Partida Rol por web

Le tiembla todo. Entre la luz rojiza, la neblina y que todos están diciendo que no tienen que tener miedo porque eso alimenta a ese ser malvado... casi que están consiguiendo lo contrario en Kate. Pero ella ya es una niña mayor y tiene que intentar hacer lo que dice Zaina. El problema es que parece que esa neblina sea mala y si les toca, estarán acabados. ¡No podrán salvar al niño!

Y si no salvan al niño... ¡No podrán volver a ver a sus padres ni a todos los demás! No. Eso no puede ser. Tienen que evitar que esa neblina les toque y tienen que salir de ahí. Traga con dificultad, haciendo de tripas corazón. Tienen que ser valientes. Mira a la puerta que tienen en frente con las letras de Mant. General y recuerda que el conserje del colegio suele ir a un cuarto un nombre parecido. Ahí tienen muchas cosas que sirven para limpiar. Quizá... ¡tengan una aspiradora! Con una aspiradora podrán atrapar la neblina. ¡Seguro!

Coge aire repetidas veces y echa a correr hacia la puerta de enfrente, deseando que esté abierta para poder mirar muy rápido.

Se me heló la sangre al escuchar la voz tan tenebrosa. Daba miedo, sí.. Muchísimo. Pero no podíamos mostrarlo. Eso es lo que LA COSA quiere, que seamos débiles.

Me sentí muy orgullosa de mis amigos, ninguno demostró su malestar, y reaccionaron superbien ante la amenaza.

Zaina incluso contó un chiste. Buena idea, seguro que las risas y el desprecio le harán más daño que cualquier arma.

-Zai, pues yo me sé otro*: Van unos piratas navegando y se encuentran a otro barco. Grita el capitán a su tripulación "ABORDAR EL BARCOOOOOO"... y el barco quedó precioso.

Mientras Zaina y Jess trataban de que el miedo no dominara al grupo para hacer más fuertes a sus enemigos, Kate corría a la puerta marcada con el cartel de "Mant. General". Sus compañeros no podían despegar la vista de la luz rojiza y la neblina que poco a poco iba inundando el suelo del sótano. El vaho de su respiración se hizo más visible, y los dientes empezaron a castañetearles. Kate asió la manija de la puerta y la giró con fuerza, pero no consiguió nada. Aquella puerta también estaba cerrada...

Mientras tanto, dos luces blancas entraron volando a toda velocidad en el pasillo desde la puerta iluminada, y se quedaron allí flotando, con ese sonido zumbante que tanto recordaba a un moscardón enorme. Eran dos Hadas, que les miraron con sus ojos rojizos y dementes, riendo como hienas.

Pero aquello no fue todo, porque se oyó un ruido más al otro lado de la puerta. Jess, Siobhan y Zaina tragaron saliva, esperando que en cualquier momento el olor fétido, las garras y los harapos del Espectro aparecieran en el umbral. Sin embargo, lo que llegó fue algo completamente diferente.

Era otra Hada, pequeña y liviana como las que ya conocían... pero su aspecto era terrible. En lugar de ser blanca, tenía un color rojo como la sangre. Sus colmillos eran larguísimos, como cuchillos listos para desgarrarles la carne. En la frente tenía cinco cuernos que asemejaban una corona. Y sus ojos emitían una luz malévola, como si estuvieran hechos de alguna especie de fuego infernal. Al verla, los chicos no tuvieron ninguna duda de que estaban ante la más importante y terrible de todas las Hadas malignas. Y causaba escalofríos sólo contemplarla...

El Hada de color rojo como la sangre paseó su vista por todos y cada uno de los niños del grupo, mientras las otras dos Hadas la flanqueaban y se reían descontroladamente. Ella no se rió, pero había una sonrisa maliciosa y cruel en su rostro, que dejaba ver sus larguísimos colmillos.

- Vaya, vaya -canturreó-. ¿Buscábais algo por aquí, pequeñines?

Y entonces sí rió, con aquella carcajada penetrante que habían escuchado antes. Era una risa que les taladraba la mente y les hacía temblar de pies a cabeza. Ni siquiera Jess, Siobhan y Zaina habían imaginado nunca algo tan terrible como aquellos ojos y aquella risa. Eran mucho, mucho peores que el dolor y el miedo que les había inspirado el Espectro un año atrás.

Me saco la gorra, desafiante, invocando mentalmente a todos los remolinos de viento que fuera capaz de convocar, y me planto sin miedo ante ese bicho.

Era increíble el asco que les tenía ya, no me causaban ni pena. Sólo me enfadaban. Cada vez que veíamos a un bicho de los malos acabábamos con problemas.. ¡y ellas tenían a mis abuelos!

-¡Sí! -dije firmemente-. Y no os tenemos miedo. Puede que seas más fea aún que las otras.. ¡Pero acabarás igual de mal que ellas!

Me dirigí a mis amigos:

-No le tengáis miedo.. Sólo es un BI-CHO -la última palabra la dije con desprecio, muy lentamente, sin dejar de mirar al hada mala. Quería provocarla, y que no hiciese daño a los demás.

Siobhan, envalentonada por la reacción de Jess, se puso justo al lado de su amiga, alumbrando a las hadas con la linterna y toda la intención de que la luz les molestara lo suficiente como para que dejaran de bloquearles el paso.

─Sí, bichos, y los bichos mueren aplastados... Ven hadita, ven para que te tome con mis manos y te rompa el pescuezo igual como mi bueli se lo rompe a las gallinas.

La niña no se movió ante la aparición de aquella nueva hada. Raro en ella, Zaina no mostraba la misma confianza que sus amigas, pues había algo especial en aquella hada. Algo que le hacía temer que no era como el resto... Pero por mucho que no fuese como el resto, seguía habiendo cosas claras. La primera de ellas era que el fuego todo lo quema. La segunda, el pensamiento que había tenido antes sobre las hadas chupasangre. Volaban, se alimentaban de sangre eran zumbonas y molestas. ¡Si aquellos bichos no estaban emparentados con los mosquitos su abuela no era bruja!

La niña no pudo evitar esbozar una sonrisilla sádica mientras sacaba un mechero y un insecticida. Aquello le vendría muy bien para comprobar si la trampa para hadas que se le había ocurrido podía funcionar. Primero las envenenaría. Luego, si sobrevivían y aún parecían fuertes, con otro chorro de spray encendería el mechero y... ¡Adios haditas!¡Adios!

FSHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

Si Ander tenía razón, y si la tele lo había dicho probablemente la tuviese, era muy posible que saliesen sin más que un susto y algo de miedo en el cuerpo.

¡Kate! prueba las demás puertas

Ander agarró su pistola laser con una mano... temblaba demasiado, usó las dos. Al menos conseguia fijar un poco aquella mariposa con dientes largos. Era la reina, la reina "borges". Trataria de encandilarles con sus mentiras y sus engaños, igual que habia hecho con el bueno de Data en la pelicula. No debian dejarse engañar, ni asustar. Pero... a pesar de sus pensamientos Ander notaba como las rodillas castañeaban una contra la otra.

- ¡No te acerques! - ordenó. Las mira de la pistola entre sus ojos y los de ella.

*GLUPS*

Eso fue el sonido de mi garganta tragando saliva a duras penas. ¿De verdad? No sólo bastaban con las hadas normales, sino que además había una que inspiraba mayor miedo... Sí, ella era obviamente el hada roja de los colmillos.

De todas formas, este momento tenía que llegar y lo sabía por mucho que no hubiera querido pensar antes en ello. En algún momento nos tendríamos que enfrentar a nuestros miedos... Además, ya me había enfrentado a dos hadas yo sólo en casa y les había dado una tunda buena con mi espada. Ahora, acompañado de mis amigos... la cosa sería pan comido... ehm... ¿verdad?

─E-eso es ─ dije desenvainando mi espada de juguete ─. No os acerquéis si no queréis que os demos una buena...

Tratando de dominar el miedo, Jess, Siobhan y Zaina se encararon con las Hadas. Zaina incluso sacó su "arma secreta" para adelantarse a ellas, y las roció con el líquido venenoso. A las Hadas desde luego aquello no les gustó nada, porque se pusieron a chillar con aquella voz estridente que tenían. Se taparon la cara con sus pequeños bracitos, y tosieron con fuerza. La Reina Hada fue la única que pareció más resistente a aquél ataque de la gitanilla.

Cuando el chorro de insecticida se evaporó, las Hadas miraron furiosas a los chiquillos. La Reina Hada chilló con una voz estridente que les desgarró los tímpanos a todos, e hizo que se tambaleasen. Mientras, las otras dos Hadas se lanzaron como una exhalación sobre ellos. Una atacó directamente a Siobhan, que era la que estaba más cerca, mientras que la otra les sobrevoló a toda velocidad y se abalanzó sobre Kate, para evitar que pudiese hacer caso a Zaina y probar las demás puertas.

La cosa se pone fea. La puerta está cerrada, las hadas se enfadan y dos de ellas atacan. Sí, con tan mala suerte que ella es una de los objetivos de esos pequeños seres repulsivos. Pero si la ataca a ella es porque tiene algo que ver con las puertas. Quizá alguna de ellas no esté cerrada y puedan entrar. 

A pesar del dolor de cabeza, intenta defenderse del hada. No tiene nada a mano, así que lo que hace es despenderse de la chaqueta. Está dispuesta a hacer puré de hada mala. Si consigue atraparla con la chaqueta, quizá pueda golpearla así contra las paredes o el suelo.

Como niña buena que es, sabe que no debe hacer daño a los demás, pero es que esos bichos con alas intentan matarlos.

Zaina se tapó los oídos acuclillada en el suelo. Aquel sonido era completamente inaguantable y le hacía tanto daño que lágrimas de dolor comenzaron a correr por sus oscuras mejillas. El pelo le cubría la cara tapando los ojos enrojecidos por el cansancio y haberlos apretado con fuerza durante los primeros segundos del desgarrador grito. Solo quería estar en su caravana, bajo las mantas escuchando los cuentos de la yaya. O jugar con Jess y Siobhan sin preocupaciones.

Entre la maraña oscura de su cabello alcanzó ver como las hadas se lanzaban contra sus amigas. Aun temblando por la conmoción y con la cabeza dando vueltas como cuando se subía demasiadas veces a una atracción, Zaina se levantó. ¡No podía ignorar aquello! ¡Eran sus amigas! La niña miró con furia y miedo al hada reina. Seguía chillando... Ya la callaría. Agarrando con fuerza el insecticida lo alzó de nuevo. Pero esta vez no se conformaría con envenenar a aquell asquerosa hada. La abrasaría. La niña miró con los ojos enrojecidos a la Reina Hada para asegurarse de que ninguno de sus amigos se ponía en medio y volvió a presionar el botón apuntando en su dirección.

Pero esta vez, con el mechero encendido a un par de centimetros de la boquilla...

El grito era ensordecedor... e incluso por algunos momentos sentí unas nauseas terribles. Casi instintivamente me llevé mis manos directas a tapar mis oídos y así tratar de mitigar el dolor de cabeza y de tímpanos que me estaba empezando a entrar. Todo en vano, por supuesto...

─¡CALLA! ─ grité ─. ¡CALLA! ¡CALLA!

Cuando volví a entrar en razón, me estaba abalanzando a por el hada que perseguía a Kate. No sé cómo, pero mis piernas parecían haber reaccionado por cuenta propia... y, bueno, ésa no era el hada que gritaba, pero menos mal que no fui a por ella... porque con el rabillo del ojo ya estaba viendo las intenciones algo, ehm... pirómanas de Zaina.

De un momento a otro se va a caldear el ambiente; sí, sí, juju.

Se llevó las manos a la cabeza, tapándose los oídos. Gritó de dolor y ese dolor se habría transformado en desesperación de no ser porque vio al hada que se le abalanzaba. El instinto la hizo intentar protegerse el rostro pero el ataque del hada, pero pese a su corta edad, sabía que también tenía que defenderse y eso hizo.

Intentó asestarle un golpe al hada. Sabía que si conseguía pegarle con el antebrazo lo suficientemente fuerte para que fuera a dar contra la pared. Con suerte la fuerza del golpe la aturdiría y Siobhan iba a estar lista para arrojarse sobre ella y arrancarle las alas. Sin alas perdería la mayor de sus ventajas y ganarle sería cosa fácil... o eso pensaba.

Todo ocurrió muy deprisa. Mientras las Hadas volaban hacia Siobhan y Kate, la niña pelirroja se protegió como pudo del ataque del ser maligno cubriéndose con la chaqueta que había llevado toda la noche. Los colmillos del Hada se le clavaron en el brazo, y entonces se dio cuenta de que aquello era terriblemente real. El dolor y el miedo le recorrieron el cuerpo, pero logró dominarse y envolver como pudo al Hada con la chaqueta como si fuera una red para atraparla. El Hada se debatió para escapar, mientras seguía mordiéndola, pero entonces Robert llegó en su ayuda. Sin pensárselo dos veces golpeó el bulto con todas sus fuerzas, pensando sólo en hacer todo el daño posible a aquél ser repugnante. Entre Kate y él sacudieron la chaqueta con el Hada dentro, tan fuerte como pudieron... hasta que notaron que dejaba de moverse.

Siobhan, por su parte, trató de cubrirse del mordisco con un brazo y de golpear al Hada al mismo tiempo. Lo logró... pero la herida que le causó el ser volador fue profunda y dolorosa, manchando su ropa de sangre color rojo brillante. El Hada se estrelló contra la pared y cayó al suelo como una mosca gigante... pero tras un instante de aturdimiento remontó el vuelo una vez más y volvió a exhibir sus colmillos. Voló una vez más hacia Siobhan... pero en el último momento la esquivó y se lanzó a por Jess, que se había quedado paralizada ante la confusión.

Zaina no había dudado un momento y se había enfrentado a la más peligrosa de las Hadas. Al fin y al cabo, tenía aquél plan... que esperaba que funcionase. Y de algún modo lo hizo, porque el chorro de insecticida se inflamó en cuanto tocó la llama del mechero y una llamarada fulgurante envolvió a la Reina Hada. Su grito desgarrador de mentes se esfumó, y dio paso a un chillido de dolor y frustración, mientras las llamas se arremolinaban e iluminaban todo el sótano. La gitanilla se sonrió con satisfacción, pues parecía que el plan le había salido bien... pero también era consciente de que no quedaba demasiado insecticida en la lata.

Los demás actuaron deprisa, y mi concentración intentando crear una gran corriente de viento que las aniquile a todas me hizo no reaccionar.. ¡Pero ahora el bicho que quedaba venía a por mí!

Inclino mi visera como si fuese a saludarla, esperando que el viento pueda acabar lo que el manotazo de Siobhan no terminó: aplastarla contra la pared.

-¡Mordiste a Sio, asquerosa! -eso no se lo iba a perdonar.

─Kate, no... no se mueve...

No sabría decir si estaba orgulloso de mí mismo o tremendamente aterrado por haber matado a un ser vivo. Era la primera vez que sentía cómo algo que hasta entonces se movía y luchaba por vivir, detenía todo movimiento quedando totalmente inerte. Había matado por primera vez... y las náuseas volvieron a aparecer con más fuerzas que antes...

Me llevé la mano a la boca, tratando de contener las arcadas...

Era ella o éramos nosotros...

Trataba de convencerme de ello, pero eso no me hacía sentir mejor. En cualquier caso, no había tiempo que perder... todavía estábamos en peligro...

─Vamos, Kate ─ dije recomponiéndome y aferrando con fuerza mi espada ─. Abre las otras puertas, yo te protegeré si ocurre algo...

-¡Auu! - grita cuando el hada clava sus colmillos en el brazo.

Los ojos se le humedecen y está a punto de llorar. Le duele mucho y no sabe si va a morir*... pero ella es una niña grande y en su chaqueta tiene a un hada que quiere hacerles daño. Sorbe para dentro y comienza a sacudir la chaqueta, con los ojos cerrador. Bobby se une a ella y entre los dos consiguen que aquella cosa alada ya no se mueva. Mejor no pensar en lo que le ha pasado... no. Tiene que buscar otra cosa en la que centrarse... ¡Las puertas! Las hadas no querían que las abriese.

-¡Las puertas! ¡Sí!

Se dirige a la siguiente.

Dio un grito nada más sentir el mordisco en el brazo y en un acto reflejo empuñó la mano tratando de evitar que el dolor le entumeciera el brazo. Vio cómo la sangre le teñía la manga, pero eso no la detuvo. Siobhan no temía a la sangre y se había hecho muchas heridas, la mayoría en las rodillas, y nunca eso la había detenido. Movió el brazo, lo podía mover bien y aunque salía sangre era bastante poca. Nada comparado a la vez que se cayó de la carreta de bueyes y la horca le atravesó el brazo derecho*.

Perdió valiosos segundos tratando de que el dolor no la invalidara, por eso cuando quiso arremeter contra el hada, se dio cuenta de que era tarde y que ésta había emprendido otra vez el vuelo. Creyó que iba a volver a atacarla y se preparó para pelear con ella otra vez, grande fue su sorpresa al ver que la esquivaba y se lanzaba en picada contra Jess.

─¡DÉJALA! ─gritó con todas sus fuerzas, a esas alturas su miedo se había transformado en rabia, y corrió intentando atraparla.

La linterna seguía en su mano y deseó, deseó con todas sus fuerzas que su luz le hiciera daño a las hadas malvadas, que abrasara sus alas y les quemara la piel. Quería deshacerse de ellas para siempre.

Ander vió como las cosas ocurrían a su alrededor. ¡Tengo que hacer algo! pensó. Y entonces, armado con el valor de Flash Gordon, agarró con fuerza su pistola laser que, de pronto, empezó a calentarse en su mano. Numerosos botoncitos y lucecitas comenzaron a brillar y a chisporrotear. Ander frunció el ceño un segundo, sorprendido, para después sonreir maliciosamente.

Empuñó el arma con las dos manos y.... ¡ZUMBA!

Un rayo laser salió disparado hacia la Reina Hada, y fue aumentando a medida que el pequeño presionaba con fuerza el gatillo. De pronto el oscuro pasillo quedó iluminado por los rojos y anaranjados colores del haz de luz que atravesaban con rapidez  la sala, impactando a su enemigo.

Ander esperaba con todas sus fuerzas que fuera suficiente para acabar con ella.