Partida Rol por web

Quizás Menzo tubiera razón, pero sólo quizás, el mago había sido el que le había picado, no yo.

Con un ligero refunfuño Rakas resbuscó en su mochila y sacó una antorcha para encenderla, sería mejor estar preparados y tener todo listo ahora que aun se veía. Con un par de golpes del pedernal prendió la llama. Trató de relajarse y centrarse en el camino y los posibles peligros, pese a todo el ánimo aun seguía encendido y prefirió mantenerse apartado del mago durante la caminata, mientras observaba como el paisaje y el bosque se tornaban más oscuros y cerrados con el ocaso.

El joven sabía que con la caida de la noche los ruidos y sonidos del bosque serían distintos, intentó escuchar y acostumbrar su oido, si había algún cambio importante podría notarlo.

Tras transcurrir un rato y considerando que ya se han alejado bastante de la zona peligrosa, el mediano, ayudado por su antorcha mágica, busca con cuidado en el camino y sus alrededores para ver si hay huellas de lobo y de lo que sea los acompaña.

Pese a mirar con mucho cuidado, no logra distinguir ninguna huella reciente, solo algunos rastros de más de dos o tres días de antiguedad. Al ampliar su búsqueda descubre un pequeño claro que parece cómodo para acampar. Algunos arboles lo separan del camino, pero el mismo está bastante accesible.

En el claro tampoco encuentra huellas, por lo que respira aliviado al avisarle al resto que parece que ha encontrado un lugar "seguro".

Tras "huir" de la zona de los lobos continuo con la cabeza alta por no haber tenido que demostrar que no tenia miedo.
Bueno, este lugar parece bueno para acampar, Arza y yo haremos la primera guardia ¿no Arza?

Arza iba de los últimos en la comitiva, que empezaba a estar cansada. Él mismo necesitaba si no dormir, por lo menos estar sentado un rato.
Sí Dramir, por mi perfecto.
Arza soltó su mochila al lado de un árbol, y empezó a observar la distribución de los árboles; se le había ocurrido que si trepaba a uno que tampoco fuera muy alto, podía intentar ver si venía alguien por el camino.
¿creéis conveniente hacer una fogata?. Con ello llamariamos la atención de los lobos.

Rakas vio como sus compañeros se paraban en el claro, aunque el clérigo en un comienzo pensó que sería un parón para descanasr, la actitud y palabras de Arza y Dramir, lo sacarón de su error, parecía que finalmente dormiría en campo abierto.
Tranquilamente dejó su mochila y armas, salvo el espadón en el suelo y recorrió con la mirada el lugar, estaba algo cansado del viaje, y aquel sitió le pareció bastante bueno para dormir. Liberó al caballo de su carga y lo dejó pastar tranquilo mientras le acariciaba el flanco con fuerza.

- Bueno será mejor coger leña y hacer un fuego, no estará mal tomar algo de comida caliente antes de dormir. Yo haré la segunda guardia, Menzo y Gliriel la siguiente, Gliadel y Ecthelion la última.

Pese a los nervios por la posible aparición de los lobos y posible "jefe", la noche pasó sin inconvenientes. Una guardia sucedió a la otra y finalmente, con la mañana todos estaban listos para partir

Cuando por fin se despertaron, con las luces del día divisaron, a lo lejos la población de Casi-el-Mar. Ya estaban cerca, no más de tres horas caminando y llegarían a la Villa.

Allí era cuestión de decidir que querían hacer. Buscar la "Tienda de cosas raras: El curioso almacen" donde podrían usar la carta del conde para mejorar su equipamiento? Acercarse a alguna taberna para intentar sacudirse el polvo del camino y quizas, obtener algún dato que les procurara un nuevo trabajo?

O simplemente alguna otra cosa?

Habían caminado más o menos una hora desde la cueva de los lobos hasta el lugar de acampada. Al amanecer y aprovechando la luz del día, Menzo hizo unas señales con piedras y en los árboles para señalar la zona; de camino a la aldea también iría dejando alguna que otra señal. Si esos lobos eran peligrosos, bien pudieran haberles puesto precio a su cabeza en "Casi el Mar" y podrían volver para darles caza y cobrar la recompensa. De ahí a la cueva no debería ser difícil volver a encontrarla, pues aún era de día cuando dejaron la cueva atrás.

Arza notaba el estómago vacío y la garganta seca de los días de camino que llevaban. El agua estaba bien, pero un poco de cerveza sentaría mejor.

¿por qué no vamos primero por la taberna? Desayunamos y después podemos ir a la tienda con tranquilidad.

Se le notaba de mejor humor que de costumbre, quizás porque llevaban varios días sin meterse en problemas y la posibilidad de estar un poco en la posada comiendo sin prisas le animaba.

La noche había sido agradable, aunque algo nerviosos por la posible aparición de los lobos, el grupo había descansado y el sueño reparador había mejorado el ánimo.
Tras un viaje tranquilo y corto, el planteamiento de Arza era bueno, aunque más que desayunar sería una buena comida lo que les vendría realmente bien, y más a aquellas horas del día.

-Estoy con Arza, una buena comida nos hará bien, además si queremos enterarnos de algún rumor o trabajo bien pagado es el lugar más idóneo, ya tendremos tiempo tras la comida de ir a por nuestras merecidas monedas.

Como no tenía prisa en que alguno quisiera volver a por los lobos,la idea de la taberna le parecía la mas acertada, además siempre se une un poco mas el grupo alrededor de una cerveza que haciendo guardias en el bosque, esperando un ataque.
- Lo de las cervezas suena bien, y un poco de comida caliente no nos vendrá mal-

Por mi está bien que vayamos a la taberna. Tengo sed, así que será un buen momento para probar esa "cerveza".

Mientras caminaban, recordó su hogar, del cuál nunca había estado tan lejos antes.
Espero que mi madre esté bien...
Quizás fue una mala idea dejarla sola, con los trasgos cerca... No dudo que puede defenderse sola, es del clan Ningel, pero...
De repente recordó la noche en la que los trasgos asesinaron a su padre y a su hermano. Al recordarlo, acarició a Kuznak recordando también como éste lo salvó.
Debo olvidarme. Ella estará bien.

Al ingresar al pueblo vieron que el mismo era tan pequeño como parecía desde lejos. Una plaza central. Un par de calles "mejoradas" y algunas sendas donde se encontraban las casas.

Casi sin pensarlo se acercaron a la plaza central y encontraron la taberna. "El oso dormido" rezaba el cartel bajo la enorme figura que, como mucha imaginación representaba a un oso durmiendo.

La puerta abierta invitaba a entrar y eso hicieron. Tras atar el caballo en el palenque que bordeaba el acceso, entraron y se acomodaron en una mesa al lado de la puerta acompañados de casi todas sus mascotas. El cuervo de Dramir sobre su hombro, la rata de Ecthelion en su bolsillo, el perro de Gliriel a sus pies y la cabra de Menzo, ante la sorpresa de los presentes junto al explorador, obedeciendo la orden de "Quieta" que el mediano le dio al ubicarse en la mesa

La tabernera, asombrada por la obediencia de la cabra estuvo a punto de solicitarle que la retirara, pero finalmente ante un gesto del hombre tras la barra solo atinó a decir - Espero que no haga sus necesidades aquí. Si es así deberán pagar la limpieza -

La no tan joven humana, parecía no destacarse por su buen humor. De hecho su siguientes palabras no fueron demasiado agradables - Buenos dias, supongo que son otros mas que están de paso hacia Narbodel. En fin, uds diran que quieren -

Más allá de la agresiva tabernera, un hombre tras la barra parecía ser el dueño del lugar. Claro que era casi mediodía. Los aldeanos debían estar trabajando, porque no había demasiada gente. La mayoría de las mesas estaban vacías. Solo en dos de las mesas estaban ocupadas, aunque los presentes se quedaron callados ante la presencia del grupo y la espectacular entrada de sus animales.

Un grupo parecían campesinos locales. Sus barbas descuidadas y ropas llenas de remiendos daban cuenta que no pasaban por su mejor momento. El otro grupo era lo opuesto. Sus ropas de viaje, si bien estaban llenas del polvo de los caminos se notaba que eran de calidad y los anillos de sus dedos denotaban que estaban acostumbrados a lo mejor.

Ambos grupos os miraron con curiosidad antes de volver a ocuparse de sus propios asuntos.

-¡Cerveza, CERVEZA BIEN FRÍA Y ESPUMOSA! No se preocupe, si la Sra. Restos le da por cagar yo mismo limpiaré encantado sus cagarrutias...son pelotillas negras secas, nadas difícil de limpiar. ¿Narbodel? ¿Qué lugar es ese? En principio no ibamos allí, queríamos ir a la tienda de cosas raras, tenemos muchiiiiiisimo dinero para gastar...ganado honradamente cobrando las recompensas por dar muerte a un lechuzón... -Habla Menzo sin parar mientras se esfuerza por trepar hasta la silla y colocarse cómodo y con las manos abiertas para recibir esa enorme jarra.

Como siempre Menzo se adelantó a todos con su habitual verborrea, sin embargo en esta ocasión Rakas escuchó algo que no le gustó, la mención al dinero. No conocían aquella población ni a las personas que allí había. Miró los dos grupos y al tabernero con cara de pocos amigos, esperaba que ninguno dira crédito a las palabras del mediano, pues podrían encontrarse problemas. Sentandose al lado del explorador le susurró al oido.

- Será mejor que no menciones nuestras riquezas, aquellos hombres parecen adinerados, pero esos otros no parecen estar muy bollantes, además esto es una taberna, la camarera y el dueño podrían comentar nuestra fortuna a gentes poco deseables que traten de desvalijarnos.

Tras soltar el hombro de su compañero volvió su mirada a la camarera.

-Como a dicho mi compañero cerveza para todos y algo de comer para unos viajeros en busca de fortuna.

SIn miramientos el bárbaro desenfundó su espadón y lo dejo apoyado a su costado cerca de su mano, era mejor dejar claro que sabían defenderse y evitar así problemas.

Tras mirar con desagrado al mediano que habla tan alegremente sobre las heces de su animal la tabernera obvia la pregunta respecto a Narbodel, se dirige a la barra y le sirve siete jarras de cerveza que acerca a la mesa llevandolas con seguridad en una bandeja.

- Aquí tienen - comenta con tan mala actitud como hace un rato - La comida estará en un rato. No hace falta que insistan. Cuando esté, la traeré - acota.

Aparentemente el desliz de Menzo a pasado desapercibido, dado que nadie ha reacciona ante la mención de las montañas de dinero. Sin embargo, la recia actitud del bárbaro si parece haber impresionado de alguna manera a los mercaderes quienes al ver la actitud comienzan a cuchichear entre ellos.