Partida Rol por web

La guja no había terminado su arco descendente cuando invirtiendo el movimiento e impulsada por lo fuertes brazos del humano, el arma realizó un golpe ascedente mucho más devastador de lo que parecía posible, la hoja del arma traspasó de lado a lado el cuerpo de la arpía mientras esta trataba de alejarse. La sangre resistió unos instantes, apenas un segundo que parecio alargarse en el tiempo antes de comenzar a brotar de manera desmesurada sobre Rakas y el tapiz de espinas. - JAJAJAJA.- La fuerte y gutural risa brotó de su garganta mientras recibía aquel baño, pero sus sentidos de batalla rápidamente le pusieron en tensión, aun quedaban enemigos de los que librarse.

Cuando la arquera se quiso retirar para poder usar su arco con tranquilidad fue impactada por el demoledor golpe de la guja del bárbaro. Esta vez si que lo había hecho. Sabía que su arma era poderosa, era mágica. Sabía que estaba entrenado y que cuando se enfurecía su fuerza parecía multiplicarse, pero ni el mismo se esperaba que el corte fuera tan preciso como había sido.

El filo cortó el cuerpo de la arquera, partiéndolo en dos, haciéndola caer a sus pies como si se tratase de una de las espinas del bosque que los rodeaba. La amenaza de la arquera voladora había terminado. Esa arpia en particular, la guardiana de Thazar Rho, no atacaría a nadie más con su arco encantado.

Solo quedaba una arpía, herida y preocupada y con un perro echándosele encima. Quizás, solo quizás, habían superado un desafío que era demasiado para el grupo. Estaba claro que Pelor estaba presente y los ayudaba... sino no se explicaba que siguieran vivos... por lo menos casi todos

Menzo se disponía a coger a Arianne cuando al fondo vio como el bárbaro seccionaba a la arpía jefa en dos. Aquel golpe terrible cambiaba la situación 360 grados, lo que antes era negro y desesperante, ahora era blanco y lleno de luz. Aquel tajo, aquel ataque del bárbaro lo recordarían para siempre pues había sido el ataque que les devolvía a la vida...porque antes de ese tajo, estaban muertos.

La sombra de la otra arpía sobre los matorrales le hizo girarse en redondo y con una mirada asesina, el mediano se dispuso a acabar con lo que quedaba de aquellas criaturas -MIRA LO QUE HACE VUESTRA COMIDA CON VOSOTRAS HIJA DE PUUUUTA.

Tras el demoledor golpe y antes de que pudiera lanzarse contra la única arpía que se mantenía con vida, los disparos certeros del enfurecido menzo terminaron con el combate que tan duro se había vuelto y del que no habían salido bien parados. Como ocurría en cada ocasión en que Rakas dejaba que su fuerza interna gobernara sus actos, éste hubo de concentrarse para retornar de aquel lugar remoto que ocupaba su mente en aquellos trances violentos. Aquella ocasión resultó mucho más dura, sabía que le esperaba el dolor de los multiples golpes, brechas y flechas aun clavadas en su cuerpo, el cansancio de un duro combate que le había obligado a recurrir a todas sus fuerzas, y finalmente la certeza de que podía haber perdido a varios de sus compañeros.

A punto de perder pie fue la incertidumbre sobre el estado de varios de sus amigos lo que le dio fuerzas para moverse, estaba malherido y reventado, pero aun quedaban algunas fuerzas en su cuerpo, de manera que buscó con la mirada los integrantes, sabía que Gliadel se mantenía en pie, no sabía como pero aun estaba vivo, Ecthelion también pues le había visto junto a la puerta y la voz de Menzo había resonado por aquel extraño lugar, eran el resto quienes le preocupaban. Divisó al silencioso Arza-El al fondo de la maraña de espinos, Gliriel se haya junto a su perro cerca de Menzo y parecían observar un vulto en el suelo. Desbrozando cansinamente aquellos setos logró avanzar lo suficiente como para descubrir el cuerpo de Arianne entre sus amigos.

La primera baja pensó el bárbaro sacudiendo con pesadumbre la cabeza, apenas si habían tenido tiempo de conocer a la chica, aunque había podido atisvar un corazón alegre y sencillo entre aquellos rizos rebeldes. Cerca de donde se encontraba vio el cuerpo de la cabra de Menzo. Pobre pequeño había puesto tantos esfuerzos en enseñar a aquel animal cabezóta a seguirle. Finalmente terminó el recuento al encontrar el cuerpo inerte de Dramir, el hechicero yacía con los ojos abiertos en el frio suelo, a escasa distancia de la puerta y con una flecha atravesando su cuello. El joven era un tipo peculiar, pero de caracter directo y abierto con quienes le conocían.

Habían pagado cara su osadía y en gran medida él era culpable por haberse lanzado al interior sin pensar, sólo esperando que le siguieran, así había sido y por ello dos de sus amigos habían muerto, cansado finalmente dejó caer guja, mochila y morral pues todo parecía pesarle en exceso y acercándose al cuerpo caido hincó una rodilla y cerró los ojos de este ceremoniosamente como imaginaba hacían ahora Menzo y Gliriel con Ari. Cerrando el mismo los ojos entonó las primeras palabras que vinieron a su mente.

¿Es que el aire en su vuelo se ha detenido?
¿O es que murió la llama en todos los fuegos?

Quizás penseis que ahora callados duermen,
quizás penseis que sin rumor ahora marchan.
Pero ahora con fuerza avanzan,
ahora sin mancha vuelven,
porque son todo luz en la memoria
bajo este sol de la victoria.

El ataque devastador del bárbaro y el certero ataque del mediano eliminaron a las arpías que quedaban, tras un rápido vistazo por la habitación los ojos del mago se quedaron mirando el cuerpo de Dramir tirado en el suelo cerca de el. Se quedó parado sin hacer nada, sabía que en sus andanzas corrían peligro pero uno nunca se espera que algo así pueda pasar, siempre piensas que la muerte les toca  otros y ahora les había tocado a ellos. Rakas se acerco a Dramir y Ecthelion se arrodilló a su lado junto al cadaver, -era muy joven, demasiado joven-, dijo con voz tranquila, acercó el mandoble de Rakas y cortó un mechón de la melena negra de Dramir y se la guardó en una bolsita.

-¿que vamos a hacer con el?, el mago no tenía claro si sería adecuado enterrarlo allí mismo, aunque estaba claro que cargar con el cadaver por estos lugaresno era una opción -¿Lo enterramos aquí mismo, o volvemos luego a por el para llevarlo a un lugar mas digno?-

Mientras el gnomo ayudaba a Menzo a cargar con la compañera, y su mano ardía lista para atacar a las malditas, vió con los ojos abiertos de par en par como el bárbaro corría a una velocidad abismal, sin importarle las rajaduras que las espinas producían en su piel, con las venas remarcadas por la furia y el odio, como dió un salto y dirigió el mandoble hacia el cuerpo de la arpía a una velocidad que solo Rakas podría proporcionarle al arma, y que ni un troll podría aguantar. La sangre oscura y podrida se esparció por la estancia y manchó las ropas de Rakas, y momentos después de cortar en dos a la arpía, sus ojos se tornaron cansados y tristes por las pérdidas. Fue increíble. Gliriel jamás olvidaría esa hazaña.

Luego de haber pasado los segundos de alegría, cayó en la situación en la que estaban. Dramir... Arianne... la alegre señora Restos.. no podía ser. Ya había llegado a encariñarse con todos ellos. Se le escaparon un par de lágrimas.

Quizá aún había tiempo para salvar a Arianne. Le hizo a Menzo un gesto de que ponga con cuidado a la espadachina en el suelo. Se arrodilló, y puso sus pequeñas manos en el cuello de la mujer. Intentó olvidar el dolor y el frío de los flechazos, de los pies, de los brazos, el cansancio de los músculos por cargar con tantas cosas por tanto tiempo, y se dispuso a "revivir" a su compañera.
- Despierta, despierta.-repetía una y otra vez con el entrecejo fruncido y los ojos cerrados.
Estuvo mucho tiempo intentándolo. Muchas heridas se cerraron, otras parcialmente, pero ella no despertó.

No lo podía creer.

De pronto sintió que el cuerpo le dejó de responder. Era demasiado el cansancio y dolor que debía soportar, para además tener que lidiar con la impotencia de no poder curar a Arianne. Se sentó, y luego se dejó caer hacia atrás, llenandose el cuerpo de tierra. El perro se acercó para ver si su amo estaba bien, y comenzó a lamerle la mejilla. Gliriel ni siquiera se esforzó para abrir los ojos.

Finalmente, los segundos pasaron y se dieron cuenta que habían vencido. Excepto el hechicero, que estaba más allá de cualquier ayuda el resto seguía vivo. Heridos, incluso en algunos casos inconscientes, pero vivos.

Contra todo pronostico habían sobrevivido, solo que en el estado en que se encontraban el más ridículo grupo de Derros podía darse un festín con el grupo, por lo que lo que importaba era recuperarse.

Arza suspiró de alivio cuando vió caer a la última arpia; pero no se alegró como debiera. Donde Arza siempre ha sido de no mostrar una gran felicidad, ahora menos pues uno de sus compañeros yacía en el suelo y sin posibilidad de volver a levantarse.
Nos hemos arriesgado más de la cuenta y lo hemos pagado ... con más sangre de la que debiéramos.
Apartó la mirada, y recargó la ballesta. Había quedado claro que este lugar estaba lleno de enemigos, y dado que las últimas volaban no quería arriesgarse.
En respuesta a la pregunta del mago, Arza decidió responder:
Creo que lo mejor sería o enterrarlo aquí y ahora, o dar la vuelta al pueblo para enterrarlo en un cementerio que tengan allí; entonces descansaremos como está mandado y volveremos más preparados que cuando entramos aquí.
Después se acercó a Menzo y Gliriel,
¿cómo se encuentra Arianne? ¿se recuperará?
Arza no sabía mucho sobre sanación, pero veía claramente que las heridas eran graves.
¿dónde está Gliadel? A lo mejor él puede ayudar.

La arpía daba sus últimas sacudidas en el suelo; las garras algo dobladas, apuntaban al techo y se abrían y se cerraban como si la criatura quisiera agarrarse a la vida, pero instantes después, quedó completamente inerte. Las pulsaciones fueron remitiendo paulatinamente y un sabor amargo en su garganta le impedía tragar con normalidad. Tenía mucha sed y la saliva había formado una pasta blanquecina alrededor de las encías y ni siquiera era capaz de escupir. Se miró el cuerpo: las espinas de aquellas plantas habían dibujado tatuajes rojos por piernas y brazos y estaba completamente seguro que incluso habían atravesado el cuero tachonado que le protegía ya que un escozor terrible se le manifestaba en la zona lumbar.

Pero sólo eran profundos cortes… estaba vivo. A sus pies Arianne luchaba por su vida. Rakas se acercó y se inclinó hacia ella; una hermosa canción salió de sus labios, mientras el druida con lágrimas en los ojos usaba su magia de curación sin aparentes buenos resultados… los ojos de Arianne seguían cerrados. Sin embargo, él sabía que su último aliento de vida no se había marchado y tras el conjuro de Gliriel, el color de su rostro se recuperó levemente. Menzo puso una mano sobre el hombro del bárbaro y le señaló con su regordete dedo la leve mejoría de la espadachina y le mostró cómo su pecho ascendía y descendía levemente : -Vivirá…Arianne vivirá. –Dijo con una sonrisa agridulce.

Después pasó al lado de su querida compañera. Sabía que en medio de la batalla había conseguido frenar el desangramiento, pero no estaba seguro. Nervioso colocó su oreja en el lomo de su cabra y respiró aliviado. La herida no sangraba y el corazón aún latía –Ella también vivirá.

Mientras aún tenía la cabeza inclinada sobre el animal, se dio cuenta de que Dramir yacía tumbado en la distancia. Al principio no pudo alcanzar a verlo pues la frondosidad de aquellas matas asesinas, camuflaba el cuerpo del hechicero. Ecthelion mostraba un rostro serio y nada esperanzador…y luego pronunció la terrible palabra …entierro… Dramir había caído. Se acercó taciturno hacia la posición del cuerpo y no hizo falta agacharse para darse cuenta de que el alma de aquel muchacho había abandonado su cuerpo –Que Elhonna te acoja en su seno –Asintió ante las palabras del mago –Sí, le daremos un entierro digno, pero primero debemos buscar un lugar seguro, aquí no lo estamos… llevemos los cuerpos a un lugar donde podamos curar a los heridos y donde podamos amortajar al hechicero…quizás las mesas de las bibliotecas nos sirvan para acomodarles y donde Gliadel pueda sanarles con más comodidad…-Entonces Menzo lo vio -¡Maldita sea Gliadel! –Se acercó presuroso donde su amigo -¿Cómo te encuentras? –Menzo miró las heridas del clérigo… por su aspecto, las mismas en cualquier otro hubieran sido mortales…¡Tu dios es grande! –Dijo con alegría en su voz cogiéndole con ambas manos la cara y agitándole la cabeza levemente, pero no sin brío -¡Sí, tu dios es grande y tu fe nos ha salvado!

Recuperando el aliento, el bárbaro se alegró de las noticias del mediano, como este indicaba el pecho de Arianne subía lenta y pausadamente, de manera casi imperceptible, pero con un ritmo constante. Aun quedaba tratar de buscar un lugar donde reponerse y aunque la biblioteca podía ser bueno, estaba lejos y quizás fuera mejor aquella torre que se erigía en medio de los setos de espinas.

Lo duro del combate les había dejado exhaustos y la perdida de Dramir había mermado las busquedas del seguro importante botín que aquellas arpías guardaban, recordó a su amigo caido y no pudo evitar sonreir. - Yo sé cual sería un entierro a su altura, preparemos una gran pira en la que liberemos su espíritu del cuerpo, será acogido en los salones de los dioses como el héroe que fue, como los grandes guerreros caidos en la batalla, no nos apenemos más porqué Dramir ha alcanzado la gloria de los héroes, sus azañas serán cantadas por los bardos.

Rakas se sacudió como bien pudo aquella sensación de pesadumbre con sus propias palabras, mientras con paso decidido blandiendo su guja y fue a revisar aquella torre. - Esa torre está más cerca que la biblioteca y puede ser un lugar mejor para descansar, ahora que nos hemos librado de sus guardianas, el lugar es perfecto para defendernos.- Sería estúpido perder aquella oportunidad de descansar comodamente. - Arza, Ecthelion, terminemos de revisar este lugar. El resto encargaros de Arianne y Gliadel.

Estoy corriendo, o eso intento a pesar de mis pies, que me duelen como si estuvieran atravesados por espinas, y puede que lo esten...  Juraria que no llegue a atravesar esos matorrales homicidas pero ya no recuerdo con claridad todo lo que ha pasado ahi dentro... Es todo tan... confuso.

  Apenas me llega aire a los pulmones a traves de la inflamacion en mi garganta, pero tengo que correr si quiero sobrevivir. La supervivencia, es lo unico que me separa del suelo en estos momentos. Hay que escapar. No hay oportunidad de salir vivos ahi dentro, hay que refugiarse, pensar un plan y sobretodo, curarse y descansar... si no estamos perdidos. 

  Por fin llego a la habitacion de la luz azul, y no se si me alegro por no haber sido afectado por su magia. En ese mundo era ligero,  todo era embaucador y bonito y sobre todo: tenia paz. Aqui solo me espera, dolor, muerte, y mas dolor...pero he de seguir...he de hacerlo por mis amigos, he de hacerlo por Wolfren y Galezas, por mi madre... pero sobretodo: he de hacerlo por Pelor.

  Nuevamente siento que me voy a desmayar, me falta demasiado aire, no. No puedo seguir. Lo siento amigos, esas putas me van a dar caza, no puedo mantener el ritmo. Al menos dare algo de batalla. Intento respirar profundamente aunque me duela como si intentara tragar un sable, aferro mi maza con las ultimas fuerzas que me quedan, me doy la vuelta y... ¡QUE COJONES!

  ¡¿Nadie me esta siguiendo que coño pasa aqui?!... De pronto gritos, lamentos, es horrible... El pulso se me acelera y no tengo aire para mantenerlo.. Se me nubla la vista y cuando recupero la consciencia una sombra se abalanza sobre mi...Estoy acabado...

Pero si es Menzo - ¡MENZO! ¡HUYE MENZO! Huye... espera... ¿Que? ¿Mi dios nos ha salvado? Entonces, ¿ya? ¿estan muertas las arpias? Algo me dice en mis piernas que asi es, porque de pronto ceden a la gravedad y se desploman contra el suelo... No me lo puedo creer... Parece que a esta mazmorra si llegan los rayos del sol despues de todo... Te dije que mi Dios no nos abandonaria, Menzo... Ahora, si eres tan amable, ¿podrias ayudarme a quitarme la flecha del cuello?

  Una vez parada la hemorragia del cuello y recobrado un poco el aire y el espiritu, acompaño a mis hermanos -pues otro nombre para con ellos ya no seria adecuado- en el horror y el rechinar de dientes que prosigue al escenario de de la batalla. Arianne y la señora Restos tienen salvacion pero Dramir…solo lo dire una vez mas: JODIDAS RAMERAS VOLADORAS - Haced caso a Rakas, Dramir descansa ahora en paz con los dioses. Pelor tiene preparado para el un lugar muy especial, pues Dramir lucho por el viejo astro con su vida.

  Ademas, estoy seguro que los dioses veran con buenos ojos el duelo que  hagamos a su cuerpo en estas circunstancias. Cuando salgamos de aquí esparcire sus cenizas por un lugar bonito, que le de mucho el sol.

  Pero ahora toca ponerse a salvo y recuperar fuerzas. Y pensar en nuestra venganza a Thazar Rho. Pues juro que no se saldra con la suya mientras a mi me quede un aliento de vida…

Me acerco a la muchacha, y con grandes dificultades saco la varita de mi cinturón.- A ver que cosas nos cuenta de donde ha estado… -

El clérigo, pese a estar herido pensó antes en la espadachina que en el mismo, mientras el bárbaro, cuidándose de no resultar herido, nuevamente, por las espinas se acercó a la torre para ver si resultaba un buen refugio para descansar.

Al llegar se dio cuenta que la torre no era, exactamente, una torre, sino que solo lo parecía. Solo era un armazón de piedra que, en su interior, tenías escaleras. Algunas que subían, hasta el sitio donde había estado aposentada la arpía, pero sin llevar a ningun sitio en particular, y otras que descendían hacia... algún sitio que no era capaz de ver en la distancia. Un par de vueltas de escalera le indicaban que la profundidad era bastante, y un reflejo azulado, en el fondo, le dió entender que el efecto de las luces azules continuaba en el nivel inferior. Sin embargo, si la idea era buscar un sitio resguardado para que se pudieran recuperar, este no parecía el mejor lugar.

Solo pudo observar un agujero en el centro de las escaleras y nada sobre su cabeza.

No había consciencia, tan sólo una oscuridad egoísta que negaba incluso el yo mismo. No podía sentir ni siquiera dolor, aunque éste había sido lo último que la había invadido, doblegándola y arrastrándola a una caída inesperada imposible de evitar o frenar, carente de vértigo, sin la garra de la precipitación presionando la boca del estómago y sin espacio al que asirse, hacia el fondo de un pozo que parecía dispuesto a engullirla.

Justo entonces la vio, una senda serpenteaba allí al fondo, perdiendo su objetivo más allá del horizonte.

De pronto, la fuerza impresa en el descenso se fue suavizando hasta frenarse por completo, dejando a la muchacha a un buen trecho de alcanzar su destino. Las brumas desdibujaron el contorno de aquel futuro ya aceptado, cortando el vuelo impreso en el acuerdo de aquel final consentido. Ya no podía seguir volando, vagando por aquel nuevo espacio abierto a la inconsciencia.

Sin embargo, sus brazos comenzaron a aletear en el aire, augurando el regreso de una vida que comenzaba a alentarse de nuevo en la sangre de sus venas. Abrió los ojos, observando los rostros de algunos de sus compañeros, que desde su posición, tendida sobre el suelo, se le antojaron pendiendo del techo abovedado y curvilíneo. Exhaló el aire retenido en los pulmones, mientras se incorporaba torpemente, y junto a él, se desprendió del sueño del olvido, que la había acunado en su regazo. Sin duda alguna lo peor de estar a punto de morirse o hacerlo definitivamente, era el desconocimiento del imparable devenir de los acontecimientos. Echó un vistazo a su entorno, el clérigo estaba allí varita en mano, y les musitó: ¿Qué me he perdido?... Una sonrisa, colmada de gratitud, asomó a sus labios. Gracias...

En aquel preciso instante, comprobó lo que se había perdido y aquella sonrisa recién perfilada se heló en los mismos labios que la habían recibido alegremente. Dramir yacía sobre el suelo a escasos pasos de ella, lívido, no hizo falta que nadie le insinuara que su boca ya no volvería a articular palabra, que sus ojos yacerían en un desierto de imágenes a partir de entonces y que su corazón no se agitaría de nuevo. Aquella imagen la arrastró dolorosamente a su pasado, del que regresó el recuerdo de una pérdida reciente. Como movida por un resorte, se alzó del suelo, sintiéndose aún insegura en el interior de su cuerpo, magullado e impreciso. Tenía que acercarse y despedir al viajero, de la forma que le habían enseñado, por mucho que aún le doliera hasta el aliento y por poco espacio que hubieran compartido.

Se agachó a su vera y repitió casi las mismas palabras que escasos meses atrás, tal y como en otras ocasiones lo había presenciado: Con vos os lleváis el camino recorrido… tomó un pequeño puñado de tierra polvorienta de aquel suelo enmarcado por raíces espinosas, el calor de aquellos que os acompañaron… apenas le había dado tiempo a conocerlo, pero sostuvo su mano inerte entre las propias, y un deseo: ¡qué la senda os sea grata y el viaje excelso!… Posó su mano diestra sobre el pecho del hechicero, asintiendo, y después se levantó, apartándose de él, conteniendo en su garganta y en su mente una avalancha de sentimientos que la enviaban inexorablemente a escenas pasadas y la traían de regreso al presente sobre una senda marcada de manera inevitable por el tiempo. Bueno, pues... habrá que recuperarse y regresar, porque a ese Thazar Rho alguien debería enseñarle a respetar al prójimo... añadió por último, levantando la vista del cadáver.