Partida Rol por web

Kate se cayó de culo aterrorizada. Aquello no podía ser cierto, si había tantas... estarían por todo el pueblo. Se le habían olvidado los insectos que no existían y la oscuridad de la noche. Solo recordaba la cruel sonrisa del hada que había visto aquella tarde y las cosas que había dicho. Sabía que no la creerían pero no podía hacer otra cosa. Salio corriendo por el pasillo hacia el cuarto de sus padres, lo mas rápido que pudo mientras su corazón latía desbocado.

Kate corrió a buscar refugio en la habitación de sus padres, a punto de romper en lágrimas. A cada paso parecía que huía del enjambre de insectos que la había perseguido en sueños. Llegó, jadeante y asustada, a la habitación donde sus padres dormían. Pero al entrar, sintió una oleada de pánico y se le cayó el alma a los pies.

Allí no había nadie. La habitación estaba apagada y vacía, la cama hecha. ¿Quizá aún no se habían acostado? Pero no era posible, era muy tarde...

Kate percibió que sobre la cama perfectamente hecha de sus padres caía una luz blanquecina, como la de la luna. Pero no era la luna, si no la luz que emitían las Hadas fuera de la casa. Incluso le llegaba el eco de una canción, triste y melancólica, una canción que le ponía la carne de gallina. Una canción como la de las historias que contaban aquellas tres niñas, cuando habían relatado lo que les había ocurrido el año anterior en el bosque.

Según ellas, las Hadas cantaban cuando estaban a punto de matar.

Kate dió un grito llamando a su madre y se quedó en silencio. Pero allí no había nadie. ¿Donde estaban? No podían haber salido de casa. ¿Y si los habían cogido las hadas? De pronto se sintió muy sola y no pudo evitar llorar, pero rápidamente se secó las lagrimas con la manga de su pijama. Tenía que hacer algo, no podía quedarse allí o las hadas la encontrarían pero tampoco podía salir de casa. Se le ocurrió una idea, su madre tenía apuntados los teléfonos de las madres de sus vecinos y quizás podría llamar a otra casa y pedirles que vinieran a buscarla. Solo tenía que llegar hasta la cocina donde estaba la libreta y el teléfono y llamar. Miró el largo pasillo y le recorrió un escalofrío.

La cocina jamás le había parecido tan lejana a Kate, pero no había otro remedio. No podía salir sola con todas esas Hadas fuera...

Echó a andar tragándose el miedo, y finalmente llegó a la cocina. También estaba vacía y a oscuras, aunque los ojos de la niña ya se habían acostumbrado a la escasa luz y ya podía ver mejor. Por la ventana entraba la luz que emitían las Hadas, pero como no paraban de moverse, el rectángulo que se proyectaba en el suelo de baldosas también se movía. Era inquietante...

Kate encontró la libreta. Allí estaban apuntados todos los números de los amigos y vecinos, y también los de los bomberos, la policía y las pizzerías de Noxville.

Kate agarró la libreta. Había logrado bajar las escaleras y llegar hasta la cocina. Ahora solo tenía que llamar por teléfono. El primero en quien pensó fue en Ander, vivía a solo dos casas de distancia de la suya y sus padres podrían venir a recogerla aunque por otro lado estaba preocupada del pequeño.

Marco los números lentamente y esperó a que alguien contestara al otro lado...

Tras marcar el número de la casa de Ander y Theresa, Kate se puso el auricular en la oreja y esperó...

Tuuut... tuuut... tuuut...

Los tonos indicaban que la llamada se estaba realizando, y al menos el teléfono funcionaba bien. Habría sido terrible que además de sola, estuviera incomunicada. Ahora sólo faltaba que alguien cogiera la llamada en casa de Ander.

Kate empezó a morderse las uñas mientras esperaba a que contestaran. Miraba a su alrededor observando las sombras que se movían en la noche. Espero a que contestaran pero cada vez estaba mas nerviosa, si todas esas luces eran hadas y eran todas malas les harían mucho daño. Quizás habían ido a por las chicas que pelearon con ellas el año anterior pero, ¿que querían? Kate no dejaba de mirar hacia todos los lados mientras esperaba que la madre de Ander contestara al teléfono.

Kate estaba pensando en las Hadas cuando al otro lado del teléfono sonó una voz que casi la sobresaltó.

- ¿Diga...?

Era una voz infantil y que sin duda, sonaba terriblemente asustada. A la niña pelirroja no le cabía ninguna duda. Por extraño que fuera, era Ander quien había contestado al teléfono. ¿O quizá no era tan extraño, teniendo en cuenta las circunstancias...?

-¿Ander? ¿Eres tu?-preguntó la niña asustada- Ander-dijo reaccionando esta vez- ¿y tus padres? ¿Estas bien?- le preguntó la niña a la que casi se le saltan las lágrimas de nuevo y no sabía si de miedo o de alegría. Al menos había contactado con alguien y estaba bien.

La voz de Ander al otro lado de la línea telefónica sonaba apresurada e intranquila. El niño debía estar pasándolo realmente mal...

- ¡Hola! -le oyó decir Kate- ¡Hola!... ¿Kate?

Hubo una leve pausa, como si Ander se hubiera quedado un momento pensando algo, o sin saber qué decir. Luego la niña volvió a oírle.

- ¿Kate, eres tu? Mis papás no están. Mi mamá no estaba en la cama y Theresa... ha desaparecido. Estoy solo, Kate. Tengo miedo y oigo risas. ¿Qué está pasando Kate? ¿Hay una fiesta de mayores? Tieme que ser muy buena, porque mi mamá no me suele dejar solo nunca, aunque esté dormido. ¿Qué hago Kate? No me cuelgues, tengo miedo...

Y tras aquella perorata, Ander permaneció en silencio, esperando una respuesta.

Kate sintió un acceso de pánico pero trato de tranquilizarse. ¿Como podía ser que estuvieran solos? ¿Y los mayores? Pero tenía que ayudar a Ander el era pequeño y no podía dejarlo solo.

-A-Ander, tranquilo. Somos vecinos ¿recuerdas?-le dijo para tranquilizarle aunque en realidad trataba de tranquilizarse a si misma- Estamos muy cerca, voy...-lo pensó unos segundos y sin darle importancia siguió hablando- voy a ir a por ti, ¿vale? Me voy a poner la chaqueta y voy a tu casa. Pero no abras a nadie que no sea yo-le dijo pero para nada estaba segura de aquel plan y tenía miedo de salir a la calle con todas esas hadas a su alrededor.

Mientras Kate trataba de tranquilizar a Ander a través del teléfono, pudo oír que la voz del niño sonaba aún más suplicante.

- Kate... -decía-. Hay alguien en la casa, Kate. Me llama. Creo que es el alien. ¿Qué puedo hacer Kate?

Aquello no sonaba nada, pero que nada bien...

Kate tuvo un escalofrío y miró de nuevo a la oscuridad que la rodeaba como si ella también estuviese acompañada por un alien al que no veía.

-Ander no le hagas caso, no le escuches-dijo con la voz aguda por el miedo- Voy...voy a ir ya a por ti, quiero que vayas a la puerta de la casa y me esperes allí cuando llame. Tu...tu sabrás cuando soy yo-dijo la niña preocupada por el pequeño. 

No hubo respuesta a lo último que Kate dijo. Simplemente, se oyó cómo al otro lado de la línea el teléfono se cortaba y el tono de fin de llamada fue lo único que pudo oír la niña pelirroja.

Tut... tut... tut...

No sabía si Ander había escuchado lo que le había dicho pero tendría que hacer algo. Miró una vez más por la ventana he intentó pensar en las hadas de los cuentos, en Campanilla, que ayudaba a los Niños Perdidos o a las hadas madrinas de Cenicienta. La casa de Ander-pensó- solo está a un par de casas de aquí. Dijo mientras se dirigía a la entrada para coger su chaqueta y un paraguas para evitar la lluvia.

Kate se apresuró para salir lo antes posible, y en menos que cantaba un gallo había cogido una chaqueta y un paraguas para evitar mojarse. Llegó a la puerta del recibidor y la abrió, sin olvidarse de coger las llaves. Nunca había necesitado hacerlo... pero de pronto estaba sola y sería mejor que no olvidase ningún detalle. Lo último que le convenía era quedarse atrapada fuera con todas esas Hadas...

Al abrir la puerta de la calle, casi se quedó sin respiración de la sorpresa. ¡Fuera hacía un frío terrible! Kate podía ver el vaho de su propia respiración, como si estuvieran en pleno invierno. Las gotas de lluvia eran como pinchacitos helados en la piel, casi más frías que el granizo. ¿Cómo era posible que hiciese tantísimo frío en verano?

A lo lejos vislumbró la casa de Ander y se dirigió a ella a todo correr. Cuando llegó a la puerta, sin perder tiempo, se aupó y tocó el timbre con fuerza.

Unos segundos más tarde, Kate oyó unos pasos apresurados, y al otro lado de la puerta la voz de Ander.

- ¿Kate? ¿Eres tú?

Ander-dijo Kate en un susurro debajo de su paraguas- soy yo, corre abre-le dijo apresurandole. No quería pasar ni un minuto más bajo esa gélida lluvia. Aunque si allí dentro había un Alien... ¿Y si era el alien el que hablaba con voz de niño? Recordó el cuento de las cabritas y se echó a temblar- _{corre ander...}-dijo en un susurro apenas audible.