Partida Rol por web

Para empezar la aventura

Te encuentras en el barrio de los jardines, en el cual llevas unas pocas horas durante las cuales has observado a media docena de heridos tirados por la calle, unas siete reyertas y un par de grupos de personas a las que has decido que era más seguro esquivar y continuar por otro camino. Tras observar el panorama reinante en el barrio has decidido coger un palo de billar que has encontrado en un contenedor, con marcas de haber sido usado para golpear algo y unas cuantas manchas rojas distribuidas por un lado.

Durante su paso por el barrio has visto multitud de personas de aspecto andrajoso y malnutridas pero sin parecer demasiado violentas, aunque has podido observar que todas llevan algo para defenderse, desde un trozo de cristal a un bote de spray y un mechero, también has pasado por varios locales desde los que provenian voces y gritos, por un albergue para indigentes y por una planta de reciclaje donde muchos ciudadanos se encuentran vendiendo chatarra y otros objetos.

Además te has percatado que al ser de día hay pocas bandas, salvo los dos grupos que has encontrado y que has esquivado, pero te parece sensato encontrar un sitio para hospedarte antes de que llegue la noche.

Busco una posada en condiciones.
Nan dokoro da i suketsu -piensa- oneechan kontsurerasu ai shiteru.

En la AMG se ha impuesto un idioma global, ten en cuenta que sobrevivió muy poca gente, por lo que necesitaban usar un mismo idioma para poder relacionarse. Ahora si me dices que tu tio piensa letras sin sentido estoy de acuerdo.

Miro con tristeza los pocos fondos que me quedan de la miseria que pude salvar de la masacre.
Me pregunto si será suficiente.
Poco a poco, la opresión en el pecho va cediendo, pero tan lentamente que siento que jamás podré recuperarme.
¿Cómo estará la pequeña Inoue? pienso, mientras me quedo parado mirando estúpidamente un envoltorio de chocolatina que flota en un charco sucio.
Está muerta idiota, contesta otra voz desde el fondo de mi cabeza, muerta como todos los demás. Y tú no pudiste hacer nada para evitarlo, nada salvo huir como un cobarde.
Cada vez estoy más familiarizado con esta voz, pero me resisto a abandonarme. Esta no es mi personalidad, pienso.

Busco un motel de aspecto intermedio, no quiero un palacio que no pueda pagar ni un lugar asequible donde no pueda dormir bien, pienso. Este tipo de pensamientos, cuidadosamente razonados si pertenecen a mi personalidad, como cabría esperarse de un muchacho que ha tenido grandes responsabilidades de pequeño y que nunca ha salido a divertirse.

Después de asegurar alguna habitación y de enterarme de a qué hora cierran el motel, busco un bar, necesito encontrar un lugar con gente suficiente como para pasar desapercibido, pero no con tanta como para que no pueda escuchar las conversaciones de los demás, tampoco quiero meterme en ninguna pelea, aunque no estaría de más sacarme algún dinero...

Entro al bar, pido la bebida fermentada de cereales más barata que tengan y presto atención a todo lo que pueda escuchar que me interese. Me marcho del bar pasada la medianoche, si no ha ocurrido nada reseñable antes.

Durante tu estancia en el bar oyes diferentes conversaciones basadas casi todas ellas en asesinatos u otros actos ilícitos.

Ya he traido la mercancia del barrio de la esperanza -dice un hombre de unos treinta años lleno de tatuajes a sus compañeros y, por su tono de voz, al resto del bar- ¿Sabeis lo que me encontré cuando volvía por el coche?

A la mujer del Pérez, responde uno de sus compañeros, terminando con un- vestida.

No, ya sabes que a esa solo la veo desnuda. Me encontré a un poli mierda de esos, rellenando un papel de esos de poner murtas. ¿Os lo podeis creer? Le hice tragarse el papel, la carpetita donde escribía y el boli.

¿No te lo cargaste? - le pregunta uno de sus compañeros.

No, ahora tengo a una perra en el maletero que me canta mientras conduzco, venid conmigo que os lo presente y que os cante algo.

Oyes otras conversaciones referentes a diversos asesinatos, y prestas especial atención a una mujer que dice que la mujer de su primo se volvió loca y mató a su primo y a tres amigos suyos con un punzón. También escuchas a otra mujer contar la historia de como su hijo recuperó el dinero que le habia robado un matón y que ahora lo llaman el carnicero.

Justo cuando vas a salir se te acerca un tipo y se sienta en tu mesa.

Tengo un trabajico mu simple pa ti y mu bien pagao, seguro que t interesa chavalot, te servirá pa comprar un palo sin usar.

Tengo un trabajico mu simple pa ti y mu bien pagao, seguro que t interesa chavalot, te servirá pa comprar un palo sin usar te dice señalando tu "arma"

Qué tipo tan curioso, me recuerda al viejo Nori... Me encantaría volver a escuchar una de sus historias que acompañaba con la música de su ocarina e iluminado por el resplandor de la hoguera. ¿Qué habrá sido de la flauta de caña que me fabricó?  Me quedo un instante añorando el aroma del pescado asado, la humedad de la noche en la playa, el viento agitando las hojas de las palmeras y el ruido de los botes anclados en el muelle chocando entre sí...

Oh! disculpe, le escucho. Le invitaría a tomar algo pero como puede observar, no nado en la abundancia.

Harold lleva una una camisa de tirantes blanca y unos vaqueros debajo de su gabardina, que tiene un gran número de bolsillos, la mayoría ocupados. También tiene unas botas negras, desgastadas por la punta y con la suela cubierta por una placa de metal. Lo que más te llama la atención de Harold es su peculiar sombrero negro.

Respecto a las armas, te das cuenta de que Harold tiene una gran variedad distribuidas por varios de los bolsillos de la gabardina y otros muchos debajo de esta, colocadas en un cinturón. Haciendo una enumeración rápida observas que tiene unas 5 pistolas, 2 escopetas, un subfusil, 6 cuchillos, una porra y otros aparatos cuyo funcionamiento desconoces pero que esperas no probarlos nunca en tus propias carnes.

No te preocupes zavalote, yo no tomo na d ezte antro -te dice mientras saca de unos de sus bolsillos su propia petaca - te ofrecería zavalot peo es una mezcla mu fuet de piz d gato, lubricante, lezia y batio de fresa.

Observas como da un trago a su petaca y en su boca entra un líquido de dudosa calidad y que evidentemente debe causar daño a varios de los órganos del ser humano.

¡Gruuuarr! -te suelta Harold en la cara en forma de eructo -verdadera bebida de maxos. Algún día la comercializaré, metiendola en un bote con una foto de mi jeta.

Bueno a lo que vamos, man mandao un trabajico con varias tareas pero algunas son demasiado sencillas para alguien que bebe "er fuego de Harold", azi que eztoy dizpuesto a pagarte a ti por hacerlas. - te explica Harold -ze nota que no eres de aqui tio, pareces de alguno de ezos pueblo retrazaos e incivilizaos.

Bienvenido a la civilización - te dice Harold mientras que con un amplio gesto te señala al local y a todos sus parroquianos bebiendo y hablando de temas ilícitos- ezpero que te adaptes al progrezo rápidamente.

Güeno, ¿zabes lo que ez esto? -te dice sacando un sobre de uno de sus numerosos bolsillos y dejandolo en tu mesa -tranquilo, no ataca.

Mientras Harold habla, permanezco inclinado hacia él, con los codos apoyados sobre la mesa y las manos entrelazadas. Mi expresión deja entrever lo desconcertado que estoy y lo estúpido que me parece Harold.
Esta es la civilización? Son peores que animales... Retrasado yo? Al menos no consumo una bebida que probablemente vaya a ser la causa de mi muerte. Creo que ya entiendo como funciona esto, el que tiene armas de fuego sobrevive, no importa lo inepto que sea...

Sé perfectamente lo que es, digo mientras recojo el sobre y me lo quedo, alguna instrucción más?

Harold ve como cojes el sobre para guardarlo en tu bolsillo y te aplasta la mano con su petaca en un rápido movimiento.

Chaval, no tengas tanta prisa - te dice mirándote a los ojos fijamente, con un tono más serio y un lenguaje menos campechano -tu misión es robarle todas las cartas que puedas a los agentes de correos del barrio de la esperanza.

¿Lo entiendes o me tengo que buscar a otro joven que no tenga tanta prisa? te pregunta con sarcasmo- quiero que entregues todas las cartas que has conseguido a las 3 en punto a Bob el jiñe oro, en la plaza del rubí.

Te pago ahora una tercera parte- te comenta entregándote una bolsita con monedas - Bob jiñe oro te dará el resto.

Y procura no ir de sobrado chaval, la gente en esta ciudad no es muy tolerante -te aconseja poniendote la mano en el hombro.

Si quieres preguntarme algo o necesitas cualquier cosa dimelo antes de que me vaya -te sugiere levantándose de la mesa y recogiendo su petaca.

Le miro con los ojos entrecerrados, con mirada acusadora y la cabeza ligeramente ladeada. Intentando ocultar mi desprecio espero a que acabe de hablar.
Vaya, no es tan bobalicón como parecía al principio, tendré que ser precavido con esta gente.
Si no le importa, sí que tengo varias preguntas, contesto mientras retiro la mano de la mesa y la acaricio con la otra para aliviar el dolor.

Con este dinero puedo conseguir algún arma? ¿Y si es así, podría usted aconsejarme a alguien de quien obtenerla?

Y otra pregunta, ¿Hay más gente robando las cartas de esos funcionarios?

Ese dinero puede servirte para comprar un arma, pero la mayoría de la gente que las vende no son de fiar- te dice mientras rebusca en los bolsillos de su gabardina y saca una pistola -toma, una de mis Springfield. Con la bolsa que te he dado tendré suficiente.

Se queda con una mano abierta esperando que le des el dinero y con la otra sostiene la pistola pegada a la mesa -por cierto, no tengo ni idea de si alguien más está trabajando en ello, a mi me han mandado varios posibles trabajo y he decidido que tu podrías hacer este por mi.

Le devuelvo la bolsa con el dinero y examino el arma, espero que esté cargada!

Por supuesto que está cargada hombre -te dice Harold riendo -anda toma un par de cargadores más por si te da por disparar a lo loco.

Güeno zico, er mendas se va -se despide Harold volviendo a su lenguaje vulgar -vete a dormir poz que mañana tenes trabajo que hacer.

Me marcho a dormir a mi motel, intentando descansar bien y al dia siguiente salgo y busco a esos carteros.

Cruzando el barrio de la esperanza ves a lo lejos una figura con la indumentaria propia de los carteros que se mete en un edificio de viviendas. La calle se encuentra casi vacia, debido a que es la hora de trabajar y la mayoría de los vecinos se encontraran en la zona de las tiendas o en la de la industria, salvo por un par de jóvenes que pasean con aire distraido.

Esto parece demasiado fácil... No me fio ni un pelo.
Aprieto la pistola bajo la camiseta contra el abdomen y sigo al cartero hasta el edificio, con aire nervioso y alerta a todo lo que ocurre a mi alrededor.
Si veo al cartero al llegar al edificio saco la pistola y lo encañono, si no, intento seguirle sigilosamente.