta especie de ritual, Rakas mascaba tiras de carne seca y daba algunos tragos de su odre.

Cuando se aseguró de haber terminado se levantó y tendió el odre a Gliadel.-Un poco de hidromiel nos vendrá bien para quitarnos este frío húmedo.- Sonriendo dejó la bebida en manos de su amigo y se interesó por la armadura que sus compañeros habían examinado, él era incapaz de averiguar las propiedades mágicas, pero sabía distinguir una buena armadura, ya fuera por el peso o resistencia.

Sonrió de oreja a oreja, por ahí hay dos pociones que yo diría que pueden ser de utilidad contra venenos y otras dos curativas, señalaba con la punta de Danzarina hacia atrás, pero no miraba el surtido de frasquitos que había dejado a su espalda junto al pícaro, sino que seguía observando el contenido de aquella bolsa que en un primer momento le había parecido que pesaba, no me extraña que pese, murmuró, se alzó y retiró la punta de su otra espada de la misma, señores, parece que Cuatrobrazos estaba ahorrando para el futuro de su familia, dio un par de golpes suaves con la punta de su arma sobre el cuero del exterior del morral y un tintineo metálico se escuchó de manera apagada, hay unas cuantas monedas ahí dentro... asintió, mientras simultáneamente se apartaba de ambos, contenido y continente.

Revisó con la mirada la estancia y con determinación se encaminó hacia un espacio al frente de la misma, retiró todos los bártulos que llevaba a la espalda, los dejó sobre el suelo, extendió su petate, se sentó con las piernas cruzadas sobre él y sin más preámbulos se dedicó a revisar y limpiar el filo de sus espadas, tarareando a su vez por lo bajo un soniquete sin letra ni finalidad alguna aparente, para después dejar las armas yacer sobre su regazo y echar mano a su mochila, rebuscando en su desordenado interior. De ella extrajo un trozo de pergamino que desenrolló, reposó la espalda contra la pared de la cueva, estiró las piernas, se tanteó el costado, dando gracias a Fharlanghn por su buena estrella, sintiendo un escalofrío a su vez recorrerle la espalda, y por último releyó para sí.

Gliriel se sacó la capa que llevaba siempre consigo, la tendió en el suelo como si de una manta se tratase, y se echó ahi junto al perro. De la mochila sacó un trozo de carne para Kuznak, y una cantimplora llena de agua que vació casi hasta la mitad.
Yo estoy dispuesto a hacer la séptima guardia.-se apresuró a decir-buenas... ¿noches? si, eso debe ser. Acababa de darse cuenta que había perdido por completo la noción del tiempo.

Y por fin se acostó sobre la capa usando al perro de almohada (cosa que a este no parecía molestarle en absoluto)

¡Por supuestísimo que está con nosotros! - Mi tono no deja lugar a dudas. Desde luego queeee… ¡menudas preguntitas espontáneas se le ocurren  al coleguita mediano! Pero tengo que andarme con tiento, aunque Rakas parece haberle animado aún se le ve algo afectado. Una mala respuesta y puedo hacer que pierda su ánimo, o peor aún, su fe. - ¿Acaso deja de existir el sol por que lo tapes con el dedo? ¿Verdad que no? – Ayyyyy madre… que no se ni lo que estoy diciendo. – Verás, en la vida habrá momentos donde… bueno, ejem, como decirloo: no es un sol nuevo el que sale cada mañana; es el mismo sol, único y eterno… la noche no mata al día…  ¿Entiendes? – Le miro directamente a los ojos; están redondos como platos. No, no. Parece que no lo entiende… Agarro con ansiedad el odre de hidromiel que me tiende el bárbaro y le pego un par de tragos largos en lo que encuentro la inspiración. - Aunque tú no lo veas, él sigue estando ahí fuera, haciendo que prospere la vida. Y si no me crees, te lo demuestro… – ¡ALTO! ¡STOP! ¡TIEMPO! Necesito un poco de tiempo para pensar, no tengo ni idea de cómo demostrarselo... - Espera un momento… que atiendo a Gliriel y Arianne que parecen necesitar un poco de curación y vuelvo contigo. – Ufff de momento creo que me he salvado. Me acerco al gnomo sudando la gota gorda y empiezo a examinar sus heridas. – Hola Gliriel ¿que tal?… Déjame que eche un vistazo… - Alargo la exploración médica hasta que resulte demasiado obvio para seguir sin que sospechen - Aja… si… esto no tiene buena pinta… ¡vaya! – Total, que empleo diez minutos en hacer lo que normalmente haría en medio. – Bueno, pues si, parece que vas a necesitar curación… Jeje…- Alargo la mano sobre el joven druida y le imbuyo de la fuerza curativa de Pelor, hasta que sus heridas solo necesiten un poco de reposo para quedarse como nuevas- ¡Toma, pues claro, como no lo había pensado! – Grito de repente totalmente emocionado por la idea que acabo de tener, aunque Uuuups, no tenía que haberlo gritado… Bah, da igual… ¡Menuda ideaza! Me apresuro por volver junto al mediano, pasando por delante de la espadachina y los objetos que analiza y… bueno, tendré que curarla también a ella como había dicho. No me queda mucho poder, y el que me queda lo necesito así que saco la varita y la descargo sobre ella sin prestarla demasiada atención. – Bueno, ale, no ha curado demasiado bien pero mañana estarás mucho mejor, venga… – Ahora si, me acerco al mediano haciendo verdaderos esfuerzos por no salir corriendo hacia él y demostrarme demasiado ansioso. Quien sabe, ¡puede que sea a la primera persona que convierta en mi vida! Si funciona, claro…– Mira Menzo, te voy a demostrar que él está con nosotros: cierra los ojos y conviértete en uno con la luz… concéntrate… concéntrate… - Cuando le noto concentrado empiezo a descargar muy lentamente mi último conjuro de curar heridas menores sobre él… - ¿Lo notas?… ¿Eh? ¿Lo notas? ¡Lo estás haciendo! ¡Pelor está dentro de ti! – No se porqué tengo la sensación de que esto parecía mucho mejor idea en mi mente.

Rakas no pudo evitar sonreír ante la imagen que ofrecía Gliadel, tartamudeando, claramente no sabía como levantar el ánimo del mediano, o al menos no estaba seguro de estar consiguiendolo, pero al menos había de reconocerle un par de cosas, lo cómico de la situación mejoraba el suyo, y el esfuerzo que ponía era digno de mención. Dejando que el clérigo terminara su actuación Rakas se acercó a Menzo y cogiendo el odre de las manos del joven se lo tendió al explorador. - Dale un buen trago y ya verás como sientes el calor volver a tu cuerpo igual que el rebrotar de las hojas en primavera, piensa que estos días son un pequeño invierno que pronto pasará.- Sentía cierta afinidad con Menzo, ambos disfrutaban de la naturaleza aunque aquel encierro le había afectado a su amigo más de lo que esperaba. - Será mejor que descansemos todos.- Dicho y tras revolver el pelo de Menzo, el bárbaro se retiró a su improvisado catre y se tumbó, tardando a penas unos minutos en dormirse.

Gliriel acababa de dormirse cuando apareció el clérigo y comenzó a hablarle y tocarle las heridas.
mmh... cerveza.... mh.. -ante el frío toque del clérigo Gliriel despertó y reaccionó de una manera que, de tenerlo, le hubiera quitado el hipo al clérigo.
¡ORCOOOO!-saltó detrás de Kuznak, que comenzó a ladrar, pero cuando notó que se trataba de Gliadel, se puso una mano en el pecho y suspiró.
Oh, lo siento... ¿qué dices? ah si, estas heridas... duelen. Cúrame, por favor.
Se sentó otra vez en el lugar donde hace un momento dormía y acarició al perro para que se tranquilizara. Luego de ser curado, le agradeció a Gliadel y observó la escena.

Arza cuando despertó se preparó algo de comer de sus raciones. Estaba pensando en todo lo que habían encontrado aunque sus pensamientos se dirigían por momentos al estoque que decían que era mágico, y por momentos a quién podía ser el jefe que tenía el símbolo que veían desde que habían entrado.
Chicos, si os parece podría coger yo el estoque que hemos conseguido. Seguramente le puedo sacar un buen provecho.
Esperaba que no pusieran pega, en especial Gliadel después de que no le dejara utilizar la daga que según él estaba maldita.
Bueno, ¿por dónde seguimos?. Yo por mi llevaríamos todo lo que no vayamos a utilizar hasta los botes y continuamos después.

Uno que no se enfermó... veamos los otros ;-)