Trato de reunir valor y carraspeo para poder hablar.
Es usted, uno de los profesores?...no es una gran pregunta, pero ahora mismo es lo mas que puedo hacer sin mearme encima.
Miro al señor asustada. Si que se parece a nuestro profesor, pero a la vez es diferente. Como si tuviese una herida de esas que mamá llamaba "cancer" y que no se veían por fuera.
Me levando sin dejar de apuntarlo con la linterna.
-Si nos vas a ayudar, pasa y quédate dentro. Si no, el perro te echará fuera- susurro todo lo amenazadora que puede ser una niña asustada.
Miro a ese hombre, no me gusta, es como un vecino viejo que teniamos y mi mama no queria que lo mirase ni le hablara. Era un señor raro que llebaba caramelos al patio del recreo. Los otros niños decian que no pasaba nada pero a mi me herizaba la piel, igual que ese hombre.
- ¡Quedate fuera o Gol te hara pedazos! ¡Te lo advierto, Gol es un perro-lobo muy muy muy muy fuerte!
Lo siento no me tira la negrita.
—Mis pequeñas, pequeñas víctimas. Vuestro joven corazón todavía tierno y palpitante, vuestra caliente, hirviente sangre. Oh —musita con un toque de placer—, oh, sí. Calmaos, pequeños, porque no tardaré, todo sucederá rápido. Y os prometo que no os dolerá, que nada os dolerá.
El hombre vierte el contenido del saco en la mano que tiene libre y, de pronto, sopla; una especie de polvo o arena o similar empieza a barrer la habitación con una fuerza atroz. Nada parece tener sentido, pero nada parece más real que esto ahora mismo.
Nah, mujer, no te preocupes por eso; el post se entiende perfectamente :)
Recuerdo los ensayos para los incendios. Si me pongo algo delante de la cara, el humo no entra. Esperando que pase lo mismo con los polvos asquerosos esos, me tapo la nariz y la boca con la sábana, me pongo de pié y le alumbro la cara con la linterna para deslumbrarlo.
-Olvídate cosa asquerosa, no nos tocarás un pelo. Espera a que te pille el perro y te ataque. Entre Gol y mi linterna no tienes nada que hacer, tonto- digo completamente segura de que todo saldrá bien.
Antes de que termine su frase ya se que es un malo. Pero un malo de los de verdad, así que arrojo mi zapatilla directamente contra su cara, esperando darle en toda la nariz.
Cuando el polvo se eleva contengo la respiración, antes de cubrirme con la manta hasta la cabeza.
Tengo que tirar?, o no hace falta?.
La zapatilla se estrella contra la cara del hombre y le cae al suelo la bolsita, llenándolo todo de una polvareda tan densa que os impide ver. La necesidad de abandonar la habitación, ahora, es total y absoluta, por el polvo que os empieza a obstaculizar las vías respiratorias. No obstante, el hombre pálido estaba junto a la puerta antes de que las rutilantes partículas hicieran prácticamente inútil el brillo anaranjado de la linterna.
Nah, el hombre no se esperaba nada y no le voy a dar posibilidad de esquiva. Se ha comido un zapatillazo en la cara.
Aun cubierto por la manta como si fuera una especie de fantasma, salto de la cama y embisto hacia donde esta la salida y el malo.
Estar cubierto me da una sensación de seguridad, como su fuera una armadura y no un trozo de tela. Así que acelero y tomo velocidad mientras saco el hombro como si estuviera haciendo una falta al fútbol, buscando de forma inconsciente la altura adecuada para que el impacto en caso de encontrármelo sea en su entrepierna.
Me siento como un fantasma, toda cubierta por la sábana, y me encanta. Prefiero pensar que por una vez, serán los demás los que tengan miedo.
-Ñññññiiiiiaaaaaaaaaaaaa- esgrimo como grito de guerra, anvalentonada con mi linterna y mis ganas de escapar.
Corro hacia la puerta, escuchando el estropicio de Gari.
-Raquel, Gari, vámonos del cuarto- digo para escuchar mi voz y hacer todo más real. No nombre a Marta, porque ya no es ella. Seguro que esa cosas se las apaña solita.
Ambos salís perfectamente de la habitación y, en ese momento, la puerta se cierra. Escucháis como la cerradura da la vuelta, como al cerrarse con llave y dentro se oye un ruido estridente, como una risa enferma. Bajo la puerta se cuela algo de arena, sí, ahora que lo podéis ver con calma es arena. La malévola risa se acerca hacia las camas.
—Solos tú y yo, pequeña Raquel. Solos tú y yo para siempre.
Es lo último que oís. La habitación queda en completo silencio.
Escuchas restallar el cierre de la ventana y ves cómo el enrejado se dobla, ancheando la abertura, como si fuese de plastilina. Una brisa fría se cuela a través de la ventana, llenando la pared de escarcha. Y ahora la luz de la Luna desaparece, como si no existiese, como si no hubiese Luna, como si en vez de bajo el cielo estuvieras en un sótano. En uno muy profundo. No puedes ver nada, ya no hay nada y sólo notas la arena, la estúpida arena que te empieza a picar en el cuerpo, a meterse en tu nariz y tus ojos. Tu pulso se acelera, los ojos te pican, respirar te cuesta cada vez más y sólo escuchas la sibilante respiración de la criatura.
—Solos tú y yo, Raquel, solos para siempre.
La respiración está a tu lado, fría y húmeda. Muerta, artificial. Repugnante. Escuchas el sisear de la arena al salir de la bolsa de tela, al escurrirse entre los dedos finos y huesudos, la sientes caer sobre tus piernas. Y de repente, de la nada, empiezas a oír una agradable musiquilla que te llama al sueño. Te intenta obligar a dormir.
Encerrada en la habitación tienes muy pocas opciones.
Dif. 14 en Mental para resistirte a dormir (tu edad mental más gasto de tabas) y luego aún tendrías que salir de la habitación.
Empiezo a aporrear lo puerta. -Abre, abre la puerta- grito al borde de un ataque de histeria-quiero que la abras ya-
Tengo mucho miedo por Raquel, se que su perro la protege, pero los perros no pueden ponerse sábanas en el hocico para no respirar esa asquerosidad. -Suelta a Raquel. Raquel no respires ese polvo. Tienes que salir de ahí-
Pero algo falla, nos falta algo... falta Marta. Me giro hacia Gari.
-¿Donde está Marta?. Si no está aquí, está con ellos. Si está con ellos y el señor malo no la nombra...-
-No la nombra porque están juntos en esto... es mala. Mala, mala, mala, muyyyy mala-
Tardo un poco en darme cuenta de que Amanda y yo estamos fuera de la habitación y para cuando me giro la puerta se ha cerrado y se escucha la voz de lo que sea que ha entrado dentro diciendo que Raquel esta solo con el.
Creía que vendría con nosotros.
Me uno a Amanda golpeando la puerta para poder entrar y tratando de no tocar la arena que se desliza bajo la puerta. Quien sabe lo que es.
De pronto deja de oírse ruidos dentro y ante la mención de Marta miro a nuestro alrededor sin verla.
No se...se quedaría ahí dentro con ellos...
No.. no quiero dormir, este señor me da miedo...- No estamos solos, Gol esta siempre conmigo.- Susurro intentando que el sueño no me gane mientras trato de salir de la cama.- ¡Vamos Gol, es un señor malo!.- Jaleo a mi perro.
Tirada: 1d20
Motivo: Resistir sueño
Dificultad: 14+
Resultado: 16 (Exito)
Me gasto uno de inocencia permanente como habias dicho para que gol actue. Siento no poder postear mas seguido.
Lo siento no me funciona la negrita.
Gol se lanza contra la figura y se enzarzan en una lucha extraña, la arena empieza a formar una cortina que apenas te permite ver nada. Sólo escuchas los gruñidos de Gol y los quejidos de dolor de la figura que retumban como el motor de un coche en un garaje. Lejos, mitigado por la distancia, escuchas los gritos de Amanda y Gari y entonces, por sorpresa, como aparecida de ninguna parte, sientes una mano sobre las tuyas e incluso a través de la arena ves unos ojos enormes, con la pupila ovalada y reconoces la redonda cara de Marta sonriéndote con dientes afilados. Con dientes de animal.
Al otro lado de la puerta, aunque lo escucháis como mitigado a través de una enorme distancia, escucháis fieros ladridos y quejumbrosas protestas doloridas. Pero nada sucede ni ante vuestros gritos ni ante el ruido del otro lado.
Doy una patada a la puerta, muy enfadada.
-¡Ostia ya!- grito usando el taco más horrible que se me ocurre. Es inutil, yo sola no puedo hacerlo.
-Gari, no podemos hacerlo solos, pero si nos juntamos los dos, seguro que podemos echarla abajo. Podremos entre los dos. Ayúdame, porfi- pido cada vez más nerviosa.
Master, tú dirás que podemos gastar para echar la puerta abajo.
Necesitáis una dificultad 18 de tabas físicas, si no os llegan, podéis cambiar tabas de salud para obtener +3 tabas físicas.
Me gasto todas mis tabas físicas, las seis, para intentan abrir la puerta. Y na de salud para el +3. Eso hace un total de 9. ^^
Uff...si no recuerdo mal yo queme un montón y no creo que me lleguen, verdad master?.