Partida Rol por web

Perdone señorita pero ¿podria decirnos en que piso vive M. Rosu?, hemos venido desde lejos a verle pero no tenemos mas que el numero y la calle- la digo intentando darle a mi voz un cariz tranquilizador y intentando mostrar hacia ella el lado menos deformado de mi rostro.

-¿Cómo? - pregunta la chica - ¿Quién lo pregunta?- Tras una rápida mirada a la extraña pareja que está ahí de pie, frente a su portal, prosigue -¿A verle? Yo... Yo soy la señorita Rosu. ¿Desde dónde venís?- termina inquiriendo, entre preocupada y curiosa.

Nosotros somos de Manhattan, y estamos aquí por que nos han dicho que puede que nos ayudase con un tema medico, pero supongo que nos hemos confundido y usted no es la persona que buscamos, era nuestra unica oportunidad de saber que es lo que tenia mi amigo -digo señalando con la cabeza a Willy- pero perdonenos , ya nos vamos - y bajando la cabeza coon aire de derrota-!vamos Willy, que tenemos que ver como volver al otro lado de la baia!.

-Eh, esto... No... Bueno, es sólo que me ha sorprendido mucho esta visita -Antes de seguir, Madalina se fija intermitentemente en los dos chicos- Quizás sí pueda ayudaros -prosigue sin pensar- ¿Queréis subir a casa? Puedo haceros un café o un té o... Espero que no seáis alérgicos a los gatos.

Vagabundos... no es la primera vez que atiendes a alguien de este estilo. Ya ejerciste de médico caritativo con otro, un búlgaro inmigrante y sin hogar que era familia de uno de tus habituales... dejaste de verle tan pronto le curaste y por lo que sabes volvió a Manhattan. ¿Serán estos conocidos suyos? ¿O el mismo vecino que te presentó al otro ha guiado también a estos?

Miro sorprendida a la chica, mientras un leve rubor cubre mi rostro por la sorpresa y contesto tituveante...- No, no somos alergicos a los gatos, ¿pero ..., conoce al doctor al que nos referimos?

Madalina abre el portal y sujeta la puerta desde dentro, para permitirles el paso, mientras piensa cómo habrán dado estos dos con ella y quién les ha dado su nombre, al parecer, erróneo.

-¿Doctor? -inquiere con una sonrisa en los labios y sin un ápice de nerviosismo- Bueno, la verdad es que últimamente no me cuido mucho, es cierto, ¿pero tan masculina parezco?

Antes de ver si el resultado de su torpe chascarrillo ha tranquilizado un poco a la pareja, prosigue mientras éstos se deciden a entrar:

-Mi nombre es Madalina, Madalina Rosu. Creo que es a mí a quién buscan.

El hombre silencioso hasta ahora entra en el portal, mirandolo todo a su alrededor, nervioso. Muchas gracias, doctora. Muchas gracias. Creo que me han pegado algo o que me han metido algo en el brazo, no sé... Mellamo Willy, por cierto. Esta es Sonia.

perdone la confusión, nos dijeron que aquí habia alguien que se encargaba de curar a gente como nosotros, y al verla tan joven ...noo pensé que pudiese ser usted, pero me alegro mucho de que no nos ayamos confundido por que lo de mi amigo parece como poco raro- la digo con un poco de nerviosismo que se trasluce en mi voz.

Llegáis hasta el apartamento de Madalina, un lugar de aspecto hogareño y tranquilo. En pocos minutos, tenéis café o infusiones preparadas y estáis sentados alrededor de una mesita en el salón.

-¿Azúcar? ¿Os apetece algo de comer? Podéis serviros lo que queráis. -Madalina se levanta de su silla y va hacia la cocina. Cuando vuelve al salón lleva una caja de donuts en su mano derecho y un gato a sus pies que observa a los huéspedes inquisitivamente.

-Aquí tenéis. Éste es Pisica. Está celoso de su nuevo hermanito. No se da mucho a los desconocidos, pero cuando lo hace es muy afable. -Tras una mirada amistosa y cálida, prosigue- Bueno, cuéntame Willy. ¿Cómo empezó todo eso? Quiero decir, antes me dijiste que creías que alguien te había pegado algo, ¿por qué crees que pudo pasarte eso?

Mientras espera respuesta, sus ojos parecen entrar fuera de foco por un instante y perderse en algún lejano recuerdo o un pensamiento-adormidera. Calla y después vuelve a sonreír, no sin esfuerzo.

Miro al gato , mientras mi mano se dirije sin dudas a la caja de donuts donde se cierra sobre uno de ellos , luego se acerca con velocidad controlada a mi boca , intento que no parezca que estoy desesperada por un donuts , pero es que en realidad lo estoy, hace mucho tiempo que no me puedo permitir uno , en algun cubo de basura he encontrado alguno pero ya duro y con el azucar hecho una costra sobre la dura superficie pero este, este esta en su punto me digo cerrando unos segundos los ojos para saborearlo bien.

Pues... Willy comienza a hablar timidamente, queda claro que es Sonia la que ostenta el liderazgo de la pareja. El caso es que nos raptaron. Unos hombres nos raptaron, aunque por separado y nos llevaron a, bueno, a un lugar subterráneo en el puerto. A mí lo único que hicieron es pincharme, pero a otros se los llevaron para operarles, creo. Ayer conseguimos escapar y esta mañana...

Willy se levanta la manga del brazo, mostrando lo que hay debajo: Está ligeramente amoratado y las venas centrales han adquirido un tono oscuro, casi negro, formando raices de aspecto realmente desagradable y peligroso. Se levanta la manga del otro brazo, mostrando que su aspecto es igualmente preocupante.

-¿Qué? Dios santo, Willy.

Aparta al pobre Pisica de la escena. Aquello tiene una pinta feísima. Donde antes había cierto paternalismo afable ahora se refleja una tensa preocupación, dudas sobre la veracidad del relato (no sería la primera vez que mienten para obtener ayuda), incluso miedo. Titubea por unos instantes y mira a Sonia buscando alguna clave oculta de lo que está ocurriendo. Cuando reacciona sus primeras palabras preceden a cualquier pensamiento coherente.

-¿Te.. te raptaron, dices? -se levanta de su silla para ver el brazo del vagabundo y a medio camino parece cambiar de idea- Sólo un segundo, vuelvo en un momento.

Se dirige primero hacia su habitación, después se oye el agua de un grifo correr y pasado un minuto escaso vuelve con un par de guantes de látex y unas gasas.

-Voy a echar un vistazo, ¿de acuerdo? -dice poniéndose los guantes- ¿Me permites?

Lo primero que notas es que las "venas" ennegrecidas no son tales. Es fácil confundirlas a primera vista, pero no, las venas están ahí en su sitio. Lo que tiene ese tono negro es ni más ni menos que el sistema nervioso del paciente. ¿Cómo es posible? Es como si los nervios hubiesen sido cubiertos por una segunda capa de mielina negruzca, engrosándolos y tiñiéndolos de esa manera. Obviamente, el cuerpo lo considera una gente infeccioso, por la hinchazón. Pero parece que no lo considera grave, ya que la hinchazón parece una simple reacción alérgica.

La verdad es que no tienes idea de qué enfermedad, bacteria o virus podría producir esto sin hacer perder al paciente la función del brazo, cosa que no parece la situación de Willy ahora mismo. ¿Quizá una avanzado o novedoso o chapucero sistema de tinción para realizar tomografías? Sin hacerle pruebas, la verdad es que te confiesas a tí misma estar confusa.

Me pego a la joven para que no tenga la posibilidad de hacer algun tipo de daño innecesario a mi amigo.
- ¿Estas segura de lo que vas a hacer? - la digo con una seriedad y dureza a la que ni siquiera Willy está acostumbrado- no quiero que le hagas daño innecesariamente, ya nos han hecho demasiado daño a lo largo de los años como para que no nos lo tomemos en serio, ahora quiero que me contestes con sinceridad, ¿es necesario?- y mi mirada por primera vez se prende en su mirada intentando ahondar en los mas reconditos rincones de su alma.

El rostro de Sonia, por más profesional que quieras ser, no deja de parecerte espantosamente repugnante. La piel levantada incluso parece tener vida propia y moverse sola, aunque está claro que es un efecto óptico del relieve y el movimiento de su cara al hablar. ¿Cómo se habrá producido semejante marca? ¿Quemaduras de la infancia? ¿Un hongo sin curar? ¿Una enfermedad genética?

La pregunta de Sonia provoca una respuesta reprimida que rápidamente sustituye por algo más cordial.

-¿Daño? Sólo le miro los brazos, tranquila, no voy a haceros daño.

Acto seguido, e intentando mantener la calma, se dispone a observar ambos brazos sin mediar palabra. De vez en cuando se oye algún ligero soplido, los músculos de su cara se contraen y se expanden; otras, frunce el ceño y tuerce los labios.

-Tendría que hacerte más pruebas -dice por fin, como si hablara consigo misma. Anticipando lo que cree puede ser una gran resistencia por parte de la mujer, se apresura a añadir, mirando siempre a Willy con voz suave y pausada -Sería necesario para saber qué te ha ocurrido; no parece que estés en peligro pero no te puedo decir de qué se trata sólo con este examen superficial. Puedes estar tranquilo, no voy a hacerte daño y no haré nada que tú no quiera. ¿Cómo puedo ponerme en contacto con vosotros? Ya, bueno, es una pregunta estúpida... ¿Tenéis donde dormir? El ofrecimiento sale casi sin pensar y un segundo después de la ola de compasión los músculos de su cara vuelven a contraerse imperceptiblemente. Con un suspiro, Madalina piensa sin mirar a ninguno de los dos que no deben de tener dónde quedarse y que, al fin y al cabo, tardará un poco en poder hacerle más pruebas, si ellos acceden... Pero, ¿y ella? ¿Qué le ocurre a ella? Dejándose una nota mental para preguntárselo más tarde, se quita los guantes y les hace señas para que se sirvan de todo un poco, si es que quieren. -Podeís quedaros aquí hoy, si queréis.

Mientras espera su contestación, miles de preguntas caen en su cabeza como granizo. ¿Raptados? ¿Por quién y por qué? ¿Cuántos como ellos estarán en esta situación? La curiosidad y la angustia la inquietan por igual.